1848 CIENTO CINCUENTA AÑOS 1998

EL MANIFIESTO COMUNISTA

 

"Inconmovible en sus verdades fundamentales y rico en enseñanzas hasta en sus errores el Manifiesto Comunista, es ya un documento incorporado a la historia universal, a través de la cual resuena, potente, el grito de guerra con que sella su página final:¡ Proletarios de todos los países, uníos!"

Introducción

En 1998 se cumplen ciento ochenta años del nacimiento de Carlos Marx ( mayo 5 de 1818) y ciento cincuenta años de la publicación del Manifiesto Comunista (marzo de 1848). El marxismo, como teoría y programa del proletariado, surgió apoyándose en lo mejor que produjo la humanidad en la segunda mitad del siglo XVIII y la primera mitad del siglo XIX: la filosofía clásica alemana, la economía política inglesa y el socialismo francés. El otro factor determinante para su surgimiento fue la formación de la clase obrera y su irrupción en la lucha política. Marx y Engels, al tiempo que avanzaban en la elaboración de la nueva teoría científica (1843), realizaban una actividad política intensa para relacionarse con las asociaciones obreras existentes en Europa y a su interior libraron una ardua lucha para ganar los mejores elementos del proletariado a sus concepciones socialistas. Como culminación de este proceso, en un primer momento, el II Congreso de la Liga Comunista, reunido en noviembre de 1847 en Londres, les encomendó la redacción de un Manifiesto. Este documento, primer programa socialista revolucionario del proletariado, fue entregado para su publicación a finales de febrero de 1848. Sus autores tenían sólo 30 y 28 años de edad, pero supieron dejar plasmadas en esta obra inmortal, con genialidad insuperable, las nuevas concepciones teóricas y políticas: la dialéctica materialista como doctrina del desarrollo de la sociedad y la naturaleza, el materialismo histórico, la teoría del plusvalía (apenas bosquejada), la teoría de la lucha de clases, el papel revolucionario del proletariado como sujeto de la revolución anticapitalista y socialista mundial y como creador de una nueva sociedad, la sociedad comunista.

Desde entonces millones y millones de ejemplares se han editado en todos los países del mundo y como dijo Federico Engels, 40 años después de su publicación, al escribir el prólogo para una edición en 1890: "Y así, la historia del Manifiesto refleja hasta cierto punto la historia del movimiento obrero moderno desde 1848. Actualmente es, sin duda, la obra más difundida, la más internacional de toda la literatura socialista, el programa común de millones de obreros de todos los países, desde Siberia hasta California".

Hoy, en la situación adversa por la que atraviesa el proletariado y su doctrina marxista a nivel mundial, El Manifiesto Comunista, en sus aspectos fundamentales, sigue teniendo plena vigencia teórica y política; se convierte, una vez más, en un instrumento imprescindible para que los trabajadores se reencuentren con los principios políticos más sencillos y elementales del socialismo y puedan elevarse de clase en si a clase para sí, esto es consciente de su misión política e histórica en relación al capitalismo.

Nada mejor que este año, 1998, para adelantar una campaña amplia y resuelta a la memoria de Carlos Marx, el Manifiesto Comunista y en defensa del marxismo

El programa socialista

Pero se trata de recordar no sólo el Manifiesto y las teorías generales de sus autores. El marxismo es, antes que cualquier otra cosa, un programa para la lucha anticapitalista y por el socialismo. El programa está indisolublemente unido al problema de la organización de la clase obrera en partido político propio e independiente de la burguesía. El programa es la comprensión común de las necesidades históricas y políticas de la clase obrera y de las tareas que de aquí se derivan, para poder actuar colectivamente. El programa es el partido y el partido es el programa.

Esta conmemoración se debe aprovechar para abordar la discusión sobre actualidad e importancia del programa socialista y la crisis del marxismo, a la luz de los problemas nuevos que ha planteado la lucha de clases en las últimas décadas, de manera especial la última o sea desde 1989 cuando se desintegró la URSS, cayeron como un castillo de naipes los gobiernos de Europa del Este y se aceleró el proceso de abrir al capitalismo países como China, Corea, Vietnam y Cuba.

Los anteriores problemas se deben abordar teniendo presente que "…el socialismo no es, precisamente, un problema de cuchillo y tenedor, sino un movimiento de cultura, una concepción grande y soberana del mundo…". Esta concepción grande y soberana del mundo, en el siglo XX, ha sido dignamente defendida por millones de obreros, campesinos e intelectuales que fueron protagonistas de los triunfos revolucionarios logrados entre 1917 y 1980, por corrientes políticas como el bolchevismo y el trotskismo, así mismo por sectores de la intelectualidad marxista. Pero esta concepción grande y soberana del mundo igualmente ha sido enlodada, profundamente desprestigiada, por otras corrientes políticas que reclamándose del socialismo o del marxismo, en la práctica, han sido su antípoda: la socialdemocracia desde 1914 y, de manera especial, el stalinismo, desde 1924. Igual papel han desempeñado los intelectuales que, al primer revés, han desertado de las filas de la clase obrera y del marxismo para ponerse, incondicionalmente, al servicio del capital. El examen del programa socialista a lo largo de estos últimos 150 años debe dejar claras las diferencias con estas dos desviaciones y rupturas con el marxismo. Esta delimitación es indispensable para una correcta ubicación de su vigencia y de los problemas que tiene planteados el marxismo hoy.

