EL ESQUELETO DE PIZARRO
UN ARTIFICIO HISTÓRICO

 

Edmundo Guillén Guillén
Antonio San Cristóbal

SUMARIO
Como aporte al esclarecimiento de la historia de los restos mortales del conquistador del Perú se detalla en este trabajo los fundamentos científicos que ponen en duda la autenticidad de la calavera del esqueleto expuestos desde enero 1985 en la catedral.
El Simposium organizado por la Universidad Ricardo Palma con auspicio del Centro de Estudios Históricos Militares del Perú, entre el 11 y 12 de diciembre de 1984, para tratar sobre la autenticidad de los restos del conquistador del Perú, hallados en 1977, en la cripta de la catedral de Lima, llegó a las siguientes conclusiones:
1) El esqueleto atribuido a don Francisco Pizarro, conquistador del Perú, es apócrifo, por lo siguiente:
a.-Según los testimonios históricos, el esqueleto de Pizarro había desaparecido en 1661 y solamente se conservaba de él, su cráneo en un recipiente de plomo, en el mismo nicho donde se aguardaban los restos del arzobispo de Lima Toribio Alfonso de Mogrovejo.
b.-Carece de confiabilidad la descripción del hallazgo de 1977.
-Cuando los obreros destaparon el nicho de la cripta catedralicia donde se encontraba la caja de plomo alteraron por completo la colocación de los objetos y osamentas.
-La hipotética reconstrucción que posteriormente hace el Informe avalado por el INC, de la asociación de los objetos al abrir el nicho no se fundamenta en datos objetivos. Está formulada en base a interpretaciones históricas erróneas que prejuzgan la autenticidad del esqueleto.

-La reconstrucción del hallazgo de 1977 por el Informe está en pugna con los documentos históricos, según los cuales la caja de plomo con la calavera estuvo dentro de la caja forrada de madera forrada con terciopelo; mientras que según el Informante, la caja de plomo apareció dentro de la otra caja pintada de color verde. Lo mismo hay que decir del contenido atribuido por el Informe a la caja forrada de terciopelo.
c.- El informe avalado por el INC, que sostiene que uno de los esqueletos hallados en la cripta de la catedral de Lima, corresponde a Francisco Pizarro, no es confiable por fundarse en hechos inexactos y en puestos históricos falsos.
-Ningún documento histórico atestiguan la existencia en el nicho de la cripta de una caja forrada en el nicho de la cripta de una caja forrada con terciopelo negro, asociada al reciente de plomo.
-La caja de terciopelo morado, según los documentos históricos, sólo contenía la caja de plomo con la calavera de Pizarro. La presencia posterior en esta caja de terciopelo morado de una mezcla de esqueletos anónimos de adultos y niños, en lugar de la caja de plomo con la calavera que refieren los documentos, es de origen desconocidos.
-Es falso que la caja hallada en 1977 con esqueletos de adultos y niños , sea la misma en que, cubierta con un paño negro, fue sepultado Pizarro en 1544.
Pizarro en 1544 fue enterrado en un ataúd y este se destruyó en 1606 y algunos de sus huesosos fueron puestos en una caja forrada en terciopelo morado, en cuyo interior, en 1661, quedaba únicamente su cráneo en la caja de plomo.
d.-Los estudios de antropología física, confirman que ese esqueleto de corresponde a un sujeto asesinado en fecha incierta y con ensañamiento, de cuya evidencia no se puede inducir histórica ni científica que corresponde necesariamente a Francisco Pizarro.
La coincidencia de tal esqueleto con una calavera que no hay prueba que corresponda al de Pizarro confirmaría que tal osamenta definitivamente no sería del conquistador del Perú. Además por tratarse de una calavera pequeña, grácil, con líneas de inserción muscular débiles.
e.,-No hay suficientes elementos de juicio sobre la edad y morfoligía antropológica de Pizarro, que sustente una confiable conclusión científica, que el esqueleto de un individuo asesinado, hallado en la cripta de la catedral de Lima, corresponde necesariamente al victimado conquistador del Perú.
Aunque sus biográficos sostienen que nació en 1478, según el testimonio personal de Pizarro, habría nacido en 1482. Es decir que habría tenido 59 años y no 63 cuando fue asesinado.
Un testimonio presencial dice que Pizarro era “alto y seco” de cuerpo. El esqueleto del individuo asesinado corresponde a un hombre corpulento que no correspondería al cráneo encontrado en la caja de plomo, por las líneas de inserción muscular del occipital son débiles y no concuerdan con el desarrollo robusto de las vértebras cervicales donde se insertan los músculos de la nuca.
2)No hay prueba ni garantía científica, de que la calavera hallada con el recipiente de plomo corresponde a Francisco Pizarro.
a.-El recipiente de plomo hallado en 1977 en el nicho de la cripta de la catedral, estaba abierto y manipulado, con evidencia de que la osamenta que contenía había sido removida o suplantada en alguna oportunidad.
b.- El cráneo dentro del recipiente de plomo, en la evidencia de que el M.I. encontrado después,, no corresponde a dicha calavera y sin elementos complementarios que aseguran su antigüedad, tendría una datación no mayor de 200 años y según estudios biológicos, fue puesta en incipiente estado de descomposición.
Históricamente el cráneo de Pizarro, fue puesto en el recipiente de plomo más de 82 años después de su muerte.
c.-El resto de la espalda y correas de espuelas recogidas de los escombros pudieron haber sido puestas en 1623; pero ellos solo no atestiguan la autenticidad de los restos que se atribuyen a Pizarro después de 1977.
d. La artesanía del recipiente de plomo, no guarda relación con el esmero artístico de la época y a importancia de una osamenta como la de don Francisco Pizarro.
3)El informe avalado por el I N C incurre además de errores históricos acerca de la catedral de Lima y del recorrido de los restos de Pizarro de la segunda a la tercera catedral.
La Investigación Histórica y las Investigaciones Auxiliares.
Los restos seleccionados entre los que aparecieron en el nicho central de la cripta catedralicia fueron aparecidas para su examen a diversos investigadores a fin de certificar su autenticidad teniendo como premisa que se había demostrado históricamente la autenticidad de tales restos como de Pizarro. Esta significa que la investigación histórica había parecido a las investigaciones técnica física química y de antropología física y por consiguiente condicionó los resultados de estas últimas a la autenticidad de los restos.
Al definir así planteamiento metodológico seguido por H. Ludeña, el responsable del informe presentado Al INC, no se hace ninguna deformación de los procedimientos libremente establecidos. Nos limitamos sólo a ponerlos de manifiesto, para analizar la validez de la autenticidad que de acuerdo a ellos se atribuye a los presuntos restos e Pizarro. En declaraciones a OIGA decía Ludeña: “Al comprobarse que efectivamente se trataba de las reliquias del Fundador de la ciudad de Lima, después de minuciosa revisión de la documentación histórica conocida, procedía a realizar las investigaciones de laboratorio” . La Misma metodología aparece ratificada en el Informe, donde se afirma que la autenticidad de los restos “ha sido confirmada por las investigaciones de arqueología e historia y ratificada mediante la investigación científica en laboratorio nacionales y extranjeros” . Pues bien, el análisis de la tesis propuesta por Ludeña nos permite concluir que la presunta fundamentación histórica de la autenticidad de los restos de Pizarro por él defendida es falsa tanta en todas y cada una de sus proposiciones parciales, como considerada en conjunto. Ludeña no ofrece ninguna prueba histórica válida que demuestre la autenticidad de los restos presentados como de Pizarro; y la interpretación que hace de los documentos es errónea, pues pretende hacer decir a los textos lo que estos no dicen.
Si cuando se llevaron los restos a los científicos, les hubieran advertido que no había ninguna prueba histórica de su autenticidad, no sabemos si ellos por su propia cuenta habrían dictaminado que tales restos eran efectivamente de de Pizarro. Todavía más, sería interesante conocer la opinión de esos científicos si se les comunica ahora que la presunta demostración histórica es falsa.
El orden de precedencia entre la investigación histórica y las otras investigaciones de los restos atribuidos a Pizarro no puede ser invertido. Mucho menos se puede tener entre ambas un círculo vicioso; por que es incoherente decir primero a los científicos que el historiador ha demostrado la autenticidad de los restos de Pizarro; y después, cuando se ha puesto de manifiesto la falsedad de esa presunta demostración histórica, decir a los historiadores que los científicos han demostrado la autenticidad de los mismos restos. La lógica ha considerado siempre el círculo vicioso como una falacia.


Primera Conclusión: El Esqueleto es Apócrifo.
