COMPLOT CONTRA LA IGLESIA

Maurice Pinay

Segunda Parte
EL PODER OCULTO TRAS LA MASONERÍA

Capítulo Quinto 

LA MASONERÍA PROPAGADORA DE LAS REVOLUCIONES

   El Arzobispo Obispo de Port-Louis, Monseñor León Meurin, en su obra "Filosofía de la Masonería", dice:

   "En 1844, Disraeli ponía en boca del judío Sidonia las siguientes palabras (Coningsby, VI, XV): `Desde que la sociedad inglesa ha comenzado a agitarse y sus instituciones se ven amenazadas por asociaciones poderosas, ven ustedes a los judíos, antes tan leales, en las filas de los revolucionarios...Esa misteriosa diplomacia rusa que tanto alarma a los occidentales, está organizada, y en su mayor parte realizada por judíos...: la formidable revolución que se está preparando en Alemania, cuyos efectos serán aún más grandes que los de la Reforma, se lleva a cabo totalmente bajo los auspicios de los judíos. En el conde Cancrín, ministro de finanzas ruso, reconozco a un judío lituano; en el ministro español señor Mendizábal, veo un judío aragonés; en el presidente del Consejo francés mariscal Soult, reconozco al hijo de un judío francés; en el ministro prusiano, conde de Arnim veo un judío...Ya ve, querido Coningsby, que el mundo está gobernado por personajes muy distintos de los que creen los que no están entre bastidores´".

   "Durante la revolución de 1848, dirigida por el Gran Oriente de Francia, su Gran Maestre, el judío Crémieux, llegó a ser ministro de Justicia. Este hombre fundó en 1860 la Alianza Israelita Universal y proclamó, con inconcebible descaro en los Archivos Israelitas de 1861 (pág. 651) que `en lugar de los Papas y los Césares, va a surgir un nuevo reino, una nueva Jerusalén´. ¡Y nuestros buenos masones, con los ojos vendados, ayudan a los judíos en la `Gran Obra´ de construir ese nuevo Templo de Salomón, ese nuevo Reino césaro-papista de los cabalistas!".

   "En 1862, un masón berlinés hizo editar un folleto de ocho páginas, quejándose de la preponderancia que los judíos tenían en las logias. Bajo el título `Signo de los tiempos´, señalaba el peligroso carácter de las elecciones berlinesas del 28 de abril y 6 de mayo del mencionado año. `Un elemento –decía- ha aflorado a la superficie y ha ejercido una peligrosa influencia disolvente en todos los sentidos: el judío. Los judíos están a la cabeza con sus escritos, palabras y acciones; son jefes y agentes principales en todas las empresas revolucionarias, hasta la construcción de barricadas. Bien claro se ha visto esto en Berlín, en 1848. ¿Cómo es posible que en Berlín hayan sido elegidos 217 electores especiales judíos y que, en dos distritos, hayan sido elegidos sólo judíos con exclusión de cualquier otro candidato cristiano?".

   "Este estado de cosas iba a empeorar desde entonces. Los judíos formaban la mayoría de la Corporación municipal, de modo que Berlín podía ser llamado, con justicia, la capital de los judíos".

   "En la Prensa, los judíos hablan del `pueblo´ y de la `nación´, como si sólo hubiese judíos y los cristianos no existiesen. La explicación de tal hecho pueden darla los masones agitadores que, según el Hermano Lamartine, originaron las revoluciones de 1789, 1830, 1848, etc, etc., declaración confirmada por el Hermano Garnier Pagés, ministro de la República, que declaró públicamente, en 1848, que `la revolución francesa de 1848 constituía el triunfo de los principios de la liga masónica; que Francia había recibido la iniciación masónica, y que 40.000 masones habían prometido su ayuda para concluir la obra gloriosa del establecimiento de la República, destinada a extenderse por toda Europa, y, al fin, sobre toda la faz de la tierra´".

   "El colmo de todo esto es el poder político y revolucionario de los judíos, según las palabras de J. Weil, jefe de los masones judíos, que decía en un informe secreto: `Ejercemos una poderosa influencia sobre los movimientos de nuestro tiempo y del progreso de la civilización hacia la republicanización de los pueblos´. Otro jefe masónico, el judío Louis Boerne, decía, también en un escrito secreto: `Hemos sacudido con mano poderosa los pilares sobre los que se asienta el viejo edificio, hasta hacerles gemir´.

