COMO INGLATERRA
SE VOLVIÓ ANGLICANA*
(CONTINUACIÓN)

   El 29 de junio de 1548, un obispo se atrevió a predicar sobre la Presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, delante del Rey. Ese obispo era Stephen Gardiner, Obispo de Winchester. Su sermón alcanzó gran resonancia, las polémicas redoblaron. Gardiner resistía a menudo a Enrique VIII, Gardiner no temía a nada ni a nadie. En 1548 tenía sesenta y cuatro años y dieciséis de obispo. Embajador ante Carlos V, fue experto en los negocios temporales de este mundo, hábil diplomático y jurista erudito. Su retrato, conservado en el Trinity College de Cambridge, da impresión de seguridad apacible, de inteligencia y de malicia. Este obispo que perdió su sede, sus cargos y dignidades, sus prebendas y su libertad, no era ni cobarde ni ignorante. (Fue encarcelado en la torre de Londres en varias oportunidades, totalizando largos años de prisión). Gardiner negoció el asunto de Enrique VIII ante Clemente VII; no le faltó habilidad pues el asunto se prolongó durante siete años (1527-1534). Gardiner habría quizá terminado apaciblemente sus días en Roma, a no ser por la gravidez de Ana Bolena). ¿ Cómo un hombre semejante se plegó al cisma? No fue por interés ya que, quince años más tarde, perdería todo por Cristo, sino por convicción; en un sólo punto Gardiner seguía a Lutero: la primacía del Papa. "El jefe de la Iglesia -decía Lutero- es Cristo, no es el Papa". Gardiner pensaba lo mismo. Clemente VII dio largas al asunto porque Catalina de Aragón, primera mujer de Enrique VIII era tía de Carlos V, y el Papa no quería enemistarse ni con el Emperador ni con el Rey de Inglaterra. Esto con tribuyó no poco a persuadir a Gardiner de que Lutero tenía razón. Señalemos que el actual arzobispo de París, Monseñor Marty, declaró a La Croix el 27 de junio de 1969, que "la cabeza de la Iglesia es Cristo. Ni los obispos, ni el primero de ellos es la cabeza de la Iglesia". (En latín: caput, jefe).

   ¿Gardiner habría aceptado el cisma si hubiera conocido la definición dogmática del Vaticano I en 1870? Pregunta ociosa, volvamos a 1548. En esta fecha, el obispo de Wjnchester presiente que no hay sino un solo recurso, una defensa única contra la herejía cuando los argumentos constitucionales ya nada pueden. En su famoso sermón sobre la Presencia real, pronunciado ante Eduardo VI en la fiesta de San Pedro, dijo: "En ciertos casos, el Rey podría enviar un embajador a Roma. y si el Obispo de Roma fuera capaz por su prudencia, ciencia y virtud, de establecer la unidad de la Iglesia de Inglaterra, el Rey podría muy bien pedirle ayuda y consejo. Y eso, no otorgaría en absoluto al Obispo de Roma superioridad alguna sobre el Rey... ". Esto es menos claro que la admirable parte de su homilía sobre la Eucaristía, pero por primera vez, después del arresto de Santo Tomás Moro, se menciona un acercamiento entre Roma y la Corte de Inglaterra. (En 1548, el Papa era Paulo III quien convocaría el Concilio de Trento).

   Dos meses después del sermón del 29 de junio, Cranmer convocó a algunos obispos a reunirse en su casa de Chertsey-Abbey, a principios de septiembre. El objeto era examinar las controversias que agitaban los espíritus. En realidad, se trataba de operar la "mutación" de la Misa en la Cena. Cranmer, según su propia declaración, pensaba desde hacía mucho tiempo que era necesario "suprimir la Misa de las iglesias cristianas por ser una idolatría manifiesta". Pero esto no lo confiesa a los obispos reunidos en su casa en septiembre de 1548. Entre ellos están los "Henriciens" que ya habían participado, seis meses antes, en la redacción del "Order of Communion". Se trata de que los obispos no se alarmen, y sobre todo, impedir la alarma del clero: quietness. No obstante, los obispos, convocados para un debate (el examen de las controversias) se sorprendieron de verse abocados al examen no de las controversias, sino de un "ordinario de la Misa" titulado "Prayer-book" que Cranmer sacó de su manga muy orgullosamente. El "Prayer-book", salvo ciertas modificaciones posteriores, sigue usándose todavía.

