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Residencia en la tierra

Autor: Pablo Neruda

El hablante literario de “Residencia en la Tierra”, expresa sentimientos y estados de ánimo que se basan fundamentalmente en la contradicción producto de la angustia que le provoca la misma residencia en la tierra y la experiencia de vivir, entendida tanto en la experiencia cotidiana, como en los estados más profundos de cuestionamiento del propio ser. Por ello podemos decir, que el texto se fundamenta en una estructura antitética. De esta manera, el principio constructivo del texto es el “Quiasmo”, es decir: “(…) el cruce que invierte los atributos de las palabras y las cosas" , el despliegue de este quiasmo original, se verá a través de la totalidad del texto.

La contradicción del hablante lírico se basa en la angustia, el sujeto está vacío, huérfano, por lo tanto está buscando, recogiendo y descifrando un fundamento para su propia existencia:

“Yo lloro en medio de lo invadido, entre lo confuso

entre el sabor creciente, poniendo el oído”…

Pero esta existencia atormentada se vuelve contradicción cuando se reconoce indeciso; el sujeto residenciario es incapaz frente a todo acto reivindicador. El hacer no es suficiente para la trascendencia, por ello también podemos hablar de un sujeto inconsecuente que aspira, que clama un bienestar, pero no resuelve un actuar acorde con lo que cree o no cree. Sin embargo no teme defender el camino perpetuo al cual está sometido:

“Después de mucho, después de varias leguas,

confuso de dominios, incierto de territorios,

acompañado de pobres esperanzas

y compañías infieles y desconfiados sueños,

amo lo tenaz que aun sobrevive en mis ojos

oigo en mi corazón mis pasos de jinete…”

Aquí, la figura del jinete se liga fundamentalmente a su propio quehacer como poeta, también se liga a otra de las figuras más recurrentes dentro del texto como es la del caballo. Ambas se refieren a la perpetua lucha que libra el hablante lírico tanto dentro del mundo sensible como del mundo de lo onírico. La lucha se encara para lograr los ideales y los mismos sueños, que son no una vía de escape al mundo real, sino una manera otra y posible de sentir y vivir la vida. También podemos pensar que el autor se refiere a una poética propia que puede ser abonada por lo onírico. Si bien vemos que el hablante participa de una intensión de creación surrealista, sabemos que prima un criterio racionalista dentro de la construcción temática del texto, el cual es substancialmente lógico.

El hablante lírico también se referirá a asuntos de su actuar en el campo de lo amoroso (situándose en lugar común con los más puros poetas grecolatinos), buscará una mujer que renueve sus fuerzas:

“Oh dama sin corazón, hija del cielo

auxíliame en esta solitaria hora…”

“Detrás de la pelea de los días blancos de espacio

y fríos de muertes lentas y estímulos marchitos,

siento arder tu regazo y transitar tus besos

haciendo golondrinas frescas en mi sueño…”

“El Joven sin recuerdos te saluda, te pregunta

por su olvidada voluntad,

las manos de él se mueven en tu atmósfera como pájaros,

y la humedad es grande a su alrededor…”



Tal búsqueda no tendrá un final preciso, ni tampoco una coherencia con lo que se busca. Podemos leer que, en “Residencia en la Tierra”, primará el fracaso de una búsqueda amorosa, puesto que el sujeto propenderá infinitas veces al rastreo dentro de sí mismo, recuperando los aspectos propios que le permitan la existencia:

“Qué esperanza considerar, qué presagio puro,

qué definitivo beso enterrar en el corazón,

someter en los orígenes del desamparo y la inteligencia

suave y seguro sobre las aguas eternamente turbadas”

Sin desvestirse de la profunda contradicción que lo cubre, el hablante lírico, siempre buscará nuevas esperanzas, primero en la aventura del amor, en el que fracasará, luego en lo que vendrá después de la muerte:

“Ay que lo que soy siga existiendo y cesando de existir…

…que el temblor de las muertes y nacimientos no

conmueva el profundo sitio que quiero reservar para mí eternamente.”



