CARTA DEL VIDENTE (fragmentos)


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Porque Yo es otro. Si el cobre despierta clarín, no es su culpa. Esto es evidente para mí: asisto a la eclosión de mi pensamiento: lo miro, lo escucho; doy un golpe de arco: la sinfonía desarrolla su movimiento en las profundidades o sube de un salto a escena.
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Digo que es necesario ser vidente, hacerse vidente.
El poeta se hace vidente por un largo, inmenso y razonado desajuste de todos los sentidos. Todas las formas de amor, de sufrimiento, de demencia; busca en él, agota en él todos los venenos, para sólo guardar sus quintaesencias. Inefable tortura en la que necesita toda la fe, toda la fuerza sobrehumana, en la que deviene, entre todos, el gran enfermo, el gran criminal, el gran maldito -¡y el supremo Sabio!-¡Porque llega a lo desconocido! ¡Dado que cultivó su alma, ya rica, más que nadie! Llega a lo desconocido y cuando, enloquecido, terminaría por perder la inteligencia de sus visiones, ¡las vio! Que reviente en su salto a través de las cosas inauditas e innombrables: vendrán otros horribles trabajadores; ¡comenzarán por los horizontes donde el otro se ha hundido!

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Porque el poeta es verdaderamente ladrón de fuego.
Está cargado de humanidad, y hasta de animales; deberá hacer sentir, palpar, escuchar sus invenciones; si lo que trae de allá tiene forma, entonces da forma; si es informe, da lo informe. Encontrar una lengua. Por lo demás, como toda palabra es idea, ¡vendrá el tiempo de un lenguaje universal!

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Cuando se haya roto la infinita servidumbre de la mujer, cuando viva por ella y para ella, cuando el hombre- hasta aquí abominable- le haya devuelto lo suyo, ¡ella será poeta, ella también! ¡La mujer encontrará lo desconocido! ¿Sus mundos de ideas serán diferentes de los nuestros? Ella encontrará cosas extrañas, insondables, repugnantes, deliciosas; nosotros las tomaremos, las comprenderemos.
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Las invenciones de lo desconocido reclaman formas nuevas.

Fragmentos de la carta que el 15 de mayo de 1871 dirigiera al profesor Paul Démeny y que se conoce como Carta del Vidente.

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