Yolí Fidanza 

y su libro más reciente: El Universo de Ramona Montiel

 

 

 

l sueño de Ramona

Se mira ¿Es ella?
Displicente descansa como gata
en diván de colcha recamada.
La cabeza apoyada en almohada
de rico terciopelo,
con turbante dorado
sin babuchas de seda
con collares, aretes,
brazalete de perlas.
Para la golosa boca
un racimo de uvas
que entre sus manos tiembla.

Sobre la mesa
de marfil adivino
un samovar humeante
un cenicero de oro
un servicio de plata.

En sus sueños Ramona
confunde
escenas de Salomé
saraos de Alí Babá,
antifaces de Venecia
brumas de Marsella,
ella es una y es muchas,
Sherezade Francois
Aldina Margarita.

Cuando despierta
en Buenos Aires es:
Ramona Montiel
muchachita porteña
por novelas de amor
por letras de bolero
y romances de cine
enajenada.


Ramona y el torero

Ya el torero
ha dejado la lidia.
El toro es charco rojo
sobre la palidez del ruedo.

Ya el héroe descansa
de su mortal faena
y tu encanto Ramona
lo seduce y hechiza.

Los labios apretados
se endulzan para el beso
y la mano velluda
se despoja de fuerza
para rozar tu piel
con suavidad de pétalo.

Con postura viril detrás de tu figura
y un gesto paternal, parece protegerte.
Complacida Ramona
olvidas el voseo del Río de la Plata
y con gracia porteña
imitas el dulce tú de las castellanas.

 

La salvación de Ramona

Los señores Pérez del destino de la muchacha
se conmueven. Como ángeles tutelares
la recogen, la escuchan, la cuidan
la apartan del mundo y de sus males.
Ramona va en camino de segura salvación
y como es buena chica
y guarda en su alma grande un resto de inocencia,
lavados los pecados, con el paso del tiempo
Ramona ha de llevar una vida honorable.

Pero aún más.
La imagino, ya que penitente es,
andando de la mano de Juanito Laguna
no por la villa de lata sucia de barro
junto a chicos sin zapatos
vestidos con abrigos por el uso raídos,
sino en un patio eterno
jugando a la rayuela con los pícaros ángeles
cabalgando en el rayo, volando una cometa,
pintando el arco iris, vestida de azul nube
calzadas de fugaces y viajeras estrellas.

Esos son los regalos que Dios
debiera dar a los ricos del cielo,
los pobres que en la tierra olvidados del mundo
sufren sed de pan, hambre de justicia y consuelo.
Los mismos que en esquinas del mundo
y en suburbios de América Latina
levantan techos con cartones
guisan pucheros con migajas
y arrastrando sus hijos y sus carros
deambulan por la calle
empedrada con sus padecimientos.


Yolí Fidanza, poeta, prosista, nacida y residente en la Ciudad de Buenos Aires.
Algunas de sus obras publicadas: Mujer, celebración de luz y sombra, Juegos de
la Memoria: Mujer y siglo; Poemas 1991-2004, Fragmentos de un discurso 
amoroso
(edición bilingüe: español-francés), El Universo de Ramona Montiel  
(LiterArt Ediciones, Buenos Aires, 2007), donde la autora recrea y le da voz a la serie 
de xilografías, collages, técnicas mixtas con las que el maestro rosarino Antonio Berni 
plasmó la historia de Ramona Montiel.

En el ámbito del Museo Roca, el 26 de junio de 2007, se refirieron al libro: 
la poeta Edna Pozzi, el escritor y periodista Orlando Barone y la directora
de la institución, María Inés Rodríguez Aguilar.
Mediante la proyección de transparencias, Daniel Tevini se refirió a la 
obra plástica de Antonio Berni y la autora leyó sus poemas.

