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Beisbol y Medicina
UN NIÑO, UN GRANDELIGA Por Braulio Arteaga Nos causa mucha ternura
cuando vemos a un niño uniformado con su traje de béisbol
marchar hacia el estadium
al lado
de su representante. Por experiencia sabemos que un hijo de padre
fanático del juego del bate y la pelota desde que nace, ya tiene
reservada una gorra y una divisa por quien será capaz hasta de perder el sueño. Todo padre
le ha
enseñado a su muchacho como hacer swing con el bate, como coger un
rolling y como atrapar un fly, luego le busca un equipo escuela donde
pueda jugar con otros niños
de su edad. Años atrás cuando
presenciaba un mundial de béisbol infantil que se realizaba en Caracas y
en el cual Venezuela se coronó campeón, al observar
a aquellos pequeños saltar de alegría que nos contagiaba
a todos, jamás imagine que dos
de esos chipilines Omar Vizquel y
Carlos Hernández se convertirían en estrellas del big show, pero
estoy seguro que los padres
de ellos si lo habían
pensado e hicieron todo lo posible por
ayudarlos a
alcanzar esa meta. Un grandeliga, un jugador de béisbol mayor, la mayoría
comenzaron jugando béisbol desde su infancia, como todos lo niños,
jugaban por divertirse, para hacer amigos,
para demostrar sus cualidades, para aprender y para desarrollar nuevas
capacidades motoras. De millares de jóvenes que día
a día inundan los campos de béisbol, muy pocos tendrán las
condiciones y la suerte de poder vestir un uniforme de la MLB. Sobre todo
en Latinoamérica, los grandesligas de la región han tenido enorme
influencia en muchos jóvenes que ven reflejados
en ellos el norte de
su futuro. Casi todos estos grandesligas provienen de hogares muy pobres,
con padres que difícilmente podían haberles dado una educación académica
adecuada, por no contar con recursos económicos. Muchos de estos
bigliguers aún siendo niños tuvieron que trabajar para ayudar
a llevar el pan
a sus casas. Hoy cuando un niño sabe quien es Sosa, A-Rod, Abreu,
Alomar, Guerrero, Padilla, Durazo, tiene el sueño de ser algún día como
ellos. Con esta introducción doy inicio a una serie de tres artículos sobre el niño y el béisbol,
van dirigidos a entrenadores y representantes, y tienen la finalidad de
buscar la manera para que podamos obtener un atleta sano física y
mentalmente. Primero hay que aclarar que la capacidad deportiva no
se acelera por empezar a jugar al béisbol a temprana edad. Pero cuando
inscribimos a nuestro hijo en una escuela de béisbol debemos estar
seguros que el niño esté sano y en buena forma física, por lo tanto
recomendamos una evaluación médica integral. El profesional de la
medicina realizará una historia clínica
detallada donde se
investiguen antecedentes de lesiones antiguas leves, moderadas o graves en
la cabeza, el cuello, los hombros, los codos, los brazos, las muñecas,
los dedos de manos y pies, la cadera, los muslos, las rodillas, los
tobillos y los pies. Esto es muy importante porque en el juego se pondrán
en movimiento todas estas estructuras al correr, saltar, estirarse,
encogerse, y girar bruscamente cabeza tronco y extremidades. También hay
que conocer todas las enfermedades que el niño ha padecido como alergias,
epilepsia, asma, enfermedades infecciosas, y antecedentes de operaciones
que se le hayan realizado. Hemos observado casos severos de niños que han
sido picados por hormigas y abejas y han presentado reacciones graves
donde se le ha tenido que administrar esteroides y adrenalina. También
casos de niños que han presentado crisis asmática, y casos de niños
bajo tratamiento con barbitúricos contra la epilepsia, los niños bajo
los efectos de barbitúricos pueden presentar disminución de los reflejos
motores y adormecimiento en estas condiciones es muy fácil lesionarse.
Los casos de niños anémicos también son de cuidado, estos niños pueden
tener dificultad respiratoria y tienden al cansancio con la actividad física.,porque
tienen disminuida la cantidad de glóbulos rojos en la sangre. Hay que investigar también los antecedentes
familiares de enfermedades cardiacas, hipertensión arterial, diabetes y
enfermedades del sistema nervioso. Debemos conocer que medicamentos está
tomando, debemos conocer si se le ha administrado correctamente el esquema
de vacunas contra la tos ferina, el sarampión, viruela, hepatitis b, tétanos,
poliomielitis y contra la tuberculosis. El niño debe responder si ha
tenido mareos, palpitaciones, dolor en el pecho, tos, dificultad para
respirar, alergias, hinchazón de tobillos, nauseas, vómitos, dolor
abdominal, dolor de cabeza, desmayos, desvanecimientos, convulsiones
(preguntado a terceras
personas), preguntarle si orina o evacua con sangre. El médico también debe hacer un examen físico total donde entre otras cosas observe la movilidad e integridad de las articulaciones, los reflejos, la vista y la flexibilidad de su aparato locomotor. Debe llenar una ficha donde apunte el nombre del niño, dirección y el nombre del representante. Con el peso y la estatura diagnosticará de acuerdo a la edad si su desarrollo pondoestatural es el adecuado. También al evaluar el sistema cardiovascular podrá detectarse la presencia de soplos (muchas veces por anemia) y algún otro ruido cardiaco anormal. Al revisar el abdomen, la región inguinal y genital podrá detectarse lesiones en la piel o la presencia de hernias que tendrían que resolverse por cirugía. Para finalizar se evaluaría el sistema neurológico. Al hablar con el niño debemos observar su personalidad, ver si es cooperador, si es silencioso, si es activo, si es líder, si es sumiso. Es recomendable que se le realice un examen sanguíneo para determinar su hemoglobina, la morfología y número de glóbulos blancos, urea y glicemia., un examen general de orina y de heces.
BRAULIO ARTEAGA
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