Aspectos de la confrontación entre la
revolución bolivariana y los medios de comunicación privados

Reflexión crítica sobre las posibilidades subversivas del momento

Por Guayú De Falkón
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Son cientos y cientos de situaciones políticas de la cotidianidad que proporcionan una muestra clara de la afirmación expresada en el título de este trabajo, los más comunes son los que realiza el presidente Chávez, al declarar a cualquiera provocación mediática de los sicarios del micrófono y las cámaras golpistas, muchas veces en vivo, lo que es utilizado por las manipulaciones mediáticas para agredir a la revolución y a sus seguidores, sin que haya manera de responder mediáticamente con la misma intensidad con que atacan a la población.

Una guerra mediática se enfrenta con medios de comunicación, comunicadores sociales, periodistas, analistas, técnicos, recursos económicos o anunciantes que los sostengan. Confrontar una guerra mediática sin medios de comunicación o con recursos comunicacionales paupérrimos, es una locura sí no se recurre a otros instrumentos para batallarla y ganarla, porque se estaría aceptando, de manera anticipada, una derrota lenta pero segura a favor de los medios de comunicación. Mucho más, cuando detrás de los medios de comunicación privados existen ilimitados recursos financieros que para la revolución bolivariana no existen.

¿El presidente no tiene asesores? ¿Son malos asesores? ¿No les hace caso? ¿Poco o nada hacen para incidir en el Presidente y lograr que les atienda o discuta sus recomendaciones? ¿Será que el Presidente sigue las recomendaciones de sus asesores y los errores que comete son inducidos por éstos? La verdad no es fácil conocerla, ya que el Presidente, sus asesores y todos los que trabajan en su equipo de comunicación, conforman un coto cerrado a cualquiera incidencia externa a ellos. ¿Seguridad? No lo sabemos, pero la cadena continua y repetitiva de errores y horrores comunicacionales nos conducen a una interrogante terrible.

¿Estará la comunicación oficial influida o dirigida por un conjunto de incapaces bienintencionados comunicadores bolivarianos, influidos o asesorados por la oposición u otros agentes, a través de “abnegadas” “ayudas” y “asesorías”, “ad-honorem” o “solidarias”, desplegadas o financiadas por manos peludas para asegurar el fracaso de la comunicación de la revolución bolivariana, y por efecto dominó el fracaso del proceso de cambios? ¿O estará la comunicación bolivariana dirigida por quintacolumnas hasta ahora bien camuflados y apertrechados en las alturas del poder bolivariano?

Pero, salgamos del campo de la interrogación y pasemos al campo de lo material concreto.

Todo el mundo reconoce que estamos siendo atacados por una ataque mediático que declaró la guerra contra el Estado y el Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela. Y hasta ahora, no pareciera que estuviéramos en tiempos de revolución, para resolver la situación de manera revolucionaria, que no es ni significa un llamado a la violencia ni a la dictadura del proletariado. Sucede que el término revolución se maneja de manera vulgar, se balbucea sin comprender que es una revolución, un proceso de cambios revolucionario.

Se desconoce que la revolución es compañera inseparable de la subversión, y que en presencia de la subversión la revolución es posible.

Muchas veces desde el estamento oficial, el propio Presidente Chávez utiliza el término de subversivo con la significación que de él vendió la contrarrevolución y el fascismo: Subversivo es un terrorista o revoltoso insubordinado que desconoce la autoridad, las leyes, el orden, siembra el caos y conspira para derrocar el gobierno y el Estado.

La verdad es que al contrario del uso vulgar del término, la subversión es portadora de la capacidad de saltar las viejas y caducas soluciones existentes que no dan salida a los problemas. Subvirtiendo (saltando o pasando por encima) los procesos y soluciones comunes ya ineficaces, se consigue una solución que lo resuelve mejor y satisface de manera general: la salida subversiva. Eso es una subversión. La ciencia es lo más subversivo que existe. Los conservadores son reaccionarios porque no desean que las cosas cambien, por ello declaran a los subversivos como sus más grandes enemigos. Los subversivos son los elementos más beneficiosos para cualquier sociedad.

Si estamos de verdad en tiempos de revolución, es necesario permitir que emerja la subversión. Es el momento que el gobierno revolucionario bolivariano y las FAN, declaren a los medios de comunicación venezolanos de hoy, como lo que representan en la realidad concreta del mundo contemporáneo para nuestro pueblo: armas de guerra.

El ataque mediático realizado con salvaje agresividad y de manera indiscriminada, requiere de la calificación concreta del status de los instrumentos que la llevan adelante; de los medios de comunicación. Estos son utilizados como armas de guerra reales, y no virtuales como hasta ahora parece que los siguen viendo el Presidente Chávez, el gobierno y las FAN. Esta guerra comienza a acabar a nuestro pueblo ante los ojos de todo el mundo, sin que nadie de los que tienen poder hagan algo de importancia para impedirlo, porque las FAN sólo reconocen como armas de guerra, a los instrumentos que causan destrucción material, o matan o hieren a los hombres con destrucción visual del cuerpo y pérdida de sangre.

