RESÚMENES - III Ciclo de Conferencias Científico - Marinas


LA ECOLOGIA CIENCIA ROMANTICA

Josep M. Camarasa

Director adjunto de "Biosfera"


Tal vez resulte un tanto sorprendente ver unidos en el título de una conferencia un sustantivo y un adjetivo aparentemente tan incompatibles como el nombre de una disciplina científica y el adjetivo que deriva de un movimiento social, cultural y artístico del pasado, generalmente asociado, por lo demás a actitudes alejadas de la ciencia cuando no francamente anticientíficas.

Sin embargo no hay tal contradicción. Si lo parece es a causa de la imagen histórica que los propios científicos hemos tendido a transmitir a la sociedad de nuestra propia actividad, que desengrana a la ciencia de su devenir y la "limpia" de las posibles impurezas de su origen hasta dar de ella la imagen de un cuerpo coherente y acabado de teorías y de conocimientos, sólido, sin fisuras y sin historia. En todo caso con una historia finalista, orientada desde su origen a alcanzar el punto donde hoy se halla, ignorante de la contingencia inherente a todo fenómeno que se desarrolla a lo largo del tiempo.

Pero la ciencia, como toda actividad humana, tiene un devenir, una historia, y eso mismo la hace contingente, es decir condicionada por su propio pasado y así ocurre también con la ecología, ciencia que, por otra parte, presenta una historia de características muy peculiares. A diferencia de la mayoría de las otras disciplinas científicas, tal como las encontramos formalizadas hoy, no es fruto de la progresiva diferenciación y especialización en el seno de un determinado ámbito del saber, sino que resulta más bien de la confluencia y la síntesis de conocimientos vinculados a ciencias muy diversas e incluso de algunos que no son propiamente científicos. Además, en parte como fruto de la diversidad de formaciones de los estudiosos y en parte de la propia diversidad de los medios, de los organismos y de las relaciones entre unos y otros que estudia, la ecología aparece fragmentada en múltiples especializaciones y escuelas, aunque hoy se encuentren mayoritariamente unificadas por unos conceptos (ecosistema, sucesión, competencia, etc.) y una teoría. Todo ello dificulta una reconstrucción histórica coherente, clara y ordenada de los caminos que han conducido al estado actual del conocimiento de la estructura y la funcionalidad de los ecosistemas tanto a escala de la biosfera entera como a cualquier escala territorial.

Lo que sí es muy evidente es que la ecología hunde por lo menos dos de sus raíces mayores (la descripción y ordenación del paisaje geográfico y los estudios de la vida en las aguas de lagos y océanos) en la Naturphilosophie romántica de los primeros decenios del siglo XIX y cristaliza en el ambiente neoromantico del simbolismo y el modernismo del paso del siglo XIX al XX. Desde luego entendiendo el romanticismo no según la interpretación vulgar de simple predominio del sentimiento sobre la razón. Si no como visión crítica de la modernidad, es decir de la civilización capitalista moderna que arranca de la revolución industrial y de la Ilustración, desde su propio seno; como autocrítica de la modernidad. Por eso no es sorprendente que algunos de los momentos estelares de la ecología (los años entre las dos guerras mundiales o los años sesenta, por ejemplo) sean coincidentes con años de resurgencias románticas mientras en los recientes años de empuje neoliberal y hegemonía del pensamiento único la ecología parecen convertirse en mero tema de programa televisivo de sobremesa.

De como se enlazan y entretejen a lo largo de la historia de los dos últimos siglos esos dos conceptos en apariencia contradictorios -ecología y romanticismo- tratará esta conferencia.





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Página elaborada por Victor Alcalá. Marzo de 1998

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