NEO-SKEPSIS no. 2 (Nuevo
escepticismo).
Revista del Comité para la
investigación de lo paranormal, seudocientífico e
irracional en el Perú (CIPSI-Perú)
Publicada por Ediciones de Filosofía
Aplicada
SIN MIEDO A LA LIBERTAD: Cómo prevenirnos
de las sectas destructivas
Manuel Abraham Paz
y Miño C., Director Ediciones de Filosofía
Aplicada y Neo-Skepsis
De vez en cuando ciertos grupos de las más
diversas índole (religiosa, pseudocientífica,
política, racial, esotérica, curanderil, paranormal, ovnilógica,
etc.) hacen noticia debido a alguna práctica sui géneris ya sea en sus dietas
cotidianas (una preferencia por ciertos alimentos en lugar de otros), en sus
ropas y apariencia externa (adornos o trajes de ciertas formas y colores o
dejarse muy crecidos el cabello y la barba), en sus hábitats
y estilos de vida (sin tecnología moderna e incluso médica o en el campo), en
sus relaciones personales (sólo consideran sus "hermanos" e incluso
seres humanos a sus semejantes en creencias y prácticas), en su culto a lo
"Supremo" (oraciones de cierta duración, tiempo y contenido o lugar,
o por vía telepática).
Pero no siempre podemos ver con simpatía o
como algo meramente inofensivo o ridículo sus enseñanzas, prácticas y rituales
-no sólo porque pertenezcamos a otra religiión o porque seamos arreligiosos o no creyentes-. A veces sus ideas
fundamentales (dogmas) apuntan a algo muy lejano a la religión convencional en
relación a lo "Trascendente" (Dios o el "más allá"), pueden
llevar a sus seguidores a extremos que van desde la prohibición de atención
médica convencional para los enfermos o una simple e indispensable transfusión
de sangre hasta la (auto)mutilación, el asesinato y el
suicidio colectivos. Entonces se habla de sectas o cultos destructivos.
Todo ello en nombre de la verdad, la voluntad
o la justicia, a veces divinas o simplemente de un ser humano especial,
"escogido", "enviado" o "superior" que supuestamente
puede transmitir e interpretar la fuente de un conocimiento "supremo"
o "absoluto". De esa forma tal "conocimiento" es
considerado inmutable e infalible -literalismo fundamentalista-. (No
necesariamente estaríamos hablando sólo de minúsculas sectas o subgrupos sino
de religiones antiguas poderosas y muy bien establecidas. Recuérdese las
castraciones alentadas por algunos grupos cristianos en la Antigüedad para
evitar "la tentación de la carne" o simplemente para mantener
infantiles las voces adultas de los coros eclesiales -esto se dio hasta el
siglo pasado en Europa-, el caso Galileo, la persecución y represión de los
"infieles" y "herejes" por parte de la Inquisición, las
guerras religiosas entre católicos y protestantes o entre éstos y los musulmanes,
y la contemporáneas asechanzas islámicas a las vidas de los escritores como
Salman Rushdie y Taslima Nasrim. Y en la actualidad la mutilación de los clítoris de
las niñas que ingresan a la adultez, práctica abominable de ciertos grupos
primitivos de África del Norte así como los abortos inducidos de fetos
femeninos en la India).
El fenómeno de las sectas no es exclusivo de
los EE.UU., país históricamente paladín de la
libertad de pensamiento, culto y expresión y a la vez donde se han fundado, se
fundan y se seguirán fundando toda clase de grupos, clubes, clanes, iglesias,
asociaciones y sociedades. Cada uno de los cuales con propósitos, intereses y
fines definidos legalmente establecidos o no. (E incluso con sus páginas
cibernéticas en Internet). En nuestro suelo latinoamericano también se alberga
a un número no pequeño de filiales de sectas europeas, norteamericanas y
asiáticas de todo tipo -además de haberse originado aquí algunas muy propias-.
