TRES DOCUMENTOS INÉDITOS PARA
LA HISTORIA DE LA GUERRA
DE RECONQUISTA INCA

Las declaraciones de Lorenzo Manko y Diego Yuqra Tikona, servidores de Manko Inka Yupanki y de Francisco Waman Rimachi, testigos presenciales de los sucesos de 1533 a 1558.

Edmundo Guillén Guillén

Resumen:
Se publican en este artículo las declaraciones de tres testigos presenciales de los sucesos de 1533 a 1558, es decir desde la entrada de Manko Inka Yupanki al Cusco, con sus aliados españoles, hasta la “salida” del auki Sayri Thupa,- uno de sus hijos- en 1558, ante la presión militar y diplomática del marqués de Cañete.

Estos testigos directos, confrontados con otros coetáneos, constituyen nuevos e inéditos elementos de juicio para aclara la versión de las fuentes hispanas de estos años y para conocer casi en detalle las negociaciones del virrey Marqués de cañete, que se proponía acabar pacíficamente con la resistencia heroica de Vilcabamba, y la cautela Inka para burlar este propósito y evitar los peligros de una guerra contra este último reducto del Tawantinsuyo.

De estos testimonios compulsados con otros confiables que se cita, resulta cuestionada la verdad sobre la sucesión de Sayri Thupa a la muerte de su padre Manko Inka y la posibilidad de que este auki simulara este cargo como un ardid político de la Corte de Vilcabamba.

En 1974, publicamos 18 declaraciones de testigos peruanos, de lo que vieron y oyeron de los trágicos sucesos de la invasión española de 1532 a 1536, en el libro la “Versión Inka de la Conquista”. Ahora, continuando con la divulgación de este género de fuentes, damos a la publicidad, tres de las 22 declaraciones que el capitán Martín garcía de Loyola-marido de doña Beatriz Clara Coya y administrador de los bienes de su hija doña Ana María Loyola Coya- mandó actuar en 1589, contra el Fiscal por la posesión de 563 tributarios en los repartimientos de Yucay y Xaquixaguana.

Esta suma de testimonios con otros coetáneos-aún inéditos- contienen aportes históricos, que disipan definitivamente el inveterado error de creer que el Imperio acabó en el trágico crepúsculo de Cajamarca en 1532 y vindican la habilidad y heroísmo Inca en los aspectos militares y diplomáticos de la guerra de reconquista, cuyo primer terminó épicamente en 1572.

Estas declaraciones se halla en el Archivo Departamental del Cusco, en el volumen VIII, libro II y cuaderno N° 2 de fs. 554 a 1093 de la Colección de Documentos de don Vicente García y sus seguidores, cuya revisión hicimos con las facilidades que nos diera su Director, el Dr. Horacio Villanueva Urteaga, al que expresamos nuestro cordial reconocimiento.

Un resumen impreso de este pleito incoado por Loyola, con el Texto de varios interrogatorios y documentos, fue publicado en 1970 por María Rostworowski de Diez Canseco en la revista Historia y Cultura (HC) N° 4 con una breve introducción sobre su importancia histórica y etnohistórica.

1. Marco Histórico.

El contenido de los documentos que se publican de manera general los trágicos sucesos de 1533 a 1558, es decir desde el encuentro de Manko Inka Yupanki en la “cuesta de Vilcaconga” (Willkakunka) con los españoles, hasta l salida de Sayri Thupa del reducto peruano de Vilcabamba, por la presión diplomática y militar del virrey Marqués de cañete.

Como se sabe por distintas fuentes, cuando los españoles iniciaron la invasión de nuestros territorios enero de 1531, el Perú Inca confrontaba entonces de una guerra civil, por lo que sin percatarse del peligro de esta invasión, los dejaron avanzar, sin otra resistencia que la que ofrecieron los funcionarios locales de Puná y Tumbes, hasta el paraje de Tangarará- en el actual valle del río Chira- donde se establecieron después de quemar vivos y degollar a los señores del lugar que intentaron defender la tierra, -probablemente en junio de 1532.

Entre tanto, terminada la guerra con el derrocamiento de Wascar Inka, Atao Wallpa, el victorioso rebelde, en lugar de destruirlos o devolver al mar a los extranjeros por los robos y crímenes que había perpetrado, conociendo que eran pocos y fascinado por el poder de sus artefactos bélicos, abriéndoles las puertas del imperio, los trajo imprudentemente al interior de la sierra, hasta el valle de Cajamarca, -según se dijo- para quitarles sobre seguro sus armas y caballos. Infortunadamente para Atao Wallpa, sus planes resultados al revés, y víctima de su imprudencia , fue violentamente sorprendido y apresado por sus invitados, el 16 de noviembre de este año de 1532, en una de los mayores matanzas que registra la historia de la América andina.

