Alberto Claudio Blasetti

 

 

LA CLEPSIDRA (Pieza en un acto)

ESCENA SEXTA

NINFA I: Será necesario encontrar a Pan. El es quien tiene acuerdos con la luna, cierto tipo de comercio nocturno que inclina a la benevolencia.
NINFA II: Lo encontraré. Sobre todo porque Tiresias, en su calidad de médico y mago, ha dicho que, para las molestias bronquiales nada mejor que una echarpe blanca.
CATULO: (Llegando) ¿Por qué están afligidas?
NINFA I: Clelia, la pastora de alturas, la que cuida los rebaños siguiendo la guarda de las constelaciones, está enferma.
CATULO: (Acercándose a Clelia) Lesbia nunca estaba enferma. Lamenté siempre su salud porque me hubiese gustado cuidarla. Y ofrecerle como echarpe La Vía Láctea.
NINFA II: Es hermoso oirte hablar así. Pero nosotras bien sabemos que los sensibles no son los más fuertes.
(Suena la flauta de cañas con que Pan mantiene despierto a los habitantes del boscaje.)
CATULO: El Dios no dejará de tocar la siringa...
NINFA I: Voy a hablar con él. Tal vez lo convenza de que Clelia necesita reposo.
NINFA II: ¡Estoy tan segura de que lo convencerás!...
PAN: Las afecciones de las mujeres pálidas se curan con la llegada del verano.
CATULO: Al comienzo de esta noche me maravillaste con tu flauta. Tengo que volver a Roma. ¿No tocarías una canción de despedida para el viajero?
PAN: Imposible. Sabés que no toco si no hay plenilunio. Y esta noche, para ocultar la belleza, tuve que dejar la luna en cuarto menguante.
(Cambio de luces. Gritos lejanos.)
(De pronto todo se transforma. Las ninfas salen del boscaje y miran ansiosas a lo lejos. Algunos de los visitantes corren hacia la costa. Hay estupor. El desconcierto vaticina lo inesperado. Lamentos, llantos.)
PASTORA: Hallaron el cuerpo entre las rocas... (Pausa)
PAN: (Majestuoso y apesadumbrado). La décima musa, la de los cabellos violeta, se ha arrojado al mar. Sapphâ: agua y despojos...
(Sube, trágica, la voz del coro. Pero no se entienden las palabras, tapadas por el llanto que semeja el convulsivo rumor del agua contra los acantilados)

CORO
        Nadie conoce
        su destino
        hasta que este
        se torna irremediable
        ¡Y está subiendo la marea!
        ¡Está subiendo la marea!

                     Fin   

Alberto Claudio Blasetti nació en Buenos Aires en 1923. Crítico literario, poeta, periodista. Obra poética: Arquitrabe y Solsticio, Ecuación con alondras, Tadmor, Clinamen, Las vetas del ágata, El esmalte del ruiseñor, entre otros. En prosa: Indeterminación y lenguaje; Breve Historia de la Literatura Contemporánea (1999); Trinos ocultos en la psiquis de cristal (1998); El remero de los Ojos Azules (2000); La dama de las diosmas (2001)

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