La infalibilidad de la Iglesia Católica
Mons. Mark A. Pivarunas, CMRI
Pentecostés 1996

   Queridos Hermanos en Cristo, 

   La Epístola para la Fiesta de Pentecostés está tomada de los Hechos de los Apóstoles y nos relata la maravillosa transformación que el Espíritu Santo obró en las almas de los Apóstoles cuando El descendió sobre ellos en forma de lenguas de fuego. En los Hechos de los Apóstoles leemos lo siguiente: 

   “Al cumplirse los días de Pentecostés, estaban todos juntos en un mismo lugar, cuando de repente sobrevino del cielo un ruido, como de un viento impetuoso, que soplaba, y llenó toda la casa. Al mismo tiempo aparecieron unas como lenguas de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; entonces fueron llenados todos del Espíritu Santo...” (Hechos 2:1-4)

   Y Dios Todopoderoso en Su infinita Sabiduría quiso que los Apóstoles recibieran el Espíritu Santo en Jerusalén al mismo tiempo que los Judíos celebraban unas de las tres más grandes fiestas del Antiguo Testamento — la Fiesta de las Semanas (fiesta de recoger la cosecha). Al recibir el Espíritu de la Verdad, los Apóstoles salieron de su retiro para “predicar a las naciones” todas aquellas cosas que Cristo les había ordenado. 

   En esta fiesta de Pentecostés, es muy apropiado para nosotros reflexionar sobre la única y verdadera Iglesia de Jesucristo, esa Iglesia con la que Cristo prometió estar todos las días, hasta la consumación del mundo, esa Iglesia que siempre tiene el Espíritu de la Verdad —Esa Iglesia llamada la Iglesia Católica, especialmente en nuestros tiempos cuando la mayoría de los hombres “no siguen la doctrina sana, pero siguen doctrinas según sus propios deseos.” Es necesario tener el propio conocimiento de la Iglesia en estos tiempos tan difíciles cuando la mayoría se llaman Católicos. Un estudio detallado sobre unas de las propiedades de la Iglesia, Su infalibilidad, nos ayudará reconocer donde se encuentra la Iglesia Católica, y donde no se encuentra. 

   Antes de considerar el atributo de la infalibilidad, debemos primero entender que significa un atributo. Un atributo o propiedad es aquello que se encuentra en la propia naturaleza de una cosa y fluye de su propia naturaleza. Un ejemplo excelente es el del agua; agua tiene la propiedad de humedad, la humedad se encuentra en la naturaleza del agua; es imposible separar humedad del agua. En la Iglesia Católica existen tres propiedades: infalibilidad, indefectibilidad y autoridad. Estas propiedades se encuentran en la naturaleza de la Iglesia y no pueden ser separadas de Ella. 

   El atributo de infalibilidad significa que el Magisterio de la Iglesia no puede cometer ningún error cuando le enseña a la Iglesia Universal en lo que se trata de fe y moral. El Concilio Vaticano I enseña: 

   “Por la fe Católica y divina todo tiene que ser creído lo que se contiene en la palabra escrita de Dios o en la tradición, y todo lo que propone la Iglesia como un objeto revelado para creer ya sea por decreto solemne o por Su enseñanza universal y ordinaria.”

   Los que poseen la infalibilidad son: 

  • a) El Papa, (El Papa es infalible con habla excátedra.)

  • b) El Episcopado entero (La totalidad de los Obispos es infalible, cuando se encuentran en una asamblea o en un concilio general o dispersos por el mundo, para enseñar algo sobre la fe o moral que debe ser aceptado por los fieles).   

   Muchos están familiarizados con el concepto de la infalibilidad en cuanto a excátedra. Esto es cuando el Papa pronuncia algo o también con los decretos de un Concilio Ecuménico, pero no saben mucho sobre el concepto de la infabilidad del Magisterio “ordinario y universal de la Iglesia.” 

   ¿Qué es el Magisterio ordinario universal? 

