REPORTAJES
"El Pelotero" On Line
El Béisbol y su Dios Teobol
Dr. Jaime Cervantez

ADOLFO LUQUE (PAPA MONTERO)

Tal como veíamos a Adolfo Luque, bajo de estatura, gordito, así lo recordamos. Casi rojo de la cara, con un vozarrón y sentado en un banco de madera grueso frente al dug out de primera base del Parque Puebla, dando órdenes, gritándole a estrellas como Salvatore Maglie, Adrian Zavala, Sandalio Consuegra, Gamo Pagés, Beto Ávila, todos ellos quietos y callados recibiendo las instrucciones de uno de los grandes del béisbol. Ninguno se atrevía a refutarlas; todos eran arrastrados por la calidad de ese hombre de gran trayectoria y un prestigio que sometía a todo ese conjunto de  estrellas que le obedecían ciegamente.

Esto me recuerda a otro gran hombre del béisbol de Puebla: Luis Esma, a quien yo le preguntaba:

- ¿Cómo fue que llegaste a los campeonatos mundiales amateurs? ¿Te llevó alguien de aquí de Puebla?

- ¡No! - me contestaba. - Yo me fui a México con los que manejaban la federación, yo no nací para someterme a pendejos. O te sometes a otro igual, con la misma capacidad que tu, o ¡mejor a otro de más capacidad que tú!

Cuánta verdad encierra esto en la vida práctica. Qué difícil es someterse a alguien que tenga capacidad inferior a la nuestra. Por dignidad propia, por virilidad, es imposible someterse a una persona inferior psíquicamente. Y esto mismo lo vi en los jugadores del Puebla. Adolfo Luque, con la trayectoria que tenía en Estados Unidos y Cuba, tenía lo suficiente para imponer respeto. Cuando gritaba a algunos de sus jugadores era porque él tenía razón. Era el modelo de manager; el de más renombre que ha tenido el Puebla. Hablaba inglés y español; hombre que habla dos idiomas vale por dos.

En Estados Unidos Luque estaba considerado como el cubano más importante, ya que tenía muy buenas relaciones con americanos blancos y negros.

Se cuenta que una vez - manejando al Almendárez de Cuba- (uno de los dueños era, July Sanguilly quien acaba de fallecer), el pitcher negro Terris McDuffie, después de 2 días de descanso, se rehusaba a pitchar, obligando a Luque a decirle por segunda vez:

- ¡Tienes que pitchar, McDuffie! ¡Te necesito!

- ¡Ya te dije que no voy! - le decía McDuffie.

- ¡Te necesito! - insistía Luque gritando.

- ¡Ya te dije que hoy no pitcheo! - le contradecía McDuffie.

- ¡Vamos a hablar a la oficina! - le dijo Luque, casi bufando.

Pasaron por el vestidor dirigiéndose a la pequeña oficina que estaba atrás. Para este momento todos los jugadores se veían y meneaban la cabeza, preocupados, ya que ambos estaban sumamente alterados. Conocían el temperamento de Luque y sabían que todo era posible ya que gracias a ese temperamento había triunfado en Estados Unidos. Luque tenía una enorme determinación en sus actos.

Se metieron en la oficina, cerrando la puerta. Tan pronto ocurrió esto los jugadores se acercaron a la puerta, tratando de oír qué sucedía adentro.

- ¡Siéntate! - dijo Luque.

McDuffie se sentó mientras Luque iba al escritorio y sacaba una pistola de uno de los cajones. Apuntándole le dijo:

- ¡Ahora sí, hijo de la chingada, vas a pitchar o no!.

- ¡Dame la pelota! - respondió usualmente McDuffie.

McDuffie salió bruscamente y sin hablar a sus compañeros. Se fue derechito con su cátcher y sólo le dijo "vamos a calentar".

McDuffie estaba bravo; no decía nada pero por dentro era un volcán. Se fue a la loma y pitcheó con ese coraje con el que juegan los negros, tirando un juego de 2 hits.