Veamos en detalle cada una de las premisas de esta conclusión, conforme al orden en que están presentadas.
a) El Testimonio de 1661
Tiene este documento un valor excepcional porque no sólo describe al aspecto externo del recipiente que contenía los restos, como lo hacían Calanche, montesinos y López de Caravantes, sino también el contenido de las cajas .
Es necesario conocer este texto:
“Y una de las dichas cajas estaba cubierta de terciopelo y se halló abierta y dentro de las una caja pequeña de plomo con una calavera dentro y una inscripción sobre la cubierta de la dicha caja que dice así:
“Aquí está la cabeza del señor marqués...y en otra de las dichas cajas que estaba abierta y sin forro se vieron algunas calaveras sin rótulo alguna ni señales que diesen noticias de cuyas son” .
No cabe la menor duda acerca de este testimonio. Solamente se conservaba en el nicho catedralicio el 18 de enero de 1661 en la caja de terciopelo morado la caja de plomo con la calavera dentro. Hay que reafirmar que en aquella oportunidad no se encontró dentro de la caja de madera forrada con terciopelo morado ningún esqueleto completo y huesos humanos. El acta tampoco señala la presencia de esqueletos o sus partes en la otra caja, donde “se vieron algunas calaveras” y nada más. Tampoco señala el acta de 1661 la presencia de otros huesoso de Pizarro en el nicho, pues sólo menciona los ataúdes de doña Grimanesa, y don Gonzalo de Ocampo, además de la caja con los huesos de santo Toribio. Esto, y nada más que esto es lo que había en el nicho catedralicio en 1661.
Esta exégesis del acta de 1661 no es ninguna novedad, pues ya había sido formulada por el historiador José Toribio Polo: “...producida la prueba inrrefragable de que el año de 1661 existía sólo el cráneo del conquistador, y no el esqueleto completo que aparece después” .
Hay que dejar bien claro que J.T. Polo no señalaba sólo el hecho accesorio de estar en 1661 la calavera separa del esqueleto; sino que sobre todo se refería al hecho sustantivo no existir en el nicho ningún esqueleto documentada por el acta de 1661 como de Pizarro, lo que aclara con estas palabras: “la cual (el acta)” comprueba que en 1661 existía dentro de una caja de plomo, encerrada dentro de otra de madera, únicamente (subraya J.T. Polo) el cráneo de Pizarro con la inscripción consabida, a guisa de epitafio; sin decirse entonces una palabra sobre el resto del cuerpo que se ignora cuando y como desapareció” .
Las palabras J.T. Polo apuntaba entonces contra la presunta autenticidad de la anterior momia, ya retirada: “la rechazamos en nombre de la crítica”. Pero Ludeña no ha advertido que las exégesis de Polo vale igualmente contra cualquier esqueleto que se pretenda adjuntar a la calavera documentada en 1661, incluso el que trata de justificar el mismo Dr. Ludeña.
Ha conocido y citado Ludeña el documento de 1661; pro hace del mismo una interpretación arbitraria que violenta al sentido literal tan claro del texto. En las declaraciones a la revista OIGA decía: “En la segunda de estas (divisiones)” estaba la cajita de plomo con el cráneo dentro y, a su costado, una caja de madera desarticulada forrada en terciopelo negro, conteniendo huesoso. Son los mismos objetos que fueron vistos por última vez en ese mismo lugar en 1661 durante el proceso de canonización del arzobispo Toribio de Mogrovejo de la cual existe acta... El acta indica también que el costado había otra caja con huesoso. Y en el Boletín de Lima escribe: “Después de esta fortuita certificación (la de 1661) de que los restos de Pizarro se encontraban en la Cripta, no se supo más ni de la caja de plomo de contenía el cráneo ni de la caja de madera con el esqueleto” . “La última vez que se vieron sus restos fue en 1661... cuando caja de madera a su lado en forma casual se vió el cráneo dentro de la caja de plomo inscrita y la” .
Ante estas interpretaciones, afirmamos que patentemente erróneo escribir que quienes asistieron al reconocimiento de los restos de santo Toribio vieran “en ese mismo lugar en 1661 una caja de madera forrada con terciopelo negro conteniendo huesoso”. También es erróneo que la caja de terciopelo de 1661 tuviera color negro, machaconamente reiterada Ludeña. ¿De dónde ha sacado Ludeña que según el acta de 1661 había en el nicho “la caja de madera con el esqueleto?” porque el texto del acta no menciona ningún esqueleto ni huesoso, sino solamente calaveras y nada más. Si J.T. polo hubiera leído la curiosa interpretación que Ludeña hace del acata de 1661, la habría rechazado no sólo en nombre de la crítica, sino también en nombre del más elemental sentido literal del texto.
Una vez que se ha demostrado que en 1661 no existió en el nicho catedralicio ningún esqueleto completo o huesoso sueltos atribuibles a Pizarro, excepto la calavera en la caja de plomo; no queda otra solución que calificar como apócrifo cualquier esqueleto de origen distinto que aparezca introducido posteriormente en el mismo nicho de la cripta. La autenticidad de ese esqueleto posterior a 1661 como atribuible a Pizarro que no puede ampararse en el testimonio claro y preciso del acta de 1661.
Si Ludeña desea fundamentar históricamente como de Pizarro el esqueleto que ha tomado de la cripta posterior a 1661, no tiene otra salida lógica que la de ampararse en otros documentos claros, indiscutiblemente y válidamente interpretados posteriores a 1661 que no menciona la existencia de ningún esqueleto de Pizarro.
Anotación Preliminar a la Conclusión.
En el nombre el Informe Ludeña se entre mezcla y superpone dos momentos metodológicos distintos: la descripción del hallazgo de 1977, que corresponde a lo que denominaríamos los hechos objetivos; y la fundamentación histórica de esos presuntos hechos objetivos dados en el hallazgo. Nosotros distinguimos estos dos momentos y los enjuiciamos separadamente, ya que, aunque ambos de por sí y en el conjunto son falsos y erróneos , cada uno de ellos incurre diversas interpretaciones erróneas de los documentos históricos, falseados y presuposiciones aprioristas. Estos análisis mostrarán que es insostenible la autenticidad del esqueleto puesto que carece de todo apoyo documental.
b) Descripción del hallazgo de 1977.
Es sabido como al abrir los obreros el nicho de la cripta catedralicia apareció allí la caja de plomo conocida por el acta de 1661. Pero, ¿qué otros objetos, además de ella, aparecieron; y en que orden se encontraban?. Además, ¿cuál es la validez histórica del hallazgo de 1977?.
Fueron tres distintos entre sí y de validez diferente los hallazgos de ciertos restos de Pizarro acontecidos en 1977.
El primer hallazgo lo realizaron casualmente los obreros el sábado 18 de junio de 1977. Si denominamos evidencias arqueológicas a la que a la que se ofreció a los albañiles cuando derribaron el muro frontero del nicho, ella habría abarcado los recipientes con restos humanos que estaban en cada uno de los cuatro anaqueles, el orden y disposición en que estaban y el contenido exacto de cada recipiente. Es sabido que este evidencia arqueológica duró escasos minutos; pues fue destruída de inmediato por los albañiles que al encontrarse solos en la cripta, revolvieron los objetos vaciaron los recipientes y confundieron todos los restos humanos.
El segundo hallazgo corrió a cargo del personal del INC al ingresar a la cripta el lunes 20: no sabemos a ciencia cierta donde y como estaba cada uno de los objetos que encontraron los albañiles; aunque parece ser que todo estaba revuelto. Ludeña no describe este hallazgo y apenas si lo menciona; no obstante que era necesario conocer hasta donde llegó la destrucción de la evidencia arquelógica para valorara la objetividad del tercer hallazgo.
Denominamos tercer hallazgo ala reconstrucción hipotética del estado en que se encontraban los objetos antes de abrirse el nicho; para lo cual se propone la reordenación y reagrupación de estos objetos desordenados asociándolos a cada recipiente, y a estos en los anaqueles del nicho. Este tercer hallazgo es el descrito por Ludeña en su Informe . No es un hallazgo en sentido objetivo; sino la reconstrucción hipotética de lo que se supone que pudo haber sido el primer hallazgo.
Era necesario conocer el primer hallazgo con la mayor exactitud posible y tener la certeza de que al abrir el nicho no se había alterado en nada los objetos y su colocación. La evidencia arqueológica que hubiera ofrecido el primer hallazgo no contituída por sí sola todavía la demostración de la autenticidad de unos restos de Pizarro; pero hubiera servido como punto de comparación con la descripción ocular del acta de 1661, de tal modo que se hubiera podido precisar si de 1661 a 1977 se había producido en el nicho cambios o manipulación de los objetos. En base a la determinación de tales eventuales modificaciones, se podría estudiar después cuales de los objetos hallados correspondían a Pizarro.