Es importante reiterar en este punto que el prendimiento de Atao Wallpa no significó de ninguna manera el final del imperio como errada o presuntuosamente se había creído, sino y nada más, fue el inesperado término de la famosa rebelión de este auki . así lo entendieron los españoles y los políticos del bando legalista de Wascar Inka como el primer paso para restaurar el gobierno legítimo del Imperio. Fue así como inmediatamente muerto Wascar Inka entre el ministerio y la intriga,- quizás a fines de 1532- el joven Manko Inka Yupanki resultó electo y proclamado en algún lugar del Cusco, por un grupo de sus hermanos, como el nuevo señor del Tawantinsuyo. Posteriormente, los españoles luego de recibir los frutos de su extorsión, en lugar de dar la libertad prometida a su regio cautivo, lo agarrotaron el 26 de julio de 1533. En el Cusco, al conocer el trágico final de Atao Wallpa, Kiskis desconociendo la elección de Manko Inka, propuso sin éxito a Paullu para el nuevo gobierno imperial, y Vila Oma –sacerdote del sol- trató a la vez e inútilmente de conciliar a las facciones contrarias contra el peligro extranjero. Mientras tanto en Cajamarca, como resultado de las luchas por el poder, otros hijos de Wayna Qhapaq y algunos capitanes con el apoyo militar de los españoles, improvisaron a Thupa Wallpa como al nuevo Inca del Tawantinsuyo.

El gobierno de Thupa Wallpa resultó fugaz. Muerto de la dolencia que le afectaba en el valle de Jauja, -a mediados de octubre de este año de 1533- los incas y españoles prosiguieron su marcha al Cusco, sin otra resistencia que la ofrecida por las fuerzas ataowallpistas del capitán Yuqra Wallpa, hasta la cuesta de Vilcaconga, donde la vanguardia aliada fue violentamente atacada por la gente de Kiskis. Aunque las versiones hispanas afirman que ésta fue salvada por la caballería del mariscal Diego de Almagro, Titu Kusi Yupanki y otros testigos dicen que Manko Inka Yupanki fue el autor de esta hazaña, que con sus guerreros hizo huir a las fuerzas ataowallpistas. Hecho que explicaría el porqué –conforme numerosas declaraciones- el nuevo Inca esperó a los españoles en la “cuesta de Vilcaconga”, donde después se “confederó” con Francisco Pizarro, que reconoció su derecho y su autoridad , comprometiéndose a prestarle ayuda militar contra las huestes rebeldes de Kiskis. Esta alianza Inca-española, hecha contra la opinión de Vila Oma y que después resultó funesta para el Perú, fue trágicamente celebrada con la quema de Challko Chima, uno de los más valerosos jefes del imperio, que murió sin renegar de sus dioses, invocando la venganza de Pachacamac y Wanakaure contra los nuevos aliados.

Días después –el 15 de noviembre de 1533- Manko Inka, luego de la victoria de Paukarpata, entró triunfalmente en la gran ciudad del Cusco, con su “magnífico aliado”, Francisco Pizarro. Casi inmediatamente de ceñirse la mascapaycha o borla imperial, prosiguió la campaña contra los ataowallpistas, que terminó –en mayo de 1534- con el triunfo de Paullu y Hernando de Soto sobre las tropas de Kiskis en la batalla de Maraycalla.

Manko Inka que, quizás desde entes o al conocer el arrivo de nuevos contingentes extranjeros a la costa ecuatorial, había entendido que sus aliados no eran una hueste aventurera sino la alabanza de otra potencia militar que se había infiltrado en el imperio, se propuso echarlos del Perú. La existencia de este plan bélico explica ahora su aparente tolerancia a sus desmanes, su esfuerzo por dispersarlos en el territorio y su éxito para dividirlos entre Lima, Cusco y el Collasuyo, -en julio de 1535. cuando parecía cumplirse los proyectos del Inca, en agosto de este año, los españoles, informados de esta conspiración por alguna infidencia, sorpresivamente prendieron al Inca, diciéndole- según Titu Kusi Yupanki: “sabido hemos Mango Ynga que te queréis levantar contra nosotros y matarnos”. No habiéndose producido la violenta reacción que esperaban, los Pizarro dando rienda suelta a su codicia y sensualidad, que lo enaltece, para no comprometer por ninguna circunstancia el curso de sus planes bélicos.

Puesto en libertad por Hernando Pizarro, -en febrero de 1536- un tiempo después consiguiendo engañar a este codicioso capitán, con el cuento de la estatua de oro macizo de Wayna Qhapaq, se evadió del Cusco en abril de este año de 1536. Pasados algunas días, luego del famoso juramento del Calca, a comienzos del mes de mayo, inició la gran guerra de reconquista Inka, con el asedio y violento asalto a la ciudad del Cusco.

