Mori Ponsowy


 


CARTA CONVENIO


Hace doscientos cincuenta mil años
un hombre señaló un árbol y dijo,
un arroyo de agua fría y dijo,
más tarde a sí mismo y dijo.

Una noche vio las estrellas.
Asombrado, guardó silencio.

Llovió al final de una sequía sin fin
y entonces el hombre agradecido
dijo “Dios”.
Pero el silencio siguió siendo

el idioma de los idiomas.
El silencio de los caracoles,
de las hojas verdes en primavera
abiertas al sol.

Y aquí estoy yo, Señor, pretendiendo
escribir, queriendo entender
las creencias de nuestro clan,
el migrar de los alces,
los panales, su geometría.

No hay sonidos
para explicar el alma.
Todo cuanto puedo hacer es sentir
la tibieza del sol en mis brazos, escuchar
el canto del somormujo, dejarme ganar
por la redondez de las piedras.
 

 

ENEMIGOS AFUERA


¿Cómo escapar
de las garras del tigre
si la hierba del prado
lastima su piel?
¿Cómo seguir la caza del ciervo
si el calor de la tierra
quema sus pies al andar?

¿Reza? Llora.
No tiene garras, ni pelaje, ni cuernos.
Carece de gracia, armadura, vuelo.
Sólo un cerebro.
Mil cuatrocientos gramos
alumbrarán un universo entero.
Stonehenge y Atenas.
Jerusalem, Armenia y Sarajevo.

Pero todavía es pronto: El tiempo acaba de empezar.
En la cueva que ha calentado
hay un bisonte trazado en la pared.
Una melodía suave viene de las sombras,
las palabras aún están por nacer.

Mientras tanto, junto al fuego,
un perro decide dormir.

De Enemigos afuera


Mori Ponsowy nació en Buenos Aires. Ha vivido en Perú, Venezuela y Estados Unidos. En 1986 recibió una Mención de Honor en el Concurso de Cuento Venezolano celebrado en homenaje al Año Internacional de la Paz. En 1990 ganó la beca Fulbright para seguir un doctorado en Ciencias Políticas en la Universidad de .Nueva York. Su libro, Enemigos afuera, recibió una Mención de Honor en el concurso del Fondo Nacional de las Artes de la Argentina correspondiente al año 2000. Actualmente vive en Buenos Aires.

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