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CARTA DE UN DIABLO
A OTRO DIABLO

LA SALAMANCA, en el HORNO RECHINANTE 666, a 21 días del mes de noviembre, y a 2005 años de la llegada del Innombrable de Arriba para molestar y pervertir a mis huestes de Abajo. 

          

Ñorse  
Mcherú vichá Guazú de los Mandinga el Mayor  
Balcarce 50
(1064) BUENOS AIRES

Estimado Mandinga; dignísimo esbirro y antiguo azotacalles:

   Como te darás cuenta por la presente estoy de gira de inspección por este Horno donde ha poco llegó el Supay 33º, un Teniente General de la Vergach, de los de allá, que son los infelices de ustedes, y no quiero que falte combustible para él, por lo menos hasta que se aclimate. Y aunque bolivariano el fluido que me manda el Mulato Cotorra, mis buenos miles de Judas al mes le debo pagar. Y ahora que se hace el peleado con mi amigo Pus ando mal con el cambio.

   También apreciarás, aunque eres bastante idiota y veóte hoy más turbado que antiyer, que estoy ufano. No es para menos: el trabajo que ustedes están haciendo entre los homínidos pámpidos es maravilloso, y los exhorto a que sigan en esta senda que los hará grandes entrellos. Y siendo grandes ustedes entre la cochambre, tanto más lo seré yo desde aquí, en mi Brasero del Tosan Locie, porque las distancias, diabólicamente, habrán de mantenerse, sin que ningún buey se me haga el bravo.

   Sin embargo, y en verdad os digo, que he visto  ciertos actos permitidos por vosotros, que han puesto hirsuta mi pelambrera de fauno. Tal ha sido la destitución, sin causa ni motivo, del Satanás Mayor de Buenos Aires, uno de mis malévolos preferidos y los someterán a un juicio: déjense de escorchar a ver si nos descubren. Lo mismo habría que decir del Tenebroso Magno, fotocopia de Caifás, sacado de Economía de iguales formas, cuando él sólo se limitó a hacer las diabluras que yo le dictaba a la oreja y a ser un buen empleado de Pus. ¿De qué se lo acusa entonces?

   Mas recordad, iconoclasta turba genuflexa: un daño que hagáis a uno de mis pequeños perversos es como si me lo hicierais a mi, y deberéis pagar por ello con lonjas de vuestro cuero que no sirve ni para forrar un rebenque.  Eso les pasa por desatender la añosa advertencia: que ustedes, sin mí, son cenizas sueltas jugando en un remolino y aromas del albañal diseminadas por el céfiro constipante. No son nada y nada valen sin mi astucia y compadrazgo. ¡Ya verían ustedes qué les pasaría si los dejo en las manos de un populacho famélico con el caletre lleno de mis piojillos y sus liendres!

   Así ustedes, soberbias musarañas, han omitido los orígenes de cada uno haciéndose los distraídos. Recuerden cómo los encontré en el callejón pernicioso que ustedes llaman vida: unos eran ratas escapadas del certero alpargatazo, otros lagartijas overas cruzadas con pichón de picurú, algunos cuadrumanos empleados de un circo pobre, la mayoría hacían de vinchucas chupasangre, diferentes eran lombrices intestinales; también vide dentredéstos algún renacuajo de escuerzo. Y los eximios de esta cáfila eran jamelgos y jumentos, aunque no faltaron las acémilas como la Satanasa Grande y la Satanasa Bizca, que siendo una, yo les hice creer a todos que eran dos, y los pollinos las votaron. ¡He ahí mi Fe: saber que los burros solamente harán cosas de burros!

   Toda es obra mía, y ese enladrillado que pisais, vuestra única heredad y sustento, tarde o temprano, será mi reino, porque Yo lo he elegido. Y si Yo reino ustedes serán mis Príncipes: que no digan es poca cosa si sacan la cuenta de la distancia que hay entre lo que son hoy respecto del légamo donde se malcriaron y la teta de la pindonga que mamaron. Deben proclamarlo a los cuatro vientos que soy Lucifer, el que Lleva la Luz, el que Es la Luz, El Anti, el Unico Ñorse que deben adorar. Por eso me gusta doña Hebe,  la Belcebú Gerente: ella sí dice lo que Yo quiero oír y, en rigor os digo que asina deberían hablar ustedes y no con tantas vueltas ni remilgos. ¿Por qué negáis que sois mis hijos? ¡La bazofia ya está madura como para entender estas cosas!

   Los Nefastos Hombres de Negro han sacado un documento, que de puro atrevidos han llamado pastoral, haciéndose los bonachones y los comprensivos con la turbamulta esquizofrénica. Con algunos eximios alumnos que tengo entrellos he tratado de impedir que se publique esa porquería. Pero no hubo caso y salió nomás. Por él, y de hecho, ya están condenados si los pesco: en esto los he puesto a trabajar a Farinello y a Puigjané, con el asesoramiento de mi Condoleza Maccarone y la Diablesa Laguna.

   El Gran Tenebroso les contestó, sin comerse los mocos, a los Nefastos con palabras que me recuerdan a mis hijos dilectos antes que a mis viejos pupilos. Lo mismo que el Teniente General Leviatán, el valiente del banquito que ustedes recordarán, le está haciendo tragar un hueso de taba al maldito Capellán de la Vergach al quitarle los inmuebles, en represalia por lo de la pastoral. Pero tan hábilmente que nadie asoció una cosa con la otra. Así se hace. Imiten el ejemplo infelices. Hay que poner cara de cretino, que en el General Leviatán es natural, ¡y manos a la obra! En verdad os digo: que los que así procedan, como Banquito, serán llamados Mis Favoritos. Al final de los días, cuando ni cascotes se puedan juntar del Mundo, en escalfetas los sentaré a mi Diestra, y con un hierro hecho ascuas en la mano se divertirán afirmándoselos en los cuadriles a todos los que recibieron una misión de este, su Drepa putativo, y no la cumplieron acabadamente.

   Con estas cosas seguro que el carcamán de Roma reventará. He ahí mi deleite. Confíen en mi. Los que pensaban que éste iba a sacar los humos de lo que ellos llaman Iglesia, y nosotros decimos que no pasa de templete, se equivocaron. No sacará ningún humo, porque haylos tantos, que uno ni las manos se puede ver. Los humos llegaron y se instalaron para quedarse. “Por los frutos los conoceréis”, decía el Innombrable de Arriba y he ahí a los Hombre de Negro: aputados, melenudos, sucios, barbudos, de chomba, chancletas, hediondos y silogismeando tanto que uno no sabe de qué lado están ni a quién sirven. Allí he trabajado mucho como para que de un soplo apaguen lo que empezó como velita y hoy es todo un cirio, como un hacho de grandor. Me les he metido en todos los rincones, desde las sacristías a los atrios y desde los cruceros al trascoro, y haciéndolos creer que mantienen sus principios los hago marchar bajo mi estandarte.

   Os dejo Mandinga Mcherú vichá. Tengo un acto en nuestro Templo de la calle Cangallo 1242. Esta noche golpearemos las velas con fervor. Si queréis venir estáis en el convite. Recordaremos a Norteamérico Ghioldi, Roque Carranza, Antonio Tróccoli y otros diablos de alcurnia y pedigrí. Y cuidaos, estúpido sarnoso, porque yo no puedo disponer de vuestras vidas, pero tengo miles de empleados ansiosos de arrancárselas a la señal del as de bastos, cortándolos en delicados filetes para ponerlos a freyir con aceite de girasol que me manda de Mendiguren.

                                                          El Ñorse de todos los ñorses

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