Desgraciadamente por aquellos imponderables de la historia, los planes inmediatos del Inca no tuvieron el éxito previsto. El Cusco, capital del Imperio defendida entonces por más de 40,000 guerreros de sus desleales hermanos Waypar e Inquill Thupa, por los 200 españoles ,- “la mitad coxo y mancos syn contar los cobardes”, según la frase del cronista A. Enríquez de guzmán- y por la gente de numerosas etnías unida con la población civil, no pudo ser tomada no obstante los actos de heroísmo de las fuerzas de Manko Inka Yupanki. Igualmente, su famoso capitán Kusi Yupanki, que antes había destruído cuatro expediciones enemigas al Cusco y hecho correr a la última, tampoco pudo tomar la ciudad de Lima, defendida también por millares de combatientes de distintas etnía que acudieron a defender a los españoles del poder Inca. Muerto Kusi Yupanki en el asalto a este enclave europeo, el ejército patriota se parapetó entonces en la sierra central y con sus capitanes Illa Thupa, Paukar Waman, Puyu Willka, Allin Sonqo Inka y otros, contuvieron por varios meses el avance al Cusco del mariscal Alonso de Alvarado, que para intimidarlos cruelmente incendió pueblos, quemó vivos o mutiló a los prisioneros y a muchos de ellos les herró el rostro con fierros candentes para hacerlos esclavos. Por esta hazaña Inca, en la que perdieron la vida muchos de sus capitanes , Alvarado nunca pudo llegar triunfante a la ciudad del Cusco y conocer de la llegada del mariscal diego de Almagro con el auki Paullu al pueblo de Urcos, en marzo de 1537.

En abril de este año, el Inca, fracasadas las negociaciones que le propusieron Almagro para ambos tomar la ciudad del Cusco, -por las intrigas de Hernando Pizarro y de su propio hermano Paullu- levantó el cerco a esta ciudad y dos meses después dejó el fuerte de Tambo y se retiró al valle de Amaybamba, mientras que l e citado mariscal derrotado al pizarrista Alvarado, el 12 de julio de 1537 en la batalla de Abancay.

Es importante aclarar que la retirada de Manko Inka política y militarmente fue inevitable, porque diezmado su ejército no podía seguir combatiendo ni sosteniendo tres guerras a la vez. Contra los españoles, contra las fuerzas de sus traidores hermanos, y los multitudinarios hombres de las etnías alzadas contra su autoridad, que de hecho habían formado contra él una coalición superior en número y poder bélico a los efectivos que disponía. Sin embargo, los testimonios históricos, peruanos y españoles, demuestran que no obstante esta tremenda desventaja, el inca siguió luchando con heroísmo indesmayable hasta que murió asesinado en 1545.

A mediados de 1537, combatió al mariscal Rodrigo de Orgoñez hasta el pueblo de Vitcos, en 1538, castigó severamente a los huancas por su ayuda a los españoles y en este mismo año, en la batalla de Orongoy, con una pequeña caballería personalmente destruyó a la vanguardia enemiga del capitán Villadiego, mientras que Illa Thupa peleaba en Huánuco y sus comarcas, Vila Oma en el Continsuyo y Tisú Yupanki en el lejano Collasuyo. En 1539, en pleno territorio de Vilcabamba,- en Hatunpukara (fortaleza grande)- resistió a las fuerzas de Gonzalo Pizarro y a las de Paullu y en este batalla murieron Waypar e Inquill Thupa y cayeron en poder de los enemigos su hermano Kusi Rimachi,-capitán general de su ejército- y su esposa la coya Kura Oqllo. A fines de este mismo año Francisco Pizarro, fracasado su intento de atraer astuciosamente al Inka, en repudiable vindicata, ordenó la tortura y muerte de la coya, ante la vergüenza de su gente, que execrando este crimen innecesario, hidalgamente dejaron notas de su admiración al valor de esta insigne mujer peruana.

Manko Inka, sin amilanarse con esta desgracia ni trepida con los asesinos de Vila Oma, Tisú Yupanki y de otros capitanes, quemados vivos o ahogado en el valle de Yucay por decisión de francisco Pizarro, probablemente en la semana santa de 1540, con más temeridad y porfía continuó a luchar empleando con habilidad la táctica de la guerra de guerrillas. Numerosas versiones atestiguan así sus audaces incursiones entre 1540 a 1544 a las comarcas de los ríos Apurímac y Urubamba (Willkamayo) y sus reiterados avances contra la ciudad de Huamanga y del Cusco mismo.