   "Mendizábal, también judío, alma de la revolución española de 1820, llevó a cabo la toma de Oporto y Lisboa y, en 1838, realizando, mediante su influencia masónica, la revolución en España, llegando a primer ministro".

   Y sigue diciendo el Excmo. Sr. Arzobispo: "El judío Mendizábal, había prometido como ministro, restaurar las precarias finanzas de España, pero, en corto espacio de tiempo, el resultado de sus manipulaciones fue un terrible aumento de la deuda nacional, y una gran disminución de la renta, en tanto que él y sus amigos amasaban inmensas fortunas. La venta de más de 900 instituciones cristianas, religiosas y de caridad, que las cortes habían declarado propiedad nacional a instigación de los judíos, les proporcionó magnífica ocasión para el fabuloso aumento de sus fortunas personales. Del mismo modo, fueron tratados los bienes eclesiásticos. La burla impudente de los sentimientos religiosos y nacionales, llegó hasta el punto de que la querida de Mendizábal se atrevió a lucir en público un magnífico collar que, hasta poco tiempo antes, había servido de adorno a una imagen de la Santa Virgen María, en una de las iglesias de Madrid."

   "El masón berlinés de que hacíamos mención al principio continuaba diciendo: "El peligro para el trono y el altar, amenazados por el poder de los judíos, según acaban de hacer los jefes de la Masonería Alemana´, al decir: `Los judíos han comprendido que el `arte real´ (el arte masónico) era un medio capital para establecer sólidamente su propio reino esotérico...El peligro amenaza, no solamente a la masonería, nuestra Orden, sino a los estados en general...Los judíos encuentran en las logias múltiples ocasiones para practicar su archiconocido sistema de corrupción, sembrando la confusión en muchos asuntos...Si se tiene presente el papel que jugaron los judíos en los crímenes de la Revolución francesa y en la usurpación corsa; si se tiene en cuenta la obstinada creencia de los judíos en un futuro Reinado israelita sobre todo el universo y su influencia sobre el gran número de ministros de Estado, se advertirá cuán peligrosa puede ser su actividad en los asuntos masónicos. El pueblo judío forma una casta en oposición hostil a toda la raza humana, y el Dios de Israel no ha elegido más que a un pueblo, al que todos los demás han de servir de `escabel´".

   "Considerad que entre los 17 millones de habitantes de la Prusia, no hay más de 600.000 judíos; considerad con qué ardor convulsivo trabaja esta nación, de vivacidad oriental e irreprimible, para lograr por todos los medios subvertir el estado; por ocupar, incluso mediante dinero, los establecimientos de enseñanza superior y monopolizar en su favor los puestos del Gobierno..."

   Y continúa diciendo el ilustre Arzobispo: "Carlyle, una de las mayores autoridades masónicas, dice, (pág. 86): `La Masonería de la Gran Logia es, en la actualidad, enteramente judía’."

   "La `Gaceta de la Cruz´, órgano principal de los conservadores prusianos, dedicó, del 29 de junio al 3 de julio de 1875, una serie de artículos en los que se demostraba que los principales ministros de los gobiernos alemán y prusiano, sin exceptuar al príncipe de Bismarck, estaban en manos de los reyes judíos de la Bolsa, y que los banqueros judíos eran quienes, de manera práctica, gobernaban Prusia y Alemania. Esto hizo decir al judío Gutzkow: `Los verdaderos fundadores del nuevo Imperio alemán son los judíos; judíos son los adelantados en todas las ciencias, la prensa, la escena y la política´ ".

   "M. Stamm escribió en 1860 un libro sobre este tema, en el que se prueba que `el reino de la libertad universal sobre la tierra será fundado por los judíos´. En el mismo año, Sammter publicó en el Volsblait una larga carta para demostrar que `los judíos ocuparán muy pronto el lugar de la nobleza cristiana; la aristocracia caduca debe perder su puesto en esta época de luz y de libertad universales, a la que tan próximos estamos. ¿No comprendéis –escribe- el verdadero sentido de la promesa hecha por el Señor Dios Sabaoth a nuestro padre Abraham?, promesa que se ha de cumplir con seguridad, la de que un día todas las naciones de la tierra serán sometidas a Israel. ¿Creéis que Dios se refería a una monarquía universal, con Israel como rey? ¡Oh, no! Dios dispersó a los judíos sobre toda la superficie del globo, a fin de que constituyesen una especie de fermento, entre todas las razas, y al cabo, como elegidos que son, extendiesen su dominación sobre ellas´ ".