El Manifiesto como programa

El Manifiesto no brotó de la nada. Fue el resultado de un doble movimiento. De una parte, el surgimiento y constitución del proletariado como clase, de sus luchas contra el capitalismo, de otra, un movimiento intelectual sin precedentes estrechamente ligado al proceso anterior; movimiento encabezado por Marx y Engels, que produjo una ruptura con toda la filosofía anterior al establecer un nuevo y revolucionario criterio de verdad: interpretar el mundo para transformarlo mediante la práctica revolucionaria. El Manifiesto se escribió para dotar a la clase obrera de un programa para la crítica y destrucción del capitalismo y para la realización de la revolución socialista mundial. Hoy, los capítulos primero (burgueses y proletarios), segundo (proletarios y comunistas) y cuarto (actitud de los comunistas respecto a los diferentes partidos de oposición) siguen teniendo plena actualidad y vigencia; no así el tercero (literatura socialista y comunista), que a finales del siglo pasado estaba desactualizado pues las corrientes a que se hacía referencia habían sido barridas de la escena por la lucha de clases (Revolución de 1848 y Comuna de París) y por el desarrollo del proletariado, su conciencia y sus organizaciones.

Aquí es oportuno aclarar porqué cuando el Manifiesto fue escrito se denominó comunista y no socialista; este asunto puede parecer de detalle, formal o secundario, pero no es así; hace a un problema de contenido. Engels explica que en 1847 se denominaban socialistas todos los partidarios de las posiciones utópicas como los owenistas en Inglaterra o los fourieristas en Francia y otra serie de corrientes reformistas que pretendían redimir al proletariado sin hacer daño al capitalismo. Por el contrario los comunistas, aunque toscos y rudimentarios en sus concepciones, eran una corriente radical y respetable del movimiento obrero. Luego, durante un largo periodo el marxismo revolucionario fue identificado como socialdemocracia, pero desde 1914, cuando estalló la primera guerra mundial, aquella expresión fue sinónimo de traición y apoyo al capitalismo. Por eso los bolcheviques se cambiaron de nombre, adoptando el de partido comunista. Hoy sucede todo lo contrario con los partidos comunistas. Estos partidos desde 1924, cuando murió Lenin y triunfó al interior del Bolchevismo y el gobierno Ruso el stalinismo, estos partidos son sinónimo de dictadura burocrática, métodos brutales, socialismo en un sólo país, frentes populares, alianzas con la burguesía liberal (frentes populares), mutilación del marxismo como ciencia, etc. Por eso desde 1924 quienes han luchado en defensa del marxismo se ha denominado socialistas o trotskistas. Son las corrientes que lucharon, desde 1924, al interior del proceso de la revolución rusa y de la III Internacional contra el stalinismo, su teoría, programa y métodos al interior del movimiento obrero, que han estado y están actualmente por la revolución socialista mundial, por la más amplia democracia al interior del proletariado y sus organizaciones y han defendido el marxismo de su degeneramiento y desprestigio.

Vigencia del Manifiesto

El dominio organizativo e ideológico que sobre el proletariado han ejercido en los últimos 70 años la socialdemocraica y el stalinismo, se ha traducido en un profundo retroceso en la conciencia del mismo, en el estancamiento, en un principio, y luego, en el degeneramiento del marxismo. Hoy el proletariado se tiene que recomponer política y organizativamente, para ello debe retomar ideas y consignas muy elementales ya formuladas en el Manifiesto como la independencia de clase, lucha de clases, democracia obrera, organización en partido político, lucha por el poder y postulación a gobernar.

No deja de tener importancia recordar, así sea de paso, algunas de las tesis teóricas y programáticas fundamentales del Manifiesto, tesis que hoy mantienen su vigencia.

El socialismo es una necesidad.

El socialismo no es un invento sino una necesidad que surge del proceso histórico. "Las tesis teóricas de los comunistas no se basan en modo alguno en ideas y principios inventados o descubiertos por tal o cual reformador del mundo.

"No son sino la expresión de conjunto de las condiciones reales de una lucha de clases existente, de un movimiento histórico que se está desarrollando ante nuestros ojos"

La Lucha de clases y la unidad.

" La historia [escrita] de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases…A veces los obreros triunfan; pero es un triunfo efímero. El verdadero resultado de sus luchas no es el éxito inmediato, sino la unión cada vez más extensa de los obreros…", " … toda lucha de clases es una lucha política…".

Dominación mundial.

"…Espoleada por la necesidad de dar cada vez mayor salida a sus productos, la burguesía recorre el mundo entero. Necesita anidar en todas partes, establecerse en todas partes, crear vínculos en todas partes. Mediante la explotación del mercado mundial, la burguesía dio un carácter cosmopolita a la producción y al consumo de todos los países. Con gran sentimiento de los reaccionarios, ha quitado a la industria su base nacional. Las antiguas industrias nacionales han sido destruidas y están destruyéndose continuamente. Son suplantadas por nuevas industrias, cuya introducción se convierte en cuestión vital para todas las naciones civilizadas, por industrias que ya no emplean materias primas indígenas, sino materias primas venidas de las más lejanas regiones del mundo, y cuyos productos no sólo se consumen en el propio país, sino en todas las partes del globo. En lugar de las antiguas necesidades , satisfechas con productos nacionales, surgen necesidades nuevas, que reclaman para sus satisfacción productos de los países más apartados y de los climas más diversos. En lugar del antiguo aislamiento de las regiones y naciones que se bastaban a sí mismas, se establece un intercambio universal, una interdependencia universal de las naciones. Y esto se refiere tanto a la producción material, como a la producción intelectual. La producción intelectual de una nación se convierte en patrimonio común de todas. La estrechez y el exclusivismo nacionales resultan de día en día más imposibles; de las numerosas literaturas nacionales y locales se forma una literatura universal"

Las crisis capitalistas periódicas.

"Desde hace algunas décadas , la historia de la industria y del comercio no es más que la historia de la rebelión de las fuerzas productivas modernas contra las actuales relaciones de producción, contra las relaciones de propiedad que condicionan la existencia de la burguesía y su dominación. Basta mencionar las crisis comerciales que, con su retorno periódico, plantean, en forma cada vez más amenazante, la cuestión de la existencia de toda la sociedad burguesa…Las relaciones burguesas resultan demasiado estrechas para contener las riquezas creadas en su seno. ¿Cómo vence estas crisis la burguesía?. De una parte, por la destrucción obligada de una masa de fuerzas productivas; de otra, por la conquista de nuevos mercados y la explotación más intensa de los antiguos. ¿De qué modo lo hace, entonces ?. Preparando crisis más extensas y más violentas y disminuyendo los medios de prevenirlas".

