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Georg Trakl (1887 - 1914)
Homenaje

GRODEK

Al atardecer suenan los bosques otoñales
con armas mortíferas, las áureas llanuras
y lagos azules, encima el sol
rueda más lúgubremente. La noche abraza
a guerreros moribundos, la queja feroz
de sus destrozadas bocas.
Mas quietamente se acumula en el fondo de los prados
una nube roja, en la que un Dios airado habita,
la sangre derramada, frescura lunar;
todas las calles confluyen en negra podredumbre.
Bajo el áureo ramaje de la noche y las estrellas
vacila la sombra de la hermana por la callada floresta,
para saludar a los espíritus de los héroes, a las cabezas sangrantes;
y suave suenan en los juncos las flautas oscuras del otoño.
¡Ay, orgullosa aflicción!, altares de hierro,
la ardiente llama del espíritu alimenta hoy un inmenso dolor,
los nietos no nacidos.

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A NOVALIS (segunda versión)

En tierra oscura reposa el sagrado extranjero.
Un dios le arrebató la queja de su dulce boca,
cuando él se hundió en plena floración.
Una flor azul sobrevive a su canto en la casa nocturna de los dolores.

 

Según Rodolfo Modern “no a Novalis sino a Georg Trakl corresponde, por derecho propio, este autorretrato tan hermoso como lacerante, tan aparentemente objetivo y conmovedoramente íntimo, sucinto pero clave maestra para comprender su sentido y meta.”

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RONDEL

El oro de los días se ha extinguido,
los tonos pardos y azules del atardecer.
La dulce flauta del pastor murió,
los tonos azules y pardos del atardecer.
El oro de los días se ha extinguido.

(Traducción: Rodolfo Modern)

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ENSUEÑO Y DEMENCIA (fragmento)

 

Un coral de órgano lo llenaba de estremecimientos divinos. Pero él pasaba sus días en una sombría caverna; mentía y robaba, y se escondía, tal un lobo flamígero, del blanco semblante de la madre. Oh, la hora en que, al desplomarse con la boca pétrea en el jardín estelar, se extendió sobre él la sombra del asesino. Con la frente empurpurada se encaminaba al pantano, y la ira de Dios flagelaba sus hombros de metal. Oh, los abedules en la tormenta, la sombría alimaña que evitaba sus rutas de desvarío. El odio consumía su corazón, la voluptuosidad, cuando en el reverdeciente jardín estival, violó a la silenciosa criatura, en cuyo rostro resplandeciente reconoció el rostro de su propia locura. Ay, en la ventana del anochecer, cuando entre las purpúreas flores surgía un pavoroso esqueleto, la muerte, Oh, torres y campanas. Y las sombras de la noche caían como piedras sobre él. 

 

(Traducción: Aldo Pellegrini)

. En cartas a Ludwig von Ficker, el poeta escribe:
“... Demasiado poco amor, demasiado poca justicia y piedad, y siempre demasiado poco amor; demasiada dureza, orgullo y todo tipo de criminalidad - eso soy yo. Sé muy bien que omito el mal sólo por debilidad y cobardía y con ello envilezco aún mi maldad...”
“... Es una desgracia tan increíble cuando el mundo se le derrumba a uno. Oh Dios mío, qué condena ha caído sobre mí. Dígame que tengo que tener aún la fuerza de vivir y hacer lo verdadero. Dígame que no estoy loco. Ha irrumpido una oscuridad pétrea. Oh, amigo mío, qué pequeño y desdichado me he vuelto.” 
“...Me siento ya casi más allá del mundo.”
 