Pudo haber sido un elemento importante para la reconstrucción objetiva del primer hallazgo, que como anotamos fue destruído de inmediato, las declaraciones de los albañiles. No sabemos si se tomaron o transcribieron literalmente algunas declaraciones. La Universidad Ricardo palma solicitó copia de ellas al INC; pero no se nos ha facilitado, acaso por suponer que el problema de los restos de Pizarro no sólo es caso cerrado donde nadie puede incursionar.
En el tercer hallazgo, el de Ludeña, se ha procedido con una metodología diferente, ya que sólo se ha preocupado de construir la escenografía de los objetos del nicho para que en ella se represente el drama de la autenticidad del esqueleto de Pizarro. No interesa la exactitud objetiva en la localización y asociación de los objetos hallados en el nicho, ni la confrontación de ellos con el testimonio del acta de 1661, cuyo sentido literal se ha deformado arbitrariamente. Interesa más bien, hacer resaltar la continuidad sin variaciones entre el hallazgo de 1977 y la inicial situación creada en 1544; ya que en tal supuesto aflora espontáneamente la autenticidad del esqueleto como de Pizarro. Para lograra esto. Presenta la reconstrucción hipotética del hallazgo de 1977 en base a ideas preconcebidas que hagan la tesis de la autenticidad.
La primera tesis preconcebida consiste en dar por asentado a priori y al margen de toda confrontación con los documentos que los restos de Pizarro permanecieron ininterrumpidamente desde 1544 hasta 1577 en el mismo recipiente. De este modo, partiendo de la tesis, notoriamente errónea, de que el recipiente que apareció en 1977 tenía que ser el mismo de 1544, se alteraron los hechos de ambos extremos cronológicos para forzar la identidad. Al recipiente de 1544 se le denominó caja y no ataúd, lo que es falso; y a la caja de 1977 se la convirtió en negra, a pesar de terciopelo morado.
La segunda idea condicionante consistió en hacer coincidir el contenido de ese híbrido continente desfigurado en ambos términos cronológicos. Puesto que la caja de 1544 contenía ciertamente el esqueleto de Pizarro, se infirió que esa misma caja aparecida en 1977 debía contener el esqueleto. Y además, para que la continuidad entre 1544 y 1977 aparezcan más completa sin solución de continuidad se ha falseado la descripción del hallazgo de 1661 haciendo aparecer arbitraria y erróneamente en esta fecho intermedia “la caja de madera con el esqueleto”, según se ha puesto de manifiesto anteriormente. Es por eso que en el tercer hallazgo se presentan esqueletos como contenido de la caja forrada de terciopelo. Pero esta idea resulta igualmente forzada y errónea. Tendría que explicar Ludeña por qué motivos hasta ahora desconocidos esa supuesta misma caja contenía en 1544 solamente el esqueleto de Pizarro; mientras en el tercer hallazgo se hacen aparecer en ella varios esqueletos de origen desconocido, que ni siquiera se mencionan en el acta de 1661. Pero lo más grave del caso es que Ludeña no advirtió que la caja forrada de terciopelo aparecida en 1977 de ningún modo es la misma de 1544; si no otra distinta que data del cambio de sepulturas de los restos de Pizarro acontecido a finales de 1606, y que cualquiera que haya sido su contenido antes de 1661, en esta fecha sólo contenía la cajita de plomo con la calavera dentro y nada más, sin lugar a dudas.
Entre 1544 y 1977 ha transcurrido un tiempo demasiado largo, y por ellos es conveniente contar con el documento intermedio de 1661 que describe la cajita de plomo inscripta con la calavera dentro, así como también las otras dos cajas de madera y su contenido . Ludeña conoció y citó ese documento de 1661. Todo se hubiera enderezado si se hubiera servido integramente de estos documentos para recomponer el hallazgo de 1977; ya que es coherente suponer que desde 1661 hasta 1977 permanecieron inalterados en el nicho catedralicio las cajas de maderas y sus contenidos. Sin embargo. Sólo utilizó el acta de 1661 como prueba de la autenticidad de la cajita de plomo, lo que es correcto; pero en todo lo demás, referente a las cajas de madera y su contenido subregó la información del acta de 1661 por las dos falsas ideas antes mencionadas: ni siquiera respeto el color morado tan equívocamente atribuido a la caja de terciopelo, por que lo cambió sin motivo alguno por el color negro. De ahí es que la descripción del tercer hallazgo contraste con la información clara y ocultar del acta de 1661; y por consiguiente tal descripción resulta manifiestamente errónea y antihistórica.
La asociación de los objetos con las dos cajas halladas en 1977, según la reconstrucción del tercer hallazgo, presenta dificultades muy serias que Ludeña ni siquiera ha entrevistado. Parece ser que los obreros vaciaron la caja de terciopelo morado y la dejaron desarmada en algún anaquel. Pues bien, Ludeña, al formular la recomposición del hallazgo, indica como contenido de ella algunos esqueletos. Acerca de esta asociación caben dos alternativas:
a) Supongamos que fuere cierto que, al abrir el nicho la cajo de terciopelo morado contenía esqueletos: si contrastamos esta situación con el testimonio ocular del acta de 1661, habrá que destacar como posteriores y anónimos todos esos esqueletos que no se encontraban en 1661 ni en la caja de terciopelo morado, ni en la otra caja sin forro, ni en todo el nicho catedralicio; además de que tal asociación equivaldría a admitir que después de 1661 y en fecha indeterminada había sido cambiando el contenido visto en 1661 dentro de la caja de terciopelo morado, consistente en la cajita de plomo con la calavera, por algunos esqueletos anónimos, cuya autenticidad no puede admitirse mientras Ludeña no la confirme con nuevos documentos posteriores también a 1661, cosa que ni ha hecho ni puede hacer, aunque se le emplace a hacerlo.
b) Cabe también la otra alternativa de que la asociación de la caja de terciopelo morado con esos esqueletos no ha sido un hecho objetivo , sino una tesis introducida por Ludeña para hacer visible la autenticidad como de Pizarro de uno de esos esqueletos supuestamente contenidos en ella. Precisamente, para tornar aceptable este supuesto, se apresuró Ludeña a añadir que tales huesos habían sido vistos dentro de la caja de terciopelo en 1661; claro que no dice Ludeña que personas vieron semejante asociación de los esqueletos dentro de la caja de terciopelo; por que ciertamente no fue ninguna de las personas que en tal fecha ingresaron a la cripta catedralicia para hacer el reconocimientos de los restos de santo Toribio, de lo cual dio testimonio escrito el notario Pedro del Arco.
No menos problemática es la localización de la cajita de plomo en el tercer hallazgo de 1977, pues Ludeña presentó dos versiones: en las declaraciones a la revista OIGA dijo que estaba al costado de la caja de terciopelo, sin mencionar la otra caja verde; y en el Informe escribe . Surge la sospecha acerca de las dos versiones cuando las comparamos con el testimonio de los documentos históricos. Montesinos refiere que en la sacristía de la tercera Catedral estuvieron dos cajas: una forrada de terciopelo morado con los restos de Pizarro y otra forrada de terciopelo verde con los restos del virrey don Antonio de Mendoza. Y el acta de 1661 es igualmente precisa al señalar que la caja sin forro abierta contenía “algunas calaveras” anónimas sin mencionar en ella nada más; mientras que la cajita de plomo se encontraba dentro dela caja forrada de terciopelo morado
Ahora bien, ¿Cómo es que la caja de plomo apareció en el tercer hallazgo descrito por Ludeña en un lugar distinto de donde estaba en 1661 y antes de la sacristía?. Menos mal que por esta vez no dice Ludeña que en 1661 vieron la caja de plomo dentro de la descripción del tercer hallazgo de 1977 carece de confiabilidad histórica.
c) La Fundamentación Histórica del esqueleto.
La fundamentación histórica del esqueleto de Pizarro propuesta por Ludeña se basa en la presunción de que los restos del marqués , aunque hayan cambiado de lugar entre las dos ultimas catedrales y dentro de la tercera, han permanecido ininterrumpidamente dentro del mismo recipiente desde 1544 hasta el hallazgo de 1977. Estas tesis supone dos puntos: primero: la identidad de la caja de terciopelo aparecida en 1977 con la caja en que colocaron el cadáver de Pizarro al hacer la exhumación de 1544; segundo: la permanencia ininterrumpida del esqueleto de Pizarro dentro de la misma caja sin haber sido sacado de ella desde 1544 hasta 1977.Naturalmente que para que funcione esta tesis es necesario garantizar dos hechos:
a) En el hallazgo de 1977 había un esqueleto dentro de la caja de terciopelo; y
b) Que ese esqueleto era el mismo que había existido siempre dentro de dicha caja puesta de manifiesto al hacer la crítica del hallazgo de 1977, según la reconstrucción de Ludeña.
