Daniel Horacio Grad

CARTAS - LIX

El transeúnte va por el camino del olvido apenas ese tiempo del enojo, apenas la calle del lamento, apenas el amor. Quizás los años (decir niñez fue sacudir la muerte, traer las arrugas del abuelo con su té), quizás la sepultura sin destino, quizás un repiqueteo de silencio sobre sábanas. 
El transeúnte va por el camino del olvido, pone un pie al lado de otro pie, deja pasar al río, espera la sirena que late o al hada que duerme (no habla de espejismos: habla de noche, de cadenas que lo amarran a su sueño). 
El transeúnte va por el camino del olvido. Quizás las manos en el rezo, quizás la luz. 




CARTAS - LXXXIV

Hay siete maneras de atravesar el aire [la más leve es convertirse en globo de colores (y olvidar lo que un hilo aferra, olvidar lo que impiden las estrellas)], siete maneras inútiles de ser vuelo, siete de imitar montañas, siete de evocar al buitre hambriento en la oscuridad. En fin, siete metáforas para decir suicidio.




CARTAS - XXXIV 

Pediste que la palabra muriera en el barro, que dejara el esqueleto de la voz donde se confunden flores oxidadas con sed que todavía canta. Pediste que la voz fuera eco de la voz en la conducta. Pusiste 1a conducta en laberintos y sobrevino desmemoria. Quisiste domesticar la voz volviendo a donde se fisuró la infancia. Pediste sobre la luz que cae una promesa, sobre esa aguja tiñendo de sangre la caverna una serpiente (como si lo siniestro necesitara repetirse). Pediste la voz, el grito de la voz, la voz de la conducta espejándose en la puerta (y tuve miedo). 




Daniel Horacio Grad nació en Buenos Aires. Estas cartas pertenecen a Tríptico - IV. Octubre, 1999.

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