EL POETA Y LA COMUNICACIÓN

La revista Poesía Buenos Aires en su número XXX publicó el artículo de Edgar Bayley “Breve historia de algunas ideas sobre poesía” del cual extraemos algunas notas. 

Desde el año 1945 hasta la fecha (agosto de 1959) no he dejado de escribir poemas y artículos sobre arte y poesía. No creo haber escrito nunca en respuesta a un programa trazado de antemano. Pero tampoco creo que mis ideas poéticas hayan surgido después de haber escrito mis poemas, como consecuencia de una reflexión sobre mi obra poética. Me inclino a pensar que ambos tipos de actividad fueron simultáneos. Mucho de lo que escribí pretendía ir en apoyo -no digo explicar- de la poesía que intentaba escribir. Experimentaba la necesidad, no ya de programar mi poesía, sino de fortalecer y disciplinar mediante la reflexión la experiencia que deseaba cumplir a través de mis poemas.
Es evidente que esta necesidad se hace sentir mucho más en los casos en que alguien se aparta de los caminos sólitos, de las autoridades establecidas y de las vías de comunicación universalmente admitidas. Me apresuro a aclarar que no creo, en modo alguno, en la superioridad estética de los caminos insólitos. Y la única justificación que puedo ofrecer de mi propio camino se halla en el hecho, muy simple y muy verdadero, 
de que no hubiese podido, ni antes ni ahora, escribir de otro modo, escribir otra clase de poesía, y que tampoco hubiese podido dejar de hacerlo. 
Sé que hay otras actitudes ante el quehacer poético. Están los poetas juglares y los poetas sociales. Están aquellos para quienes su experiencia poética se confunde con su experiencia religiosa. Otras actitudes, otros argumentos...Y sin embargo no son distintos en el fondo, ya que la justificación última de cualquier actitud poética reside en la verdad y en la seriedad de la relación que el poeta trata de establecer con el mundo y con los hombres. Su poesía es justamente el modo que tiene el poeta de comprometerse, de estar en, y de explicarse, el mundo.
Creo que el poeta trabaja siempre en favor de la comunicación entre los hombres. La poesía trasciende siempre su impulso originario, y aunque se origine a veces en el dolor y el fracaso, no es el órgano de una frustración. No habla del momento de un hombre. Habla de todos los hombres en todos sus momentos. Del hombre en tensión, del hombre situado, tanto como del hombre capaz de dignidad, de esperanza, de lucidez y trascendencia.

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