Trakl nació en 1887 en la ciudad católica de Salzburgo en Austria, en el seno de una familia protestante. Sus estudios secundarios fueron desordenados y después de algunas vacilaciones decide emprender la carrera de farmacia. Estudia en Viena y allí recibe el título de farmaceútico. En la vida personal de Trakl se destaca solamente la pasión por su hermana Margarete. Ésta, que le seguía en edad, llegó a ser una brillante pianista, se casó joven y se suicidó en 1917. En 1910 Trakl sufre el choque de la muerte de su padre y se enrola en los servicios de sanidad del ejército, que cumplió la mayor parte del tiempo en Innsbruck y parte en Viena. En 1912 conoció a Ludwig von Ficker, editor de la revista literaria “Der Brenner”, que habría de representar un papel fundamental en la difusión de su obra. En 1913 aparece su libro Poemas (Gedichte) editado por Kurt Wolff. Al año siguiente, en Berlín conoce a varios escritores expresionistas, especialmente a Else Lasker-Schüler, cuya poesía lo impresiona. A fines de agosto fue movilizado y parte al frente de Galitzia con una unidad sanitaria. Durante la retirada que siguió a la batalla de Grodek, tuvo que cuidar a noventa heridos graves casi sin recursos médicos. Presa de desesperación intentó suicidarse. Fue enviado entonces al hospital de la guarnición de Cracovia, donde se lo tuvo en observación en la sección de psiquiatría por sospecha de esquizofrenia. Allí lo visitó su amigo Ficker. Al poco tiempo éste recibió los dos últimos poemas: “Queja” y “Grodek” y días después la noticia de su muerte , acaecida la noche del 3 de noviembre de 1914 como consecuencia de la ingestión de una dosis mortal de cocaína (según informe del doctor Michl, médico jefe del hospital militar de Cracovia).Póstumamente, en 1915, aparece Sebastián en el sueño, su segundo libro, editado también por Kurt Wolff, y que Trakl alcanzó a revisar. 

 

Georg Trakl una belleza mágica y terrible. Rodolfo Modern (Editorial Almagesto, Buenos Aires, 1996)
Georg Trakl Poemas, traducción, prólogo y notas de Aldo Pellegrini (Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 1982)
Georg Trakl Poemas, traducción, selección y prólogo de Ángel Sanchez (Alberto Corazón, Editor, Madrid, 1973)
Georg Trakl Obras Completas, edición y traducción de José Luis Reina Palazón (Editorial Trotta, Madrid, 1994)


GEORG TRAKL


Sombríos son los augurios de tu corazón viajero,
mientras bajas las pútridas laderas del caos.
En tus horas finales, como ramo de claveles escarlata,
reventaron cerebros: la guerra.
Un pie horrorizado evitó su contacto.
¡Oh persistencia honda de lo malo!
Muralla de pechos inexpugnables,
y contra ella se destrozó toda plegaria.
Inútil. El mundo es un silencio de Dios.
Son tus palabras.
Y polvo resecado las voces del hombre,
o un cero doloroso escrito en médanos fugaces.
¡Oh tu aumentada culpa flotando en charcos incestuosos!
El paso solitario de un animal azul,
tu imagen, inocente,
sobre espinosas duraciones desenmascaradas.
Ambigua flor caída en el abismo, ya colmado
el amarguísimo vaso del poeta.

                                    
Rodolfo Modern



No entiendo la poesía de Trakl, pero me deslumbra, y nada hay que me de mejor idea del genio.”
                                    Ludwig Wittgenstein




Georg Trakl se perdió en un bosque de encinas.

Su espada de humo prolongó el leve plumaje
del pájaro de oro.

Era el tiempo de partir.

El azul arde todavía en la cabeza reclinada de los árboles.

                                     
Marcelo Pichon Rivière




Escucha los colores de Trakl / las aguas vivas de su incesto.

                                       
Ana Emilia Lahitte




La obra de Trakl fue entusiastamente recibida por algunos de sus contemporáneos eminentes: los expresionistas Däubler, Franz Werfel y Else Lasker- Schüler, entre otros; por Karl Kraus, el filósofo Wittgenstein y especialmente por Rainer Maria Rilke, quien escribió notas extraordinariamente elogiosas.





“La poesía de Trakl es un objeto de existencia divina para mí... El más conmovedor de los lamentos ante un mundo imperfecto... En su obra, es la caída excusa para la ascensión indetenible.” 
                                                                                           Rainer Maria Rilke



“He tenido en su tiempo mucho contacto con Trakl, pero nunca llegamos a intimar, pues todos los que por entonces estábamos en Salzburgo no hemos comprendido su ser y veíamos en él un hombre extraño y polémico. De sus dotes de poeta estábamos convencidos, sólo que veíamos en él un fastidioso Sturm und Drang. Que esa “Tempestad y Empuje” era ya realización plena, desgraciadamente no lo supimos ver.”
                                                                                          
Hans Seebach

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