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En este sentido, la experiencia de buscar esperanzas redentoras de su ser en la muerte, el sujeto abre ante sí dos nuevos asuntos. El primero es el de hacer efectivo el existir pleno de su alma posterior a la muerte, pero aquí tan sólo cabe una esperanza ambigua y poco concreta. El segundo es que encuentra la propia causa de su sentir presente: el hombre está sujeto a un tiempo, cuyo transcurrir es sin sentido, está es la real causa de la imposibilidad de existir:

“Dime, del tiempo, resonando

en tu esfera parcial y dulce,

no oyes acaso el sordo gemido?

“Tal vez la debilidad natural de los seres recelosos y ansiosos

busca de súbito permanencia en el tiempo y límites en la tierra”

Este descubrimiento podría fundamentar una nueva posición ante la vida, pero el sujeto residenciario no abandonará nunca la contradicción y el pesimismo formulándose preguntas, acerca de su experiencia vital, que nunca serán resueltas. En este sentido podríamos incorporar datos biográficos los que nos permiten saber que Neruda escribió este texto fuera del país y que esta experiencia lo llevó a los límites de la soledad e incomprensión, como el mismo autor lo escribiría en cartas a Héctor Eandi y Margarita Aguirre. Al respecto, Juan Loveluck dice: “El viaje supone cambios e intensificaciones en el oficio creador del poeta y, asimismo, mutaciones en el modo de existencia del hombre: tras la bohemia santiaguina y la camaradería ajuglarada y liviana que el escritor y sus amigos han evocado, los cinco años que Neruda vive lejos de Chile le enfrentan consigo mismo en un espejo sin engaños”. Más tarde, sin embargo, encontrará la respuesta a su vivir dentro de otros contextos biográficos como podrían ser su actuar político e ideológico, los que se verán en textos como “Canto General”.

Estructura de “Residencia en la Tierra”

En “Residencia en la Tierra”, podemos encontrar una estructura subyacente que corresponde paradójicamente con la presentación del texto: a medida que la lectura transcurre, el lector puede notar que el hablante adquiere de a poco cierta madurez, cierto aire de hombre vivido que se detiene a rememorar y reflexionar sobre su vida, lo que le permite encontrar su propio “yo” poético. Al respecto, el libro se divide en cuatro partes, que podemos resumir así:

-Iª parte: desde “Galope Muerto” hasta “Sonata y Destrucciones”. Esta primera parte consta principalmente en poemas de tipo enunciativo, de enumeración de calificativos y emociones que cruzaran al texto en su totalidad. Se establece el primer principio constructivo del texto: el quiasmo fundamentará el desarrollo poético y estilístico del texto. Ejemplo de ello sería el poema “Lamento Lento”.

-2ª parte: desde “La Noche del Soldado” hasta “Entierro del Este”. En esta parte, el sujeto poético explicará sus vivencias. Cambia el estilo poético del verso; ahora es prosa poética. Ejemplo de ello es “Comunicaciones Desmentidas”. Destaca también en este momento poético, la capacidad del sujeto de identificarse con distintas personas como son el soldado, el joven de la estación de trenes, el fantasma, el viajero.

-3ª parte: desde “Caballero Solo” a “Tango del Viudo”. Esta parte es la más nostálgica y en la que mejor se expresa la soledad. El sujeto residenciario evoca lo perdido en el transcurrir del tiempo. Ejemplos de ellos serían “Caballero Solo” y “El Fantasma del Buque de Carga”.

-4ª parte: desde “Cantares” hasta “Significa sombras”. Estos tres últimos poemas muestran la aceptación de la contradicción del sujeto lírico, como parte de su humanidad. Este tiende a precisar mejor aun sus interrogantes. También hay una búsqueda mucho más interna, abandona la asimilación con otras personas que el sujeto poseía en un comienzo. Ejemplo es “Significa Sombras”.

Esta división también corresponde al desarrollo del estado de ánimo del sujeto residenciario dentro del texto. El fundamento de la existencia del sujeto lírico, la contradicción, es entendido de distintas maneras a través del texto; primero como una explosión de emociones no delimitadas, finalmente este mismo sujeto se verá más pasivo y contemplativo, en donde la reflexión es su principal característica.

