LA GATA (fragmento) 








… Saha, en el fondo del espejo, desde lejos, le miraba gravemente. 
- Ya voy... ya voy.
Se tiró encima del campo fresco de las sábanas, teniendo cuidado de no magullar a la gata, y, rapidamente, le dedicó algunas letanías del ritual, adecuadas a los encantos y virtudes de una gata de color de ceniza, de pura raza, pequeñita y perfecta.
-Mi osito mofletudo... gatita fina, fina, fina..., palomita azul..., mi diablillo color perla...
En cuanto apagó la luz, la gata se puso a hollar delicadamente el pecho de su amigo traspasando cada vez con una sola garra la seda del pijama, rozando apenas la piel para que Alain sintiera un placer ansioso.
-Todavía siete días, Saha..., - suspiró.
Dentro de siete días y siete noches, una vida nueva en un alojamiento nuevo, con una muchacha enamorada e indomable. Acarició el pelaje de la gata, cálido y fresco, que olía a boj cortado, a tuya y a césped lozano. El animal ronroneaba a voz en cuello y a oscuras le dió un beso de gato, pasando un instante su naricilla húmeda debajo de la nariz de Alain entre las fosas nasales y el labio. Beso inmaterial, rápido, raramente concedido.
- ¡Ah, Saha...! Nuestras noches...
COLETTE (1873 - 1954)

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