   El deseo de no inquietar a los sacerdotes en 1548, explica las ambigüedades que aún hoy caracterizan la liturgia anglicana.

   Este folleto ocupó toda la vida de Cranmer. Ya había trabajado en él, secretamente, bajo Enrique VIII. Para hacerlo, comparó las liturgias griega y luterana, ayudado por su tío el teólogo luterano Osiander. Cuando en 1549, el "Prayer-book" sea sometido a discusión en la Cámara de los Lores, los obispos "Henriciens" dirán que no esperaban, en absoluto, tener que examinar un nuevo Ordinario de la Misa cuando Cranmer los convocó en su casa de Chertsey-Abbey, en septiembre de 1548. Uno de ellos, Thirbly, obispo de Westmínster, reprochará públicamente a Cranmer haber suprimido el término "oblación" en la edición para uso de sacerdotes y fieles, pese a que dicha palabra figuraba en el manuscrito sometido al examen de los Obispos. Cranmer no pudo responder nada. Tenemos que decir que los "Henriciens" estaban privados de su jefe: al día siguiente de la homilía de la Eucaristía (el 30 de junio de 1548) Gardiner fue encarcelado en la Torre de Londres donde permanecería seis años. En este tiempo se im plantaba definitivamente la nueva liturgia. El Acta del Consejo Privado, al notificarle su arresto le reprochaba: "haber hablado con arrogancia y por desobediencia, en presencia de Su Majestad y de sus Gracias los Consejeros, de ciertas cuestiones, contraria mente a la orden explícita del Rey". Otro "Henricien" notable, Bonner, obispo de Londres, se le unió por idéntico motivo. De este modo, la oposición había perdido sus más importantes miembros. Cuando el embajador van der Delft enviaba a Carlos V la noticia de este arresto le decía el verdadero motivo: "El Obispo de Winchester permanece firme en la antigua religión". El mis mo día (7 de julio de 1548) van der Delft escribía al Príncipe Felipe (el futuro Felipe 11) : "El Obispo de Winchester ha hablado delante del Rey en defensa de la Misa y de las imágenes, ha condenado el matrimonio de los sacerdotes y, al día siguiente, fue arrestado".

   La "desobediencia" de Gardiner con respecto a "ciertas cuestiones" afectaba la prohibición de suscitar temas doctrinales o litúrgico s, mientras que las autoridades competentes no hubieran zanjado la dificultad de detener las innovaciones y experiencias, llevando la fe y el culto a la unidad. Por eso, Cranmer había convocado a los obispos en Chertsey-Abbey.

   El preámbulo del "Prayer-book" comienza por despojar a la Misa de su nombre: "La Cena y la Santa Comunión, comúnmente llamada Misa...".

   La primera parte de la Misa, del Introito al Ofertorio, sufrió pocos cambios. Lutero aprobaba el Kyrie, el Gloria y el Credo como también el Prefacio, Sanctus y el Agnus Dei, porque expresaban -decía-: "La alabanza y la acción de gracias y no el pensamiento del sacrificio". El "Prayer-book" suprime solamente las oraciones al pie del altar, y por consiguiente, el Confiteor incluido desde el siglo X, pero que Lutero consideraba como preparación del Sacrificio.

   Se suprimen igualmente el Gradual y el Tracto así como el ceremonial que precede a la lectura del Evangelio. La Misa pro piamente dicha comienza en el Ofertorio. En otros tiempos, los catecúmenos debían salir antes del Ofertorio. En Polonia, los luteranos obligados asistir a Misa salían de la Capilla Real inmediatamente después del Credo. (Es de notar el apego de los anglicanos al Credo). En 1687, los obispos triunfaron en su oposición a que se modificara el término "consubstancial" apoyándose en que esa palabra afirmaba la divinidad de Jesucristo desde el Con cilio de Nicea. Esta actitud de los obispos les mereció una entusiasta carta aprobatoria de la Asamblea del Clero de Francia. Este fue un ejemplo de verdadero ecumenismo en lo más fuerte de la tormenta desatada por la Revocación del Edicto de Nantes.