En el artículo publicado en el diario EL COMERCIO , titulado Pizarro incierto, se han puesto de manifiesto todos y cada uno de los errores en que incurre la fundamentación histórica del esqueleto atribuido a Pizarro por Ludeña. En esa oportunidad se emplazó públicamente Ludeña a que publicara algún documento que respaldara su tesis histórica . Naturalmente, no lo hizo, ni tampoco lo podía hacer, porque no existen tales documentos ; lo cual viene a significar que ha dado públicamente por consentido y aceptado por su tesis histórico de la autenticidad del esqueleto atribuido a Pizarro es errónea y falsa.
Se reitera ahora lo entonces expuesto, pero siguiendo el orden de las actuales conclusiones.
La caja negra de 1977, escribe Ludeña en el apartado referente al tercer hallazgo de 1977: “La caja A: es una caja de madera, desarmada, forrada con terciopelo negro” (Bol. Lima. (Separata) 1980, pág. 33). Este pequeño detalle del color del terciopelo de la caja resulta decisivo, porque esta vinculado a otra afirmación del propio Ludeña, como es la identidad de esa caja con la de 1544.
Pues bien, la afirmación citada es arbitrariamente, en cuanto que no hay ningún documento histórico que atestigue desde 1606 a 1977 la existencia de una caja de terciopelo negro con los restos de Pizarro. Pero además de antihistórica, ya que López de Caravantes, Montesinos y el acta de 1661 mencionan claramente que la caja de terciopelo tenía color morado; y todos esos escritores fueron testigos presenciales de la caja. Si Ludeña persiste en afirmar que la caja de terciopelo aparecido en 1977 tiene color negro, le diremos que en tal caso se tratará de otra tercera caja distinta de la que entre 1606 y 1661 contenía los restos de Pizarro; y de este modo también se arruina su tesis histórico. Hay que tener la suficiente seriedad para construir una teoría histórica de la autenticidad de los restos de Pizarro contando con los datos históricos tal cual ellos aparecen en los documentos, sin tergiversarlos en algo.
El contenido de la caja de terciopelo morado. Ya se ha desmostrado en la conclusión 1.-a) cual era el contenido de la caja de terciopelo morado (la única que existe desde 1606) según la inspección ocular consignada en el acta de 1661. pero interesa además determinar en base a documentos históricos cual era el contenido de la caja antes y después de 1661; porque es el caso que ludeña sostiene la continuidad interrumpida de unos presuntos restos de Pizarro en la misma caja según lo dice en esta cita: “Todas las fuentes históricas que se han examinado y las evidencias que se han encontrado en 1977 permiten demostrar que los restos de Pizarro nunca fueron reiterados de su caja forrada con terciopelo negro ubicada en el nicho central de la Cripta de la Catedral” .La misma continuidad interrumpida de los huesoso dentro de la misma caja de propone en otro párrafo. Ludeña dice: “Así quedaron los restos del Marqués (en 1544) en una caja en depósito en el altar Mayor de Lima. De los documentos de la época se desprende que los restos de Pizarro no fueron puestos en su ataúd, sino en ‘caja de madera’ que durante 85 años estuvo indudablemente dentro de la iglesia en diferentes lugares bajo el cuidado de los capellanes de Pizarro, primero en el hastial de la segunda iglesia, después nuevamente en la sacristía y en fin, siempre dentro de la iglesia mayor, al igual que otra caja que contenía los restos del Virrey Antonio de Mendoza, que había muerto en Lima, hasta que finalmente fueron colocados en la cripta ” (Bol. Lima, (Separata) 1980, pág. 19). De acuerdo a este texto, sumados los años de 1544 fecha de exhumación, con los 85 que menciona Ludeña, hacen la fecha de 1629,; lo cual significaría que la misma caja de 1544 fue la que se colocó con los mismo restos en la cripta; y que salió de ella hasta aparecer en 1977.
Pues bien, la continuidad de los restos de Pizarro en la misma caja desde 1544 hasta 1977 es arbitraria y falsa, ya que no hay ningún documento que la respalda. Además, es antihistórica, ya que los documentos históricos demuestran que se han realizado los siguientes cambios , tanto en lo que respecta a recipientes, como a su contenido:
Primero: el cadáver completo y entero de Pizarro fue colocado en un ataúd cubierto con un paño (el texto no dice terciopelo) negro al hacerse la exhumación de 1544. No se separa entonces la calavera del resto del esqueleto.
Segundo: a finales de 1606, al trasladar los restos de Pizarro desde la segunda Catedral a la capilla de La Limpia Concepción de la tercera Catedral, se sacaron los restos de aquel ataúd que apareció deshecho, y se colocaron en otra caja distinta forrada con terciopelo morado, que es la que vieron López de Caravantes, Montesinos y Calancha. Se puede conceder que, aunque se conservara todo de Pizarro, se deshizo y los huesoso se quedaron mezclados en la nueva caja más pequeña donde no cabía un esqueleto completo.
Tercero: posiblemente desde que se abrió en 1623 la cerradura de la caja del terciopelo morado, o acaso antes desde que se pusieron en ella los restos de Pizarro al sacarlos del ataúd en 1544, pero en modo alguno antes de finales de 1606, la calavera de Pizarro se colocó en la cajita de plomo con la inscripción que aparece documentada en el acta de 1661.
Cuarto: en 1661 según el testimonio ocular del acta, la caja forrada con terciopelo morado estaba en el nicho principal de la bóveda sepulcral debajo del altar mayor; pero entonces sólo contenía la cajita de plomo con la calavera de Pizarro dentro, y nada más. El acta de 1661 no menciona restos de Pizarro en ninguna otra caja o ataúd del nicho central de la cripta, o en otros nichos de la misma cripta.
Quinto: lo que venimos denominando tercer hallazgo de 1977 descrito por Ludeña pretende descubrir la presencia de esqueletos en esa caja forrada con terciopelo que él define arbitrariamente como de color negro; además de colocar la cajita de plomo en otro recipiente distinto de madera y color verde, según una descripción del tercer hallazgo, o al lado de la caja de terciopelo según la otra descripción del mismo tercer hallazgo. Ya se ha demostrado la inconsistencia de este hallazgo .
Las cajas de 1544 y de 1977. En su Informe de 1980 escribe Ludeña:”Esta caja (la que denomina A de 1977) coincide con la caja en que se colocaron los huesos del Marqués Don Francisco Pizarro en 1455 después de su primera exhumación” (Bol. Lima (Separata 1980), pág.33) . Esta afirmación tan rotunda es tan errónea que no puede formularse de otro modo que alterando las características de las dos cajas: la de 1544 y la de 1977. Ya se ha puesto de manifiesto como Ludeña altera el de la caja forrada con terciopelo, a la que todos los documentos históricos conocidos asignan al color morado, y únicamente él asigna el color negro. A no ser que se trata de otra caja distinta de la que conocieron Montesinos, López de Caravantes, Calancha y el acta de 1661. Y en lo que respecta a la caja de 1544, reconocemos que Ludeña no la cambia de color, sino de dimensiones, y también cambia la materia del paño que lo cubría, porque el acta de la exhumación no dice terciopelo, sino paño, que es cosa distinta . escribe Ludeña: “Los Huesos de Pizarro fueron exhumados por primera vez en el centenario ubicados detrás de la catedral en 1544 y puestos en una caja de madera forrada con terciopelo negro y una cruz de Santiago encima , y no en ataúd ” . El texto del acta de exhumación dice cubierta, pero el Dr. Ludeña cambia forrada. Se ha demostrado en el artículo publicado en EL COMERCIO (21 de Diciembre de 19849 que esta afirmación es errónea. Es cierto que el acta de exhumación dice uniformemente “caxa”; pero ese recipiente tenía necesariamente las dimensiones de ataúd porque metieron dentro de él el cadáver de Pizarro entero cubierto con una sábana, y colocaron además en él la espada que entonces también estaba entera: ninguno de los dos objetos cabe dentro de la caja forrada de terciopelo morado que apareció en 1977. A estas razones se añade el testimonio histórico del Acta del Cabildo de la ciudad de Lima del día 29 de Diciembre de 1606 que en su texto original manuscrito, certificado por el notario Alonso de Carrión, dice textualmente, “estaban en el ataúd su espada y espuelas...”El texto se refiere al ataúd que se saco de la segunda Catedral para trasladarlo a la capilla de la Limpia Concepción de la tercera Catedral; el mismo que se deshizo durante la larga permanencia en el muro hastial de la segunda Catedral.
d) El esqueleto es de un sujeto anónimo asesinado en fecha incierta.