   Para una respuesta clara y concisa, leemos en The Fundamentals of Catholic Dogma, por el Dr. Ludwig Ott lo siguiente: 

   “Los Obispos ejercen su poder de enseñar infaliblemente de una manera ordinaria cuando están en sus propias diócesis, y con una unión moral al Papa, promulgan las mismas enseñanzas sobre fe y moral. El Concilio Vaticano también declaró que las verdades de la Revelación propuestas por la Iglesia en Su oficio de enseñar, deben ser aceptadas con ‘fe divina y católica’ (D 1792). El oficio de enseñar de una manera ordinaria y universal son los miembros de todo el episcopado que se encuentran por todo el mundo. El acuerdo de los Obispos en lo que se trata de doctrina es determinado en los catecismos que ellos mismos publican, también por sus cartas pastorales, o por los devocionarios aprobados por ellos. Es suficiente un acuerdo general y moral, pero el acuerdo del Papa como Cabeza Suprema de todo el Episcopado es esencial.”

   El objeto de la infalibilidad de la Iglesia es doble: 

  • a) El objeto primario de la infalibilidad de la Iglesia es todas aquellas verdades reveladas de la Doctrina Cristiana que se tratan de la fe y moral.

  •  b) El objeto secundario de la infalibilidad de la Iglesia es aquellas verdades de la enseñanza Cristiana sobre fe y moral, que no siendo reveladas formalmente, tienen una relación a las enseñanzas reveladas. 

   Incluidas en este objeto secundario de la infalibilidad son:

  • 1) conclusiones teológicas;      

  • 2) hechos dogmáticos;      

  • 3) las disciplinas generales de la Iglesia;      

  • 4) aprobación de ordenes religiosas;      

  • 5) la canonización de los santos. 

   ¿Por qué es que estas cosas deben ser objetos de la infalibilidad de la Iglesia? 

   Una explicación excelente se encuentra en Christ's Church, por Monsignor G. Van Noort, S.T.D.: 

   “El carisma de infalibilidad fue dada a la Iglesia para que de una manera segura pudiera explicar el depósito de la Revelación Cristiana, y como maestra de la verdad Cristiana y el camino Cristiano para todos los tiempos.” 

   “Es evidente por las promesas de Cristo, que al Magisterio de la Iglesia en su oficio de enseñar, le fue dada la infalibilidad para que pudiese cumplir con su misión, eso es guardar con reverencia, explicar con confianza, y defender efectivamente el depósito de la fe.” 

   “La seguridad de ese depósito requiere que todo error sea eliminado, aunque sea de una manera indirecta. Esto sería imposible sin infalibilidad en la materia mencionada anteriormente.” 

   Aunque sería bueno enfocarnos en una explicación del objeto secundario de la infalibilidad, en cuanto a la disciplina general de la Iglesia. 

   Leemos una vez mas del libro Christ's Church, por Van Noort: 

   “La infalibilidad de la Iglesia se extiende a Su disciplina general. Esta proposición es teológicamente cierta. Por el término ‘disciplina general de la Iglesia’ se entiende todas esas leyes eclesiásticas que son pasadas por la Iglesia universal para dirigir el culto Cristiano y la vida Cristiana.” 

   “Imponer ordenes no pertenece directamente al oficio de enseñar pero más bien al oficio de gobernar; las leyes disciplinarias son un objeto de la infalibilidad pero de una manera indirecta, i.e., por el hecho de la decisión doctrinal implícita en ellas. Cuando los gobernantes de la Iglesia hacen una ley, implícitamente hacen un doble juicio: 1) 'Que esta ley concuerda con la doctrina de la Iglesia en cuanto a la fe y la moral'; eso es, no impone algo que esté en contra de la buena fe y la moral buena. Esto llega a un decreto doctrinal.” 

   “Prueba: 1. Del sentido de la infalibilidad. A la Iglesia le fue dada la infalibilidad para que guardara la doctrina de Cristo y fuese para el mundo entero la maestra de la Vida Cristiana. Pero sí la Iglesia pudiera cometer algún error en cuanto a sus disciplinas, entonces no seria la guardiana fiel de la doctrina revelada, ni la maestra de la Vida Cristiana. No sería la guardiana de la doctrina revelada porque al imponer una ley viciosa, seria lo mismo que imponer una doctrina falsa. No sería la maestra de la Vida Cristiana porque por sus falsas leyes, daría por resultado la corrupción de la vida eligiosa 2. De las palabras oficiales de la Iglesia que estigmatizó como algo erróneo, la hipótesis que la Iglesia pudiera establecer disciplinas peligrosas, dañosas, y que conducen a la superstición y materialismo.” 