   Con las oraciones del Ofertorio, el sacerdote ofrece a Dios Padre el Pan y el vino, materias del Sacrificio del Hijo de Dios. (La noción de sacrificio es tan antigua como el mismo rito, así lo atestigua San Justino, decapitado en el año 165). El "Prayer-book" suprime el Ofertorio; el celebrante coloca el pan y el vino sobre el altar sin más ceremonia.

   Los "Henriciens" protestaron; querían mantener el Ofertorio, o por lo menos, la palabra "Offere" en la nueva Misa. La palabra "Offere" designa la Misa en los textos más antiguos, esperando que se inventara la palabra Misa. Apoyándose en los testimonios de San Cipriano y San AgustÍn, declaran que la supresión del Ofertorio pone en tela de juicio la función del sacerdote y la noción del ministerio en la Iglesia Católica y hasta la creencia en la Comunión de los Santos. En suma, fueron tan hábiles que Cranmer hizo una concesión: propuso una fórmula ambigua: "Dignáos aceptar nuestras limosnas y nuestros dones". Esta frase podía aludir tanto al pan y al vino presentes en el altar como al total de la colecta. En efecto, la Secreta que iba inmediatamente después fue suprimida, y se la reemplazó con un versículo de la Escritura sobre los frutos de la limosna. No escasean en la Escritura los versículos sobre la limosna: los sacerdotes tuvieron veintiuno para elegir.

   El Prefacio y el Sanctus se conservaron gracias a Lutero, el "Prayer-book" llega hasta el Canon que Lutero llamaba "un montón de basura". Cranmer no se atrevió a suprimirlo pues los "Henriciens" no lo hubieran consentido. Poco antes, el 12 de mayo de 1547, Cranmer tuvo una molesta experiencia personal: suprimió totalmente el Canon en una misa cantada en inglés por el alma de Enrique VIII. Esto dejó atónito al pueblo; así lo cuenta el consejero Wriothesley en su "Chronicle". Como habitualmente se pronunciaban las palabras de la Consagración en voz alta, los fieles se sorprendieron de no oírlas, y la gente salió murmurando que se cambiaba la religión. Quietness, quietness. Cranmer impuso la obligación de decir en voz alta las palabras del Canon; despojábalas así de su carácter sagrado y misterioso. (El uso de decir en voz baja, por respeto, las palabras del Canon fue establecido por el Papa Inocencio I (años 40-417).

   La oración "Te Igitur" ruega a Dios tomando por intercesor a Jesucristo, "de tener por aceptos y bendecir estos dones, estos presentes, estos sacrificios santos y puros". El "Prayer-book" reemplaza las palabras "dones, ofrendas y sacrificios" por la palabra "oraciones": "Os suplicamos recibas misericordiosamente nuestras oraciones". Así se borra la idea de ofrenda y oblación.

   Por supuesto, se suprime la oración por el Papa, pero se ruega profusamente por el Rey, los miembros del Consejo, los obispos y los ministros del culto. Rezar por los poderes constituidos está completamente en la línea de Lutero.

   El "Quam oblationem", última oración antes de la Consagración, cierra todas las salidas a la herejía haciendo de la Misa un verdadero Sacrificio: "Suplicámoste, oh Dios, te dignes ordenar que esta ofrenda sea plenamente bendita, aprobada, ratificada, racional y agradable, de suerte que se convierta para nosotros en el Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor Jesucristo"... En este punto el "Prayer-book" refuta la propia doctrina del Canon para afirmar la de Lutero, según la cual, el Sacrificio de la Cruz es único y no renovable, la Misa es sólo una recordación. El "Quam oblationem" del "Prayer-book" dice: "Oh Dios, Padre Celestial, que, en vuestra tierna misericordia habéis entregado a vuestro Hijo Único Jesucristo para padecer muerte de Cruz, con el fin de rescatarnos; que habéis hecho por esta oblación única y ofrecida una sola vez, una oblación, una satisfacción y un sacrificio com pletos, perfectos y suficientes por los pecados del mundo entero, que habéis instituido un memorial perpetuo de su Preciosa Muerte, y nos mandáis en vuestro santo Evangelio celebrarlo, escuchadnos...".

