22. Intro. liturgia sacramental. Celebraciones y sacramentos en el Nuevo Testamento.
22. Intro. liturgia sacramental  

CELEBRACIONES Y SACRAMENTOS EN EL NUEVO TESTAMENTO.

Estas celebraciones del AT nos acercan a la vida sacramental de la Iglesia, que recogerá en gestos de Jesús y de sus discípulos sus tradiciones sacramentales. La Última Cena, posiblemente de Pascua, recibió otro significado distinto. El animal sacrificado era ahora el propio Cristo, el cordero de Dios que quita el pecado del mundo. La cena será comer su cuerpo y beber su sangre, derramada y signo de una nueva Alianza. También Pentecostés, día del Espíritu Santo, hay una nueva Alianza superior a la firmada en el Sinaí. Es decir, estamos ante una continuidad y ante una ruptura. Hay una alteración de los significados salvíficos, aunque gran parte de los gestos judíos son mantenidos por los cristianos.

Es decir, la primera comunidad cristiana hereda diferentes celebraciones mistéricas del culto judaico, pero transforma su sentido en función los gestos y las palabras que realizó Jesucristo. Para los cristianos Jesucristo es el Mesías, Dios mismo, por eso era posible cambiar muchos significados y formas judías, dado que la ruptura que produce el Señor es determinante y decisiva. Es la entrada en un nuevo "kairos", un nuevo tiempo salvífico.

La nueva comida Pascual supera la comida de Pascua judía. Además del paso salvífico por el Mar Rojo hay un paso mayor, el de la muerte a la resurrección, y que precisamente ha dado Jesús. La Eucaristía asume y expresa una nueva alianza, un nuevo pacto firmado por la sangre de Cristo. La carta a los Hebreos reinterpreta esta nueva situación, fruto de esa ruptura no tiene sentido los sacrificios del Templo de Jerusalén, puesto que Jesús ha muerto de una vez y definitivamente por todos los hombres. Jesús es así el nuevo sumo sacerdote, es la nueva y definitiva víctima, es el nuevo altar donde se celebra la definitiva Pascua, el eterno sacrificio.

Un segundo gesto especialmente importante en la primera comunidad cristiana era, y sigue siendo, el Bautismo. Estamos ante una forma de ablución judía, que decenios antes era practicada por los esenios o los seguidores de Juan. Este bautismo significaba la conversión de los pecadores, el deseo de arrepentimiento. Sin embargo, el bautismo practicado por los discípulos de Jesús se hace en el nombre de Dios Uno y Trino. La ruptura la expresan los Evangelios, es un nuevo bautismo, de fuego, es el signo de la salvación: "id y bautizad a todos los hombres en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo". Estos dos gestos: Eucaristía y Bautismo nacen del mismo costado de Cristo, es la sangre y el agua que manan tras la lanzada en el Evangelio de Juan.

La misma Iglesia naciente considera que su existencia es un misterio, una prolongación de la acción de Jesús entre los hombres. San Pablo llama a los creyentes "santos" del Señor, porque formaban parte del misterio de salvación. La realidad de los hombres y de la vida nos sigue pareciendo misteriosa, no tenemos explicaciones para las grandes preguntas, apenas la fe es una intuición. Los primeros cristianos están convencidos de que son un signo, un testimonio la sangre de los mártires. Son depositarios y trasmisores de la salvación.
Jesucristo está en el origen de los sacramentos que hoy celebramos. Está en la Eucaristía y en el Bautismo. Pero también en los significativos gestos que repetimos en su nombre en los restantes sacramentos. Igual que Jesús nombró y eligió a algunos para el servicio de muchos, también la Iglesia primera imponía las manos, un gesto antiguo de trasmisión del poder. Lo emplean para designar y enviar a otros, gesto que hoy reservamos en el sacramento del Orden.

Esa imposición de manos también será el gesto del perdón de los pecados, imitando a Jesús que perdonaba y que nos dejó el mandato de perdonar y retener los pecados de los hombres, Mt 16, 19. La Iglesia puede perdonar lo pecados en nombre de Jesús. También en la Confirmación continuamos el gesto de Pentecostés, la recepción del Espíritu Santo, cuya promesa procede de Cristo en favor de su Iglesia

Al igual que Jesús curaba enfermos, los discípulos ungen a los enfermos para fortalecerles en su tribulación, reciben la fuerza del Señor, y el Señor mismo, en el óleo sagrado, es el sacramento de los enfermos, hoy lo llamamos Unción de Enfermos. En el Matrimonio, igual que la comunidad judía bendecía a los esposos, igual que Jesús participó en la bodas de Caná, así la comunidad cristiana bendice a los esposos para que santifiquen con su vida el amor que Dios les da.

En el fondo lo que hay que entender es que la Iglesia es en sí un sacramento de salvación para los hombres. Empleará gestos siguiendo las enseñanzas y los mandatos de Jesús, porque sólo en Cristo se encuentra un sentido a lo que se celebra. La Iglesia repite el gesto de Jesús y sus palabras, por eso es también misterio y sacramento de la acción salvadora de Dios para los hombres. San Pablo afirma que el misterio está presente en la comunidad eclesial, en el grupo de los creyentes cuando predican y anuncian la buena nueva. Es decir, el misterio es trasmisible, se puede contar y aceptar por parte de otras nuevas personas. Ese misterio de salvación abarca toda la persona y todos los aspectos de su nueva vida.

Si rastreamos el NT, nos encontramos que, como sucedía en el AT, tampoco aparece la palabra sacramento. El término misterio se menciona algo más, especialmente en San Marcos, el Apocalipsis y, sobre todo, ya lo hemos mencionado, en las cartas de San Pablo. Misterio no se refiere directamente a Dios, sino a la acción de Dios de cara a la salvación, es misterio de su voluntad, que consiste precisamente en realizar en Cristo la plenitud de la historia. No identificamos misterio con trascendencia, misterio es acción de Dios. La más significativa es el misterio de la persona de Cristo, que se tiene en la crucifixión y en la resurrección su máxima expresión. San Pablo entiende que Cristo es el gran misterio, el sacramento original y definitivo de la nueva Alianza, Cristo es una constante invitación para los hombres al seguimiento. Así se menciona en Col 1, 25-27 y Rom 16, 25, donde Cristo y su obra salvadora es el centro del Misterio con mayúsculas.

<< >>
1
Hosted by www.Geocities.ws