En cuanto a las figuras retóricas, podemos decir que ellas nacen al interior mismo de la experiencia del sujeto. En este sentido, el autor, hace uso de un lenguaje fiel a sus emociones utilizando imágenes desgarradoras, profundamente sutiles a veces, imágenes concretas como son la madera y el hierro del barco por ej. Metáfora, metonimia, sinécdoque, comparación, oxímoron, por ejemplo, son figuras retóricas utilizadas en un lenguaje sencillo y casi coloquial e irán de acuerdo con el desarrollo del texto que antes esbozamos.

Análisis retórico-tropológico de “Sonata y Destrucciones”

“Sonata y Destrucciones”

Después de mucho, después de varias leguas

confuso de dominios, incierto de territorios,

acompañado de pobres esperanzas

y compañías infieles y desconfiados sueños,

amo lo tenaz que aún sobrevive en mis ojos,

oigo en mi corazón mis pasos de jinete,

muerdo el fuego dormido y la sal arruinada,

y de noche, de atmósfera oscura y luto prófugo,

aquel que vela a la orilla de los campamentos,

el viajero armado de estériles resistencias,

detenido entre sombras que crecen y alas que tiemblan,

me siento ser, y mi brazo de piedra me defiende.

Hay entre ciencias de llanto un altar confuso,

y en mí sesión de atardeceres sin perfume,

en mis abandonados dormitorios donde habita la luna,

y arañas de mi propiedad, y destrucciones que me son queridas

adoro mi propio ser perdido, mi substancia imperfecta,

mi golpe de plata y mi pérdida eterna.

Ardió la uva húmeda, y su agua funeral

aún vacila, aún reside,

y el patrimonio estéril, y el domicilio traidor.

Quién hizo ceremonia de cenizas?

Quién amo lo perdido, quién protegió lo último?

El hueso del padre, la madera del buque muerto,

y su propio final, su misma huida,

su fuerza triste, su dios miserable?

Acecho, pues, lo inanimado y lo doliente,

y el testimonio extraño que sostengo,

con eficiencia cruel y escrito en cenizas,

es la forma de olvido que prefiero,

el nombre que doy a la tierra, el valor de mis sueños,

la cantidad interminable que divido

con mis ojos de invierno, durante cada día de este mundo.

“Sonata y Destrucciones” comienza situándonos dentro de la estructura quiásmica utilizada como principio constructivo de “Residencia en la Tierra”, o sea en la imagen invertida y contradictoria que nos presenta el hablante como fundamento de su propia existencia. El cruce quiásmico en Sonata-Destrucción, mediatizado por la conjunción, se dará contraponiendo dos sustantivos: el primero (Sonata) que presupone un orden constructivo , el segundo (Destrucción) apela a la destrucción y al caos, rompiendo el orden mencionado anteriormente.

En la primera estrofa, el hablante residenciario, siente que a pesar de que el camino recorrido es en vano, incierto e inseguro, ama todavía la fuerza que queda en él y aún, como “viajero armado” contra las “sombras que crecen” (sombras como sinécdoque por oscuridad, luego como metáfora de temor) y las débiles ilusiones (alas: metonimia), posee el valor de reconocerse a sí mismo y así poder defenderse del miedo y desesperación que le provoca la vida.

En la segunda estrofa, menciona el conocimiento experiencial en asociación con la creencia religiosa y supraterrenal, pero a propósito de esto se muestra confuso y dudoso (“Altar confuso”), pero sigue amándose a sí mismo. Ahora incluye la melancolía (2º verso), su existencia solitaria que es acompañada sólo por la noche (3º verso), lo pavoroso y destructivo que hay en él (4º verso). Luego, en el 6º verso, asocia “mi golpe de plata” (metáfora de espada) con la anterior imagen de la luna. La uva es utilizada para hacer un alcance con el vino y el jolgorio, con la ebriedad, luego con la sangre (mediante la comparación de los colores de ambos elementos), pasión o bien la muerte porque más tarde hablará de “agua funeral” (también con construcción quiásmica). Aquí comienza a declinar en el tono, se coloca más reflexivo y nostálgico, asimismo cambia la temporalidad: “patrimonio estéril”, hace referencia a una herencia, a un pasado vacío, lo actualiza nombrando “domicilio traidor”. Este verso se presenta de una manera muy atractiva: de la misma manera como lo hiciera en el 4º verso de la primera estrofa. A partir del verso 11 comienza a nombrar una serie de pérdidas unidas por una coma, dándose una suerte de analogía que crea un puente entre el universo y el ser, como partes de un interminable cuestionamiento que va enfocado hacia la entrega que se ha tenido frente a los ideales:…”quién protegió lo último?…”.