El gobierno español,- conociendo la inexpugnable de Vilcabamba- para acabar con esta beligerancia Inca, a fines de 1542, instruyó al Presidente Cristóbal Vaca de castro para negociar una paz honrosa, la misma que se interrumpió por la rebelión de Gonzalo Pizarro y el asesinato de Manko Inka, en 1545, perpetrado por los refugiados almagristas en su Carta confabulados con los pizarristas del Cusco. Posteriormente, derrotado y muerto Gonzalo Pizarro, el gran enemigo de los incas, el presidente Gasca, aprovechando esta coyuntura, reinició estas negociaciones con el gobierno de Vilcabamba que había quedado transitoriamente en manos de Atoq Supa y tomó contacto con el auki Sayri Thupa, entonces de más o menos 13 años de edad, creyendo amedrentarlo le mandó decir presuntuosamente que “si no venía por bien sería forzado a venir por la fuerza”. Pero en nada quedó su inútil arrogancia, fracasada su gestión, lamentando su poca ventura se regresó a España. años después, en 1557, el virrey marqués de cañete continuando con estas negociaciones diplomáticas, se propuso-como decía- destruir la “ladronera” de Vilcabamba, pacíficamente o por la fuerza de las amas; ultimátum que después precipitó la salida de Sayri Thupa de este reducto peruano, precisamente para evitar su destrucción militar.

Las declaraciones que publicamos, se refiere así a varios de los puntos compendiados en este marco histórico, particularmente a las negociaciones diplomáticas del virrey Marqués de cañete con el gobierno de Vilcabamba en el curso del año de 1557, que complementa la versión oficial de diego de Fernández, desde la perspectiva propiamente peruana. Estos valiosos testimonios, confrontados con la probanza inédita de Juan Sierra de Leguísamo y las numerosas declaraciones actuadas por Loyola en 1587, aportan nuevos elementos de juicio que, con el examen de la relación del dominio Melchor de los Reyes, de los informes de Juan Bautista Muñoz, corregidor del Cusco, y de los papelos pertinentes del virrey Marqués de cañete, que deben hallarse en parte en el archivo General de indias – Sevilla, darán sin duda una visión más com´pleta para entender la historia de los incas de Vilcabamba. como se desprende de la copiosa información existente, no formaron un nevo Imperio como erradamente creyó Georges Kubler, sino que Vilcabamba fue la última base de las operaciones bélicas para continuar la guerra de reconquista , cuyo primer intento –como esta dicho –terminó en 1572 con la decapitación del último de nuestros incas: Thupa Amaro, en la plaza del Cusco. Guerra que, después de siglos de lucha, terminó en 1824 con la derrota final de los españoles y la restauración de la soberanía del Perú.

2. Los declarantes y la importancia de sus testimonios.

De sus referencias autobiográficas, se desprende que los tres fueron testigos presenciales o de oídas de los sucesos para relatar en sus manifestaciones. Pues todos dicen que conocieron a Manko Inka Yupanki, a Sayri Thupa y a su mujer la coya Kusi Warkay, a doña Beatriz Yupanki, a su hijo Juan sierra de Leguísamo, a varios de los capitanes y personajes incas que tuvieron activa participación en los primeros años de la guerra de reconquista y en las presiones diplomáticas del gobierno español contra la Corte Inca de Vilcabamba.

Lorenzo Manko, “paje” de Manko Inka Yupanki, estuvo presente en la ceremonia de su juramentación en la “casa del sol” y declara que vio después las extorsiones y escanios del Inca por los Pizarro y sus amigos. Aunque su presencia en algunos hechos posteriores que relata no es clara, sin embargo sus declaraciones confirman la retira del Inca a las montañas de Vilcabamba, las negociaciones de Francisco Pizarro para atraerlo y las incursiones guerrilleras del inca a las comarcas de los ríos Apurímac y Urubamba, a los “pueblo de Ongoy y Ocubamba término de Guaman y Cotamarca y Abancay y Limatambo y al valle de Xaquixaguana”, como las realizadas por Sayri Thupa a los valles de Markawasi, Amaybamba y Tambo. Al parecer, durante estos aciagos años de guerra, Lorenzo Manko permaneció en la ciudad del Cusco, pues en 1557, dice que fue testigo de los ajetreos de doña Beatriz Yupanki y de su hijo Juan Sierra para colaborar con el virrey Marqués de Cañete para que Sayri Thupa saliera pacíficamente de Vilcabamba y no por la fuerza de las armas. En este mismo año, declara que seducido por la curiosidad acudió hasta el lugar de Pincos para ver pasar a Lima la vistosa cohorte de Sayri Thupa y de su mujer y hermana, la bella coya Kusi Warkay.

Diego Yuqra Tikona,-yanakuna del Inka- testigo también de algunos de los desgraciados sucesos de 1533 a1558, relata asimismo el solemne reconocimiento de Manko Inka Yupanki por los señores de las “cuatro provincias” del Imperio y después patéticamente, los inicuos excesos contra el inca prisionero, su efugio del Cusco y posteriormente retirada a Vitcos y Vilcabamba. recordando con ironía una nota anecdótica, refiere que cuando francisco Pizarro le mando preguntar al Inca de porqué se había retirado del Cusco, éste le mandó decir sarcásticamente que él “no se había retirado sino que se había ido a holgar y pasear..”. en los años siguientes, Yuqra Tikona se mantuvo leal al Inca. Según su declaración, llevado de su patriotismo, actuó además de yanakuna, como eventual guerrillero contra “Guamanga y Cotomarca” por orden de Manko Inka Yupanki y después, en tiempo de Sayri Thupa, contra la localidad de Markawasi.

