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Marcel Duchamp - Stéphane Mallarmé
EL GRAN VIDRIO, la CAJA VERDE y UN COUP DE DÉS



La Novia desnudada por sus solteros es una de las obras más herméticas de nuestro siglo [XX]. Se distingue de la mayoría de los textos modernos -porque ese cuadro es un texto- en que el autor nos ha dado una clave: las notas de la Caja Verde. Clave incompleta como el Vidrio mismo; las notas no tienen más orden que el cronológico y son, a su manera, otro rompe-cabezas, signos dispersos que debemos reagrupar y descifrar. 

La Novia... es un vidrio doble, de 2,70 m. de altura y 1,70 m. de longitud, pintado al óleo y dividido horizontalmente en dos partes idénticas por un filo de plomo. En la parte más alta de la mitad superior, dominio de la Novia, flota una nube de color grisáceo. Es la Vía Láctea... envuelve tres tableros, semejantes a los que usan en los estadios para marcar la “puntuación” de los equipos ; su función consiste en trasmitir a los solteros las descargas de la Novia -sus mandamientos. Un poco más abajo, en el extremo izquierdo, aparece la Novia. Es una máquina (agrícola, aclara Duchamp ¿alusión a Ceres?). También es un esqueleto, un motor, un cuerpo oscilante en el espacio, un insecto terrible, una encarnación mecánica de Kali y una alegoría de la Asunción de la Virgen. Duchamp ha dicho que es la sombra en dos dimensiones de un objeto de tres dimensiones que, a su vez, es la proyección de un objeto (desconocido) de cuatro dimensiones: la sombra, la copia de una copia de una idea... 

El arte de Duchamp es intelectual y lo que nos revela es el espíritu de la época: el Método, la Idea crítica en el instante en que reflexiona sobre sí misma -en el instante en que se refleja sobre la nada transparente de un vidrio. El antecedente directo de Duchamp no está en la pintura sino en la poesía: Mallarmé. La obra gemela del Gran Vidrio es Un coup de dés... Duchamp ha subrayado con frecuencia el origen verbal, esto es: poético, de su obra. Frente a Mallarmé no puede ser más explícito: “Una gran figura. El arte moderno debería volver a la dirección trazada por Mallarmé: ser una expresión intelectual y no meramente animal...” El parecido entre ambos artistas no proviene de que los dos muestren preocupaciones intelectuales en sus obras sino en su radicalismo; uno es el poeta y el otro el pintor de la Idea. Los dos se enfrentan a la misma dificultad: en el mundo moderno no hay ideas sino crítica. Pero ninguno de los dos se refugia en el escepticismo o en la negación. Para el poeta, el azar absorbe al absurdo; es un disparo hacia el absoluto y que, en sus cambios y combinaciones, manifiesta o proyecta el absoluto mismo. Es ese número en perpetuo movimiento que rueda desde el principio hasta el fin del poema y que se resuelve en quizá-una-constelación, inacabable cuenta total en formación. El papel que desempeña el azar en el universo de Mallarmé, lo asume el humor, la meta-ironía, en el de Duchamp. El tema del cuadro y el del poema es la crítica, la Idea que sin cesar se destruye a sí misma y sin cesar se renueva...
Mitos de la crítica: si el poema es un ritual de la ausencia, el cuadro es su representación burlesca. Metáforas del vacío. Obras abiertas, el himno y el mural inician un nuevo tipo de creaciones: son textos en los que la especulación, la idea o “materia gris”, es el personaje único.
Octavio Paz

Extractado de “Marcel Duchamp o el castillo de la pureza” contenido en el libro-maleta Marcel Duchamp / Octavio Paz, Era, México, 1968. 

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