La conclusión dice:
d)”Los estudios de antropología física confirman que ese esqueleto corresponde a un sujeto que fue asesinado en una fecha incierta y con ensañamiento de cuya evidencia no se puede inducir histórica y científicamente que corresponde necesariamente a don Francisco Pizarro.
La coincidencia de tal esqueleto con una calavera que no está probado que corresponda a Pizarro, confirmaría que tal osamenta definitivamente no sería del conquistador del Perú, además de tratarse de una calavera pequeña, grácil con líneas de inserción muscular débiles”.
En efecto , no hay duda que la osamenta examinada por P. Weiss, K. Hanihara y R. Benfer, corresponden a un hombre brutalmente asesinado.
Lo que no ha probado Ludeña, es que tal esqueleto sea de Pizarro. Pues su alegada reconstrucción hipotética y presunta investigación histórica, es más artificiosa que real. Lo lamentable es que aduciendo una existente prueba arqueológica e histórica, hiciera crear a algunos científicos, que las osamentas eran efectivamente de don Francisco Pizarro y en ese sentido se le dió publicidad.
Como es obvio, las lesiones en si del esqueleto en cuestión, no constituye prueba alguna que este sea el de Pizarro . sino que se trata de un hombre cruelmente asesinado, como otro que encontraron el la cripta de la Catedral, de una talla de 153 de estatura, también decapitado y muerto de una estocada en el cuello.
Dentro del rigor histórico, las discusiones de Ludeña, carecen de consistencia y validez. Según el testimonio fehaciente, en 1661, no existían los huesos de Pizarro, sino su cráneo y nada más.
Es importante anotar en este punto, que según la antropóloga S. Gehlert, la calavera encontrada en la cajita de plomo, coincidió con el esqueleto decapitado de un hombre de 1.53 de talla, que había sido muerto también de una estocada en el cuello . Evidencia que fue desechada para buscar entre ñas osamentas el de otro asesinado de mayor talla, como en efecto Ludeña encontró en su pesquisa, huesos largos con huellas de heridas, entre las osamentas acumuladas en la cripta de la catedral.
e) La fecha de nacimiento y caracteres antropológicos de Pizarro son inciertas.
La Conclusión:
e. “No hay suficiente elementos de juicio sobre la edad y morfología antropológica de Pizarro, que sustente confiable conclusión científica, que el esqueleto de un individuo asesinado, hallado en la cripta de la Catedral de Lima, corresponde necesariamente al victimado conquistador del Perú.
Aunque sus biógrafos sostienen que nació en 1478, según testimonio personal de Pizarro debió nacer en 1482. es decir que habría tenido la edad de 59 años no 63, cuando fue asesinado.
Un testimonio presencial dice que Pizarro era “alto y seco” de cuerpo. El esqueleto del hombre asesinado corresponde a un hombre corpulento, que no corresponde a un hombre corpulento, que no corresponde al cráneo encontrado en la caja de plomo, porque las líneas de inserción muscular del occipital son débiles y no concuerdan con el desarrollo robusto de las vértebras cervicales donde insertan los músculos de la nuca” .
Esta conclusión, muestra dos evidencias: primero, no hay referencias suficientes que precisen los caracteres antropomórficos de Pizarro y segundo, la seguridad sobre la fecha de su nacimiento .
La información más segura que se tiene sobre el físico de Pizarro, es el testimonio de su sobrino Pedro Pizarro, que dice que su tío era un hombre “alto y seco”. En cuanto a su edad, sus biógrafos dicen que nació en marzo de 1578, pero según el propio testimonio del conquistador del Perú en el juicio de residencia del gobernador de Panamá Pedrarias, dice que en 1522, tenía 40 años de edad, es decir que habría nacido de 1482 y no antes .
El cráneo atribuido a Pizarro, según el Dr. P. Weiss, corresponde a un hombre cuya edad fluctúa entre los 60 á 80 años , el Informe de la PIP a un sujeto de 65 á 70 años de edad . para K. Hanihara, los huesoso del esqueleto que examinó , correspondía a su vez a un hombre de 50 a 60 años y de talla de 1.678 a 1.749 de altura, para el Dr. J. Bonmatí, a una persona de 50 a 60 años de 1.65 á 1.70 de altura, para la antropóloga S. Gehlert, 60 años y una talla de 1.74 , para Benfer exactamente 63 años de edad, mientras que para el antropólogo peruano C.A. del Pozo Flores, el cráneo a un sujeto de 60 años de edad .
Estas discrepancias entre los datos aportados por los investigadores, aunque aparentemente limitada, son sin embargo, importantes y decisorias, para determinar con seguridad la identificación de una persona, cuya identidad estuviera establecida históricamente.
En el caso de Pizarro, sin discutir los informes científicos sobre el esqueleto que Ludeña proporciona a diversos investigadores para su estudio, y cuyos resultados para sus escritos no pasaran, de los límites de la presunción. Es decir, siempre será un esqueleto atribuido a Pizarro y nada más, hasta que no haya la prueba histórica documental que lo acredite.
Segunda Conclusión:
“No hay Prueba Histórica ni Científica de que la Calavera Hallada con el Recipiente de Plomo Corresponda a Don Francisco Pizarro”.
Estas conclusiones, descirtúa, las afirmaciones gratuitas de Hugo Ludeña, vertidas en su artículo: “Don Francisco Pizarro. Un estudio arqueológico e histórico” y pone al descubierto que no hizo las precisas investigaciones arqueológicas e históricas que invoca y que todo su fundamento es más artificioso que real:
2ª) No hay garantías que el cráneo hallado sea autentico de Pizarro.
La conclusión dice:
“El recipiente de plomo hallado en junio de 1977 en el nicho de la cripta de la Catedral, estaba abierto y manipulado, con evidencias de que la osamenta que contenía había sido removida o suplantada en alguna oportunidad”
El Dr. Ludeña,-vocero del INC-soslayando estos hechos, sostiene apriorísticamente, que el cráneo que estaba dentro de la caja de plomo,-hallado en las condiciones descritas- es el auténtico de don Francisco Pizarro.
Las afirmaciones expuestas en el Informe INC dicen:
1)La tapa de la cajita de plomo tiene una descripción que indica su interior está el cráneo de don Francisco Pizarro, por lo que el cráneo que halló puesto dentro de ella en junio de 1977 es del citado conquistador del Perú .
2) El cráneo, tiene “adherencias de plomo” en la parte exterior y “reacciones cálcicas en las paredes interiores de la caja de plomo, exactamente en los puntos en que estuvieron en contacto con el cráneo” .
3) El cráneo, presenta lesiones producidas por: “Instrumentos punto-cortantes de acero que coincide perfectamente con las armas usadas en la época: espadas, lanzas, partezanas, etc” (1980; 36) y ésta corresponde a una persona asesinada, cuyo esqueleto estaba en la misma caja de madera forrada en 1544 y de la cual sus restos “nunca” fueron removidos .
4)La caja citada donde estaba el esqueleto de Pizarro, estuvo siempre en el mismo nicho, junto a la caja de madera pintada de verde con “huesos humanos” y la caja de plomo con una calavera en su interior .
Con estas afirmaciones sin asidero histórico y la inventiva que: “Los estudios arqueológicos e históricos han comprobado la autenticidad de los restos encontrados en la cripta de la Catedral, como pertenecientes a Pizarro” Ludeña, convenció al cabildo Metropolitano de Lima y al INC, que sin la precaución de verificar el rigor histórico y científico de éstas, dándolas por cierto, con inexplicable precipitación inhumaron los restos de un hombre brutalmente asesinado con el de don Francisco Pizarro. Entorpeciendo así las nuevas investigaciones que están realizando, sobre la datación cronológica de tales osamentas , quizás por el vano intento de dar por terminado un caso como éste, que está en los preliminares de su rigurosa confrontación histórica y científica.
La responsabilidad histórica del Cabildo Metropolitano de Lima.