Durante las presiones diplomáticas del virrey Marqués de cañete al gobierno de Vilcabamba, Yuqra Tikona fue testigo de excepción. Declara que vio llegar a Vilcabamba a Juan Sierra, hijo de doña Beatriz Yupanki , con cartas para Sayri Thupa y que le vio después partir para Lima con los embajadores incas: Qori Paukar, Suti y Yauri. Su testimonio delata la preocupación de la Corte de Vilcabamba ante el ultimátum del virrey, de dar solamente seis meses de plazo para que salga Sayri Thupa. Refiere asimismo que vio el retorno de los embajadores incas con la respuesta oficial del virrey Marqués de cañete y a dos dominicos con Juan de Betanzos, y que terminadas las negociaciones, Sayri Thupa, después de hacer un “parlamento” en la “plaza grande de Vilcabamba”, salió de esta famosa ciudad con su mujer y hermana, la coya Kusi Warkay. Este declarante, formando parte de la vistosa cohorte de Sayri Thupa, lo acompañó hasta la ciudad de Lima. Recordando su entrada a este enclave europeo, dice que el virrey cortésmente le envió “una mula aderezada que le traxese” y personalmente salió a recibirlo y lo llevó a su palacio.

Francisco Waman Rimachi, al igual que los otros, fue asimismo testigo presencial dela solemne entrada de Manko Inka Yupanki a la ciudad del Cusco en compañía de los españoles y de su juramentación según el ceremonial incaico. Este declarante relata, profundamente conmovido por los excesos contra el Inca . Dice que “algunos españoles”, no le trataban como a señor antes, le menospreciaban y le daban de bofetones y que le meó un español en el rostro a le quitaron las mujeres que tenía diciendo que había de dar mucho oro e plata y aclarando el caso de la infortunada Ynquill, que “le quitaron una hermana de este testigo que el dicho mango Ynga tenía por mujer ala cual le quitó Gonzalo Pizarro y se sirvió della e hubo en ella una hija llamada Francisca que es mujer de garci López Gonzáles... ” Recordando entre otros hechos la evasión del inca de la ciudad del Cusco, refiere a la vez que salió de esta urbe con mucha gente y que él lo acompañó hasta el valle de tambo. Es probablemente que waman Rimachi permaneciera en este lugar hasta 1537,, pues rememorando la retirada del inca al valle de Amaybamba, dice que dejó el valle de tambo: “Llorando de sus ojos en presencia de todos”, expresando que ya no podía “volver”, por los “agravios y molestias” que le habían hecho los españoles y que después de ordenar la quema de las residencias incas, en Chincheros, Yucay y de otros lugares, se fue a las montañas de Vilcabamba.

En los años posteriores, este declarante permaneció en el Cusco y recordando la acción guerrillera de los incas dice: que fue reclutado varias veces para contener las incursiones de Manko Inka Yupanki y de Sayri Thupa a las comarcas de Guamanga, Limatambo, Curaguasi2 y a otros lugares. Años después, refiriéndose a las negociaciones del virrey marqués de Cañete con el gobierno de Vilcabamba, dice que vio los trajines de doña Beatriz Yupanki y de su hijo Juan Sierra de Leguísamo, y cómo lograron persuadir que en 1557, Sayri Thupa dejara el reducto peruano de Vilcabamba para residir en el Cusco.

Estas declaraciones peruanos, que dificultosamente hemos discriminado entre las otras, compendian, en cierta manera con algunas variantes y aportes singulares, el contenido de las demás evacuadas – conforme el mismo interrogatorio- hechas en las probanzas de 1587 y 1589. esta suma de testimonios, algunos muy extensos por la importancia de su contenido, con la documentación coetánea española, constituyen fuentes de primera mano e indispensable para ir rehaciendo la fascinante historia militar y diplomática del gobierno Inca de Vilcabamba, desde 1537 a 1572.

Ahora bien, nada más que para destacar algunos aspectos y cuestionamientos que se desprenden de estas declaraciones, reseñamos los siguientes puntos:

1° Manko Inka Yupanki fue el inmediato sucesor de Wascar Inka, en el gobierno del Tawantinsuyo o Perú Inca.

Esta afirmación descarta el inveterado error de seguir llamando “Ultimo Inca” al rebelde Atao Wallpa, la falsísima creencia que el imperio fue desbaratado por un “puñado” de españoles en el crepúsculo sangriento de Cajamarca, en 1532, y el despropósito que Francisco Pizarro nominó ad digitum a Manko Inka Yupanki como al señor del Imperio.

