EL GATO

Usa tanta astucia y tanta
indiferencia, que finge
como una actitud de esfinge,
que nada asombra ni espanta.
Su malignidad me encanta
y, en cambio, me desespera
la crónica carraspera
del runrún de su garganta.
Lo estoy mirando. Su pelo
es brillante terciopelo
que se quema con el sol,
y sobre el negro tejado
duerme, y parece, enroscado,
un enorme caracol.

OVIDIO FERNÁNDEZ RÍOS

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