Tendencia creciente a la miseria de las masas.

"El obrero moderno, por el contrario, lejos de elevarse con el progreso de la industria, desciende siempre más y más por debajo de las condiciones de vida de su propia clase. El trabajador cae en la miseria, y el pauperismo crece más rápidamente todavía que la población y la riqueza…"

El proletariado, revolucionario hasta el final

"De todas las clases que hoy se enfrentan con la burguesía, sólo el proletariado es una clase verdaderamente revolucionaria. Las demás clases van degenerando y desaparecen con el desarrollo de la gran industria; el proletariado, en cambio, es su producto más peculiar "

Con la revolución el proletariado sólo pierde las cadenas .

"Los proletarios no tienen nada que salvaguardar; tienen que destruir todo lo que hasta ahora ha venido garantizando y asegurando la propiedad privada existente…Los comunistas consideran indigno ocultar sus ideas y propósitos. Proclaman abiertamente que sus objetivos sólo pueden ser alcanzados derrocando por la violencia todo el orden social existente. Las clases dominantes pueden temblar ante una Revolución Comunista. Los proletarios no tienen nada que perder en ella más que sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo que ganar"

No se pueden perder los objetivos estratégicos.

" Los comunistas no forman un partido aparte, opuesto a los otros partidos obreros. No tienen intereses algunos que no sean los intereses del conjunto del proletariado. No proclaman principios especiales a los que quisieran amoldar el movimiento proletario. Los comunistas sólo se distinguen de los demás partidos proletarios en que, por una parte, en las diferentes luchas nacionales de los proletarios, destacan y hacen valer los intereses comunes a todo el proletariado, independientemente de la nacionalidad; y, por otra parte, en que, en las diferentes fases de desarrollo porque pasa la lucha entre el proletariado y la burguesía, representan siempre los intereses del movimiento en su conjunto. Prácticamente, los comunistas son, pues, el sector más resuelto de los partidos obreros de todos los países, el sector que siempre impulsa adelante a los demás; teóricamente, tienen sobre el resto del proletariado la ventaja de su clara visión de las condiciones, de la marcha y de los resultados generales del movimiento proletario. El objetivo inmediato de los comunistas es el mismo que el de todos los demás partidos proletarios: constitución de los proletarios en clase, derrocamiento de la dominación burguesa, conquista del poder político por el proletariado"

La supresión de las clases y del Estado.

"Una vez que en el curso del desarrollo hayan desaparecido las diferencias de clase y se haya concentrado toda la producción en manos de los individuos asociados, el Poder público perderá su carácter político. El poder político, hablando propiamente, es la violencia organizada de una clase para la opresión de otra. Si en la lucha contra la burguesía el proletariado se constituye indefectiblemente en clase; si mediante la revolución se convierte en clase dominante y, en cuanto clase dominante, suprime por la fuerza las viejas relaciones de producción, suprime al mismo tiempo que estas relaciones de producción las condiciones para la existencia del antagonismo de clase y de las clases en general, y, por tanto, su propia dominación como clase.

En sustitución de la antigua sociedad burguesa, con sus clases y sus antagonismos de clase, surgirá una asociación en que el libre desenvolvimiento de cada uno será la condición del libre desenvolvimiento de todos"

La lucha contra la propiedad capitalista.

"Los comunistas luchan por alcanzar los objetivos e intereses inmediatos de la clase obrera; pero , al mismo tiempo defienden también, dentro del movimiento actual, el porvenir de ese movimiento…Pero jamás, en ningún momento, se olvida este partido de inculcar a los obreros la más clara conciencia del antagonismo hostil que existe entre la burguesía y el proletariado, a fin de que los obreros Alemanes sepan convertir de inmediato las condiciones sociales y políticas que forzosamente ha de traer consigo la dominación burguesa en otras tantas armas contra la burguesía, a fin de que, tan pronto sean derrocadas las clases reaccionarias en Alemania, comience inmediatamente la lucha contra la misma burguesía…los comunistas apoyan por doquier todo movimiento revolucionario contra el régimen social y político existente…En todos estos movimientos ponen en primer término, como cuestión fundamental del movimiento , la cuestión de la propiedad, cualquiera que sea la forma más o menos desarrollada que ésta revista.

En fin, los comunistas trabajan en todas partes por la unión y el acuerdo entre los partidos democráticos de todos los países".

El socialismo será mundial o no será socialismo.

"Por su forma, aunque no por su contenido, la lucha del proletariado contra la burguesía es primeramente una lucha nacional. Es natural que el proletariado de cada país debe acabar en primer lugar con su propia burguesía… Proletarios de todos los países, uníos "

La movilización revolucionaria de masas y el Manifiesto

En relación a los orígenes del Manifiesto y la historia posterior a su publicación, se puede decir que nunca fue tan cierto que sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario y que sin un movimiento auténticamente revolucionario no es posible elaborar ninguna teoría revolucionaria. El Manifiesto es el resultado de un largo proceso de avance de la ciencia en todos los campos, del surgimiento y luchas del proletariado, pero al mismo tiempo es una arma para intervenir en los acontecimientos revolucionarios. El Manifiesto, en general el marxismo, en su desarrollo y estancamiento, ha estado determinado por el propio desarrollo y desenlace de las más importantes batallas anticapitalistas libradas por el proletariado mundial en los últimos 150 años. La revolución de 1848, la Comuna de parís (1871), las revoluciones rusas del 1905 y 1917, las revoluciones de posguerra y los procesos abiertos en 1989 en la ex-URSS, en el este de Europa, en China, Vietnam, Corea del Norte y Cuba. El exámen y discusión sobre su vigencia y actualidad por fuera de la historia concreta de la clase obrera, de sus triunfos y sus derrotas, no pasa de ser un simple ejercicio académico y profesoral o en el mejor de los casos un ejercicio sectario. Esto es así desde que se produjo la ruptura con todo el pasado filosófico y político, y se trazó la línea divisoria: "Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo".