Los testigos dicen unánimamente que muerto Wascar Inka- probablemente a fines de 1532, un grupo de sus hermanos : “Guari Tito (Wari Tito), Cusi Rimachi (Kusi Rimachi), Pichu Tito, Topa Gualpa , Atao Supa, Ynguil Topa (Inquill Thupa), Paullu o Paullu Topa (Thupa)” con otros más que no recordaban sus nombres ,-en algún lugar del Cusco- propusieron y eligieron al joven Manko Inka Yupanki para que legalmente le sucediera en el gobierno del Tawantinsuyo. De estos hijos de Wayna Qhapaq se tienen algunas noticias . Wari Tito con su hermano Mayta Yupanki, fueron muertos por la gente de Atao Wallpa, antes de julio de 1533; Atao Supa (quizás el Octoxopa de pedro Pizarro o el Atausa de los documentos almagristas) muerto por Diego de Almagro en 1535; Kusi Rimachi, fue capitán general del Inca; Thupa Wallpa, reconocido presuntamente por Inca en Cajamarca a la muerte de Atao Wallpa en agosto de 1533, Inquill Thupa, muerto en la batalla de Machupukara. En cuanto a Paullu, según sospechó Kubler, parece que hubo dos hermanos del mismo nombre con alguna distinción que no se identifica, uno mayor y otro adolescente en 1533 (Pedro Pizarro, 1978, cap. XV, p. 44; Pedro Sancho de la Hoz, 1968, p. 286; Pedro Cieza de León, 1979, III a, cap. LVI, p. 290; Cabello Valboa, 1951, p. 474; Kubler, 1947).

El testigo presencial, Mancio Sierra de Leguísamo, confirmando estas declaraciones entre otros, dice con claridad y sin dejar duda que cuando francisco Pizarro se encontró con Manko Inka en el asiento de Vilcaconga, entonces ya era “señor” y que “como tal gobernaba” (RAHC., XIII, p. 177).


2° El Inca, estando en prisión fue repetidas veces extorsionado y escarnecido inicuamente por los Pizarro y sus secuaces.

El cronista Oviedo, compendiando estos oprobios, dice: “No dejaron mujer ni hermana a quien no forzasen, ni oro que no tomasen, ni ropa que no saqueasen, ni tierra en que pudiese hacer sus sementeras. Y en su persona sufrió grandes oprobios, allende de los temores que cada día le ponían, que fueron tan grandes, que enviaba a rogar a los cristianos que el pensaba que tenía por amigos , que pues estaba cierto que había de morir, por no cumplir tanta cantidad de oro y joyas como Hernando y Juan Pizarro le pedían, pues ya les había dado lo suyo y lo de sus principales, que por amor a Dios no le quemasen ni aperreasen, que es muerte...muy aborrecida, sino que lo ahorcasen, porque feneciese presto...” (1959, tomo V, p. 153).

F. Waman Rimachi, que : “Le hicieron los españoles muchos agravios pidiéndole más oro y plata que le había dado que fue mucha cantidad e no tenía que darle e quitaron a su mujer hermana deste testigo que le quitó Gonzalo Pizarro y se sirvió della...” (Fs. P48v).

El propio inca a los almagristas Pedro de Oñate y Juan Gómez Malaver: “¿Cómo el grande apo de castilla manda que tomen a mis mujeres y me tengan preso con una cadena al pescuezo y me meen y carguen en la cara?, que Gonzalo Pizarro hermano del apo mayor, me tomó mi mujer y me la tiene...” señalando nombres , dice que hasta “con una vela encendida le quemaban las cejas” (Cusco, 31.III.1539, en Raúl Porras B. 1959, p. 337).

En este punto es importantes aclarar, contrariando las afirmaciones almagristas y la de las propiedades autoridades hispanas, que este género de agravios no fue la causa del alzamiento del inca aunque debió probarle la maldad de los españoles. Por distintos y copiosos documentos, se comprueba que los planes de reconquista del Inca fueron anteriores a estas iniquidades. Precisamente, fue apresado a mediados de 1535, por descubrir los Pizarro la conspiración para echarlos del Perú (Pedro Pizarro, 1978 , cap. XV, p. 102; Gómora, 1946, p. 237, 1947, p. 484; Cieza de león, IIIa. 1979, cap. XC, 411 Herrera, Dec. V, lib. VIII, cap. I. P. 53; Edmundo Guillén Guillén, 1974m p. 126; 1981, pp. 61-99).

3° Manko Inka yupanki, desde el reducto patriota de Vilcabamba, continuó la guerra de reconquista contra los invasores, mediante la guerra de guerrillas.

Confirmando los testimonios peruanos que publicamos y la versión de los documentos españoles, se constata la lucha permanente del Inca contra los enemigos y las etnías que lo apoyaban.