   “El axioma bien conocido, LEX ORANDI EST LEX CREDENDI, (Le ley de rezar es la ley de creer) es una aplicación especial de la doctrina de infalibilidad de la Iglesia en cuestiones disciplinarias. 

   “Este axioma también dice que la formula de oración para el uso público de la Iglesia Universal no puede contener errores contra la fe y la moral.” 

   La razón por la cual se da esta explicación tan larga sobre la infalibilidad es que este argumento es el más fuerte contra la Iglesia Conciliar de Vaticano II. 

   ¿Cómo puede ser posible que la Iglesia Católica haya enseñado la misma fe de una manera fiel e infalible durante 1900 años, y de repente durante el Concilio del Vaticano II empiece a enseñar doctrinas falsas que anteriormente fueron condenadas por los Papas, como por ejemplo, el falso ecumenismo y la libertad religiosa? 

   ¿Cómo puede ser posible, que la Iglesia presente contradicciones en cuestiones de fe y moral, imponga una  Misa equívoca, y se equivoque en las leyes universales? 

   ¿Debemos suponer entonces que el Espíritu Santo ha cambiado de opinión y ahora permite las contradicciones en cuestiones de fe moral, la Misa, y en las leyes universales? ¿Debemos también suponer que Cristo ha abandonado Su Iglesia y le ha permitido hundirse en el error y la herejía? 

   Es precisamente este tema de la infalibilidad que divide a los que se llaman Católicos tradicionalistas. Algunos Católicos rechazan los errores del falso ecumenismo y la libertad religiosa del Concilio Vaticano II, el memorial Protestante de la Última Cena, la Misa del Novus Ordo y las herejías del Nuevo Código del Derecho Canónico (1983). En realidad lo que dicen es que el Magisterio de la Iglesia esta en error y ha encaminado a la mayoría de los Católicos al error y que continúa errando. Tal conclusión es nada más que la negación de la infalibilidad de la Iglesia. 

   No cabe duda que la Iglesia Conciliar ha caído en el error. No solamente en 1965 al concluir el Concilio del Vaticano II, sino también en los últimos treinta años, en el Magisterio ordinario y universal. ¡Claro está que la Iglesia Conciliar no es la Iglesia Católica! 

   Tal como enseñó el Papa Leon XIII en Satis Cognitum

   “Si el Magisterio viviente pudiese cometer algún error, una contradicción seguiría, y entonces ellos serían el autor del error.”

   Y también en la Constitución Dogmática del Concilio Vaticano I (1870), Pastor Aeternus, reafirmando las enseñanzas del Cuarto Concilio de Constantinopla: 

   “Y sus verdades han sido probadas a través de la historia, porque en la Sede Apostólica la religión Católica ha mantenido Sus enseñanzas puras y santas.”

   Y también en la misma Constitución Dogmática: 

   “En verdad, fue esta doctrina apostólica que los Padres apoyaron, y que los Santos Doctores ortodoxos reverenciaron y siguieron. Porque se dieron cuenta que la Sede de San Pedro permanece libre de todo error...”

   Que aquellos que mantienen un pie en el movimiento tradicionalista y el otro en la Iglesia Conciliar, despierten a la realidad: existen dos Iglesias distintas hoy en día, La Iglesia Católica y la Iglesia Conciliar. Está la Iglesia Católica que posee la infalibilidad y la Iglesia Conciliar que no tiene este atributo

   En esta fiesta de Pentecostés, invoquemos al Espíritu Santo y Su don de Entendimiento para que nos guíe en estos tiempos profetizados por San Pablo en su segunda Epístola a los Tesalonicenses: 

   “Que nadie en modo alguno os engañe, porque antes ha de venir la apostasía y ha de manifestarse el hombre de la iniquidad, el hijo de la perdición... hasta sentarse en el templo de Dios y proclamarse dios a sí mismo.”

   In Christo Jesu et Maria Immaculata,

                                                            Monseñor Mark A. Pivarunas, CMRI  

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