Desde Nueva York nos escribe el poeta peruano

Luis Cuadros

 

Riverside


mi amor es sol de otoño
mi amor ya no es mi amor
ni soy yo
el otro amor
paciente amor
destruido una mañana
un pedazo de Kero
(antiguos argonautas adoraban a la luna)
en el corazón del poeta
ya no sé si el pan
se quebró en la nevera
o el sol ya no es sol 
cuando lo veo
a veces se parece a la luna
o a la tormenta y el incienso en Riverside
a mitad de camino de la vida
y me pregunto si tengo opciones
si saldré vivo de esta muerte
si las palabras me engañan
si el verbo me pertenece
si la paz está en tus pupilas
o en el pedazo de algodón
que cubre tu cuerpo 
cuando cubre la herida
cuando sangra la herida
son los campos y el verde de su mirada
lo que me devuelve a la palabra
sólo tengo que esperar un poco
para salir volando de tu boca
cejas/ pestañas/ hielo
es la historia conocida
del país del más allá
adonde nunca regresaremos
adonde nunca iremos
es tu voz la voz abierta?
el poema
poema al fin?
tu espejo
espejo de tí?
el amor un cuento?
es la égida 
una magia de unión del 60 e
con el 15 s
en Etiwanda?
y el oeste?
-en donde matan a cualquiera
por cruzar
el abismo del verano?-
quién eres realmente y qué has venido a
dejar?
cuánto quieres recibir y cuánto dar?
todo te conduce a ti
tu mirada te conduce a ti
tu amor te conduce a ti
tu dolor te conduce a ti
pero
qué bueno
que hayas redescubierto la nada
la desazón
y al labrador
la vida labrada
y a la vida
el desamor
porque
agotadas las lágrimas 
nos queda el corazón siniestro
bello
desfigurado corazón
que en la mofa
quiebra la sonrisa 
del poema
de la dicha 
del etereo


Los Angeles ( 04.09.06)

Poema inédito del libro El velorio de los vivos, de próxima publicación




JINETE DEL APOCALIPSIS


                                  
soy en verdad un bosque,
                                            y una noche de árboles tenebrosos:
                                            mas quien no se asuste de mi oscuridad 
                                            hallará también rosas bajo mis cipreses

                                                                   
(Nietzche)


yo
que he destrozado dragones
he mordido el polvo
y he descuartizado
las extremidades de mis enemigos
yo
que he saboreado desesperanzas
y me he subido a lo más alto
de la torre
para lanzarme sin mucho éxito
yo
que he pecado
con mi sexo
y perdí la voz llorando
entre tus senos
yo
que me he erguido
y he comido a otros humanos
que he bebido
la sangre de tu cuerpo
y he destrozado tus manos
y he dejado una larga huella de sangre
sobre la nieve de tus ojos
yo
que me he alimentado de estrellas
y he vivido colgado de la luna
alumbrando como relámpago
playas solitarias
yo
que he deshilachado poemas
y he caído
como lluvia
y he hecho tronar mi voz
y he hecho estallar mi esperma
yo
que he echado mis ojos a rodar
y no han visto nada
que he sido voz
nota musical
pan al amanecer
piedra
y mar embravecido
y sillar
yo
que he sido parte de tu cuerpo
noche cerrada
lluvia eterna
pez inmóvil
manos de fuego
destruyendo el amor
colmillos desgarrándote
tormenta de sangre
huella
fósil
saliva evaporada
yo
que he caminado tanto
sin dejar ningún rastro
ni encontrar oasis
ni desierto
ni arena
ni copa vacía
sed de polvo
yo
que harto de buscar
atravesé las aguas
tantas veces
que olvidé mi origen
y ya no sé
si soy viento o trueno
si soy cielo
o soy infierno
si la ternura me invade
y adoro a mis dragones
y perdura en mi
la mariposa del tiempo
y el manantial
yo
que he sido vaho
nido
nudo
y humedad
pies encadenados
manos magulladas
sonrisa marchita
y enamorada
yo
que he perdido la cabellera
que he sido un ser brutal
que he partido corazones
con mi espada de fuego
con mi lluvia de fuego
con mi amor de fuego
quemando
mis propias alas
y callando
cuando no había que callar
yo
que me levanto y anochezco
que me incorporo y me duermo
que me desvelo y vomito
y brincan de mis dedos
sapos y culebras y soles y ayes
y aves y luciérnagas y jaurías y flores

yo
que todo lo sé
y no sé nada
que me invento el amor
como invento un hueco
y el calor o el temblor
el bramido o el violín
el arpa y el sufrimiento
yo
que ya no lloro
las desgracias humanas
que amenazo a la muerte
con mil dragones
que vomitará mi boca
yo
que me declaro imperfecto
y escupo a la especie humana
(en vías de extinción)
y disuelvo la pasión
e incendio la memoria
seco los vientres
desnudo las espadas
y aborrezco
el sometimiento de la especie
a la estupidez total
al terror de los versos vacíos
al terror del amor ausente
yo
que pude haber escrito sobre héroes
yazgo aquí
extraviado en el olvido
con la boca muerta 
sobre la cima de este reino
poblado
de sepulcros

del libro La velocidad del amor (Lima, Perú, 2004)


Luis Cuadros Falla
(Lima, Perú, 1961) Poeta y periodista. Tiene publicados los libros Nocturno y La velocidad del amor (Signotres). Fundador de la revista El elefante asado, en homenaje al poeta Luis Hernández Camarero, ha sido co-editor y colaborador de varias revistas de poesía, editadas en Arequipa (segunda ciudad del Perú) que guarda una larga tradición poética. Como periodista ha trabajado en diversos medios de comunicación nacionales, en organismos no gubernamentales y entidades de gobierno como el Ministerio de Educación, el Congreso de la República y el Ministerio del Interior del Perú. Actualmente se desempeña en la actividad privada en Los Ángeles, California (EU) en donde reside.
(Contactos: [email protected])

 


 

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