Alberto Daneri

TESTAMENTO

Soy un hombre en translúcidas llamas
sonámbulo al tantear cegado la neblina presente
detrás del dulcísono confín de la noche,
viajante inmerso en senderos creyéndome perdido
tras una sombría
década mediática de tersa solidaridad descarriada.
Nadie abre la boca.
Oh, dicha clandestina: vivir.

Y sin embargo, todo, deshonroso, ha cambiado.

Algo grita en las almas.
Pero la lluvia trae mucha agua.
Y mi sed de viento genera aún más lenguas
de fría desazón, presagios de tormenta.
Tal vez ese silbido del viento encendido
en cada silencioso corazón
con el tamborileo de la lluvia en nuestra mente
algún día anide torrentes jubilosos.
Amar es combatir a quienes no respetan la vida.
Cuando un huracán arranque raíces del páramo
y limpie el paraíso de exclusiones aquí en la tierra
ha de tornar la lumbre a oblicuos ojos que esperan
volverá a valer la palabra
y mi juventud ya muerta sin esperanzas brillará
en la sonrisa de los otros.

De “El mar llora de amor”
1999