   "No es probable que la terrible opresión sufrida por las naciones cristinas de Europa, que se ven empobrecidas por la usura y la avaricia de los judíos, y que se quejan de ver las riquezas nacionales acumuladas en manos de los grandes banqueros, se calme con esporádicos levantamientos antisemitas. Las monarquías cuyos cimientos no están aún pulverizados por el martillo masónico, y cuyas dinastías no están aún reducidas al nivel de los masones descamisados, descalzos y con los ojos vendados, se coaligarán contra la secta monstruosa, y harán pedazos las filas de los anarquistas. El propio Carlyle, masón furioso dice, aterrado de la suerte de la humanidad entre las manos de los judíos: `Cuando los legisladores vuelvan a ocuparse de las sociedades secretas, harán bien en no hacer una excepción en favor de la Masonería´ ".

   "El privilegio del secreto está legalmente acordado a los masones en Inglaterra, Francia, Alemania, y, creemos que en todos los países. El hecho de que todas las revoluciones salgan del fondo de las logias, sería inexplicable si no supiéramos, que, con la momentánea excepción de Bélgica, los ministerios de todos los países se hallan en manos de masones dirigidos, en el fondo, por los judíos" (26).

   Uno de los testimonios más interesantes es seguramente el del masón Haugwitz, inspector de las logias de Prusia y de Polonia. En 1777 –escribe en sus memorias- "me hice cargo de la dirección de las logias de Prusia, Polonia y Rusia. Allí he adquirido la firme convicción de que todo lo que ha sucedido en Francia desde 1789, la Revolución, es una palabra, incluso el asesinato del rey con todos sus horrores, no sólo se había decretado en aquel tiempo,, sino que todo fue preparado por medio de reuniones, instrucciones, juramentos y señales que no dejan lugar a duda ninguna acerca de la inteligencia que todo lo meditó y dirigió" (27).

   En lo que concierne al asesinato de Luis XVI, tenemos igualmente el testimonio del jesuita padre Abel. "En 1784 –declara- tuvo lugar en Francfort una reunión extraordinaria de la Gran Logia Ecléctica...Uno de los miembros puso a discusión la condenación a muerte de Luis XVI, rey de Francia, y de Gustavo III, rey de Suecia. ese hombre se llamaba Abel. Era mi abuelo"(28).

   Barruel, en su obra "Memorias para la historia del Jacobinismo", dice: "Después de esta reunión uno de sus miembros, el marqués de Visieu, declaraba lo siguiente: `Lo que puedo deciros es que se trama una conspiración tan bien urdida y tan profunda, que será muy difícil que no sucumban la religión y los gobiernos´ " (29).

   Maurice Fara, en su libro "La masonería en descubierto", dice que: "La existencia de esta conspiración y su propósito de asesinar al rey de Francia y al rey de Suecia aparecen igualmente confirmados por la mayor parte de los autores que han hecho investigaciones serias sobre la cuestión masónica (30) y los acontecimientos trágicos las confirman igualmente. El 21 de enero de 1793 el rey Luis XVI muere guillotinado después de un simulacro de juicio en el que la mayoría de los jueces son masones. Un año después, el rey Gustavo III es asesinado por Aukastrem, discípulo de Condorcet. El mismo año desaparece misteriosamente el emperador Leopoldo".

   "En un discurso pronunciado el 4 de marzo de 1882 en la logia `Libre Pensamiento´, de Aurillac, decía el masón Paul Roques: `Después de haber trabajado en la revolución política, la Franc-Masonería debe trabajar en la revolución social...´ " (31).

   Y en la Memoria del Gran Oriente de Francia se afirma: "Que Francia, para vivir, no sacrifique la razón misma de su existencia: el ideal filosófico, político y social de sus antepasados de 1789; que no apague la antorcha del genio revolucionario con la que ha iluminado al mundo". Y añade el mismo orador: "La peor humillación para Francia consistiría en renegar de la obra de la revolución...que perezca al menos sin haber abdicado su ideal". (32).