La poeta Edna Pozzi nos habla de "El Universo de Ramona Montiel"  como un ejemplo de cómo las cercanías entre la poesía y otras formas de creación artística (pintura, escultura, música). pueden "resolverse en una  co-existencia, donde la geografía interior del poeta ilumina otras perspectivas, otra forma de relatar la privación de la esperanza, una mirada triste, compasiva y serena —y agrega— "cuando la poeta se acerca a este mundo pictórico [la obra plástica de Antonio Berni] no pretende iluminarlo ni por supuesto explicarlo. No descifra cada línea ni cada gesto porque lo que está en la tela o en el papel es pura presencia, inexplicable y misteriosa. Simplemente se deja tocar por ese universo y desde esa zona de esplendor y furia, hila la trama de una historia distinta pero igualmente conmovedora... Yoli Fidanza ha llegado a los poemas de este libro por un acto de amor, de despojo, de desnudez. Tampoco su palabra es alegato o censura o adhesión. Es un ritmo de acompañamiento, como si las líneas de cada pintura recogieran el trémulo son de una melodía distante. No hay soberbia, no hay  exasperación verbal en estos poemas. Acatan la sencillez como una forma de no dividir el tremendo gesto del pintor, en un laberinto de dolor y ternezas que no juzgan, solo se deja existir, diría, éste es el rostro de la miseria y la belleza.... No es entonces que este libro resuelva el problema de las relaciones entre las artes. Lo que pienso es que tiene tal dignidad, tan cuidado oficio, tanta honestidad intelectual que de ello resulta una zona, un lugar, un punto radiante donde se encuentran."  

El escritor y periodista Orlando Barone dice en la presentación: "Ramona es una mujer dual: de resistencia física para ofrecerse al humilladero del sexo indiscrimina- do, y a la vez vulnerable en su vulnerada espiritualidad de ser humano. Yolí Fidanza es, creo, al revés: de cuerpo naturalmente dado a las vicisitudes de la vida comunes a todos, y de espíritu de resistencia inusual a la ordinariez. Yolí es la que es, pero todavía es más de la que es. Atributo de identidad que está en unos y no en otros. Y ella se dio cuenta de tenerlo convirtiéndolo  en expresión poética. En ese secreto vínculo de lo real y  lo irreal. Y no es tan sencillo como parece. A veces desperdiciamos dones por negarnos a sentir lo que estos nos dicen o demandan.
  Cualquiera sabe que ni siquiera es sencillo, en medio de lo prosaico de la vida, lograr que cuerpos que se aman traspasen lo doméstico y logren el clima pasional que el amor se merece. La poética cuesta. Es como pasa cuando se entra a un templo con la voluntad de la adoración. Las intenciones pueden ser legítimas. Pero uno puede distraerse y entrar desde la calle sin sacarse esa calle de encima: y entonces la adoración no llega porque exige una mutación interna que en el adorador no se ha producido. Es distinto entregándose. Y ya en el interior del templo desprenderse del peso ordinario de las cosas vulgares. En un templo hay gente que saluda a unos y otros como en un cóctel y sin salirse de la distracción de la vida.
_Y hay otra, muy poca que en el templo se planta frente a frente con el gran protagonista y consigo mismo y así justifica su ingreso. Ese poder discriminar el afuera, del adentro del templo, es lo que le permite a Yolí Fidanza la captura de un personaje inolvidable sin alterar nada de su sustancia; aunque lo ha recreado en sucesivas interpretaciones. E interpretaciones ingratas como son las de Ramona ante sus sucesivos poseedores. Lo que hay aquí en este libro es una paradoja: por un lado la cacería exitosa de una mujer, la poeta, cazando a otra mujer onírica –la puta– y por otro, la libertad que nace de esa captura, que no enjaula sino que abre los barrotes de los sentidos. Sus poemas sobre Ramona Montiel son la forma en que la poeta busca celebrar a la mujer a  través de esa muchacha concebida por Berni. Quien la dotó de un cuerpo cuya belleza y juventud se venden y regalan y resignan su condición de persona, a víctima.
_Hincándola en la esclavitud de la pobreza y también ante el macho o el poder que denigran. Adolescente y tanguera; con el coronel o el canciller; en la calle o el prostíbulo, siempre Ramona. 
_Yolí Fidanza elige esta protagonista extrema inspirada en que la protagonista necesita desquite y ella quiere acompañarla en esa aventura. Son poemas que se enhebran completando un poema único y en que ya no son solamente Ramona y la condición de mujer las protagonistas. Sino que es la sed de justicia. Este canto a una mujer impura, pintada por un pintor impuro, es el puro homenaje de una poeta impura.

 

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