TORTURA EN EL ESTADO ESPAÑOL: TESTIMONIO
Unai Romano comparece con pruebas de las torturas sufridashace seis meses

Torturaren Aurkako Taldea hizo pública ayer una fotografíatomada a Unai Romano en el segundo día de su detención,prueba fehaciente de las torturas sufridas en manos de la GuardiaCivil entre los días 6 y 7 de setiembre del pasado año.En la rueda de prensa estuvo presente el propio Romano, quiencompareció públicamente por primera vez despuésde quedar en libertad el 28 de febrero pasado y al que era imposiblereconocer en la imagen difundida. El joven gasteiztarra relatóla vivencia padecida y dio cuenta de las secuelas del maltrato,algunas de ellas todavía visibles.Mikel JAUREGI DONOSTIA

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Seis meses después de que fuese detenido y «salvajementetorturado», tal y como destacó el abogado de TorturarenAurkako Taldea (TAT) Iñigo Elkoro, el vecino de GasteizUnai Romano compareció ayer ante los medios de comunicaciónpara relatar lo vivido a manos de la Guardia Civil.

Los periodistas que asistieron a la rueda de prensa en Donostiapudieron observar una imagen insólita: una gran fotografíaque reflejaba un rostro irre- conocible, hinchado y amoratado.A su lado se encontraba Unai Romano. Era difícil creerque se trataba de la misma persona, salvo por el lunar que resaltaen su barbilla.

Aunque, a primera vista, Romano ha recuperado en gran medidasu fisonomía, le queda una secuela evidente: en la parteposterior de la cabeza, justamente en la coronilla, presenta unaerosión ósea que tardará en sanar. Lo quede lejos parece una calva, es realmente la evolución dela herida provocada por los golpes recibidos «con palosforrados en espuma o cinta aislante» que originaron el granhematoma que le cubrió la cabeza, tal y como élmismo relató en un testimonio difundido en el informe de2001 de TAT y recogido casi íntegramente por GARA en suedición del 18 de febrero pasado.

La fotografía que mostró ayer TAT le fue tomada en el segundo día de detención, cuandoRomano fue enviado a Soto del Real incomunicado por orden deljuez de la Audiencia Nacional española Guillermo Ruiz Polanco.«Este es Unai, pero éste también es Unai»,dijo Iñigo Elkoro señalando primero al propio Romanoy después la fotografía. «Si alguien tienedudas, esta imagen las disipa todas».

Golpes, electrodos y «la bolsa»

Romano, que se encuentra en libertad condicional desde el pasado27 de febrero, volvió a relatar su vivencia entre las 10.30del día 6 de setiembre, hora en la que, tras detenerle,la Guardia Civil le sacó de casa para conducirle a Madrid,y las 10.00 del día 7, momento en el que la médicoforense llegó al cuartel para examinarle e inmediatamenteexigió su traslado a un centro hospitalario.

La irrupción en el domicilio familiar se produjo sobrelas 4.00 y, tras un registro que duró más de seishoras, le condujeron a dependencias policiales en Madrid. Taly como significa en el testimonio recogido en el informe de TAT,desde el primer momento los agentes que participaron en los interrogatoriosle solicitaron que colaborara «mientras me golpean en lacabeza. Que si conozco a fulano, que si conozco a mengano, quesi puse un coche-bomba, que si disparé a alguien... Yome niego rotundamente. Al instante de negarme, me golpean treso cuatro veces con los palos forrados, luego me preguntan de nuevo».

Subraya que esa práctica fue una constante durante horas:«Cuando estoy ''grogui'', paran y me preguntan sobre la cuadrilla,la familia, el trabajo, política... Cuando me tranquilizoun poco y después de que me dan agua ­que me recuperamucho, no sé si estaría estaría drogada oalgo por el estilo­, empiezan de nuevo los interrogatorios».Todo ello con un antifaz cubriéndole los ojos y un pasamontañas.«Cada vez los interrogatorios son más duros y mellegan a colocar hasta tres pasamontañas. Yo creo que erapara amortiguar los golpes».