De este modo, el Cabildo Metropolitano de Lima, asumió una responsabilidad histórica innecesaria, al consumar en 1985 un nuevo error. Esta vez, sin los atenuantes del error de 1891, en la que los señores canónigos , sin ninguna contradicción histórico, creyendo que el cuerpo que exhumaban de la cripta de la Catedral era realmente el auténtico de Pizarro, hasta que en 1903, el erudito José Toribio Polo, demostró entonces , que la momia de la Capilla de los Reyes correspondía a personas desconocidas, por que el esqueleto de Pizarro ,- como el de sus coetáneos- se habían destruído con el tiempo y la humedad del ambiente limeño y que lo único que existía de él y protegido con una cajita de plomo, era su calavera, descrita en el Acta de 1661, que se exhumaron los huesos de don Toribio Alfonso de Mogrovejo Arzobispo de Lima.
Ahora bien, para demostrar separadamente la inconsistencia histórica y científica de las afirmaciones de Ludeña, nos referimos a cada una de ellas.
Primera afirmación Ludeña.
El argumento que la sustenta es simplista. La sola inscripción en un recipiente , no constituye prueba plena que su contenido sea el auténtico u original, si antes, recipiente y contenido no han sido documentalmente autenticados y asegurada la garantía que se trata del mismo recipiente, que no ha sido manipulado ni removido su contenido en alguna oportunidad.
La caja de plomo, encontrada por los trabajadores el 17 de junio de 1977, en un nicho de la cripta de la catedral en circunstancias hasta ahora enigmáticas:
a)Estaba abierta y maltratada, no se sabe si desde entes o en esta oportunidad, por los trabajadores que la manipularon y rayaron para cerciorarse si era o no de plata.
b)No hay garantía, que el cráneo que los funcionarios del INC aseguraban haber encontrado en su interior sea el auténtico. Es decir, el mismo que estaba en el recipiente de plomo en 1661. Nadie se percató entonces,-como era imperativo- si esta osamenta tenía o no lesiones de sus características morfológicas y detalles.
-El cráneo encontrado en la caja de plomo, no tenía mandíbula ni piezas dentarias, mostraba una fractura reciente cuyas esquirlas no estaban en el recipiente . Tenía rasgos feminoides.
-Es incierta la posición original que el cráneo estuvo dentro del recipiente de plomo.
-El recipiente de plomo con el cráneo en su interior, fue hallado, fuera del nicho y en otro lugar.
-No hay manera de probar, que el cráneo encontrado o puesto en la caja de plomo sea el original y que este no haya sido suplantado por los obreros, que advirtieron o no la importancia de esta osamenta.
c)Por razones que se desconoce , expresamente no se levantó Acta, de las circunstancias en que fue hallada la cajita de plomo por los obreros , y los funcionarios del INC, de la forma en que el cráneo estaba en el interior del recipiente, de su estado y características morfológicas de esta osamenta, ni de sus o asociaciones con otros elementos.
Tampoco se tomó la precaución, de hacer una probanza con los testimonios de los obreros que trabajando en la cripta de la Catedral, hallaron tales reliquias históricas.
d)No existen cuadernos de trabajo de los obreros, que laboraron en el interior de la cripta de la catedral. Es decir que no hubo trabajo arqueológico. Todo se hizo espiritualmente, desde el 11 de mayo al 17 de junio, sin supervisión del cabildo Metropolitano y del INC, que dio lugar a profanaciones inecesarias de tumbas y de hurtos de piezas funerarias.
De esta manera se perdieron las primeras y fundamentales evidencias arqueológicas e históricas, para establecer la autenticidad de la calavera de Pizarro y de los huesos de otros personajes y dignatarios de la iglesia y del gobierno español. Así, pende de la responsabilidad del cabildo Metropolitano y del INC, señalar el lugar donde están ahora los cuerpos del Arzobispo Gonzalo del Campo y de doña Grimanesa de Mogrovejo que estaba en el mismo nicho con el cráneo de Pizarro y del Arzobispo de Lima Francisco javier de Luna Pizarro, cuya vida está unida trascendentalmente al nacimiento del Perú republicano, que también yacía anexo a este nicho histórico.
Estos hechos y otros que iran descubriendo,- pues en esto estamos- prueban que no existen las garantías arqueológicas e históricas, para certificar que el cráneo encontrado en la cajita de plomo, sea el auténtico de Pizarro y que no haya sido confundido con muchos otros arrumados en el interior de la cripta. Por último, tampoco hay prueba, que el cráneo encontrado en la citada caja de plomo, sea el mismo que coincida con el esqueleto anónimo de una persona asesinada , en fecha incierta e impreciso. No habiendo actas ni pruebas instrumentales confiable, resulta así, artificiosa la afirmación que el mencionado cráneo sea el auténtico de Pizarro.
Lo que ocurrió, después de 1580 en el citado nicho, no lo conocemos. Pero en alguna fecha, quizás en 1854 que el Arzobispo Francisco Javier Luna Pizarro, mandó remodelar la cripta para que allí se 4enterraran los arzobispos de Lima, el nicho fue abierto , para cambiar las tablas que los protegían y sustituirlas por un muro de ladrillo . en esta ocasión, los funcionarios del Cabildo metropolitano o los obreros, debieron ver la caja de plomo con el cráneo de Pizarro. Se calló el hallazgo, ¿se mandó a guardar silencio oficial ? no lo sabemos o quizás la documentación correspondiente sigue en los archivos del Arzobispado para que algún afortunado investigador lo halle. Pero resulta sintomático, que tal hecho, no hubiera trascendido en la opinión pública y periodística de entonces, cuando en este siglo, los sacristanes de la cripta, vendía y obsequiaban presuntas reliquias de don Francisco Pizarro.
Segunda afirmación.
Ludeña, en un esfuerzo por demostrar que el cráneo que atribuye a Pizarro, estuvo mucho tiempo dentro de la cajita de plomo, excediéndose a las opiniones de Dr. P. Weiss y de los esposos Soto, destacados radiólogos, afirman que el cráneo, tiene adherencias de plomo, lo que probaría que es de Pizarro.
Sobre este punto, para juicio de los lectores transcribimos en la parte correspondiente los informes de Dr. Weis, de los esposos Soto y de la sección Biocriminalística de la Policía de Investigaciones del Perú (PIP).
-El Dr. P. Weiss, dice que las radiografías del cráneo signado con el N° 1.3.2.16.2, que le presentaron, muestras: “Zonas de opacidad por posibles calificaciones que pueden ser corpúsculos de Pacchioni” .
-Los radiólogos esposos Soto, dicen que este cráneo presenta: “Tres elementos opacos de densidad metálica de forma irregular posesionados a la cara interna de la bóveda, dos en la región parietal y aparieto-occipital derecha y uno en la región parietal izquierda con aspecto que sugiere de calificaciones meníngeneas o fragmentos metálicos de proyectil” .
-El informe Bio-criminalístico de la PIP, que del examen de la caja de plomo se deduce: “Un cuerpo orgánico, anatómico o parte de él (Cabeza) de naturaleza humana a sido puesto en estado de putrefacción y la hermiticidad de la caja, que el contacto directo con el plomo metálico ha dado lugar a la formación de carbonatos de plomo (PbCO3). Los carbonatos y fosfatos de calcio provenientes de material óseo desmenuzado, de aspecto grasoso, con signos de antigüedad” .
Según este Informe, la “cabeza de Pizarro”, dentro del recipiente de plomo, no tendría una antigüedad mayor de 200 años (¿?), siendo así que ya estaba en su interior en 1661.
El antropólogo Dr. C. Arturo del Pozo Florez, comentando el dislate de Ludeña, en su artículo sugestivo. “El enigma del Pizarro” , dice que tratar de: “Comprobar la permanencia de siglo del cráneo de la caja de plomo ”, afirmándose que : “Las radiografías del cráneo demuestran manchas opacas de plomo debido a que estuvo siglos dentro de la cajita de plomo, donde se produjo la reacción química y formación de carbonatos de plomo”. Es un esfuerzo de imaginación retórica , para creer que “el tiempo con su dimensión de siglos, ha servido como catalizador para agrupar iones de carbonato en pequeño espacio de una cajita y combinarse por encantamiento con el plomo para formar cerusitas, albayalde o carbonato de plomo...”
Este punto dejamos a los especialistas, hasta que en algún momento, científicamente se determine la datación cronológica del cráneo y de la fecha que permaneció dentro de la cajita de plomo. Mientras tanto los tanteos para colocar el cráneo dentro del recipiente, para hacerlo coincidir las manchas opacas con los lados de la caja de plomo, son risueñas y carecen de seriedad científica, hasta que se halle la prueba documental que certifique la manera y modo de cómo el cráneo de Pizarro fue puesto dentro de la citada cajita de plomo.
Tercera afirmación.
