EL GATO |
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I En mi cerebro se pasea, tal como en su departamento, un gato hermoso, fuerte y dulce, cuyo maullido es tan atento, que si maúlla se le oye apenas; mas que su voz gruña o halague -tal es su hechizo y su secreto- es siempre rica y es suave. Esta voz, que filtra y rezuma en mi fondo más tenebroso, como un cordial me regocija, me colma, verso numeroso. Adormece los peores males, y todo éxtasis contiene; para murmurar largas frases no pide palabras, ni tiene. Mi corazón, rico instrumento, no conoce arco que lo muerda, y que haga más regiamente cantar su más vibrante cuerda, que tu voz, gato mío extraño, gato seráfico y misterioso, es que todo, como en un ángel, es tan sutil cuanto armonioso. II En su piel, dorada y oscura tan dulce aroma hay que quedé embalsamado cierta noche, porque una vez lo acaricié. Es mi espíritu familiar; en su imperio sólo su voz preside, inspira y juzga todo; ¿es quizá un genio?, ¿o es un dios? Si mis ojos al gato amado, cual de un imán por hipnotismo se dirigen sumisamente y miro dentro de sí mismo, veo con asombro profundo la luz de sus opalescentes pupilas pálidas, fanales claros, que me contemplan fijamente. CHARLES BAUDELAIRE (1821 - 1867) |
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