   La oración "Unde et mémores", que sigue inmediatamente a la Consagración, precisa formalmente el Sacrificio que acaba de consumarse: "Ofrecemos a vuestra Suprema Majestad, de entre vuestras dádivas y beneficios, la Hostia pura, la Hostia santa, la Hostia inmaculada, el Pan santo de la vida eterna y el cáliz de perpetua salvación". El "Prayer-book" subraya la idea de que la Consagración es una recordación. "Es por esto, Señor, que con forme a la institución de vuestro amadísimo Hijo, nuestro Salvador Jesucristo, nosotros, vuestros humildes siervos, celebramos y hacemos, en presencia de vuestra Divina Majestad, con estos dones santos, la memoria que vuestro Hijo quiso que hiciéramos". Está hecho el juego: la Misa en Inglaterra ya no será más un sacrificio sino una recordación.

   Hemos seguido el admirable libro de Gustave Constant: "La Réforme en Angleterre" (París, Alsatia, 1939) para la traducción del "Prayer-book" y lo esencial de sus comentarios. Gustave nos muestra un sorprendente y último ejemplo de la astucia diabólica con la que se cambia con una sola palabra, una oración católica en oración protestante. El "Supplices te rogamus" pide a Dios que mande a su Ángel trasladar hasta su divina presencia "las cosas" presentes en el altar, o sea, el pan y el vino. "El «Prayer-book», reemplaza las cosas" por una aclaración que sustituye el Cuerpo y la Sangre de Cristo por los homenajes del hombre: "Ordenad que nuestras oraciones y súplicas sean llevadas por ministerio de vuestros Santos Ángeles hasta vuestro tabernáculo santo, hasta la presencia de vuestra Divina Majestad". Casi todas las palabras han sido conservadas: ¿ cómo podría advertir el pueblo que sus pobres oraciones han sustituido a la Víctima Divina? Poca gente sabía leer en el siglo dieciséis; por otra parte, cabría preguntamos si la alfabetización serviría para algo en este caso. A los fieles les basta saber que una traducción fue aprobada por los obispos. El pueblo no es más católico que los obispos y es contra natura -contra la naturaleza divina de la Iglesia-- que los corderos sospechen de cada brizna de hierba, que los pastores lleven a su rebaño a apacentarse en pastos envenenados.

   Aunque discutido por los obispos que se reunieron en la casa de Cranmer, el "Prayer-book" no fue sometido a la Convocación, es decir, a la Asamblea del Clero. Los historiadores de la Reforma en Inglaterra no dejan de señalar esta anomalía. Froude, citado por Gustave Constant, escribió en su Historia del Reinado de Eduardo VI: "Entre todos los extraños caracteres del cambio religioso, el más extraño fue quizá que no se pidiera, ni por mero formulismo, la opinión oficial de la Convocación. En adelante, el Parlamento discutiría la fe de Inglaterra, y los laicos legislarían sobre la doctrina cuya enseñanza competía al clero. El canónigo anglicano Dixon, hizo hincapié: "Las Convocaciones del Clero nada tienen que ver con el Acta primera de uniformar la religión... Los laicos fueron autores de estas graves medidas. Los laicos hicieron el primer Libro de la Oración Pública, junto con la sanción penal anexa, y, desde entonces, una sanción penal acompaña, como triste constancia, toda revisión del "Prayer-book". En la obra impuesta al Reino, el clero, originariamente, apenas tuvo una parte".