Que uno de los cráneos, hallados en la cripta de la catedral tengan huellas por armas punzo-cortantes. No es prueba que necesariamente sea de Pizarro, cuando este género de lesiones fueron frecuentes en el siglo XVI y XVII y en la cripta pudiera haber otros de personas asesinadas . Por ejemplo entre los esqueletos se halló el de un hombre de 1.53 de talla que también y había sido muerto de una estocada. La antropóloga Sara Gehlert, dijo que el INC, le había entregado una caja que : “Contenía una caja de plomo en cuyo interior había un cráneo, y además el cuerpo decapitado un adulto, quien carecía de piernas” . Posteriormente se dijo que este cráneo pertenecía a otro victimado de una talla de 1.74 de altura. Cráneo pequeño y de rasgos feminoides , que según el Dr. C. A., del pozo Florez, no podía corresponder a un sujeto de la corpulencia mencionada.
Por otra parte, Ludeña no ha dado explicaciones del porqué el cráneo cuestionado, habiendo permanecido dentro de dos cajas, tiene en su superficie un pegamento de barro inexplicable como si hubiera permanecido en la intemperie o sin protección hermética, como estuvo el cráneo de Pizarro en la cajita de plomo.
Según el Informe biocriminalístico de la PIP, el cráneo atribuido a Pizarro, es “Pequeño, frente baja, mediana inclinación”, dolicacéfalo y de “apariencia feminoide” y el Dr. C.A. del Pozo Florez, confirmando este Informe que el citado cráneo: “Tiene rasgos feminoides, ya que tiene una contextura delicada , gracial, tamaño pequeño y poco voluminoso” y que es incomprensible con las referencias de un hombre de guerra como lo fue don Francisco Pizarro Conquistador del Perú.
Otro intento de Ludeña, para probar que tal cráneo es de Pizarro, tuvo también un nuevo revés. Cuando los historiadores vieron la reproducción por computadora del rostro del cráneo hecho por la antropóloga Helen Gatly, quedaron decepcionados. Para Ella Dunbar Temple, tal rostro correspondía a un hombre “adocenado” que podría corresponder a cualquier personal del renacimiento, para Juan Vicente Ugarte del Pino, no mostraba al: “Pizarro cubierto de polvo de la conquista, sino más bien por los polvos de un salón versallesco” y para Gustavo Pons Muzzo, correspondía a un “fino cortesano del renacimiento”.
La segunda parte de la afirmación de Ludeña, que dice: que la caja de madera forrada en terciopelo negro es la misma en que Pizarro fue enterrado en 1544 y que su cuerpo permaneció en esta caja, y en el mismo nicho junto con el recipiente de plomo con el cráneo del conquistador del Perú. Es simplemente un artificio . carecer de verdad como está probado en la primera parte de este artículo con testimonios incontrastables. Los huesos de Pizarro, ocuparon varias cajas desde 1544 á 1609, hasta que de su osamenta quedó únicamente su calavera que dentro de una caja de plomo fue vista en 1661.
Cuarta afirmación.
Ludeña, dice que la caja de madera forrada en terciopelo negro(¿?) con varios esqueletos en su interior y entre los que estaba el supuesto de Pizarro, estaba junto y en el mismo nicho de la caja de madera pintada de verde con la caja de plomo en su interior. Esta afirmación es inexacta . La caja con los esqueletos, jamás estuvo ni al lado ni en el mismo nicho donde estaba la caja de plomo. Esta inexactitud , indujo al error de encontrara cierta relación entre el cráneo encontrado en la caja de plomo con el esqueleto de la caja mencionada.
Es evidente, que Ludeña, deseando adecuar su reconstrucción hipotética con los detalles del texto del Acta de exhumación de 1544, resultó atrapado en su propia confusión y errada lectura de esta documentación.
El Acta de exhumación de los restos del Arzobispo de Lima Toribio Alfonso Mogrovejo de 1661, dice que la caja de plomo con la Calavera del Conquistador del Perú estaba dentro de una caja pequeña de madera forrada en terciopelo morado y no en una caja pintada de verde, habla pues que hubiera tal caja pintada de verde, que a su lado había una caja de madera sin forro con unas calaveras y no una caja forrada en terciopelo negro con varios esqueletos .
Queda así en claro que la reconstrucción hecha fue más articiosa que arqueológica e histórica.
2.b) El “cráneo de Pizarro” tendría una antigüedad de 200 años.
La conclusión dice:
“El Cráneo dentro del recipiente de plomo, en la evidencia que el maxilar inferior encontrado después , no corresponde a dicha calavera y sin elementos complementarios que aseguren su antigüedad, tendría una datación no mayor de 200 años y según estudios biológicos, fue puesta en incipiente estado de descomposición”.
Según el Informe Bio-criminalístico de la PIP, el cráneo muestra:
“La presencia de puparios de insectos (moscas ) de ciclo biológica corto hallados en las fosas orbitarias del cráneo humano en cuestión, afianza doble hipótesis:
a)Que dichos restos óseos no pasan de los 50 á 100 años con un máximo de 200 años de antigüedad, porque la experiencia ha demostrado la existencia de estos puparios hasta un tiempo cercano a los 15 años, por la naturaleza misma de su composición química (quitina) y de su consistencia y aspecto formativo . en este aspecto se trata de compatibilizare con los restos de un NN del siglo XVII hallados en las mismas hornacina.
b)Que las larvas de dichos insectos hayan extraído el agua de las paredes blandas del cráneo produciendo un ambiente de sequedad (deshidratación) en los fosas orbitarias y demás partes del esqueleto, permitiendo que sus pupas eclosionadas posteriormente se conservan excepcionalmente por sustancias conservadores, cal, yeso u otros”
De este Informe,-soslayado por Ludeña-se desprende:
1) Que el cráneo encontrado en la cajita de plomo fue puesto en “estado de putrefacción incipiente”.
2) Que a lo más tiene una antigüedad no mayor de 200 años.

Estas evidencias, indicarían que históricamente, el cráneo de Pizarro fue enterrado en la caja de plomo, más de 80 años después de su muerte ocurrida en junio de 1541.
El Prof. Dr. Benjamín Marticorena de la Universidad Ricardo Palma, que participó en los estudios para la datación de la cerámica por el procedimiento de la resonancia paramagnética, actualmente por encargo de la Universidad, esta investigando la posibilidad de establecer la datación de osamentas para determinar su antigüedad cronológica.
2.c) No hay prueba histórica que los restos de espada y correas de espuelas sean de Pizarro.
La conclusión dice:
“El resto de espada y correas de espuelas recogidas de los escombros pudieron haber sido puestas en 1623; pero ellos solos no atestiguan la autenticidad de los restos que atribuyen a Pizarro después de 1977”.
Según el Acta referida de 1661, los restos de una espada y espuelas, no fueron vistas en esta fecha en la caja de plomo con el cráneo de Pizarro . El intento de utilizar estos elementos tratando de hacer creer que desde antes estuvieron dentro del recipiente de plomo, es solamente un artificio, que no prueba, que el cráneo y estos especimenes sean necesariamente de Pizarro, aunque Ludeña, sin aval histórico, sostenga que la espada estuvo originalmente en la caja de madera forrada en terciopelo que supuso era la misma en que Pizarro fue enterrado en 1544.
2.d) ¿La cajita de plomo es la auténtica?
La conclusión dice:
“La artesanía del recipiente de plomo, no guarda relación con el esmero artístico de la época y la importancia de una osamenta como la de don Francisco Pizarro”
En efecto, la rusticidad de la inscripción hecha en la tapa de la caja de plomo, sugiere la duda que sea realmente la original, que en razón de la preeminencia del Conquistador del Perú, su única reliquia, su cráneo, debió ser puesta en depósito digno artísticamente elaborado.
El denominado “estudio arqueológico e histórico” de Ludeña, sobre los restos de Pizarro, carece así de seriedad histórica y confiabilidad arqueológica, como oportunamente manifestamos en el INC, que lamentablemente, contrariando sus objetivos culturales, sigue guardando sigilo y hermetismo, en torno a los hallazgos hechos en la cripta de la Catedral de Lima entre mayo y junio de 1977.
Tercera conclusión: OTROS ERRORES HISTÓRICOS.
En el análisis de la primera conclusión se han puesto de manifiesto las supuestas arbitrariedades y las interpretaciones erróneas que sustentan la tesis histórica de la autenticidad del esqueleto como de Pizarro formulada por Ludeña. Esa tesis de autenticidad constituye el punto central del Informe publicado en el Boletín de Lima el año de 1980. Otros temas del Informe no atañen tan directamente a ala autenticidad del esqueleto; pero son también importantes para conocer el proceso auque han seguido los restos de Pizarro a partir de 1544 hasta la colocación de algunos de ellos en la bóveda sepulcral de la tercera catedral.
