La Nación – Belgrano     Buenos Aires, jueves 16 de noviembre de 2006 pags.1 y 2

 

Cultura 

¿Dónde se esconden los poetas?

Su actividad literaria se concentra en bares, librerías, publicaciones y en sitios de Internet

 

¿Dónde están los poetas? Hay que buscarlos en la noche o descubrirlos en algún refugio a la luz del día. Porque allí están, envueltos en palabras. Soñando rosas e inventando estrellas, como alguna vez escribió el poeta mexicano Jaime Sabines. O reflejando un costado más visceral de la vida (Esto que soy, este zapato roto/ esta angustia, este estómago vacío/ esta ciudad sin pan para mis dientes), del argentino Juan Gelman.

 

Heidegger, el filósofo alemán, se preguntaba: ¿Para qué los poetas en tiempos aciagos?, al citar la séptima estrofa de la elegía Pan y Vino, de Friedrich Hölderlin. Cristina Berbari, directora de una publicación en Belgrano hecha por y para los amantes de la poesía tiene una explicación: “Qué hay detrás de un poema si no es el fijar vértigos de los que hablaba Arthur Rimbaud? En nuestra revista, la intención es transcribir esos vértigos, dar testimonio de la voz del poeta que en estos tiempos fugaces continúa su camino subterráneo y de resistencia. Es notable la cantidad de lugares donde, emulando a los antiguos trovadores, los poetas se encuentran para celebrar sus textos”.
Fijando vértigos
(http://ar.geocities.com/fijandovertigospoesia)  4544-2965 ([email protected]) va por su edición doble, que incluye versión en CD, con homenaje a Federico García Lorca, a 70 años de su muerte: “Además –dice Cristina- la poesía ha encontrado a través de Internet un espacio inimaginable. Hemos recibido textos de un español radicado en Hong Kong, de un peruano en Nueva York, de Cuba, Colombia, España, del interior y, para mi sorpresa, de una persona (el licenciado en Filología Pere Bessó) que tradujo mis poesías al catalán y que desde hace algún tiempo está preparando la publicación de una antología de poetas argentinas”.

 

Caminando por la calle y recorriendo librerías uno puede encontrarse también con propuestas atractivas como Música rara/ Poesía y aledaños , un proyecto literario que Mario Nosotti inició con simples lecturas en la Facultad de Filosofía y Letras, y continuó luego con ciclos de lectura y debate con el público en la Boutique del Libro, en Villa Urquiza. “Ya se van a cumplir dos años y medio de la salida del primer número. La idea fue mutando y lo interesante es que fuimos encontrando muchos autores nuevos, que hacen conocer sus poesías de mano en mano, en papeles fotocopiados, y eso demuestra que hay un público latente”, dijo Nosotti.

 

También en el barrio puede descubrirse la poesía de Rodolfo Naró (www.rodolfonaro.com), un joven poeta nacido en Tequila, Jalisco, que días atrás vino a presentar en la embajada de México dos de sus libros, Amor convenido y Alburemas.
El albur es el lenguaje nacido en las capas bajas de México, el doble sentido con connotaciones sexuales y que hoy se ha popularizado más allá de su origen. La poesía de Naró es la consecuencia de un amor juvenil y parte de una etapa en la prepa (el secundario en México), donde empezó a leer a grandes maestros como Amado Nervo, García Lorca y tiempo después a Jaime Sabines, el último poeta mexicano capaz de llenar el Museo de Bellas Artes con 2000 personas y otras tantas escuchándolo fuera del auditorio.
“Leía mucho a esos autores, repetía la estructura de sus poemas, la métrica, y así fue hasta que logré que mi propia palabra madurara. Y en eso tuvo que ver Elías Nandino, mi guía literario. Fue sorprendente cuando me enteré de que mi poema Jarabe de primavera se lo pasaban en fotocopias los estudiantes de la UNAM. ¿Si la poesía ha servido para ganarme amores? No –confiesa el poeta prolongando la vocal y echándose a reír-, todo lo contrario.
A las chapas (chicas) de la prepa les asustaba tanta declamación de amor y se terminaban escapando de mí.”

 

 

Todo está allí, en tu isla/ Plenitud de cantos en la aurora/ cigarras embarullando la hora de la siesta/ grillos y estrellas ocupando/ las noches y el silencio. Ilda Delgado escoge uno de sus poemas de Murmullos del jardín, y sabe que al leerlo puede despertar la musa inspiradora de un poeta adormecido. Conforma desde hace 16 años el Grupo Presencias ([email protected] ; 4782-5837) con Carolina Rodríguez, Ernesto Vásquez Rivera y Tomás Zir, que los primeros jueves de cada mes se reúnen en Onírico, un bar de Manuela Pedraza y Cuba. “Hacemos encuentros a micrófono abierto y llegamos a reunir un promedio de 40 a 50 personas. El que quiere se anota para leer dos o tres poemas, o bien un relato breve, pero además del vínculo que cada uno pueda tener con la poesía lo que cuenta para nosotros es la comunicación entre los presentes. Tenemos una escritora inmigrante de Polonia, Hanka, que tiene 90 años y está desde los inicios del grupo, viene desde General Rodríguez. Ella tradujo poemas a su idioma y los ha enviado a concursos literarios de su país. Esto es así, para nosotros la poesía abre puertas, moviliza, provoca efectos mágicos”, destacó Ilda Delgado.
O como bien lo expresó al rescatar una cita el actor argentino Juan Carlos Colombo, en ocasión de la presentación de los libros del poeta Rodolfo Naró en la embajada de México: Es bueno saber que en un mundo de turbulencias, al menos, nos quedan los poetas.

 

 

Las letras de Oriente

Tokonoma no es una revista literaria clásica ni un libro convencional sobre literatura. Sus crónicas, ensayos, traducciones y poemas sobre literatura y cultura japonesa son abordadas con la dinámica que le puede dar un observador porteño. Dirigida por Amalia Sato ([email protected]), profesora en letras en la Universidad de Buenos Aires, nieta de inmigrantes y residente en Belgrano, en la colección (ya cumplió 10 años) se encuentran temas que hablan de la mujer japonesa, el teatro noh y la poesía haiku hasta expresiones artísticas del Japón moderno como el mundo del manga y el animé de los adolescentes.

 

Andrés Asato

 

 

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