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M�s all� del bien y del mal
Preludio de una
filosofia
del
futuro
1
La tarea de los a�os siguientes estaba ya trazada de
la manera m�s rigurosa posible. Despu�s de haber quedado resuelta la parte
de mi tarea que dice s� le llegaba el turno a la otra mitad, que dice no,
que hace no: la transvaloraci�n misma de los valores
anteriores, la gran guerra, - el conjuro de un d�a de la decisi�n. Aqu�
est� incluida la lenta mirada alrededor en busca de seres afines, de seres
que desde una situaci�n fuerte me ofrecieran la mano para aniquilar.
- A partir de ese momento todos mis escritos son anzuelos: �entender�
yo acaso de pescar con anzuelo mejor que nadie?... Si nada ha picado,
no es m�a la culpa. Faltaban los peces...
2
Este
libro (1886) es en todo lo esencial una cr�tica de la modernidad,
no excluidas las ciencias modernas, las artes modernas, ni siquiera la
pol�tica moderna, y ofrece a la vez indicaciones de un tipo antit�tico que
es lo menos moderno posible, un tipo noble, un tipo que dice s�. En este
�ltimo sentido el libro es una escuela del gentilhomme,
entendido este concepto de manera m�s espiritual y radical
de lo que nunca hasta ahora lo ha sido. Es necesario tener valor en el
cuerpo aun s�lo para soportarlo, es necesario no haber aprendido a
temer... Todas las cosas de que la �poca est� orgullosa son sentidas como
contradicci�n respecto a ese tipo, casi como malos modales, as� por
ejemplo la famosa �objetividad�, la �compasi�n por todos los que sufren�,
el �sentido hist�rico� con su servilismo respecto al gusto ajeno, con su
arrastrarse ante petits faits, el �cientificismo�. Si se
tiene en cuenta que el libro viene despu�s del Zaratustra,
se adivinar� tambi�n quiz� el r�gime
diet�tico a que debe su nacimiento. El ojo, malacostumbrado por una enorme
coerci�n a mirar lejos -Zaratustra ve a�n m�s lejos
que el Zar-, es aqu� forzado a captar con agudeza lo m�s cercano, nuestra
�poca, lo que nos rodea. Se encontrar� en todo el
libro, sobre todo tambi�n en la forma, id�ntico alejamiento
voluntario de aquellos instintos que hicieron posible un
Zaratustra. El refinamiento en la forma, en la
intenci�n, en el arte de callar, ocupa el primer
plano, la psicolog�a es manejada con una dureza y una crueldad declaradas,
el libro carece de toda palabra ben�vola. Todo esto recrea: �qui�n
adivina, en �ltimo t�rmino, qu� especie de recreaci�n
se hace necesaria tras un derroche tal de bondad como es el
Zaratustra? Dicho teol�gicamente, -pr�stese atenci�n, pues
raras veces hablo yo como te�logo- fue Dios mismo quien, al final de su
jornada de trabajo, se tendi� bajo el �rbol del conocimiento en forma de
serpiente: as� descansaba de ser Dios... Hab�a hecho todo demasiado
bello... El diablo es sencillamente la ociosidad de Dios cada siete d�as.
Friedrich Nietzsche
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