Lo anterior fue escrito en Estados Unidos sin embargo, platicando con la señora Yvonne Recek de Luque nos dijo lo siguiente:

- McDuffie se vendió, por eso no quería pitchar, cuando llegó al montículo de pitcheo comenzó a pitchar una pelota arriba, otra abajo, otra que ni la agarraba el cátcher y cuando la pasaba de strike le daban de hit, así le pitchó a varios bateadores hasta que Luque cansado de esto fue a la loma de pitcheo, lo sacó, se regresó con él a los vestidores y ahí le metió un balazo en una pierna.

Ustedes se han de imaginar cómo estaría de enojado Luque para hacer eso, sentía al béisbol muy dentro de su cerebro y tremendo lío que se armó en el parque, la gente se preguntaba qué había pasado, Luque hizo la aclaración de que había dado el portazo muy fuerte, el embajador Somer Wells de Estados Unidos en Cuba, tuvo que ver con este tremendo accidente y Luque haciendo la gran salida con valentía y dignidad hizo la aclaración y se le conoce a este accidente como, el PORTAZO DE LUQUE.

Señores: qué valentía, qué determinación.  Cuanta admiración hemos sentido por este hombre al que conocimos y vimos de cerca, cuando nos parábamos junto a la batera del dug out del Parque Puebla, sentado en su banco de madera gruesa. ¡Ahí vimos a Adolfo Luque, en el Parque Puebla!

Debemos agregar que Adolfo Luque era primo en segunda rama materna de otro hombrazo del toreo, el gran Manolete

En Puebla se quiso y se admiró a Adolfo Luque, el hermano de la señora Yvonne le hizo una composición que tituló:

- ELEGÍA  A PAPA MONTERO

Con cariño a Don Adolfo Luque
José Recek Saade.
Aunque yo soy un flamenco
y uso corto y albornoz,
todos los juegos me gustan,
desde el pokar al béisbol...
Y aunque no conozco Cuba,
Voy por Undivé a jurar,
que de jugar jugaría,
con el Azul Alacrán...
Con Papá, Papá Montero,
que es un señor Mariscal...
Sí Papá, Papá Montero,
Me enseñara a mí el béisbol,
le prometía yo, a lo macho,
darle a Feller un home- run...
Sí Papá, Papá Montero
me enseñara a mí a pitchear,
veintisiete bateadores,
veintisiete iba a ponchar...
Del Habana o de los Yanquees;
Del Brooklyn o del Red Sox...
Y a todos les gritaría,
al pararme sobre el box.
Aunque vean que soy flamenco
y uso corto y albornoz.
Les voy a tirar las rectas,
como si fuera cañón...
Y tal cantidad de curvas,
que si me viera un señor
jurado de Atlantic City,
diría loco de emoción:
- Ni Miss América tiene,
las curvas de ese gachó...
Y entonces yo gritaría,
al lanzar no hit- no run;
Me enseñó Papá Montero,
de Cubita lo mejor...

La señora Yvonne Recek de Luque, cuando la visitamos nos enseñó tanto de Don Adolfo, que sería digno escribir todo un libro dedicado a él, entre esto, una de tantas invitaciones que se hicieron cuando se casaron y que eran placas de diez centímetros de largo por cinco de ancho, de plata grabados los nombres de ellos e invitando a su casamiento que se hizo en la Iglesia de Santiago.

Otra de las cosas que nos impresionó fue la foto de Adolfo Luque acompañado de Panchín Batista, Gobernador de la Habana, (hermano de Fulgencio Batista), y del famoso escritor Ernest M. Hemingay, famoso novelista americano, quien vivió adorando a Cuba y murió en 1961.

También nos recordaba la señora de Luque que en aquella serie mundial en que los Medias Blancas se vendieron y que se les conoció después como Medias Negras, iban a jugar contra el Rojos de Cincinnati, Luque iba a pitchar uno de los juegos y tuvo que declarar ante el Juez Landis.

Y la señora Yvonne sigue siendo una gran dama y formando parte ilustre en la información de Puebla.


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