La revolución del 48 y el Manifiesto

El Manifiesto, fue escrito y preparado para que la clase obrera y los revolucionarios socialista intervinieran en la revolución de 1848, que tuvo sus más importantes epicentros en Francia y en Alemania. El proletariado, en este proceso revolucionario, fue derrotado políticamente. No tenía todavía la madurez, la experiencia y organización necesarias para vencer a los capitalistas.. Una de las principales lecciones extraídas por la Liga de los Comunistas de la derrota de 1848 fue expresada por Marx en los siguientes términos: "…el partido obrero debe actuar de la manera más organizada, más unánime y más independiente, si no quiere ser de nuevo explotado por la burguesía y marchar a la cola de ésta, como en 1848…Pero la máxima aportación a la victoria final la harán los propios obreros alemanes cobrando conciencia de sus intereses de clase, ocupando cuanto antes una posición independiente de partido e impidiendo que las frases hipócritas de los demócratas pequeñoburgueses les aparten un sólo momento de la tarea de organizar con toda independencia el partido del proletariado. Su grito de guerra ha de ser: la revolución permanente". La revolución de 1848 era democratico-burguesa, la burguesía demostró que le tenía más miedo al proletariado movilizado que a las monarquías; traicionó abiertamente los objetivos de la revolución y se volvió violentamente contra la clase obrera. Por eso las tres enseñanzas centrales que Marx y Engels extrajeron fueron la desconfianza política absoluta del proletariado en la burguesía, la necesidad de su organización independiente y la movilización permanente contra ella.

Vinieron, por lo menos, 15 años de reacción política. Sólo en 1864 la clase obrera logra reagruparse de nuevo en la Asociación Internacional de los Trabajadores (La Primera Internacional). Esta se fundó con un programa distinto al Manifiesto porque en su creación concurrieron distintas corrientes del movimiento obrero (proudonistas, tradeunionistas, anarquistas, marxistas). Los marxistas mantuvieron como su programa político el Manifiesto

La Comuna de París y el Manifiesto

La Comuna de París de 1871 volvió a someter a prueba las tesis fundamentales del programa marxista y al mismo tiempo lo enriqueció con la práctica revolucionaria de la clase obrera.

Los vacíos del Manifiesto y los aportes de la lucha de la clase obrera a la teoría marxista y al programa deducidos de la Comuna de parís los dejaron planteados Marx y Engels en el prefacio que escribieron de manera conjunta para la edición del Manifiesto, en junio de 1872.

"Aunque las condiciones hayan cambiado mucho en los últimos veinticinco años, los principios generales expuestos en este Manifiesto siguen siendo hoy, en su conjunto, enteramente acertadas. Algunos puntos deberían ser retocados. El mismo Manifiesto explica que la aplicación práctica de estos principios dependerá siempre y en todas partes de las circunstancias históricas existentes, y que, por tanto, no se concede importancia exclusiva a las medidas revolucionarias enumeradas al final del capítulo II. Este pasaje tendría que ser redactado hoy de distinta manera, en más de un aspecto. Dado el desarrollo colosal de la gran industria en los últimos veinticinco años, y con éste, el de la organización del partido de la clase obrera; dadas las experiencias, primero, de la revolución de febrero, y después, en mayor grado aún, de la Comuna de parís, que eleva por primera vez al proletariado, durante dos meses, al Poder Político, este programa a envejecido en algunos de sus puntos. La Comuna ha demostrado, sobre todo, que <<la clase obrera no puede simplemente tomar posesión de la maquina estatal existente y ponerla en marcha para sus propios fines>>. Además, evidentemente, la crítica de la literatura socialista es incompleta para estos momentos, pues sólo llega a 1847; y al propio tiempo, si las observaciones que se hacen sobre la actitud de los comunistas ante los diferentes partidos de oposición (capítulo IV) son exactas todavía en sus trazos generales , han quedado anticuadas en sus detalles, ya que la situación política ha cambiado completamente y el desarrollo histórico ha borrado de la faz de la tierra a la mayoría de los partidos que allí se enumeran. Sin embargo, el Manifiesto es un documento histórico que ya no tenemos derecho a modificar"

En el último prefacio que escribieron los dos autores del Manifiesto para la edición Rusa en enero de 1882 mencionan otra ausencia muy importante: la no referencia a Estados Unidos y Rusia, dos países cuyos gobiernos eran pilares fundamentales del orden europeo vigente.

Entre 1871 y 1904 hay un desarrollo orgánico y "pacífico" del movimiento obrero, se fortalece sindical y políticamente, se crea la II Internacional y no se presentan revoluciones. Europa ha realizado sus revoluciones burguesas y los países de los otros continentes todavía no estaban preparadas para ellas. Una capa muy importante del proletariado europea logra acumular grandes conquistas sociales y políticas, en este proceso se forma una cúpula aristocrática y privilegiada, cuyo programa lo formula Eduardo Berstein, padre del revisionismo contemporaneo, en la siguiente frase: "el movimiento lo es todo, el fin no importa". Este proceso concluye en 1914, cuando la mayoría de la III Internacional para defender los privilegios de la aristocracia obrera y poder conservar la mayoría dentro de los trabajadores, traiciona a la clase obrera y se pasa al campo de la burguesía y el imperialismo apoyando los presupuestos de guerra de los respectivos gobiernos y la defensa de las patrias capitalistas.