El método seguido para el estudio de ambos temas adolece en la misma falta de rigor en el manejo de los datos históricos y de la misma imprecisión en el análisis de los documentos . De esta suerte, incurre Ludeña en errores importantes que atentan contra la seriedad y validez de su estudio. El asunto de los restos de Pizarro requiere todo esmero en el tratamiento metodológico, porque no afecta a uno de tantos temas sobre los cuales discuten los investigadores, sino a la autenticidad de un esqueleto sobre el que van a recaer los homenajes incesantes de la ciudad de Lima y de cuanto visitan la Catedral. Atañe también la confiabilidad en el Instituto Nacional de la Cultura, bajo cuyo amparo se han llevado a cabo los estudios históricos y científicos de los restos atribuidos falsamente a Pizarro. En nuestro precedente estudio publicado en el Boletín de Lima , aparecen expuestos y deslindados los errores que contiene el Informe avalado por el INC, referente a la construcción de la tercera Catedral, de la financiación de la bóveda a sepulcral debajo de la capilla mayor de la misma tercera Catedral, al traslación y enterramiento de los restos del Arzobispo Santo Toribio Alfonso de Mogrovejo, y el itinerario seguido por los restos de Pizarro desde su salida de la segunda Catedral hasta la colocación de algunos de ellos en la bóveda sepulcral de la tercera catedral. Ninguno de todos estos errores históricos ha sido rectificado posteriormente por Ludeña, a pesar de haber sido señalados por escrito con toda precisión ; como si la opinión que se interesa por el problema de los restos de Pizarro no mereciera esta consideración.
PERSPECTIVA FINAL.
Los prolijos análisis críticos hasta aquí expuestos no han de hacernos perder de vista al panorama completo del problema. Nos hemos pretendido discutir puntos aislados de la tesis defendida por Ludeña en el Informe avalado por el INC, sino la tesis integral en todas sus facetas. Para facilitar la comprensión global del problema, reagrupamos ahora sistemáticamente en una síntesis de conjunto todos los aspectos parciales estudios.
El tema central en discusión es el de la autenticidad del esqueleto . Uno de los exámenes científicos a que ha sido sometido muestra en él señales de heridas violentas; pero esta característica añadida al esqueleto no constituye por sí sola prueba de la autenticidad del esqueleto como de Pizarro. Sería inconsistente inferir que los exámenes radiológicos que certificaron las muestras de heridas en los huesos constituyen la prueba arqueológica de que tal esqueleto haya pertenecido realmente a Pizarro. A lo sumo, esos exámenes radiológicos aportan un elemento a tenerse en cuenta para; en base a él, poder llagar en una demostración ulterior complementaria a determinar si los tales huesos fueron o no los que hirieron los almagristas; o lo que es lo mismo, si ese esqueleto con heridas es el auténtico de Pizarro. Reiteramos que los exámenes radiológicos prueban sólo que nos encontremos con un esqueleto- herido, pero la demostración del esqueleto- herido, pero de la demostración del esqueleto-herido-auténtico de Pizarro constituye un momento dialéctico posterior al que no llegan los exámenes radiológicos a falta de algún testimonio escrito de autenticidad colocado junto al esqueleto, como los que acostumbran poner en otros casos similares, y como el que se colocó en la caja ataúd de 1544, hay que acudir a otros recursos metodológicos complementarios para poder arribar a la conclusión de que el esqueleto herido sea además el auténtico de don Francisco Pizarro.
Si analizamos detenidamente el desarrollo de la demostración propuesta por Ludeña en el Informe avalado por el INC, comprobamos que he empleado dos pruebas fundamentales es este segundo proceso dialéctico para llegar a la conclusión de la eventual autenticidad del esqueleto herido como de Pizarro.
La primera prueba consiste en asociar el esqueletos-herido con los recipientes de madera históricamente documentados en que aparecen puestos algunos restos de Pizarro (el del acta de exhumación de 1544 y el del acta de reconocimiento de los restos de Santo Toribio en 1661). Esta prueba se descompone todavía en las pruebas parciales que se complementan y apuntalan entre sí, a saber:

a)la tesis de la continuidad interrumpida del esqueleto- herido dentro del mismo recipiente de madera desde 1544 hasta 1977.
b)la reconquista hipotética del presunto hallazgo de los restos de 1977, que ha sido formulada en base a las mismas ideas que sirven de fundamento a la tesisi de la continuidad de los restos en el mismo recipiente de madera; pero no en base a los hechos objetivos que fueron totalmente confundidos y desordenados aquel sábado de junio de 1977 por los albañiles.
Ha quedado demostrado la inconsistencia total de esta primea prueba de conjunto y en todos sus fundamentos, ya que incurre en manifiestos errores históricos, contradice el testimonio de los documentos y tergiversa el sentido literal obvio de todos los textos reconocidos que aluden a los restos de Pizarro. Carece además de fundamento ya que no esta amparada en ningún otro documento histórico fehaciente distinto de los que analizó J.T.Polo con resultados diametralmente opuestos a los del Informe avalado por el INC.
La segunda prueba aducida por Ludeña consiste en asociar primeramente el esqueleto herido con una determinada calavera; para después asociar esta calavera con la cajita de plomo en cuya tapa aparece al inscripción conocida. De este modo, piensa Ludeña que el esqueleto-herido adquiría en última instancia la confiabilidad de ser el auténtico de Pizarro a través de la cajita de plomo que se conoce como auténtico por el testimonio del Acta de 1661.
Aunque en apariencia esta segunda prueba presenta carácter científico, en realidad, constituye también una prueba histórica, ya que su presunta validez emanaría del acta de 1661 que es un documento histórico. Lo que pretende Ludeña es probar que el esqueleto-herido está asociado a los objetos descritos por el Acta de 1661.
Precisamente de ello deriva su inconsistencia, ya que el Acta de 1661, como demostró irrefutablemente el historiador J.T:.Polo, atestigue que en el nicho principal de la bóveda catedralicia sólo existía la calavera dentro de la cajita de plomo, pero, pero no existía el esqueleto de Pizarro.
Hay, pues, que examinar estos puntos críticamente para intentar superara, si fuera posible, el obstáculo presencial ofrecido por al acta de 1661:
a)la validez de la asociación del esqueleto-herido con la tal calavera propuesta por Ludeña;
b)la validez de la asociación de esa calavera concreta con la cajita de plomo aquel los albañiles vaciaron la cajita de plomo aquel sábado de 1977 y confundieron todos los restos humanos.
Cada una de estas dos asociaciones, lejos de haber sido demostrada como válida por el Informe avalado por el INC, enfrentan dificultades muy graves que no pueden ser desvirtuadas , como hace Ludeña, por el fácil expediente de silenciarlas o por el recurso nada académico atacar a las personas en lugar de examinar serenamente sus razones. Las dificultades contra las dos asociaciones tendidas por Ludeña son tales que anulan de hecho cualquier intento de sobrepasar por la vía de esta segunda prueba el testimonio irrecusable del Acta de 1661. DE nuevo reaparece esta pregunta: ¿de dónde puede haber salido ese esqueleto –herido que no existían en el nicho principal de la bóveda catedralicia cuando se hizo en 1661 el reconocimiento de los restos de santo Toribio?
A todo ello se añade que el esqueleto herido en cuanto tal no concuerda con las referencias de los contemporáneos acerca del aspecto físico de don Francisco Pizarro .
Por cualquier lado que se analice en problema de la autenticidad del presunto esqueleto de Pizarro reaparece siempre al aspecto histórico del mismo. Todas las investigaciones, análisis y estudios científicos confluyen inexorablemente a un punto crucial en el cual la decisión proviene de los documentos históricos.
Tuvo Ludeña la oportunidad de realizar un estudio serio y científicamente confiable acerca de los restos de Pizarro, pues le bastaba con haber resumido las investigaciones históricas de J.T. Polo para partir de ellas, ya que él por su parte no ha aportado ningún documento válido que desvirtúe o invalide las conclusiones de Polo. En Lugar de ello, se ha lanzado a la aventura de elaborar una teoría histórica diferente que, como tantas veces hemos demostrado , no es otra cosa que un error completo y total. Lo peor es que a enredado a los científicos en la vorágine de sus constantes errores históricas. La falsedad insalvable de tesis histórica contenida en el Informe avalado por el INC invalida el uso que en él se hace de las conclusiones de los científicos.


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Historia épica de cómo los Incas lucharon en defensa de la soberanía del Perú o Tawantinsuyo de 1536 a 1572
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