Justamente durante la Semana Santa en USA se
produjo el suicidio colectivo (y asistido) por parte de los miembros del culto
de la "puerta del cielo" que creían que al morir -como casi todas las
religiones- su alma iría a un mejor lugar que la Tierra (¡A una nave en la cola
del cometa Hale-Bopp!). Se creían seres
extraterrestres encarnados en cuerpos materiales efímeros. Los varones ya se
habían castrado con anticipación en centros de salud legalmente establecidos
para no "pecar" -esto es para negar su capacidad sexual natural y
corporal, cosa a la que también apuntan finalmente muchas religiones ya desde
antiquísimas épocas-. (Aquí habría que analizar la responsabilidad legal y
ética de los médicos que hacen tales prácticas así como las de los que tratan
de cambiar química y quirúrgicamente el sexo de infantes a pedido de sus
padres). Los suicidas no era gente ignorante o sin profesión -algunos eran
expertos en informática-, ni menesterosa o pobre económicamente. Eran gente
exitosa en ese sentido. Pero les faltaba algo más, algo que llenara lo que el
psiquiatra vienés Víctor Frankl llamó el "vacío
existencial".
El materialismo simplón, vulgar y moral de
sociedades donde se fomentan el aislamiento, el tedio, el aburrimiento, la
falta de amor, de cariño o simplemente aprecio o que aliente cualquier otra
cosa -como el "éxito" económico a toda costa, por una parte, o la
miseria y el temor, por otra- menos el aprender alguna forma o sentido de vida
positivo -es decir, que favorezca nuestras cualidades más humanas para así
llevar una vida equilibrada- o que simplemente nos enseñe a afrontar los
diarios -y no pocas veces difíciles- problemas de la vida pueden hacernos
buscar compañía, guía o ayuda en algún grupo -religioso o no- que nos prometa
amor, felicidad y solución a nuestros problemas.
Tenemos el derecho de agruparnos con quienes querramos. Esto nos es indispensable como seres humanos
normales. Lo grave y peligroso radica en que hay grupos que nos pueden privar
de nuestra libertad de conciencia, de raciocinio y pensamiento
-"lavándonos el cerebro", automattizando y homogenizando nuestra
conducta-, de la expresión espontánea de nuestras emociones y gustos, de
nuestro deseo de seguir estudiando y trabajando, de disfrutar la vida como
personas adultas maduras e independientes, o peor aún, pueden desgraciarnos la
existencia arrebatándonos nuestras irrepetibles y finitas vidas.
Existen -sobre todo en los países
desarrollados- grupos organizados especializados en educar, prevenir, rescatar
y asesorar a aquellos atrapados en tales sectas destructivas -sean
orientalistas, ufológicas o basadas en la Biblia- (Son sobre todo los jóvenes
los que especialmente tienden a formar parte del conjunto de los nuevos
prosélitos. Ellos son idealistas y rebeldes por antonomasia, buscan modelos que
seguir, una meta por que luchar). Muchas de tales organizaciones tienen entre
sus más destacados asociados a, justamente, ex miembros de larga data
anteriormente importantes en las diversas sectas. (De hecho en donde más
existen estos grupos es en los EE.UU. pues ahí está
el mayor número de sectas: casi unas 17,000 de las que no más de 2,050 son de
tipo destructivo según la CAN o Red de Prevención de Cultos de ese país. En el
mundo iberoamericano también hay grupos como Asesoramiento e Información sobre
las sectas, AIS, de Barcelona- o el FAPES de Buenos Aires. Además hay otros que
advierten no solamente sobre la ovnilogía religiosa
sino también sobre las pseudociencias en general como
la Sociedad Mexicana Escéptica o SOMIE, el Centro Racionalista para la
Investigación y Refutacion de la Pseudociencia,
CAIRP, de Buenos Aires, Alternativa Racional a las Pseudociencias,
ARP, de Zaragoza y en Lima está la Revista Peruana de Filosofía Aplicada o RPFA
y, por supuesto, el prestigioso Comité para la Investigación Científica de las
Afirmaciones de lo Paranormal, CSICOP, una organización internacional con sede
en Nueva York. Pero claro está unos grupos son más
extremistas que otros y los que se suponen que defienden a la razón contra el
mero dogma pueden convertirse en los nuevos cruzados de la fe).
Paradójicamente también hay asociaciones que
tratan de respetar y defender la libertad de creencia de los que optaron
inicialmente en ser componentes de alguna secta -aquéllas vinculadas y financiadas,
era de esperarse, por ésta: el año pasado por ejemplo, la CAN fue disuelta
judicialmente por intervención de la Iglesia Ciencia Cristiana o Cientología-. Esto es, estamos ante un problema fundamental
de libertad de conciencia: ¿somos libres de creer en cualquier cosa? Sí, nadie
nos puede prohibir cifrar nuestras esperanzas en, por ejemplo, las almas de
personas muertas, en objetos o rituales que pueden atraer la buenaventura o las
"energías positivas" del Universo, en determinados individuos que se
presentan como "iluminados" o "maestros".