La Revolución Rusa y el programa

A pesar de toda la persecución, represión y campaña de desprestigio contra la clase obrera y el marxismo luego de la derrota de la Comuna, el proletariado ruso treinta y cuatro años después salió, una vez más, a la lucha por el poder. La revolución de 1905 fue el anuncio del regreso de la lucha política del proletariado, lucha por el poder concretada en el soviét. La revolución fue derrotada, pero este ensayo se convirtió en la mejor preparación para el triunfo de 1917. Desde 1905 se abrió al interior de los marxistas una discusión sobre la teoría de la revolución permanente y el programa mínimo y máximo, discusión que tuvo consecuencias muy importantes para el programa luego de 1924. El intento realizado por la clase obrera de Rusia en 1917 culminó con el éxito. En esta oportunidad no sólo logró tomar el poder sino conservarlo. Además en escasos dos años logró realizar la más profunda y completa de las revoluciones del siglo XX.

La revolución rusa de 1917 es la síntesis de cuatro grandes mutaciones:

"1) La revolución política de febrero. Democrática burguesa en cuanto a su forma, socialista en su contenido. Es una revolución inconsciente por parte de las masas que la llevaron a cabo…

2) La revolución político-social del 17. Conscientemente el partido bolchevique dirigiendo los soviéts derrota al gobierno burgués, cambiando el carácter del estado, de burgués a proletario. No se cambia la economía que sigue siendo burguesa.

3) La revolución económica-social del 18. Se expropia a la burguesía cambiando el sistema económico de burgués a transicional, obrero.

4) La revolución militar-social. Se derrota en forma total y absoluta a las fuerzas armadas de la burguesía y el imperialismo, construyéndose unas nuevas fuerzas armadas de un nuevo carácter de clase"

Por primera vez la clase obrera actuando de manera independiente de la burguesía, organizada y orientada por su propio partido, lleva a la práctica lo que ya habían propuesto Marx y Engels en el Manifiesto 70 años atrás.

Siempre los grandes hechos de la lucha de clases exigen una discusión programática. El imperialismo o la época del capital financiero, la guerra mundial, los problemas nacional y agrario, programa máximo y programa mínimo, entre otros, obligaron al Partido Bolchevique desde abril de 1917 a abrir una discusión para actualizar el programa. La nueva época definida por Lenin como del imperialismo y de la revolución socialista remitió a una discusión relacionada con el programa mínimo (reformas) y el máximo(la lucha por el poder político), su relación y las consignas de transición. La redacción definitiva del nuevo programa sólo concluyó después de la toma del poder y se aprobó en el VIII Congreso del Partido Bolchevique en marzo de 1919.

El mismo problema planteó Rosa Luxemburgo al estallar la revolución alemana en 1918. "Ha llegado el momento -dijo- de fundar todo el programa socialista del proletariado sobre nuevas bases. Nos encontramos ante una situación similar a la Marx y Engels cuando escribieron el Manifiesto Comunista, hace setenta años. Como todos saben, el Manifiesto Comunista trata del socialismo, de la realización de los objetivos socialistas, como tarea inmediata de la revolución proletaria…Nuestro programa se opone deliberadamente al principio rector del programa de Erfurt; se opone tajantamente a la separación de las consignas inmediatas, llamadas mínimas, formuladas para la lucha política y económica, del objetivo socialista formulado como programa máximo…" y ante la nueva realidad creada por el imperialismo expresa la nueva alternativa de hierro en la que se encontraba la clase obrera: socialismo o barbarie.

El triunfo de la Revolución Rusa sentó las bases para resolver teórica y políticamente la contradicción entre movilización por reformas dentro del capitalismo y movilización por su destrucción y la construcción del socialismo, entre programa mínimo y máximo y entre revolución nacional e internacional.

Triunfo stalinista y retroceso programático

Los problemas relacionados con el programa para la revolución socialista discutidos en Rusía y en Alemania, es evidente que se trasladaron a la III Internacional al abordar ésta la redacción del programa. El IV Congreso realizado en 1922, último celebrado bajo las orientaciones de Lenin y Trotski, votó redactar el programa del partido mundial y de los partidos nacionales incluyendo el sistema de reivindicaciones transitorias. Sólo que este mandato nunca se pudo cumplir. Sobrevino la enfermedad de Lenin, luego su muerte, las derrotas de la revolución entre 1923 y 1943, la derrota de la oposición de izquierda al interior del Partido Bolchevique, el triunfo del stalinismo al interior del partido bolchevique y del Gobierno soviético, la burocratización del partido y del Estado, la supresión de la democracia obrera, la eliminación física de la inmensa mayoría de los revolucionarios compañeros de Lenin, incluido Trotski, asesinado en 1940.

En los Congresos V (1924) y VI (1928), reunidos bajo la nueva orientación, se retomó la discusión programatica iniciada en 1922, pero en el marco de las nuevas concepciones "teóricas" y políticas. En el programa aprobado en 1928 quedó definitivamente consagrada la teoría del socialismo en un sólo país, la separación del programa mínimo del máximo y el partido burocratizado. Desde entonces el movimiento revolucionario mundial fue puesto al servicio de mantener el poder en la URSS, con la falsa idea que era posible contruír el socialismo en Rusia y, luego en un grupo de países, sin derrotar mundialmente el imperialismo. Así quedaron sentadas las bases teóricas, políticas y organizativas para el degeneramiento de la gran revolución socialista de 1917 y se inició el proceso hacia la derrota de la clase obrera, consumada al final de la década del ochenta con la desintegración de la URSS y el inicio del retorno pleno de China, Vietnam, Corea y Cuba a la estructura capitalista mundial.

