El Mar de Fondo de los Trasnochos y Desvelos por la Inseguridad
(momentos de reflexión en la vida de Coromoto Pérez)

Por Guayú de Falkón

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Cual mujer cuatriboleada, como la mayoría de las mujeres venezolanas que hacen de padre y madre a la vez al criar sus hijos solas, sin ayuda material de quienes los engendraron, Coromoto Pérez se levanta muy temprano de la cama a preparar el café que bebe cada mañana junto con el desayuno y la merienda de sus hijos, sus adorables morochos, éstos tienen que asistir al simoncito (pregrado) y debe prepararles sus uniformes y bolsos de estudio.

Levantada a tientas en medio de la oscuridad de la noche, con mucho cuidado para no despertar a sus hijos que duermen junto a ella en la única cama que hay en la sala-cocina-habitación que constituye su vivienda, con unas enormes ojeras parecidas a dos huevos fritos que reflejan gran cantidad de desvelos y horas de sueño acumuladas, Coromoto Pérez dando tropiezos con juguetes, revistas y diversos objetos que reposan en el piso, camina hasta donde cuelga el único bombillo eléctrico de la casa y lo gira para encenderlo; hoy estrena su bombillo ahorrador de energía instalado sin costo alguno por la Misión Ahorro Energético. Desde ayer su hogar se ilumina con un bombillo de bajo consumo de energía, importado, un producto de la empresa transnacional holandesa Philips Electronics N.V. fabricado en China con mano de obra barata, casi esclava, gracias a las políticas para “estimular” la inversión extranjera y la apertura del “socialismo” chino al libre mercado de la oferta y la demanda del capitalismo salvaje de la globalización neoliberal. Coromoto Pérez está acostumbrada a este diario ajetreo, lo vivió junto a su madre hasta los 16 años cuando salió de su casa enamorada y con ganas de tener una familia a vivir con Juancho, su primer e inolvidable amor, el padre biológico de sus adorados y abandonados morochos. Este es un vía crucis que también vivió su madre junto a su abuela y ha sido el calvario común en la vida de toda su familia.

Sus desvelos y la gran cantidad de horas de sueño acumuladas se deben a los tiroteos de las bandas juveniles que a menudo ocurren en horas de la madrugada en el barrio, hecho que la obliga a saltar de la cama y ponerse a salvaguarda de los disparos junto a sus dos hijos. Coromoto Pérez, como casi todos sus vecinos, se lanza al suelo tantas veces como truenen los cañones de las pistolas y revólveres en manos del hampa común, armas que agudizan las crisis de las políticas contra la inseguridad que implementa el gobierno bolivariano. Estos mismos hampones, en su mayoría adolescentes y jóvenes, una vez en la cárcel son protagonistas de las matanzas y masacres que se suceden una tras otra en las prisiones venezolanas, holocaustos que han convertido el sistema de prisiones venezolano en uno de los más atroces del mundo.

Coromoto Pérez tiene cinco años trasnochando y ni por un instante pasa por su mente la idea de que la mayoría de las pistolas y revólveres son fabricados y vendidos por el Holding Glock Ges. m.b.h. austriaco y el Holding Corporation Smith & Wesson estadounidense, desconociendo que ambas corporaciones obtienen sus ganancias del asesinato continuo de los pueblos del mundo con las balas de sus armas. Tampoco pasa por su mente que la industria de las armas es apenas uno de los responsables de su trasnocho, desvelos y crisis de nervios que padece. Ni por casualidad Coromoto Pérez vincula en su mente la existencia del monopolio industrial militar estadounidense, los perros de la guerra, el contrabando de armas, la corrupción de las policías, FAN y funcionarios de aduanas, la economía de mercado y el libre comercio con los tiroteos que no la dejan dormir.

