LA FARSA ANTI-DOPING 

Edwin Kako Vasquez
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Basta con que un deportista conozca de antemano la fecha exacta del examen anti-doping para poder pasarlo sin contratiempo. Por ejemplo, puede tomar productos para camuflar, borrar, diluir o eliminar las huellas de la sustancia ilegales que ha estado consumiendo. Puede inyectarse 200cc de orina sana mediante una sonda o cambiar su orina contaminada por la de su entrenador. Puede también consultar con un médico la lista de los productos que escapan a los controles, ya sea por que en ese momento no son detectables con los medios técnicos disponibles o por que todavía no están prohibidos por el Comité Olímpico Internacional. En realidad,las trampas son muchas.

En los Juegos Olímpicos de Seúl, los soviéticos instalaron un moderno laboratorio anti-doping en un barco que anclaron cerca de la capital coreana. Allí, los atletas de la ex Unión Soviética pasaron exámenes análogos a los que realizaba la comisión médica del Comité Olímpico Internacional. 

Al más mínimo indicio de sustancias incriminadoras presentes en el organismo, el atleta era excluido de las finales. En 1983, los norteamericanos prefirieron en cambio adiestrar a sus deportistas. Ese año el Comité Olímpico de los Estados Unidos organizó un completo curso para enseñarles cómo pasar los controles anti-doping que se harían en los Angeles.

Esto explica por qué los controles anti-doping sólo descubren a los "imprudentes imbéciles", o
los "descuidados mal aconsejados".

Lo importante, entonces, es estar siempre alerta. Sobre todo no bajar la guardia en competencias menores donde algunas veces se practican exámenes por sorpresas, como le ocurrió, por ejemplo, Laurent Fignon cuando su exámen dió positivo en el Tour de Wallonie en 1987. Estos últimos, los exámenes inopinados, son los más temidos por que el riesgo de ser descubierto es muy alto. 

Un día cualquiera, sin previo aviso, se presentan en el lugar de entrenamiento un grupo de
médicos a recoger muestras de orina. Sin tiempo para trucos.

Noruega fué el primer país en 1977 que introdujo de modo sistemático los controles fuera de las
competencias. En un principio, los resultados desencadenaron una oleada de indignación, la mitad de los deportistas noruegos se dopaban. Quince años después, en los juegos de Barcelona, este país ocupó el puesto 22 de la clasificación general.

En conclusión, el uso de medicamentos prohibidos en el deporte de alta competencia suscita muchas
controversias. A pesar de los programas establecidos por las entidades deportivas para controlar esta práctica que traiciona el ideal del deporte, el uso del doping alcanza en algunos lugares niveles escalofriantes.


EDWIN KAKO VAZQUEZ
HISTORIADOR Y ESCRITOR DEPORTIVO