Como los medios de comunicación atacan con mísiles de ondas hertzianas el cerebro de hombres mujeres y niños, y las heridas que causan no producen gritos ni dolor físico visible en las víctimas, y a la vez son invisibles a la vista porque de ellas hacia el exterior del cuerpo humano no brota ni una sola gota de sangre, no son reconocidos como armas de guerra. Cuando los medios de comunicación privados venezolanos son en su inmensa mayoría armas de guerra de destrucción masiva concretas.

Si no se asumen posiciones subversivas en este momento, la revolución bolivariana tendrá que esperar a que los dueños de los medios de comunicación y sus agentes externos, se apiaden de los venezolanos y detengan su acción como acto de contrición; o habrá que esperar la muerte de la mitad de la población como ya sucedió durante la Guerra de Independencia o la Guerra Federal, para que luego del desastre, las FAN y nuestro Presidente si sobrevive, les otorguen a los medios de comunicación venezolanos el status que realmente tienen: armas de guerra; y como tales se les confronte en el futuro.

Pero frente a la hipotética llegada de ese no deseado escenario cabe la interrogante ¿de qué nos servirá que luego de la muerte de cientos de miles de hombres mujeres y niños, los medios de comunicación sean declarados armas de guerra, cuando la realidad concreta exige que se haga hoy, en el momento que se cuenta con parte del poder que puede hacerlo y confrontarlos, acción que es apoyada de hecho por la propia matriz de opinión que, contra los propios medios de comunicación venezolanos, ellos mismos han creado entre los medios extranjeros que cubren los sucesos en desarrollo en Venezuela?

Y una última reflexión, hasta ahora el gobierno nacional ha batallado en el plano situacional normal, predecible de acuerdo a las viejas reglas conocidas y secretas de la lucha por el poder. Pero acá si puede haber una jugada subversiva, científica, en contra de la revolución bolivariana, producida por una intervención extranjera. En que se apoyaría. La inacción para el uso del principio de autoridad para establecer la gobernabilidad, que es algo real. Aunque se pretenda justificar de mil maneras diciendo que somos un proceso nuevo, diferente, humano, etc, etc, la población está sufriendo.

El argumento de impedir el sufrimiento de la población, puede ser usado como detonante para una invasión humanitaria, justificado por la incapacidad del gobierno en ejercer la autoridad para impedir que, unos medios de comunicación fascistas al servicio de unos desquiciados, se les impida atacar masivamente a la población venezolana con total impunidad, cuyos ataques han convertido a parte de la sociedad de clase media en animales rabiosos, y están sometiendo a la población en general, a un estado de psicosis de terror permanente, anta la mirada impaciente de un gobierno que está paralizado ante ese hecho.

Y esto, no es sólo un ejercicio de imaginación. Estadounidenses e ingleses, junto a Los Aliados, convirtieron en un demonio al ministro de información de Hitler, por el sólo hecho de que éste, con el uso de la ciencia, consiguió que una mentira repetida tan sólo mil veces se convirtiera en verdad; cuando a estadounidenses e ingleses, hacer lo mismo, les llevaba muchísimo más tiempo de repetición de la mentira. En este momento, cualquiera justificación que permita ponerle la mano al petróleo, es válida para los intereses transnacionales.

Así como convirtieron en el demonio de la comunicación al ministro alemán de información, por hacer algo idéntico y mejor que lo realizado habitualmente por sus acusadores ¿por qué no podrían invadir el país para salvar al pueblo venezolano de unos desalmados medios de comunicación que están asesinando a la población venezolana día tras día desde hace meses, sin que ante la evidencia concreta de ese hecho el gobierno nada haga para impedirlo, teniendo este último la autoridad y los instrumentos para impedir tal agresión al pueblo, lo que lo hace cómplice por omisión e inacción del uso del principio de autoridad inherente a los Gobiernos de Estados Democráticos.

Marta Colomina. Napoleón Bravo, Marcel Granier, Juan Fernández, Carlos Ortega y hasta el propio Cardenal Velazco, etc., en fin, todos los dueños de medios de comunicación y el personal periodístico y técnico empleado en la guerra mediática, perfectamente, y en beneficio de los más altos intereses del capital industrial y financiero global, pueden ser sacrificados para mostrarlos al mundo en un gran espectáculo, en vivo, como una prueba de la actuación de los países libres en defensa de la ética periodística y la comunicación democrática. Y con esa justificación, llevarlos prisioneros a Guantánamo y juzgarlos por delitos de Lesa Humanidad, pagándoles con su propia medicina los servicios prestados: aterrorizar a la población venezolana en vivo y directo.

Caracas 7 de enero de 2002

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