Pero ¿podemos, en base a nuestra fe,
practicar cualquier cosa, no importa si nos hace daño (mutilación genital o
corporal, explotación, crimen y autoeliminación)? ¡Por supuesto que no! Ni
ética ni legalmente. Pero quien es miembro de una secta puede creer
sinceramente que su fe y las acciones que ésta -a través de su maestro, gurú o profeta- le dicta provienen de una "Voluntad y
Conocimiento Superiores" y así descartar las efímeras normas de su sociedad
"materialista", "mentirosa" y "pecadora".
El derecho fundamental de libertad de
creencia nos impele a respetar y tolerar cualquier fe o ideología sea de tipo
religiosa, política y filosófica. Pero cuando una creencia o práctica está por
sobre la vida humana tenemos el derecho y el deber de protestar, de advertir,
de aconsejar, de opinar sobre los peligros del fanatismo irracionalista al cual
cualquiera de nosotros puede caer si renuncia a la posibilidad de pensar y de
razonar por su propia cuenta o de buscar y encontrar una fuente más confiable y
demostrativa de conocimiento, para así buscarla en supuestas verdades
infalibles, superiores, absolutas, esto es, autoritarias y totalitarias.
La discusión sobre las sectas puede hacerse
desde diversos puntos de vista: teológico (una religión "x"
normalmente se cree la verdadera y que todas las demás son falsas), científico
-(a pesar de que ella sólo se ocupa de la rrealidad material la manifestaciones
religiosas pueden ser estudiadas por la antropología, la historia, la
sociología, la psicología, etc.), filosófico (el problema de la existencia de
la verdad, de Dios, de una vida de ultratumba, del sentido de la vida, etc.) o
simplemente de sentido común (¿nos conviene o no tal o cuál grupo, nos hace
mejores ciudadanos, nos ayuda a ser mejores personas, esto es, seres
independientes y autosuficientes?). Aquí sólo hay espacio para lo último y en
lo cual teístas como no teístas estarán muy de acuerdo.
Aquí nos interesan cuestiones prácticas:
¿cómo evitar que los adolescentes y jóvenes -y algunos adultos- caigan en tales
creencias y prácticas (auto)destructivas? Una
respuesta fácil sería no creer en ninguna religión o ideología. Pero son pocos
los no creyentes o incrédulos (ateos, agnósticos, ignósticos,
escépticos, deístas). La mayoría de la gente ha sido educada en determinada
religión, los problemas diarios de la vida hacen que muchos caigan en lo que el
filósofo estadounidense Paul Kurtz
llama la "tentación trascendental", esto es, creer en algo mágico,
sobrenatural o superior que explique la existencia de la naturaleza y el hombre
así como que provea la solución a sus problemas. Esta mayoría normalmente no es
fanática o "muy creyente" en el sentido que puede experimentar su fe
en ciertos y determinados momentos especiales de su vida (ritos o sacramentos, necesidad
material o emocional, enfermedad o muerte) pero que normalmente luego viven
como si su fe no afectase sus existencias. Sin embargo, no pocos de los que han
sido criados en una fe históricamente predominante pueden encontrarla en algún
momento "vacía" o "falsa" y entonces van en busca de una
"verdadera" que los llene y satisfaga, que les pueda dar sentido y
consuelo, una en donde se supone encontrarán a hermanos amorosos y cariñosos.
(Y ahora que supuesta y muy discutiblemente estamos llegando al año 2000 del nacimiento
de Jesucristo la ignorancia así como las doctrinas milenaristas y numerológicas de hecho alentarán la idea del "fin del
mundo" o de un "juicio final" lo que provocará masivas y
múltiples irracionalidades -por ejemplo, más suicidios colectivos e individuales
así como persecuciones y ejecuciones de "chivos expiatorios" cosas
que sucedieron en el 1000 anno domini-. Hay que estar muy alertas).
Lo primero que debemos saber es que ningún
grupo (¡Claro está!) se presenta como manipulador, explotador o destructivo -en
verdad no ha sido esa la intención primigenia de muchos fundadores o líderes-.