   Otros documentos masónicos de indiscutible valor nos informan que: "Nunca se podrá olvidar que fue la revolución francesa la que dió realidad a los principios masónicos preparados en nuestros templos", decía un orador en el Congreso Masónico de Bruselas (33) y en una reunión de la logia de Angers celebrada en 1922 exclamaba uno de los hermanos: "La Franc-Masonería, que ha desempeñado el papel más importante en 1789, debe estar dispuesta a suministrar sus cuadros de combate a una revolución siempre posible" (34).

   "Pasemos al estudio de la participación de los judíos en las revoluciones en general. Ya en 1648 el gran jefe revolucionario Cromwell estaba sostenido por los judíos; una delegación venida `del fondo de Asia y dirigida por el rabino Jacob ben Azabel´ se presentó ante el dictador inglés. No se hicieron esperar los resultados de las conversaciones que se entablaron y Cromwell usó de todo su poder para derogar las leyes de restricción impuestas a los judíos en Inglaterra (35). Uno de los más íntimos colaboradores de Cromwell fue el rabino de Amsterdam, Manassé ben Israel"(36)

   El famoso investigador de la masonería Maurice Fara, nos cita que: "Ernesto Renán, que no puede ser sospechoso de antisemitismo, escribía lo que sigue: `En el movimiento revolucionario francés el elemento judío desempeñaba un papel capital´ y es muy difícil no estar de acuerdo con él. Es verdad que hacia 1789 los judíos operaban con mucha prudencia y se ocultaban tras las organizaciones masónicas y las sociedades filosóficas, pero esto no impedía que algunos de los hijos de Israel tomaran parte activa en los acontecimientos revolucionarios y se aprovecharan de ellos desde el punto de vista material. El primer tiro contra los guardias suizos de la Tullerías, el 10 de agosto de 1791, fue disparado por el judío Zalkind Hourwitz Lang (37). pero como este ardor bélico encierra muchos peligros, prefieren los judíos dedicarse a otras actividades menos peligrosas y sobre todo más lucrativas. El viejo hebreo Benoltas, hombre millonario de esta plaza (Cádiz) queda nombrado por ahora tesorero general de la Orden, y cuenta ya con un fondo disponible de trescientos mil pesos fuertes (Máxima 44 del Grande Oriente Español, 1º de abril de 1824)" (38).

   P. Gaxotte, en su obra "La Revolución Francesa", afirma que: "El avituallamiento de los Ejércitos republicanos se realizaba por los israelitas Bidermann, Max Beer, Moselmann y otros, y esto dio lugar a las quejas formuladas por el comandante Bernanville, del Ejército del Mosela, porque se le enviaban para las tropas calzados de adolescente con suela de cartón, medias de niño y lonas para tienda completamente podridas" (39).

   Capefigue, en su obra "Las grandes operaciones financieras", dice que: "En cuanto fueron abolidas las leyes que restringían los derechos de los judíos gracias a la intervención del abate Gregoire, de Mirabeau, Robespierre y otros (esto lo hacen el primer día todos los Gobiernos revolucionarios), y `en cuanto prevalecieron las ideas de 1789, descargó sobre Francia una verdadera nube de extranjeros, especialmente judíos de las orillas del Rhin´ (40). Entonces fue cuando aparecieron en la arena política los Klotz, los Benjamin Veitel Ephraim, los Etta Palm, etc. `El Mesías ha venido para nosotros el 28 de febrero de 1790 con los Derechos del Hombre´ (41), escribía el judío Cahen, y, en efecto, la concesión a los judíos de todos los derechos de ciudadanía fue una de las grandes victorias de Israel".

   Dice el historiador israelita Bédarride:

   "La revolución de 1830 no ha hecho sino consagrar estos felices resultados. Cuando en 1848 la soberanía del pueblo alcanzó sus últimos límites surgieron nombres israelitas en las más altas regiones del poder" (42). Estos elegidos, estos representantes del pueblo ostentaban apellidos tan franceses como los de Fould, Cerfbeer, Crémieux, etc.

   Pero no fue sólo en Francia donde la judería desempeñó un papel preponderante en los movimientos revolucionarios. El culto escritor francés R. Lambelin afirma: "El movimiento revolucionario que agitó la Europa central en 1848, fue preparado y sostenido por los judíos" (43), así lo demuestran numerosos hechos y documentos.

   "Entre los autores de la revolución de 1870 y entre los miembros de la Commune, aparecen igualmente los judíos representados por Ravel Isaac Calmer, Jacob Pereyra y otros. El autor precitado señala la presencia de 18 judíos entre los principales miembros de la Commune" (44).

