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A lo mejor se acuerda: el Partenón de Durazo

Llamado, sin aparente ironía, el museo de la corrupción, este palacete fue una muestra no solo de un sexenio terrible sino de todo un sistema. Desafortunadamente no aprendimos la lección de la historia

DICIEMBRE, 2013. José González González, un guarura que estuvo al servicio de Arturo Durazo Moreno, ex jefe de la policía capitalina, publicó un libro titulado Lo negro del Negro, un best-seller instantáneo que rescató a Editorial Posada, especializada en publicar revistas sobre fenómenos paranormales, de una virtual quiebra. La obra era escatológica, con una sintaxis deplorable, pero destapó una cloaca impensable para millones de mexicanos que veían como sagrada e intocable a la figura presidencial y que se sorprendieron de leer cómo un mandatario decía palabrotas. Más allá del hecho de que ese guardia calló mientras se benefició de esa corrupción, Lo Negro del Negro destapó un mundo podrido y nauseabundo al interior del poder en México.

Luego brotaron otras corruptelas, entre ellas la Colina del Perro donde el ya fallecido José López Portillo pensaba retirarse tras brindar sus valiosos servicios a la Patria. González González mencionó que Durazo, amigo de la infancia de ex presidente, había construido un caserón en medio del Ajusco donde olímpicamente provocó un gran daño a la ecología. Para ahorrarse sueldos, Durazo obligó a decenas de policías a hacerla de albañiles y cargadores de materiales para construcción. La "casa de descanso", escribió el autor, "tenía los refrigeradores llenos de costosas exquisiteces (naturalmente a cargo del Estado mexicano) que se echaban a perder mientras alrededor había poblados donde sus habitantes no tenían ni para comer".

El libro provocó indignación tal que Miguel de la Madrid inició una investigación contra Arturo Durazo --a López Portillo ni siquiera lo molestó con un requerimiento-- pero para entonces el "general", un cargo inventado, ya había huido al extranjero. Meses después la Interpol lo localizó en Puerto Rico y lo extraditó a México donde lo primero que hizo fue demandar penalmente por difamación a González González quien ya tenía otra baraja reservada al señalar que su ex jefe lo había enviado varias veces a "vigilar" una residencia en Zihuatanejo y a la que se conocía como "el Partenón". Durazo alegó que era un "regalo" de la "gente agradecida" por su gestión en la policía capitalina pero la pus siguió saliendo pues el "Partenón" se encontraba en terrenos ejidales arrebatados a la fuerza a sus dueños. Por fin, Durazo aceptó que era suyo, "aunque fue producto de mi trabajo".

Durazo pasó unos años en prisión mientras González González, casi ciego a causa de la diabetes, gastó casi todo lo ganado en pagar su defensa legal. Ambos personajes fallecieron años después.

La PGR confiscó el "Partenón" el cual luego pasó a manos de la Contraloría de la Federación, armatoste creado por De la Madrid para supuestamente combatir la corrupción. Más tarde fue arrendado por el gobierno de Guerrero el cual decidió convertirlo en museo. Ante la imposibilidad de hacer lo mismo con la Colina del Perro lopezportillista, se optó por dar circo en vez de justicia.

El "Partenón" era una bofetada con guante de hierro para todo mexicano pobre. Contaba con helipuerto, miniplaza de toros, pista de atletismo, gimnasio --que su rechoncho propietario seguramente jamás utilizó-- una sala-discotheque con modernísimo equipo de sonido e iluminación sincronizada, sala de masaje, jacuzzi, alberca con vista al mar, nueve habitaciones, baños chapados, cocina con refrigeradores industriales (plateados y de gran capacidad), jaulas para animales, cuartos amueblados a todo lujo, un bar de mediano tamaño con una colección de vinos y licores, antena parabólica, sala para TV y amplios jardines. En Colombia esta ostentación era propia de los capos del narcotráfico. ¿Cómo era posible que ello hubiera ocurrido con quien había sido jefe policiaco del Distirito Federal?

Asimismo, el "Partenón" contaba con alrededor de 18 estatuas. Cuando estaba construyendo ese caserón, el "general" vio varios catálogos y realizó una caótica combinación de estilos donde el diseño supuestamente "griego" se aparejaba con estatuas de dudoso estilo "romano", algo que el columnista Guillermo Fárber llamó "exquisito Art Nacó. El "Partenón" evidenciaba un caso típico del pésimo gusto que presumen los nuevos ricos. González González escribió que en su juventud, Durazo había sido un "sacamalhoras" y ex gángster universitario de poca monta; difícilmente iba a tener el toque arquitectónico de un Frank Lloyd Wright o un Pedro Ramírez Vázquez.

El "Partenón" fue un buen negocio --sus ganancias supuestamente eran destinadas al DIF-- pero con el cambio de gobierno (el mandatario saliente fue el malogrado José Francisco Ruiz Massieu) se terminó la "atracción" que llegó a tener hasta cinco mil visitantes cada fin de semana mientras que la construcción quedó en el olvido y pronto se registraron los primeros saqueos: desaparecieron los muebles, las cortinas, el equipo de sonido, las gradas de la "plaza de toros", las motocicletas con las que el "general" gustaba pasearse; las estatuas corrieeon peor suerte, algunas fueron decapitadas, destrozadas a mazasos y aun hubo las que fueron rafagueadas. Un artículo de Proceso años después dio cuenta que hasta los sockets de electricidad se los habían robado.

Durante un tiempo el "Partenón" funcionó como Casa de la Cultura pero la idea no funcionó. Los lugareños decían que ahí se aparecían "los muertos" de Durazo, entre ellos los doce ejecutados del Río Tula. Otros afirmaron que durante la época colonial hubo ahí una matanza de indígenas que se rebelaron contra los conquistadores españoles y que sus espíritus no descansaban en paz. Alguien más recordó que en ese peñasco se habían efectuado misas negras en los 60 y 70.

Hoy el "Partenón" se encuentra en ruinas y sus restos se deshacen como los huesos de quien fuera alguna vez su propietario. Lástima que la corrupción en México no terminó ahí. Es una lección que no aprendimos y que ahora se repite, ya no con un Negro Durazo sino con un Romero Deschamps, un Moreira, un Napoleón Gómez Urrutia...

 

 

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