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RESULTADO DE LA ENTREGA DE LOS PREMIOS

CONDONES ARGENTINOS

Luis Majul

 6.   FORRO DE TUNGSTENO (En Grado de Maravilloso)

   Como se habrá enterado el paciente lector, el periodista Luis Majul ha hecho una película que creo se llama Yo, Presidente o algo así. Dicen que está reventando la taquilla que, traducido quiere decir que tiene hasta 20 espectadores por día. Para ser una película argentina es un éxito total, porque nunca juntan más de 10, y lo que recaudan no alcanza ni para pagar los costos.

   Pero en la entrega de este galardón tan merecido no es esto lo que nos interesa. Aunque sí de quién fue la idea. De Majul seguramente que no. Porque el día que a Majul se le ocurra una idea, florecerán las higueras, los perros tendrán escamas y los peces pelos, lloverá de abajo para arriba, los putos serán personas y las mujeres tendrán hijos por los sobacos. Estos serán los signos de que a don Luis, fatalmente, le han nacido dos neuronas, inconexas desde luego. Pero, bueno: todo junto no se puede. De manera que es dable suponer que tal idea, hacer la película, ha sido prestado.

   No interesa aquí que Majul fue alcahuete de chiquito; que nunca se hizo la rata en el colegio ni se echaba el faso en el baño y que, como Sarmiento iba hasta los días de lluvia al colegio. No esos son datos de su biografía que aquí no interesan.

   A causa de este suceso, la exhibición del filme, han salido todos los escuerzos del lodazal a felicitarlo y dicen que hasta los mancos lo aplauden. Digo, ¿no serán las ranas del Apocalipsis de Juan? Espero que no, porque de ser así la Parusía estará cerca y  habrán encendido el horno de la Gehená con carbón del bueno.

   Por el estreno de la película, un obituario, no ha faltado el energúmeno que ha dicho que el filme de marras es una injusticia. ¿Por qué? Porque de entre todos los entrevistados falta uno, el insigne, el mejor, al que todos le deben su gloria, el único, el mejor, el olvidado, el primero: don Jorge Rafael Videla, el que le quitó el cetro a Aramburu que le había quitado el cetro a Lonardi. ¡Cuantos méritos, por Belcebú y los santos que le agradaron en este mundo, como San Tucho y los curas Farinello y Puigjané!

   ¡Ah, la Justicia! ¡Día veremos en que se le caiga la venda de los ojos, y no le vamos a permitir que se la vuelva a poner después de ver esto!

   ¿Qué hubiese sido de estos hilachientos, banda de bandidos, sin que Jorge Rafael se haya mandado el 24 de marzo? ¿Eh, que serían? Nada. Ni para comer tendrían y andarían limosneando por ahí. Además Videla es, por sobre todas las cosas, el fundador: puso un Ministro de Economía que ha durado treinta años, don José Alfredo Martínez de Hoz. ¿Quién ha tenido esta visionaria audacia? Y hasta las Malvinas son argentinas, aunque las Falkland sean inglesas, nada más que para toda la vida.

   La Academia Argentina del Condón consideró al darle esta cucarda a Majul, todos los pros y los contras. Escuchó a todas las partes. Pero como los antecedentes del susodicho lo hacen el forro de todos los forros, que vendría a ser forro al cuadrado y, sabiendo que lo de cuadrado le va muy bien, desestimaron todas las objeciones interpuestas por los fascistas y otras alas radicalizadas, y le entregaron este premio a este hombrecillo minusválido, Luis Majul que, con una sola neurona, tan sola una, caga, come, duerme y vela, y es dañino como una manga de langostas con más hambre que las pirañas, y sabe leer y escribir, aunque con dificultad.

   Al fin y al cabo el Degeneral Videla se merece una sola película para él. Que es la que estamos viviendo ahora con el nombre de Democacacracia que él tanto amó y ayudó a construir. Y si esta película no la hacemos nosotros, la hará de prepo el Council on Foreing Ralatión, de los EE. UU., donde sus ministros iban a explicar cómo destruirían la Argentina de un plumazo, y el Royal Institute of Internacional Affaire de la Incalaperra que le ordenó terminarla con lo de Malvinas y empezar a hablar de las Falkland con las misiones de Sir Shakleton y Lord Rowland, ¿o no fue así?

   Ahora leyente, ponga su mano derecha sobre su corazón, como lo hacen los muchachos de Cangallo al 1242, donde aprendió Balza, como lo hacía Brinzoni y como lo repite Bendini, y dígame si el Hermano Majul no se merecía este homenaje. ¡La pucha que sí!

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