   Los laicos, es decir los parlamentarios que votaron el nuevo Ordinario de la Misa el 10 de enero de 1549, lo impusieron como obligatorio a partir de la fiesta de Pentecostés siguiente (9 de junio de 1549). El sacerdote que conservara la antigua Misa sería privado de sus estipendios por un año o castigado con seis meses de prisión a la primera infracción; a la segunda infracción sería privado de sus funciones eclesiásticas, y a la tercera, castigado con prisión perpetua. Los tribunales reales y municipales fueron también requeridos, y las censuras eclesiásticas, que tanta risa causaron cuando Clemente VII excomulgó a Enrique VIII, entra ron nuevamente en vigor. Esto ocurrió con el clero ¿ Y... los obispos?

   Hemos dicho que su jefe, Gardiner, estaba en la cárcel. Liberado seis meses después, estimará que mantener la oración por los vivos y difuntos implicaba la noción de sacrificio propiciatorio. Bonner, obispo de Londres, se molestó seriamente y pudo conseguir que, en la rúbrica de la Comunión, las palabras "pan" y "vino" fueran reemplazadas por las de "Cuerpo" y "Sangre". Cranmer accedió a ello, y Bonner se dio por satisfecho. Los "Henriciens" de la comisión de Chertsey-Abbey, sostendrían que el mantenimiento del Canon se debió a su intervención, y esto, quizá sea verdad. (Calvino consideró que la conservación del Canon era una concesión "pueril y absurda").

   Los "Henriciens" consiguieron que se conservaran algunos cantos en latín. Estamos en el siglo del Renacimiento, y el latín está de moda. Cranmer cedió en este punto. Su "Prayer-book" es, por otra parte, uno de los monumentos de la lengua inglesa del siglo dieciséis. Cranmer estimaba que: "la palabra de Dios debía poder traducirse al inglés, siendo éste el idioma más apropiado para instruir a los fieles y estimularlos a la piedad". Sólo uno de los "Henriciens" que fueron a la casa de Cranmer en septiembre de 1548, votó en contra del "Prayer-book", sólo uno se negará a firmarlo. Retengamos el nombre de este héroe: Day, obispo de Chichester. (Day, día).

   En el curso del debate llevado al Parlamento el 14 de diciembre de 1548, Thirbly, obispo de Westmínster, dijo que lo había firmado bajo promesa de revisión posterior. (El "Prayer-book", en efecto, sufrirá revisiones que lo hará pasar del luteranismo al calvinismo). Otros "Henriciens" como Tunstall, Heath, y Bonner, dijeron que no aprobaban la doctrina de Cranmer, pero que habían suscripto a una especie de compromiso para conservar la unidad interna del Reino. Se reservaban la posibilidad de retomar la discusión de ciertas partes del "Prayer-book" más adelante, en su oportunidad. Thirbly se lamentó de que se llevaran al Parlamento cuestiones sobre las cuales los obispos no habían podido entenderse.

   Un público elegante se agolpaba, en efecto, en las galerías de la Cámara de los Lores. El Protector Somerset abrió la sesión invocando "la consulta de los obispos para la unidad". Como esto parece muy necesario al fin propuesto, se pide a los obispos ten gan a bien discutir si el pan permanece o no en el Sacramento después de la Consagración. "El debate duró cuatro días, del 14 al 18 de diciembre de 1548. Trece obispos votaron por la nueva Misa y diez en contra. Voyser, obispo de Exeter, llegó después de la votación, Wakeman de Gloucester estaba enfermo, y el obispo de Laudaff que tomó la palabra contra Cranmer, volvió a su casa antes de concluido el debate. El "Prayer-book" fue impuesto por un Acta del Parlamento del 21 de enero de 1549. Dicha Acta abolía todas las líturgias locales, y comenzaba así:

   "Compuesto con ayuda del Espíritu Santo y el acuerdo uná nime de sabios y piadosos prelados. ..".
                EDITH DELAMARE

APÉNDICE
PEQUEÑA CRONOLOGÍA DEL CISMA DE INGLATERRA

   La historia de la reforma que condujo a la separación de Roma de una de las más florecientes provincias de la Iglesia es poco conocida. Se conoce algo de la cuestión de Enrique VIII con Ana Bolena, de la voluntad del Rey de cohonestar con la bendición del Papa un divorcio imposible y un matrimonio adúltero. De la vida privada de Enrique se sirvieron grupos laicos y "reformistas" de entonces para iniciar una operación anticatólica que estaba en el ánimo del tiempo y que fue conducida a fondo en apenas veinte años; como se verá las reformas que desquiciaron en la isla la fe de Roma fueron siempre y sobre todo litúrgicas.