Todo lo contrario: ofrecen de todo, desde la cura de la drogadicción, el
alcoholismo, el cáncer y el sida, la solución a los problemas familiares hasta
el verdadero camino de vincularnos con la Divinidad. Es más, siempre se les da
una bienvenida y trato muy buenos a los recién contactados (se les hace sentir
"especiales", se les da una consideración muy cordial). Luego, una
vez que son convencidos a ser parte del grupo se les trata de separar y luego
aislar de su hogar familiar y que abandonen también a las amistades de su
"anterior" vida, su trabajo, estudios y hogar. Ya en este nivel no es
difícil "programarlos" mentalmente para así manipularlos, explotarlos
y (semi)esclavizarlos -desde trabajos de servidumbre
o de ventas, de obrero industrial hasta siervo sexual-. El extremo fatal de
todo esto son las mutilaciones y las muertes prematuras innecesarias.
¿Qué es lo primero que debemos hacer? La
mejor arma contra las ideas son las ideas. Esto es, cualquier argumento puede
ser rebatido con otro argumento. Debemos conocer las doctrinas básicas de la
secta así como sus antecedentes históricos. Pero esto sólo funciona cuando el
nuevo prosélito aún tiene comunicación con su familia y amistades. Y algo
fundamental debe ser dicho aquí: así como que es mejor prevenir las
enfermedades que tratar de curarlas cuando están muy avanzadas, debemos buscar
alternativas positivas para nuestras vidas para así ofrecerlas a nuestros seres
queridos o cercanos. Esto es debemos ofrecer mejores alternativas que la
sinrazón, la manipulación, la explotación y la ignorancia. No existen recetas
iguales para todos pero algo se puede derivar de lo dicho hasta aquí.
¿Qué hay que hacer cuando un ser querido (o
conocido) deja a su familia, estudios o trabajo? Aquí el asunto es más difícil
pues usualmente se le muda a un lugar lejano y no se sabe donde está. Aunque si
se sabe dónde está y se le encuentra por más que se le hable él dirá:
"estoy muy bien" o "soy feliz": Ya le "lavaron" y
programaron el cerebro. Pero aún hay esperanza. Como ya hemos dicho existen
grupos especializados en "desprogramar" justamente con ex miembros
conspicuos de sectas. Pero es indispensable que el prosélito se quede unos días
escuchándoles. Y normalmente no desea esto, así que se utiliza la fuerza física
(rapto) para llevarlo a otro ambiente y así tratar de convencerlo. Esto puede
durar horas o días depende del nivel de convencimiento (y claro sus
"hermanos" pueden tomar las acciones legales respectivas). Y por
supuesto no es algo agradable para el prosélito.
No obstante no todos tienen la
"suerte" de que alguien critique o les muestre la verdadera historia
de su secta. Pueden pasar años o toda una vida puede desperdiciarse sin que se
uno se de cuenta de lo terráqueas, falsas o locas de las doctrinas que creía
como verdaderas. A pesar de todo, de su submundo, de
que sus razonamientos se hayan subyugados por su fe, el fanático o el
"buen" creyente de muchos años puede contrastar en algún grado la
irrealidad de la verdad, la sinceridad de la hipocresía. Y a veces puede
librarse valerosamente por su propia cuenta aunque haya estado engañado
muchísimo tiempo. Pero desgraciadamente en la mayoría de los casos no sucede
esto sea por temor a la vergüenza o simplemente por conveniencia o costumbre.
La destructividad -explotación, mutilación
consciente o simple maldad- no es algo exclusivo de estos tiempos o de
determinada ideología, es parte de la historia de los pueblos, es algo muy
humano y aparece, como diría el neopsicoanalista
alemán Erich Fromm, en
ciertas circunstancias, cuando la constructividad
-desarrollo, creatividad, solidaridad o la común bondad- inherente del hombre
no es alentada. Y cuando, a pesar de nuestras posibilidades positivas, las
abandonamos irresponsablemente para arrojarnos a los brazos de la sin razón o
dejamos a un lado nuestra libertad de decidir por nosotros mismos.
No importa si hemos sido muy bien educados o
no, si nuestras familias tienen una buena posición económica -aunque mientras
más problemas se tengan más puede uno ser empujado a buscar ayuda en supuestas
fuentes privilegiadas humanas o sobrenaturales-, si se nos ha dado mucho amor y
cuidado en nuestra infancia o no, en ciertos momentos y circunstancias toda clase
de sectas pueden atraernos con ofertas celestiales y salvadoras y prometernos
hermosos paraísos en el más allá a cambio del infierno en el más acá.
NEO-SKEPSIS no. 2 (Nuevo
escepticismo).
Revista del Comité para la
investigación de lo paranormal, seudocientífico e
irracional en el Perú (CIPSI-Perú)
Publicada por Ediciones de Filosofía
Aplicada