Entre otros declarantes , el kuraka Luis Quiño, dice: “Que por se hallar presente este testigo sabe y es público y notorio que el tiempo que el dicho Mango Ynga vivió sus capitanes robaban y asaltaban todos los pueblos...que estaban comarcanos a la dicha provincia de Vilcabamba ansimismo a todos los españoles que pasaban de una parte a otra de Guamanga y Parcos e aún hasta jauja... ” (Fs. 677).

El testigo Pedro Tapia, yanakuna de Manko Inka y su hija Kusi Warkay, que: “Sabe este testigo que Mango Inga por sus capitanes salió hacer robos y saltos...a los caminos especialmente Poma Supa e Sanoyto que salieron al valle de Limatambo e llevaron a este testigo y doscientas (personas)”...con sus mujeres e hijos... a Vilcabamba (Fs. 951).

4° Sayri Thupa, salió de Vilcabamba por presión diplomática del gobierno español y para evitar invasión enemiga a este último reducto patriota del Perú.

Según aparece de la crónica oficial de Diego de Fernández (1963, cap. IV, pp. 63-69), el virrey marqués de cañete dio plazo de seis meses al gobierno de Vilcabamba para que Sayri Thupa saliese de lo que despectivamente llamaba “aquella ladronera”. En efecto antes del vencimiento de este ultimátum, el auki salió de Vilcabamba el 8 de setiembre de 1557.

De los hechos posteriores y otros testimonios contrarios surge la duda histórica ¿Sayri Thupa salió de Vilcabamba como Inca legítimo o simulando este cargo, para evitar la invasión militar de este baluarte Inca?

Mientras el gobierno hispano consideró a Sayri Thupa como a Inca legítimo y su salida la tuvo como un triunfo diplomático, su hermano Titu Kusi Yupanki negó este hecho, sosteniendo que Sayri Thupa nunca fue Inca porque muerto Manko Inka, le sucedió “por derecha línea” su hermano Thupa Amaro y que dentro de la jerarquía de Vilcabamba solamente tuvo el cargo de “lugarteniente” para que atendiese los asuntos de la guerra (Vilcabamba, 20, VI. 1559. HC. N° 10, p. 84). Confirmando esta versión, en la Información de 15.1.1580, que mandó hacer el segundo marido de doña maría Kusi Warkay, se dice igualmente que Manko Inka se retiró a “Vilcabamba con su hijo Topa Amaro que era su subcesor” (RAHC. XIII, p. 175; Carlos Daniel Valcárcel. 1948. RL., pp. 100-106). En 1567, en la probanza de Carco que se hizo para probar el derecho de Titu Kusi Yupanki al gobierno de Vilcabamba, insistió en negar el incasgo de Sayri Thupa (HC. N° 10, p. 73) y más claramente en la “Instrucción...2 que dictó en 1570, que este auki salió no como inca sino como persona encargada por la Corte de Vilcabamba para vivir entre los españoles (1916. p. 101) para mayor abundamiento Pedro sarmiento de gamboa, en la Historia Indica de 1572, recogiendo el rumor general dice que Thupa Amaro fue tenido por sucesor de Manko Inka y que era “incapaz” o “uti” (con este vocablo se llaman los que sufren de epilepsia, aún en la actualidad en los valles serranos) (1965. Cap. LXX, p. 276).

Esta contradicción explica el interés del capitán Loyola para demostrar testimonialmente que Sayri Thupa habría sido legítimo sucesor de Manko Inka, no tanto por la voluntad de su padre, sino por previsión de su abuelo Thupa Inka, por lo que desde niño fue llamado Wayna Ynga (Inka mozo) y vivió en las residencias de este famoso monarca del Imperio y que por haber sido señalado por su mayorazgo le correspondían los bienes de Thupa Inka y las tierra que le había ganado a los sacerdotes del sol en juego del ayllo. Sin embargo, los testigos no son claros, pese a la inducción de las preguntas del interrogatorio al que respondieron sibilinamente, diciendo que a la “sazón que murió” Manko Inka, le dieron la borla o de manera confusa, abierta contradicción con el relato de diego Fernández que, en forma indubitable, dice que Sayri Thupa recibió la borla en Vilcabamba entre los meses de julio y agosto de 1557 (1963, cap. IV. Pp. 63-69).

Cualquiera que sean los hechos, la verdad es que más o menos dos años después de la carta de Titu Kusi yupanki (1559), que demostraba el fiasco político del virrey Marqués de Cañete, el infortunado Sayri Thupa murió trágicamente, según se dijo, envenenado por Francisco Chillche, un kuraka cañari, incondicional servidor de las autoridades españolas (carta de Martín de Pando, Talawara, 7.XI.1567, publicada por Edmundo Guillén Guillén. HC. N° 10, p. 85; Murúa dice que lo mataron “con ponzoña , 1962, cap. LXXIV, p. 230”).

