Adriana Maggio Mi ángel de la guarda Dibujó con su fibra celestial, otras líneas en mi mano. Desvió el curso de mi corazón enamorado de la muerte. Me hizo invisible, inasible, detuvo mi paso y me guió con suavidad hacia la acera. Cuida de mí, cubriendo mi inocencia con un velo azul. Fue el primero en amarme de verdad y esperó mi amor con sosiego de ángel. ¿Cómo sentirme sola? |
Hilda Mans Chata arenera... Chata arenera mi corazón flota en el río como corcho libres y pesados maniobran los patos remontando blanco vela —esa luz viene de adentro— oboes sirenas mástil de unicornio el río inmenso escucha tu lenguaje —respira moledura del cauce—
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Élida Manselli Rayo de Curiyú Cómo has danzado en la batea azul verde esta noche. Cómo has visto las ventanas arden en su lecho y oído a sus caballos entrar al principio, al fin del origen. Se ha sentado al borde de Dios la noche. En el centro del monte el refugio canta al ausente en las flores secas, es el paso hacia el invierno que acompaña tu cuerpo de espacio en espacio, es tu luz de frente, tu ritmo de agua tu mudanza eterna. Has cruzado la entraña de la isla, la rama abierta del silencio y a mi orilla has llegado como una plegaria al ojo lento del destino. |
José Martínez-Bargiela Soledad de los poetas (o El vaivén de una lágrima) Inaugúrate acompañada en la muchedumbre. Cuando tu lágrima esté a punto de saltar y no halle relicario ni copa receptora —por ser la tristeza demasiado cristal vidrioso— busca al poeta en la avalancha del riesgo prematuro y la desnudez del sol que teme alumbrar tu soledad. Aprésale una mano de versos solidarios y dile que esta tarde le necesitas, esta tarde de compras o de encuentros contigo misma. Búscale, que anda ahí, en tus talones de verano, en los harapos del tiempo para vestir la humanidad. |
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