En la última estrofa, se encuentran desordenados los planteamientos y se produce un desorden sintáctico:

“Acecho”

-¿cómo?: “…con eficiencia cruel y escrito en cenizas” (complemento circunstancial).

-¿qué?: “…lo inanimado y lo doliente”, “el testimonio extraño que sostengo” (complemento directo).

-¿por qué?: “…es la forma de olvido que prefiero”

De esta manera es como el hablante lírico muestra su contradicción, pues ¿por qué “acecha” si quiere olvidar?. Finalmente expone la manera en que ve las cosas: “…durante cada día de este mundo”, con ello nos ratifica que el mundo existe por la mirada y la atención que él coloca, con sus “ojos de invierno” (pesimismo de la mirada al mundo). Después de observar divide, nombra y valora (cantidades, tierra, sueños).

El hablante toma, poco a poco, conciencia de su humanidad: primero de manera contradictoria, luego saca, a pesar de todo, fuerzas para defenderse de la desilusión por un recorrido en vano, más tarde vuelve a cuestionarse, pero finalmente se reconoce a sí mismo, se identifica y muestra de qué manera existen las cosas para él.

Conclusiones

Como hemos visto, el texto se presenta coherentemente en cuanto al enunciado y a la enunciación. Esto nos remite a una claridad del autor en cuanto a sus intenciones poéticas y literarias, las que pocos autores poseen y llevan a cabo tan bien como lo hiciera Pablo Neruda. Por ello no es poco relevante revisar los antecedentes biográficos que se poseen del autor, estos antecedentes ayudan a entender los postulados que en “Residencia en la Tierra” están presentes, el momento que llevó a la autor a crear esta obra y la manera cómo se cerrará el ciclo poético de Neruda en “Residencia en la Tierra II” y en las obras posteriores. Tendrán que pasar unas cuantas épocas más para que el autor, mucho más maduro y con una claridad mayor, abandone los tópicos existenciales que están presentes en esta obra analizada y acoga nuevas temáticas que lo demuestren menos contradictorio.

“Residencia en la Tierra”, es una obra de creación temprana, es una de las etapas menos conocidas popularmente, pero es tal vez una de las obras más generalizadoras, humanamente hablando, que el autor haya escrito. Este texto es mucho menos localista, más universal; las intenciones del autor son las de escribir cosmológicamente acerca de la vida y dar su visión totalizadora de la realidad. Esta visión es la de un mundo desmembrado, desintegrado y fragmentado, pero que adquiere valor en cuanto alegóricamente da cuenta de un mundo total. Tal alegoría, no será posible reconstruirla si no es con el quiasmo que cruza cada uno de sus fragmentos.

“Residencia en la Tierra” se inscribe dentro del marco del pesimismo que ha caracterizado a nuestra civilización y a nuestro tiempo. Neruda recoge los postulados artísticos de nuestro siglo; primero las vanguardias artísticas y luego el existencialismo propugnado por los filósofos que nacerían a mediados de la primera guerra mundial. De allí que Neruda se presente como un ser pesimista, que siente que las cosas mueren en el tiempo, en el propio y en el ajeno. De allí también que sienta que es un ser consumido por la modernidad que comienza a llegar a nuestro continente, porque Latinoamérica ya no es sólo el seno materno de la Tierra que nos asombra y acoge, sino que comienza a formar parte de lo “occidental”. De ello más tarde se preocupará el poeta, adquiriendo un gusto por lo popular, por lo tradicional, por lo propio de nuestro continente, cambiará el lenguaje y la forma, siendo uno de los representantes más fructíferos de las letras de América para el Mundo.

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