España. Treinta de octubre de 1910

 

 

Miguel Hernández nace en Orihuela (la Oleza de Gabriel Miró) pequeña patria donde se formó su carácter al lado de sus hermanos: Vicente, Elvira, Encarnación y sus padres. Duro y firme como la tierra misma, Miguel fue ubérrimo en la amistad y en el amor, fértil en el verso, por naturaleza propia, carácter que lo elevó como símbolo de liberación entre los más grandes poetas. Le cupo a Hernández atravesar la época más difícil, trágica, cruenta de su patria: la Guerra Civil (1936-1939), que marcó para su corta vida el dolor y la agonía. Primero marchó al frente, en una compañía de voluntarios zapadores. De ahí, “Vientos del pueblo me llevan/ vientos del pueblo me arrastran” ; ya en el Batallón de Campesinos, como Comisario de Cultura dirá: “sufrimos hambres y derrotas, mantenernos nos costaba un capital de sangre y energía”. En 1937 toma parte del Congreso Internacional de Intelectuales Antifascistas que se lleva a cabo en Valencia y Madrid. Allí están César Vallejo, Octavio Paz, Nicolás Guillén y otros. En marzo aprovecha una licencia para casarse por civil con la que sería su amada compañera: Josefina Manresa Marlenga, con la que vivirá en total no más de un año. Su primer hijo nace cuando Miguel está luchando en Teruel. La noticia lo exalta: “Ay, qué ganas tengo/ de darle pellizcos y hacerlo llorar/ y recibir su mierda en mi mano”...Pero el pequeño se enferma y muere a los diez meses. Vendrá luego otro niño: Manuel Miguel. Es sano y robusto, pero ya el “padre y más padre” vive con el fantasma del miedo a la muerte. Celebra al nuevo hijo: “con el amor a cuestas/ dormidos y despiertos/ seguiremos besándonos en el hijo profundo”.El 18 de marzo de 1939, con la entrada de las tropas franquistas a Madrid, acaba, de hecho, la guerra civil española. Hernández regresa a Orihuela, pero, inseguro, pasa a Sevilla y a Huelva, esperanzado en llegar a Portugal. La Guardia Civil lo detiene, aún no se sabe el motivo, y lo encarcelan. El cardenal Baudrillart lee su auto sacramental “Quién te ha Visto y Quién te Ve”, se conmueve, y pide a Franco su libertad. Por intermedio de Pablo Neruda solicita asilo para exiliarse en Chile, pero la visa le es negada. Regresa a Orihuela, a pesar de varias advertencias para que no lo haga, y allí lo encarcelan, por sus “ideas comunistas”. Lo trasladan a Madrid. Mientras espera ser fusilado, estudia francés, escribe cartas. Rehúsa mostrarse “arrepentido”, ser “franquista”. Le condonan la pena de muerte por arresto de 30 años. Lo trasladan a Palencia, a Ocaña. Consigue que lo conduzcan al “Reformatorio de Adultos”, en Alicante. Contrae tuberculosis pulmonar aguda. En la mañana del 28 de marzo de 1942 muere el hombre, el poeta que hizo sus primeras letras en el colegio para pobres, y que luego tiene que dejar el colegio de los jesuitas para pastorear cabras. Vivió para amar la justicia, la libertad, el amor. La victoria sobre la vejación, el hambre, la muerte misma, podemos leerla hoy en páginas como “Perito en Lunas”, “El Rayo que no Cesa”,”Viento del Pueblo”, “El Hombre Acecha”, “Cancionero y Romancero de Ausencias” y tantos más. 

                                                                                                      M.C.Chales


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