   Asegurando el escritor francés Drumont, que durante el incendio de París en 1871 los incendiarios dejaron intactos los 150 edificios que pertenecían a la familia Rothschild.

   Continuando el estudio de estos movimientos en Europa, volvemos a encontrar a los judíos: el poeta Heine, Carlos Marx, Lasalle y otros muchos.

   Drumont escribe: "Para destruir la antigua sociedad que lo repelía, el judío ha sabido colocarse a la cabeza de la acción democrática. Los Carlos Marx, los Lasalle, los principales nihilistas, todos los jefes de la revolución cosmopolita son judíos. de este modo imprimen los judíos al movimiento la dirección que le conviene" (45).

   Y el escritor francés, Mauruce Fara, dice:

   "No olvidemos que los fundadores de la Internacional en 1864 fueron los judíos Marx, Neumeier, Fribourg, James Cohen, Lasalle, Aaron, Adler, Franckel y, el único no judío (¿?), Compers".

   "Para dirigir el movimiento revolucionario se fundó en Francia el tan conocido diario `L´Humanité´. Para ello se abrió una suscripción que proporcionó la suma de 780.000 francos. Citaremos entre los doce donantes que `por casualidad´ eran todos judíos: Levy Brul, Levy Bram, A. Dreyfus, L. Dreyfus, Herr, Eli Rodríguez, León Picard, Blum, Rouff, Kasevitz, Salomón Reinach y Sachs" (46).

   Después de leído lo que procede no puede causar extrañeza que en el sínodo judío de Leipzig del 29 de junio de 1869 se aprobara la siguiente moción: "El Sínodo reconoce que el desarrollo y la realización de los principios modernos (léase revolucionarios) son las más firmes garantías para el presente y el porvenir del judaísmo y de sus miembros. Son las condiciones más enérgicamente vitales para la existencia expansiva y el mayor desarrollo del judaísmo" (47).

   "En muchos aspectos la revolución no ha sido sino una aplicación del ideal que `Israel había traído al mundo´ " (48) según escribe Leroy Beaulieu, autor nada tachado de antisemitismo. Es preciso darle la razón porque no se puede negar la importancia de la intervención judía en la obra revolucionaria.

ORGANIZACIÓN DE LA SOCIEDAD DE LAS NACIONES.

   El citado investigador Maurice Fara, afirma que:

   "Hemos visto a la Sociedad de las Naciones fundada y sostenida por las mismas fuerzas ocultas que nos encontramos siempre que se trata de destruir; hoy en día la masonería, sus auxiliares, los partidos de izquierda y, detrás de todos, la judería, tratan de exterminar el sentimiento nacional y el principio de soberanía de los estados por la creación de un super-gobierno internacional, y al mismo tiempo de desmoralizar a los pueblos con una propaganda antimilitarista y pacifista. Perdido el sentimiento nacional, esos pueblos estarán completamente desarmados frente a esta fuerza oculta y sagaz que pudiéramos llamar el imperialismo judeo-masónico".

   "La Sociedad de las Naciones fue inaugurada el 10 de enero de 1920; los estatutos elaborados en las Asambleas masónicas fueron muy poco modificados..." (49).

   Y en una nota del traductor argentino, a la citada página 115 de la obra de Maurice Fara, se lee lo siguiente: "El H. Eugenio Berteaux ha propuesto recientemente a la Gran Logia de Francia que se derogue el artículo 17 de la Constitución de dicha Gran Logia, que prescribe a todos sus adeptos que se sometan a la `legislación del país en que tengan facultad de reunirse libremente, y que se hallen dispuestos a todos los sacrificios que su patria les exija´, porque `conforme a los principios de una moral universal, todo franc-masón es por definición, un hombre esencialmente libre, que no depende sino de su conciencia´, y `nuestra conciencia masónica no puede exigir imperativamente a sus adeptos que estén dispuestos a todos los sacrificios que la Patria les exija´. La derogación que propone redundará `en beneficio de la salvaguardia de las conciencias individuales, entendiéndose que, en caso de reproducirse conflictos trágicos, esas conciencias individuales obedecerán o no, bajo su propia responsabilidad, a los llamamientos de su sensibilidad, de su razón y de su fe en la Verdad Suprema´ " (50).