El programa de transición

León Trotski, en 1937, escribió "A noventa años del Manifiesto Comunista" ratificando las tesis centrales del mismo y planteando la necesidad de actualizarlo en relación a los monopolios, la importancia de las "clases intermedias", la aristocracia obrera, la relación entre revolución democratico-burguesa y revolución socialista, el problema de la revolución en las colonias y semicolonias, etc. En 1938 se funda la IV Internacional y se aprueba el Programa de Transición. La tarea votada por la III Internacional en 1922 se cumple con 16 años de atraso. El programa de transición resuelve de manera correcta el problema planteado entre el programa mínimo y el máximo, combina de manera adecuada las consignas democráticas, parciales o mínimas, transicionales y de la revolución política, en el marco de la estrategia para movilizar las masas de manera permanente en la lucha por el poder y la dictadura del proletariado; al mismo tiempo plantea el problema de todos los problemas, la profunda crisis de dirección de la clase obrera, afirmando sin vacilaciones que "La crisis histórica de la humanidad se reduce a la crisis de la dirección revolucionaria"; plantea la perspectiva optimista de que el proletariado resolvería este grave problema en el marco de la segunda guerra mundial y se darían, una vez más, revoluciones como la rusa de 1917. Desafortunadamente no fue así. La socialdemocracia, el stalinismo y los movimientos guerrilleros, copados y controlados por el stalinismo, mantuvieron el control de las masas trabajadoras en la guerra y la posguerra han jugado papel decisorio en el desenlace de las luchas en las décadas del 80 y del 90 en Nicaragua, el Salvador, Guatemala, Rusía y el Este de Europa, para

En estas circunstancias, el programa de transición sigue siendo, hoy, el mejor y el más completo. Pero también ha sido cuestionado en aspectos muy importantes por el proceso revolucionario de la posguerra y por los sucesos de 1989 en la ex-URSS y Europa del este.

El programa marxista y la posguerra

Los triunfos de las masas populares en Europa del este(1943), en China (1939), Cuba (1959), Vietnam (1975), Nicaragua (1979) e Irán (1980), en un mismo movimiento, confirmaron la justeza de la teoría marxista de la revolución permanente y del programa de transición y cuestionaron afirmaciones y caracterizaciones hechas allí, exigiendo una actualización del mismo.

El proletariado, en la posguerra, no logró resolver la crisis de dirección y no se dieron revoluciones de octubre sino de febrero (socialistas inconscientes), el rol central lo cumplieron las masas populares y campesinas, se fortalecieron los partidos comunistas y los movimientos guerrilleristas, por ellos influidos. Todos estos triunfos terminados transformados en derrotas en las décadas del 80 y el 90. Cayeron los gobiernos burocráticos y dictatoriales presididos por el stalinismo pero al mismo tiempo fue imposible que el proletariado, debido a su inmadurez política y organizativa, tomara en sus manos el destino de los países "socialistas" y estos están regresando al capitalismo. Los movimientos guerrilleros, excepción hecha hasta ahora de el ELN y la FARC de Colombia, y Sendero Luminoso de Perú, negociaron con sus gobiernos y se integraron al capitalismo y la democracia parlamentaria.

Por lo menos, dos grandes discusiones se dieron en la posguerra al interior de la IV Internacional relacionadas con el programa: cómo denominar los estados surgidos en Europa del Este y qué política tener en relación con los movimientos guerrilleros. Sectores importantes de la IV Internacional terminaron apoyando al castrismo o a partidos comunistas. La Liga Internacional de los Trabajadores LIT(CI) fue una de las que resistió las presiones, se constituyó en la corriente trotskista más dinámica de la posguerra. Esta corriente llevó a cabo la actualización del programa de transición. Entre otros aspectos expreso: "Contra todos nuestros pronósticos, después de la Rusa no se producido ninguna revolución de octubre, triunfante ni derrotada. Esta posguerra, pese a ser la etapa más revolucionaria de la historia, sólo ha originado revoluciones de febrero. Algunas triunfantes, otras derrotadas y otras congeladas, pero solamente revoluciones de febrero" Este trabajo de actualización buscaba armar teórica y políticamente a los socialistas revolucionarios para su intervención en los grandes procesos de la lucha de clases a nivel mundial, de manera especial las revoluciones políticas contra las dictaduras burocraticas en la URSS y en Europa del este,, las luchas contra las dictaduras militares y los procesos de revoluciones democráticas en diversos países de Américalatina y para la lucha por el socialismo en las dos últimas décadas del siglo XX. En este sentido se hicieron esfuerzos denodados para lograr la unidad de la IV Internacional sobre la base de un programa revolucionario común, pero fue tarea imposible.

Una profunda crisis se desató en la Liga Internacional de los Trabajadores (IV Internacional) a partir de enero de 1978 cuando, el más importante de sus dirigentes, Nahuel Moreno murió y en medio de esta profunda crisis de dirección se desataron los procesos políticos de la URSS y de Europa del Este; proceso que han tenido profundas consecuencias en relación al proletariado mundial, a la revolución socialista y al mismo programa. La única corriente del socialismo revolucionario (el trotskismo) que pudo ayudar al proletariado a resolver su crisis de dirección, ha sufrido una diáspora en la década del 90 y a su interior terminaron primando las posiciones reformistas, nacionalistas y parlamentarias..

Poner el marxismo y el programa a tono con la nueva realidad es uno, si no el más importante reto que tiene planteado el proletariado, la intelectualidad revolucionaria y el marxismo militante.

La desintegración de la URSS y el marxismo

Desde 1989-1990, con la desintegración de la URSS, el derrumbe de los gobiernos de Europa del Este, el aplastamiento de los opositores a la burocracia China en Tienamen y la posterior derrota de Irak en la guerra del Golfo, se ha iniciado una de las más duras y sistemáticas ofensivas contra la clase obrera en todo el mundo, contra el marxismo y el socialismo. Ni más faltaba que los enemigos del proletariado y su doctrina no aprovecharan sus triunfos políticas para declarar muertos definitivamente a sus enemigos derrotados. Así fue luego de la derrota de 1848 en Francia y Alemania, después de la Comuna de París, en Rusia entre 1905 y 1912, y luego de la derrota Alemana en 1918. A esta labor de confundir y desmoralizar, en la década del 90 han contribuido de manera definitiva las grandes direcciones políticas y sindicales del movimiento de masas al abandonar definitivamente la lucha, unos, y otros al abandonar la lucha por el poder, encausar toda la actividad hacia la concertación y la integración directa al establecimiento capitalista, sin decirle esto con claridad a los trabajadores y sus seguidores. Han estado a la vanguardia de este proceso los partidos stalinistas y buena parte de los movimientos guerrilleros.

