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Carlos Marx
Salario Precio y Ganancia
PRODUCCION Y SALARIOS
El argumento del ciudadano Weston se basa, en realidad, en dos premisas:
1) que el volumen de la producción nacional es una cosa fija, una cantidad o
magnitud constante, como dirían los matemáticos; 2) que la suma de los
salarios reales, es decir, salarios medidos por la cantidad de mercancías
que puede ser comprada con ellos, es también una suma fija, una magnitud
constante.
Pues bien, su primer aserto es evidentemente erróneo. Veréis que el
valor y el volumen de la producción aumentan de año en año, que las fuerzas
productivas del trabajo nacional crecen y que la cantidad de dinero
necesaria para poner en circulación esta producción creciente varía sin
cesar. Lo que es cierto al final de cada año y respecto a distintos años
comparados entre sí, lo es también respecto a cada día medio del año. El
volumen o la magnitud de la producción nacional varía continuamente. No es
una magnitud constante, sino variable, y no tiene más remedio que serlo, aun
prescindiendo de las fluctuaciones de la población, por los continuos
cambios que se operan en la acumulación de capital y en las fuerzas
productivas del trabajo. Es completamente cierto que si hoy se implantase un
aumento en el tipo general de salario, este aumento, por sí solo,
cualesquiera que fuesen sus resultados ulteriores, no haría cambiar
inmediatamente el volumen de la producción. En un
principio tendría que arrancar del estado de cosas existente. Y si la
producción nacional, antes de la subida de salarios, era variable y no fija,
lo seguiría siendo también después de la subida.
Pero, admitamos que el volumen de la producción nacional fuese constante
y no variable. Aun en este caso, lo que nuestro amigo Weston cree una
conclusión lógica, seguiría siendo una afirmación gratuita. Si tomo un
determinado número, digamos 8, los límites absolutos de esta cifra no
impiden que varíen los límites relativos de sus componentes. Supongamos que
la ganancia fuese igual a 6 y los salarios igual a 2: los salarios podrían
aumentar hasta 6 y la ganancia descender hasta 2, pero la cifra total
seguiría siendo 8. Así, pues, el volumen fijo de la producción no llegará
jamás a probar la suma fija de los salarios. ¿Cómo prueba, pues, nuestro
amigo Weston esa fijeza? Sencillamente, afirmándola.
Pero, aunque diésemos por buena su afirmación, ésta tendría efecto en
los dos sentidos, y él sólo quiere que valga en uno. Si el volumen de los
salarios representa una magnitud constante, no se podrá aumentar ni
disminuir. Por tanto, si los obreros obran neciamente cuando arrancan un
aumento temporal de salarios, no menos neciamente obrarían los capitalistas
al imponer una rebaja transitoria de jornales. Nuestro amigo Weston no niega
que, en ciertas circunstancias, los obreros pueden arrancar un aumento de
salarios; pero, como según él la suma de salarios es fija por ley natural,
este aumento provocará necesariamente una reacción. El sabe también, por
otra parte, que los capitalistas pueden imponer una rebaja de salarios, y la
verdad es que lo intentan continuamente. Según el principio de la constancia
de los salarios, en este caso debería seguir una reacción, exactamente lo mismo que en el caso anterior.
Por tanto, los obreros obrarían
acertadamente reaccionando contra las re bajas de los salarios o los
intentos de ellas. Obrarían, por tanto, acertadamente al arrancar aumentos
de salarios, pues toda reacción contra una rebaja de salarios es una acción
por su aumento. Por consiguiente, según el principio de la estabilidad de
los salarios, que sostiene el mismo ciudadano Weston, los obreros deben, en
ciertas circunstancias, unirse y luchar por el aumento de sus jornales.
Si él niega esta conclusión, tendría que renunciar a la premisa de la
cual se deduce. No debe decir que el volumen de los salarios es una cantidad
constante, sino que, aunque no puede ni debe aumentar, puede y debe
disminuir siempre que al capital le plazca rebajarlo. Si al capitalista le
place alimentaros con patatas en vez de daros carne, y con avena en vez de
trigo, debéis aceptar su voluntad como una ley de la Economía Política y
someteros a ella. Si en un país, por ejemplo en los Estados Unidos, los
tipos de salarios son más altos que en otro, por ejemplo en Inglaterra,
debéis explicaros esta diferencia como una diferencia entre la voluntad del
capitalista norteamericano y la del capitalista inglés; método éste que,
ciertamente, simplificaría mucho, no ya el estudio de los fenómenos
económicos, sino el de todos los demás fenómenos.
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