The Mummy Returns (El regreso de la momia)
más de lo
mismo Otra vez los mismos personajes y otra vez la misma historia. Poca cosa nueva ofrece esta segunda parte de La Momia, lo cual tiene sus ventajas y inconvenientes. El más importante de éstos segundos es que evidentemente no es ninguna obra maestra, algo que vaya a sorprender a crítica y público, ni siquiera algo que vaya a permanecer en nuestras memorias más de 24 horas. Pero la ventaja es que todo esto ya lo sabíamos, porque ya pasó con la primera parte, y rara es la vez (aunque por supuesto hay excepciones) en que la segunda entrega es mejor que la anterior. La Momia II pierde el factor sorpresa de la anterior, la frescura de contar una historia que el público no conoce y que permite sacarse de la manga detalles y sorpresas que mantienen la tensión. Esta segunda parte es más previsible, menos sorprendente, menos graciosa (John Hannah y Freddie Boath se encargan, con más o menos éxito, de poner el toque gracioso que pierden Rachel Weisz y Brendan Fraser, ahora tierna pareja acaramelada y absolutamente empalagosa) y más histriónica, con detalles aún más surrealistas que la anterior. Los efectos especiales ya no son sorprendentes por inesperados (el truquito de la cara del faraón se repite, visto el éxito que tuvo la otra vez) sino por exagerados, la acción aumenta y las conversaciones disminuyen. Aún así, el ritmo no decae, la película entretiene y el espectador sale de la sala satisfecho después de haber encontrado justamente lo que le habían prometido: una buena opción para pasar una tarde entretenida y sin complicaciones. Miss. Minerva L. |
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