En 1988 la Revista Fortune publicó un artículo titulado "La muerte del socialismo". El centro de la argumentación era que "Apenas 100 años después de que el cadáver de Karl Marx fuera depositado en una tumba al norte de Londres, su verdad ha dejado de marchar", y a renglón seguido la misma publicación cantaba loas al capitalismo. Entonces se revivió, por parte de la burguesía, la idea reaccionaria del fin de la historía, la desaparición de las clases sociales y su lucha, y el arribo, por fin, de la humanidad a su estadio final: el capitalismo y la democracia burguesa. Todo lo que sucedía, en ese momento, parecía darle la razón a los periodistas. Ya se sentían los primeros ruidos que anunciaban el derrumbe de la ex-URSS y de todos los gobiernos del Este de Europa, sólo dos años después, el gobierno imperialista de los Estados Unidos, con el apoyo de sus socios en todo el mundo y la complacencia del gobierno Chino y Soviético, derrotaba a Irak en la guerra del Golfo. Al mismo tiempo la inmensa mayoría de la burocracia stalinista empezaba su trasteo definitivo al establecimiento capitalista y al liberalismo político (Yeltsin, ex-secretario del Partido Comunista en Moscú pasa a gobernar para los capitalistas), acompañados por la "intelectualidad del marxismo oficial soviético" , que hasta el día anterior se reclamaban "marxistas" y "amigos de la clase obrera", por una franja importante de la dirección guerrillera y la alta burocracia sindical.

Hoy, se podría decir, como dijeron los autores del Manifiesto refiriéndose al periodo abierto luego de la derrota de 1848: "Algunos de los más activos hasta entonces fueron seducidos por el halago temporal de un trabajo más abundante y de salarios más elevados, y se convirtieron en <<esquiroles políticos>> .

El fracaso stalinista y los viejos problemas capitalistas.

Fracasó el stalinismo , no el socialismo revolucionario

Desde que Fortune publicó el artículo proclamando la muerte del socialismo han pasado diez años. Aparentemente los enemigos del socialismo tendrían la razón completamente si el empirismo fuera el método más acertado para medir la validez de las grandes teorías y descubrimientos científicos. La validez del marxismo y su programa no están sujetas al triunfo o el fracaso de los trabajadores en determinados procesos revolucionarios, mucho menos depende del fracaso de quienes usurparon su nombre. Si así fuera, el marxismo hubiera desaparecido desde que se presentaron los fracasos de 1848, 1871 y 1905. Los enemigos del marxismo tienen razón parcialmente. El experimento de la economía obrera inaugurada en 1917 fracasó. En este fracaso ha jugado papel determinante la política de la burocracia soviética y los partidos comunistas. Este ha sido un golpe político inmensamente grande para el proletariado. Pero desde 1924 ese proceso no lo dirigió el socialismo revolucionario sino su antípoda: el stalinismo. El stalinismo fue una ruptura con el marxismo y las mejores tradiciones de la revolución de octubre. La teoría central del marxismo sobre la revolución socialista mundial fue sustituida por la nulidad teórica del socialismo en un sólo país. Esta teoría, programa y política (marxismo soviético) son los que fracasaron en la URSS, en Europa del éste y son los que están fracasando en China, Vietnam y Cuba. Las direcciones de estos procesos se han negado de manera expresa a hacer un balance objetivo de todo este proceso y así han contribuido, como queda dicho, a confundir y desmoralizar millones de luchadores honestos en todo el mundo.

Los enemigos de la clase obrera y del marxismo han tenido motivos suficientes para estar contentos. Pero esta ha sido una alegría corta. Ya los problemas del capitalismo a todo los niveles se han empezado a expresar con toda su brutalidad. Más de 1500 millones de desempleados en el mundo, hambre y miseria crecientes, corrupción generalizada, nuevos elementos de crisis económica, etc. Las nuevas generaciones de obreros y jóvenes se tendrán que movilizar contras la tendencia creciente del capitalismo a arrojarlos a la barbarie, algunos sectores del proletariado hoy resisten las acciones del capitalismo salvaje, algunos grupos de la intelectualidad revolucionaria empiezan, también, a dar los primeros signos de vitalidad teórica y política La lucha de clases no ha terminda, mucho menos la historía.

En defensa del Manifiesto y el Marxismo

La nueva situación política abierta en 1989-1990, la derrota que han sufrido las masas obreras y populares, el despojo por parte del capitalismo de las grandes conquistas sociales, el profundo retroceso producido en la conciencia de la clase obrera y su dramática crisis de dirección revolucionaria, exigen una nueva discusión programática.

El anterior proceso, contradictoriamente, tiene algunas ventajas, como que el stalinismo, como aparato burocrático y político que dominaba al movimiento obrero en el mundo, como usurpador del marxismo y de la revolución bolchevique, ha entrado en su más profunda crisis, en un proceso de desintegración política. Lo que se podría traducir en la liberación ideológica de fuerzas importantes de la clase obrera, la juventud y la intelectualidad.

Finalmente, están los nuevos retos que tiene el marxismo. Salir del estancamiento y crisis en la que fue sumido en los últimos 70 años, incorporar a su haber todos los avances de la ciencia que fueron rechazados o vulgarizados, dar respuesta a nuevos fenómenos (ecología, mujer, cambios económicos contemporáneos, etc) y al proceso de retorno definitivo al capitalismo de la ex-URSS, el Este de Europa, China, Vietnam. Corea del Norte, Cuba y por lo menos a los siguientes interrogantes: ¿Se cerró la época del imperialismo y las revoluciones socialistas abierta en 1914, se agotó el ascenso de la posguerra, la clase obrera ha dejado de ser el sujeto de la revolución socialista, definitivamente el partido bolchevique fue la causa de la burocratización y no debe ser repetida como experiencia?

