LA 13 ES NUESTRA


Lágrimas de felicidad por montones. Apretones de mano, abrazos interminables y una celebración como hacía seis años no sucedía. Todo el pueblo americano reunido en su recinto del Pascual, en una noche inigualable, única e incomparable

La estrella 13, la que tanto buscó el equipo rojo, pero también la que tanto mereció por su fútbol diferente, vertical y contundente, por fin se apareció en el firmamento americano.

Y para darle rienda suelta a tanta emoción, hubo que vencer muchos obstáculos. Quizás el más grande, los frecuentes problemas económicos que por momentos hicieron ver como inviable este proyecto del segundo semestre.

Pero el equipo de Diego Umaña es tan grande, que hasta ese rival de quilates quedó en el camino para tener en sus vitrinas la muy buscada estrella. América se tuvo que exigir a fondo en los 180 minutos de la gran final. El miércoles en Medellín, puso la cuota inicial para el título con ese valioso 1-0. Y ayer ante su público y en un estadio decorado, pintado, preparado y dispuesto para una gran fiesta, le puso el moño a su gran conquista.

El encuentro final se liquidó con un inapelable 3-1. Y lo definió América a su estilo, con el fútbol que más resultados le dio: el imparable contragolpe y la inevitable contundencia en ataque. Y eso que el Medellín comenzó asustando. Ese gol de Diego Álvarez, minuto 17, silenció por unos minutos el Pascual. El fantasma del fracaso se asomó por momentos en el sanfernandino. Pero el local, enseñado a remar contra la corriente, apretó dientes y se fue en busca del arco de Aldo Bobadilla. Así vino la igualdad. Adrián Ramos, el mismo que tantos dolores de cabeza le resolvió al América, no quiso irse inédito. A los 25 minutos ‘Adriancho’ metió un latigazo desde fuera del área para el 1-1. Ese gol le devolvió la vida al Pascual. La locura fue total cuando a los 15 del complemento, Jamell Ramos incrustó el balón en su propio arco. Y ya en tiempo de reposición, Jaime Córdoba terminó de embriagar a la hinchada con un gol que tuvo sello americano. Fue un contragolpe letal porque la tocaron Otálvaro, Ramos y por último Córdoba, para el inapelable 3-1. Ya con una diferencia holgada y con la estrella 13 en el bolsillo, el Pascual, por momentos, fue un verdadero infierno rojo. La afición cantó, bailó y ondeó sus banderas en señal de triunfo. Los abrazos, las sonrisas y las inevitables lágrimas de felicidad se vieron en todos los rincones del sanfernandino y en toda esa feligresía americana que llevaba seis años esperando un regalo como el de ayer.
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