César Calvo, un renovado sentido del ritmo.
Semblanza
César Calvo (Iquitos 1940), es autor, entre otros libros, de Poemas bajo tierra (1965);
Ausencias y retardos (1963); El cetro de los jóvenes (1967) y Pedestal para nadie (1975).
Cuando empezó a escribir muchos lo percibieron como un continuador de la lírica de Rose,
pero pronto tuvieron que admitir que se trataba de una voz muy original.
Calvo traía un renovado sentido del ritmo, un conocimiento de la versificación clásica
castellana que inclusive le sería útil en el verso libre como puede evidenciarse
en su poema "Nocturno de Vermont", en el cual combina versos endecasílabos
con versos heptasílabos, estos últimos a veces divididos en otros versos
de tres y cuatro sílabas, a lo que se añaden versos
alejandrinos.
A lo largo de toda su producción conocida, Calvo tiene siempre imágenes
deslumbrantes.
Su poesía da la impresión de ser imaginada por alguien que tiene asombrosa facilidad
para la escritura y maneja el ritmo del castellano con mucha propiedad.
Por eso mismo el peligro que acecha a la dicción de Calvo es el facilismo.
En sus mejores momentos es un poeta a la vez de lujo verbal y de conmoción sensorial
que tiene al mismo tiempo, como Heraud, otra veta que anhela el cambio social.
Pero lo que en Heraud era deseo y premonición, en Calvo,
sobre todo en sus poemas escritos después de 1965,
es constatación de una
realidad descorazonante.
Temáticamente Calvo tiene una veta sensual y nostálgica,
otra interesada en la marcha de la sociedad, con una voluntad de transformarla,
y otra
que expresa simplemente la voluntad de cantar.
Por Marco Martos
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