Bajo Enrique VIII

  • 30 marzo 1533 Oath o/ Allegiance: se establece que el Romano Pontifice debe ser llamado solamente "Obispo de Roma". 
  • Noviembre 1534: Act of Supremacy: el Papa tiene únicamente jurisdicción sobre su propia diócesis, no autoridad sobre la Iglesia entera.
  • 1539: se inicia la expoliación de las iglesias que deben aparecer desnudas, sin estatuas ni imágenes, y la predicación contra la "idolatria": culto mariano, de los Santos, peregrinaciones e imágenes sagradas.

Bajo Eduardo VI

  • 4 noviembre 1547: son abolidas las leyes contra la herejia. Se comienza en algunas diócesis a dar la comunión bajo las dos especies. Se vota contra el celibato sacerdotal.
  • 8 marzo 1548: The Order of the Communion: el ordo para la comunión de los laicos se reforma sobre modelo luterano.
    La confesión auricular se vuelve facultativa. Un año después la liturgia entera es transformada y reformada: el misal, el breviario y el ritual se refunden enteramente en el único y obligatorio Book of Common Prayer. En él, el dogma de la presencia real es conservado pero la misa no es más la renovación incruenta del sacrificio de la cruz sino solamente "un memorial de la Cena del Señor". En la Iglesia no se habla más de doctrina sino del "puro Evangelio".
  • Enero 1550: Leyes de la Cámara de los Lores: se reforma enteramente el Sacramento del Orden. Se ordena la destrucción de todos los viejos misales, breviarios, antifonarios, rituales, etc., con excepción del ya dicho Book of Common Prayer. Desaparecen los altares, substituidos por simples "mesas para la cena". Se consiente en recibir todavía la comunión de rodillas "no como acto de adoración a Jesús" sino en señas de recuerdo de la Cena.
    Se reforma el catecismo substituyéndolo por los 42 artículos totalmente protestantizados de la Collection of Articles of Religion y se reforma el código de la Iglesia romana reemplazado por el Code of Eclesiastical Constitution.

   (El reino de la católica Mary Tudor interrumpió por tres años la serie de reformas).

Bajo Isabel I

  • Navidad 1558: se prohíbe al sacerdote elevar la hostia para la adoración de los fieles.
  • 27 diciembre 1558: se introducen las primeras lecturas y oraciones en lengua inglesa.
  • 15 enero 1559: (coronación de Isabel) las palabras de la consagración se pronuncian en inglés y en alta voz.
  • 24 de junio 1559: Act of Uniformity: con la nueva edición del Book of Common Prayer los dogmas de la Presencia Real y de la Transustanciación, la esencia de la Misa como sacrificio propiciatorio por los vivos y los difuntos son completamente borrados.
    La liturgia tradicional latina es substituida por doquiera por liturgia inglesa reformada.
    La Misa y la doctrina católica y la autoridad del Papa desaparecen completamente de la isla.

   Estos trágicos itinerarios fueron signados por doquiera y de continuo por las revueltas de los católicos, tanto clero como laicos (los famosos recusantes); para someter a éstos, de las multas y persecuciones personales se pasó a las encarcelaciones, luego a las represiones armadas y de allí a las ejecuciones capitales precedidas de indecibles torturas que dieron a la isla bajo los tres reinos, memorables mártires; y esta carnicería espiritual más aún que material fue conducida con extrema sagacidad, siguiendo la técnica de la sorpresa y del hecho consumado, amén de periódicas y mentirosas profesiones de pura fe católica. Todo esto podrá el lector conocerlo leyendo el bellísimo libro "Il primato di Pietro difeso dal sangue dei Martiri lnglesi" del R. P. Celestino Testore S. I., (pedidos a Una Voce, Roma, Corso Vittorio Emmanuele 21) fuente riquísima de meditación para los católicos contemporáneos.

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