En el texto difundido por TAT, el gasteiztarra recuerda quetambién fue sometido a la práctica de «labolsa», fue obligado a hacer flexiones constantemente yle aplicaron electrodos en los genitales y orejas.

«Cuando me vio la primera vez la médico forense,le comenté lo de los golpes. Me dijo que no teníamarcas aparentes. Después, siguieron los interrogatorios»,manifestó ayer, tras lo cual explicó que los golpesa partir de esa visita «fueron cada vez más fuertesy salvajes». El testimonio precisa que «me caen golpespor todas partes, intercalándose las preguntas. Cada vezestán más agresivos y los palazos son ya de campeonato.No sé ni qué hora es...».

«Me dicen que soy el único ''hijo de puta'' queno ha hablado y que cómo no les diga nada voy a salir como''el Lasa ése'' (...) Uno de ellos me dice que diga cualquiercosa, que me lo invente. Le digo que no he hecho nada, se ponehistérico y me dice que a partir de ahora le voy a rogarque me mate. Me golpean más fuerte». Es entoncescuando, según resalta, le empiezan a amenazar con la detenciónde sus allegados, hasta que en un momento le notifican que sumadre ha muerto «mientras le hacían ''el ascensor''en la presa de Vitoria. Me llevan al calabozo y me dejan allíuna hora. Mi situación es brutal, se me hincha la cabezay ya no veo nada. La cabeza me quema, siento como si me fueraa estallar, lo de mi madre me tiene histérico. Decido autolesionarmemordiéndome las muñecas».

Al percatarse de las heridas de las muñecas, los guardiasciviles le llevaron otra vez donde la médico forense. «Asustada,me pregunta qué me han hecho. Son las 10.00 del 7 de setiembre.Pide un coche urgente y nos dirigimos al hospital».

En el Hospital Universitario San Carlos de Madrid le realizaronnumero- sas pruebas, sobre todo para comprobar si teníarotura craneoencefálica. «Me dijeron que teníaun edema y contractura muscular en el cuello. Me pusieron un collarín»,precisa el relato.

Del hospital fue conducido a dependencias policiales, dondeestuvo acompañado por la forense. «En un momento,me deja solo dos horas. Durante ese tiempo, tengo a dos guardiasciviles fuera de la habitación, mirándome y riéndosecontinuamente del aspecto de mi cara, mientras me dicen que soyun cerdo, un monstruo y más tonterías del estilo»,señala.

De allí fue conducido a la prisión de Soto delReal, donde ingresó incomunicado en el módulo deenfermería.

Es el día 9 cuando empieza a ver algo. A preguntas delos periodistas, Romano indicó en la comparecencia que«no puedo explicar lo que sentí» al comenzara recuperar la visión y contemplar su rostro. «Mepareció una salvajada». Lo describe en su testimonio:«Tengo los alrededores de los ojos negros, lo que es elblanco del ojo ensangrentado, la cara hinchada y oscurecida, yel cuello y los hombros oscurecidos hasta el pe- cho». Lossanitarios tuvieron que administrarle fuertes calmantes para soportarel dolor.

Después de que un médico forense le visitarael día 10 y tomara nota de su estado, acordaron que podíapasar ante el juez Ruiz Polanco al día siguiente. Ayernarró lo ocurrido en la Audiencia Nacional: «Cuandome llevaron ante el juez, me taparon la cabeza con un jersey,para que nadie me pudiera ver. Desalojaron toda la planta. Lecomenté lo de las torturas, pero al poco tiempo me interrumpiódiciéndome que llevaba muchos años trabajando conla Guardia Civil, que mucha gente decía sufrir torturasy no me creía. Además me dijo que aquél noera el sitio para hacer la denuncia y que fuera a un juzgado aponerla. Me volvieron a bajar a los calabozos, sin que pudieraver a los abogados ni a los familiares. Me pusieron de nuevo eljersey para que nadie me viera, y me llevaron a prisión».

Aquel día Romano compareció con el rostro hinchado,los ojos amoratados y collarín. «La abogada de oficiono paraba de mirarme. No le dieron ninguna importancia»,manifestó.

Extraido de Gara

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