Todo lo anterior va depender de, por lo menos, tres factores: uno, que la clase obrera a nivel mundial retome el camino de la movilización anticapitalista y revolucionaria, dos, que una amplia capa de la intelectualidad revolucionaria tome a fondo las banderas del marxismo como ciencia y busque su articulación con la clase obrera, y tres, que se logre construir un núcleo de organización socialista internacional, que le dé continuidad a la tarea titánica que se planteo la IV Internacional, ante la disolución y liquidación de la III Internacional por parte del gobierno soviético en 1943.

Hay un proceso desigual en la reacción y respuesta de la clase obrera y la intelectualidad a la ofensiva que adelanta el imperialismo y la burguesía desde finales de la década pasada. La clase obrera, en lo fundamental sigue realizando luchas defensivas, en medio de la confusión y la desmoralización.

En el campo de los intelectuales, después de la deserción en masa en los primeros años de la década, hoy sectores importantes empiezan a defender el marxismo, a cuestionar el capitalismo, a tener un poco de confianza en la clase obrera, así sea en forma débil y desde posiciones académicas y universitarias. Con estos sectores de la intelectualidad se podría hacer unidad de acción para la defensa del marxismo, pero al mismo tiempo criticarle su inconsecuencia organizativa, tincitarlos a desempeñar el papel que desempeñaron en el siglo XIX los intelectuales revolucionarios encabezados por Carlos Marx y Federico Engels o en el siglo XX los miles de intelectuales revolucionarios a cuya vanguardia estuvieron Lenin Trotski, Rosa Luxemburgo, para sólo nombrar a los más importantes.

Bases para un acuerdo en defensa del marxismo

Hoy, la defensa del Manifiesto Comunista y del marxismo pasan, ineludiblemente, por una intensa discusión del marxismo como programa para la acción, partiendo de las bases sentadas por el Manifiesto Comunista e incorporando la experiencia de la clase obrera y las masas populares en los grandes procesos de la lucha de clases de los últimos 150 años y sobre todo del siglo XX. Se trata de sacar las lecciones de los triunfos obtenidos entre 1917 y 1979, y de manera especial de las derrotas sufridas en la última década. Las discusiones a propósito de los 150 años del Manifiesto deben ser el comienzo de esta discusión franca y colectiva. A manera de abrebocas proponemos los siguientes puntos.

* Asumir la defensa de la Revolución de Octubre entre 1917-1924. Este fue el hecho de la lucha de clases más importante del siglo XX, además que ejerció una influencia muy importante desde entonces y hasta hoy. De 1924 a 1989 reivindicar la economía nacionalista y las conquistas sociales de las masas, únicos elementos de la revolución del 17 que lograron sobrevivir, aunque profundamente deformados, en medio de la burocratización del Estado y del Partido.

* Balancear de manera objetiva el papel del stalinismo como dirección mayoritaria del movimiento obrero entre 1924 y 1989. ¿Es cierto que estancó el marxismo en su desarrollo, impidiendo la asimilación e integración por éste de los más importantes avances de la ciencia y, sobre todo, debido al abandono de la teoría marxista de la revolución socialista, la burocratización de la URSS, del partido Bolchevique y la nefasta identificación de partido Comunista y dictadura burocrática?. ¡El daño que le causó fue de inmensas proporciones porque lo hizo desde adentro del mismo marxismo y del movimiento obrero!.

* Reubicar el marxismo como lo que fue siempre para sus grandes teóricos y defensores, una ciencia, y el socialismo revolucionario, como el programa para la revolución socialista mundial.

* Hacer un esfuerzo colectivo por integrar al marxismo los más importantes avances de la ciencia en el siglo XX. Tal como lo hicieron sus fundadores con la economía clásica, el socialismo francés, la filosofía Alemana, particularmente con Hegel, con Darwin y sus descubrimiento sobre la naturaleza, con Morgan y sus estudios sobre la comunidad primitiva, con los desarrollos de la física, la química, la biología, etc, como quedó patentizado en el libro la dialéctica de la naturaleza .

* Asumir el marxismo no sólo como una crítica al capitalismo, sino como una crítica cuyo objetivo es impulsar la lucha por su sustitución por la sociedad socialista.

* Insistir porque la clase obrera sea el epicentro de la lucha contra el capitalismo; porque se vuelva a constituir en clase para si, acaudille a todos los explotados, se postule como alternativa de gobierno obrero y popular, por un nuevo estado no capitalista, proletario, al servicio de construir la sociedad socialista. "La clase obrera es revolucionaria, o no es nada" (Marx)

* Que el triunfo sobre el capitalismo y el imperialismo, para que tenga posibilidades de consolidarse tiene que ser a nivel mundial; el intento de construir el socialismo en un sólo país o en un grupo de páíses ha fracasado; el socialismo será internacional o no será nada.

*La necesidad de organizar lo mejor de la clase obrera y de los intelectuales en un partido socialista mundial. El grito de guerra del manifiesto Comunista, "Proletarios de todos los países unios", sólo es posible realizarlo en una Internacional Socialista. Esta fue la lucha de Carlos Marx y Federico Engels en la I Internacional, Lenin, Trotski y Rosa Luxemburgo en la II y en la III Internacional, Trotski en la IV Internacional. La anterior propuesta está dirigida a todos los que hoy reivindican el marxismo desde una perspectiva revolucionaria y de manera especial al movimiento trotskista (IV Internacional). El Centro Internacional del Trotskismo Ortodoxo (CITO) coloca al servicio de esta discusióm la Revista Panorama Internacional.

Edgar Ospina

-28/3/98-

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