5° Tributaban al gobierno de Vilcabamba, además de los Satis, Capacatis, Manaries y Pilcosones, otras provincias,- cuya identificación y ubicación geográfica se hallan aún en proceso de investigación.

En la segunda “memoria” que Titu Kusi Yupanki entregó al oidor Juan de Matienzo en el puente de Chukichaka (18.VI. 15659, aparece una relación de “provincias ” que, según este Inca, tenía “millones” de habitantes que ocuparían “dos veces tata tierra desde Quito a Chile”. Según esta relación oficial recogida por Guillermo Laman (MP., vol. XXII, N° 166), eran las siguientes:

“La provincia de Auancay y la provincia de Syquiani y la provincia de Chacumanchay y a las provincias de Nigrias y la provincia de Opatari y la provincia de Paucarmayo y estas están en la cordillera que va a dar al Mar del Norte y hacia los Chunchos y asimismo la provincia de Pilcozuni que es hacia la parte de Rupa Rupa y la provincia de Guarampay y la provincia de Peati y la provincia de Cuirinaua y la provincia de Chiponaua”.

Matienzo que copió esta relación (Gobierno del Perú. 1967, cap. XVIII, p. 294) incluye las provincias de Vitcos y Manari, en cuanto a las demás, enmienda los nombres de “Syquiani” por “Sucuane” y “Guarampay” por “Guaranipo”.

El kuraka Luis Quiño (fs.681v), ampliando el número de estas provincias que tributaban al gobierno de Vilcabamba, indica las siguientes: “Manari e Momori, Precucuna, Chiponaua, Ycayampusi, Upatari y Chicomanchay”, todas ellas con “sin número” de habitantes.

Aunque France-Marie Renard de Casevitz (BIFEA, 1981, Tomo X, N° 3-4. pp. 113-140) pone en tela de juicio la relación de Titu Kusi yupanki, sin embargo los alegatos políticos de este Inca sobre las necesidades que entonces tenía no contradicen la existencia de estas “provincias” asi fueran pequeñas, que debieron antes haber formado parte de las provincias amazónicas del Tawantinsuyo. La ubicación de estas “provincias” será difícil, porque sus viejas toponimias impuestas por los incas han sido olvidadas o han cambiado con el tiempo, si antes no se confrontan sus etimologías como buenos derroteros etnológicos y se hallan los documentos tan importantes como la visita a los Pilcosones hecha por el R.P. Marcos García y Martín de pando en 1568, se examinan las probanzas y testimonios de los oficiales y soldados que participaron en la campaña contra Vilcabamba en 1572 y de los que persiguieron a Thupa Amaro Inka, hasta el río Picha, más todavía si no se encuentran las relaciones de martín Hurtado de Arbieto, de Baltazar Ocampo y de otros que hicieron entradas con capitanes incas a la tierra de los Manaries y Pilcosones, cuyos datos deben examinarse con mapas seguros del “Cusco Norte” , que a la fecha no existen . Por esta razón, estimamos importantes el trabajo pionero de Stefano Varese (La Sal de los Cerros, 1973) y el citado Frances-Marie Renard de casevitz.

6° Que las “provincias” que “ganaba el Inca a los sacerdotes del sol”, por el “juega del ayllo”, eran de su libre disposición, para dejarlas a su hijo o nieto que estimase conveniente.

Las referencias de Lorenzo Manko (fs.1035), de Francisco Waman Rimachi (fs.950) y Santiago Moyon Thupa (fs.1048) constituyen un nuevo aporte etnohistórico que amplía y confirma los datos de Cristóbal de Albornoz y Bernabé Cobo , examinados por Tom Zuidema (JSA. Los ayllus y el amaru, 1967, tomo LVI-I, pp. 41-51).

En la provincia actual de Lucanas-distrito de Cabana-hasta hace algunos años atrás se practicaba el juego del ayllo o liwi, ya no como un acto ritual sino distracción de los niños de la localidad, que consistía en lanzar un objeto y atraparlo en el aire con el ayllo de tres ramales.


Abreviaturas

AGI Archivo General de las Indias.
BIFEA Boletín del Instituto Francés de estudios Andinos.
BL Boletín de Lima.
CDI Colección de documentos Inéditos...de las antiguas
posesiones.
CDIHCH Colección de Documentos Inéditos para la Historia de
Chile.
CDIP Colección de Documentos Inéditos para el Perú.
CDVG Colección de Documentos de don Vicente J. García.
CLDRHP Colección de Libros y Documentos Relativos a la
Historia del Perú.
HC Historia y Cultura.
JSA Journal de la Société des Américanistes.
RAHC. Revista Archivo Histórico del Cusco.
RH. Revista Histórica.
RL. Revista de Letras.
RMP. Revista Mercurio Peruano.
RR.GG.II. Relaciones geográficas de Indias.


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Historia épica de cómo los Incas lucharon en defensa de la soberanía del Perú o Tawantinsuyo de 1536 a 1572
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