¿ACEPTAR LA MISA NUEVA?  

   ¿Por qué oponerse a la Misa nueva?

  • La Iglesia condenó los errores protestantes. 

  • Definió, con infalibilidad, dogmas de Fe sobre la PRESENCIA REAL de Jesucristo en la Santísima Eucaristía, sobre el SACERDOCIO JERÁRQUICO distinto del de los simples fieles, sobre el SANTO SACRIFICIO DE LA MISA.   

  • La Iglesia condenó a aquellos que dicen que la Misa debe ser celebrada solamente en lengua vernácula (en español en nuestro caso) (Conc. de Trento).   

  • La Iglesia reprobó a los que quieren que la Consagración sea en voz alta (Conc. de Trento y Pío VI).

  • La Iglesia reprobó el altar en forma de mesa (Pío XII).

   Ahora, en la Misa Nueva, los errores que la Iglesia me enseñó a reprobar, son tenidos como ciertos y aprobados. Aun más. Los dogmas de fe arriba citados no son más tan explícitos como lo eran en la Misa Tradicional y eso es tan evidente que los protestantes, que jamás toleraron la Misa Tradicional (Lutero la llama abominable), afirmaron que, con la Misa Nueva, teológicamente es posible que ellos celebren su cena con las mismas oraciones de la liturgia reformada de la Iglesia Católica (cf. Max Thurian, La Croix, 30-05-1969). ¿No es sintomático?

   ¿Podemos conservar la fe y agradar a Dios ofreciéndole un culto tan ambiguo que agrada también a sus enemigos y hacer de este culto el centro de nuestra vida, como debe ser la Santa Misa?

   Que la Misa nueva no tiene nada que ver con la Misa Tradicional lo dijo claramente el propio Mons. Aníbal Bugnini, entonces secretario de la Congregación del Culto Divino, el gran mentor de la Misa Nueva: "No se trata sólo de retoques en una obra de valor grande, sino a veces es preciso dar estructuras nuevas a ritos enteros. Se trata de una restauración fundamental, yo diría casi un cambio total y, para ciertos puntos, de una verdadera nueva creación" (Doc. Cat. nº 1493, 7-5-67). Por estas palabras, se ve que la Misa ya no es la misma Misa Tradicional.

   "Nada podría ser más peligroso que estos herejes que conservando en todo lo demás la integridad de la doctrina, por una sola palabra, como por una sola gota de veneno, corrompen la pureza y la simplicidad de la Fe que nosotros recibimos de la Tradición de Nuestro Señor y, después, de los Apóstoles". (León XIII, Encíclica "Satis Cognitum"

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