LA ACCIÓN JUDÍA Y MASÓNICA FRENTE AL CRISTIANISMO

   El Eminentísimo Cardenal Caro, nos asegura, a este respecto, que:

   "Es indudable que la acción de la masonería contra la Iglesia Católica no es más que la continuación de la guerra a Cristo practicada por el Judaísmo desde hace más 1900 años, eso sí que acomodada, mediante el secreto, el engaño y la hipocresía, a las circunstancias en que tiene que hacerla..."

   "No olvidemos que el Judaísmo rabínico es el declarado e implacable enemigo del Cristianismo, dice Webster. El odio al Cristianismo y a la persona de Cristo no es cosa de historia remota ni puede mirarse como el resultado de persecución: forma una parte íntegra de la tradición rabínica originada antes de que tuviera lugar cualquiera persecución de los judíos por los cristianos, y ha continuado en nuestro país mucho después de que esa persecución ha terminado..." (51).

   Por su parte, el "The British Guardian" (13 Marzo 1925), hace esta afirmación: "...la Iglesia Cristiana es atacada hoy como no lo ha sido jamás durante siglos, y este ataque es casi exclusivamente la obra de los judíos" (52).

   Añade el Excmo. Mons. Cardenal José Mª Caro: "Por lo demás, las relaciones de la Masonería o del Judaísmo perseguidor de la Iglesia Católica y, según los casos, de todo el Cristianismo, con el Bolchevismo y Comunismo, en Méjico, en Rusia, en Hungría y con la amenaza de hacerlo en todas partes, es cosa pública, como lo es la relación del Judaísmo con la Masonería" (53).

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NOTAS 
  • [26] Monseñor León Meurin, S. J., Arzobispo Obispo de Port-Louis,Filosofía de la masonería. Madrid: Editorial Nos, 1957. pp. 212-215, 217-218. 
  • [27] Von Haugwitz, Memorias
  • [28] Declaración del P. Abel en “La nueva prensa libre”. Viena, 1898. 
  • [29] Barruel, Mémoires pour servir a l´histoire du Jacobinisme. (Memorias para historia del jacobinismo). Citado por Maurice Fara, obra citada, p. 62. 
  • [30] P. Deschamps, Cardenal Mathieu, Monseñor Besson y otros. 
  • [31]Cadena de Unión” de julio de 1882. Citado por Maurice Fara en “La masonería en descubierto”, p. 63. 
  • [32]Memoria de la Asamblea General del G. O. de Francia”, 1913. p. 337. Citado por Maurice Fara, obra citada, pp. 63-64. 
  • [33]Memoria del congreso masónico internacional de Bruselas de 1910”, p. 124. 
  • [34]Boletín oficial del G. O. de Francia”, oct., 1922. p. 281. 
  • [35] León Halevy, Resumen de la historia de los judíos
  • [36] R. Lambelin, Las victorias de Israel, p. 44. 
  • [37] León Kahn, Los judíos de París durante la revolución. Citado por Maurice Fara, obra citada, pp. 82-83.  
  • [38] Maurice Fara, obra citada, p. 83, nota n. 28 del traductor. 
  • [39] P. Gaxotte, La revolución francesa, pp. 279-280. 
  • [40] Capefigue, Histoire des grandes opérationes financières (Historia de las grandes operaciones financieras). 
  • [41] “Archivos Israelitas”, 1847. Vol. VIII, p. 801. 
  • [42] Bédarride, Les juifs en la France, l´Italie et l´Espagne (Los judíos en Francia, Italia y España), pp. 428-430. 
  • [43] R. Lambelin, obra citada, p. 62. 
  • [44] R. Lambelin, obra citada, p. 10. 
  • [45] Edouard Drumont, La France juive (La Francia judía). París, 1888. 
  • [46] Maurice Fara, obra citada, p. 85. 
  • [47] Gougenot des Mousseaux, obra citada, p. 332. 
  • [48] Leroy Beaulieu, Israel entre las naciones, p. 66. 
  • [49] Maurice Fara, obra citada, p. 115. 
  • [50] Maurice Fara, obra citada, p. 115, nota del traductor. 
  • [51] José Mª Caro R., Arzobispo de Santiago, Primado de Chile, obra citada, p. 267. 
  • [52]Revue Internationale des Societés Secrètes” (R.I.S.S.), 1925, p. 430. 
  • [53] José Mª Cardenal Caro, Arzobispo de Santiago, Primado de Chile, obra citada, pp. 267-268.
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