Coromoto Pérez tampoco se imagina que también son causantes de su insomnio e inseguridad la explotación humana en todas sus formas, así como la dominación represiva que sobre los pueblos ejercen la oligarquía, el imperialismo y la burocracia estatal para sostener la explotación, los privilegios y las ganancias ampliadas del capital de preferencia transnacional. Ella no alcanza a discernir que los malandros de los barrios le conceden ganancias al capital transnacional cuando compran sus armas al perro de la guerra de turno. Coromoto Pérez desconoce que los malandros de los barrios caraqueños deben su fama mucho más a la criminal industria de armas y perros de la guerra que a la ineficacia de los cuerpos policiales; estos últimos señalados por los medios de comunicación (medios de desinformación) como los máximos responsables de la inseguridad (aunque no son del todo inocentes).

Coromoto Pérez, media dormida, como puede llega hasta la puerta trasera de su vivienda, la abre y camina un trecho en el patio hasta llegar al cajón de madera sin techo que hace de cuarto baño, todavía a medio concluir, al que con muchas dificultades le puso poceta, lavamanos, una regadera y le echó un piso de cemento. Entra rápido, se ubica bajo la regadera y abre el chorro de agua para darse una ducha y jabonarse con el espumoso jabón Dove, fabricado y distribuido por la multinacional Unilever, un producto de belleza que le acaricia su piel negra hasta hacerla sentir tan suave como la blanca piel de la modelo del comercial de TV que la convenció en comprarlo. Coromoto Pérez no se dio ni cuenta cómo la transnacional yanqui Unilever le metió el jabón en su cabeza luego de ver la propaganda durante los 6 meses que ha “disfrutado” su culebrón preferido, “la novela de la noche”.

Luego de sentir durante un rato el agua fría corriendo desde su cabeza hacia abajo por todo su cuerpo, Coromoto Pérez termina de despertar, y mientras se quita la espuma del cabello y el jabón de su cuerpo canta alegre y con voz entonada “...que triste se oye la lluvia, en los techos de cartón...”, una canción popular del cantautor revolucionario ya fallecido Alí Primera. Coromoto Pérez no se da cuenta que cada vez que se lava y enjuaga el cabello con productos SEDAL para sentir su cabellera sedosa y atractiva, está otorgando ganancias al capital transnacional de Unilever. Ella no sospecha que por sentir la caricia de la espuma de SEDAL en su cabellera, cada mañana transfiere recursos a una de las mayores transnacionales del imperialismo yanqui, el mayor enemigo de ella y de su patria.

Al salir del baño camina desnuda protegida por la penumbra de la madrugada hasta la cuerda donde tiende la toalla lavada con detergente ARIEL, un producto de la transnacional Procter & Gamble fabricado en Brasil. También para secarse la piel de su cuerpo con una toalla limpia y blanca, Coromoto Pérez contribuye todas las semanas con las ganancias de una de las mayores transnacionales yanquis, cuyo saqueo mundial promedio alcanza los 55, 4 billones de dólares. Envuelta en la toalla, limpia y blanca, Coromoto Pérez camina hacia adentro de su vivienda agitando los rizos de su cabellera africana con un cepillo fabricado por el monopolio de cosméticos yanqui AVON Products Inc., el cual compró por cuotas a su vecina. Una vez que enciende la cocinilla a gas para hervir el agua para preparar el café, enchufa en un cable extensión que rueda por toda su vivienda el secador de cabello PHILLIPS, también fabricado por la Philips Electronics N.V., aparato con el cual seca y alisa su cabellera usando una técnica parecida a una tortura china, intentando dejar sus rizos africanos como la melena de la rubia de cabello largo de otro comercial de TV. Coromoto Pérez, hasta para torturar su cabellera paga dividendos al capital monopólico extranjero.

Sin perder tiempo Coromoto Pérez prepara las arepas para el desayuno en un budare eléctrico OSTER, aparato fabricado por el monopolio fabril yanqui Jarden Corporation que compró a crédito, el cual enchufa sin tener idea cuanta energía gasta, porque ella, al igual que todo el barrio, no paga luz ¡se la coge (expropia, en lenguaje revolucionario)..! Lo hace mediante un cable con treinta dos empates que viene desde unos 200 metros más abajo, pasando por encima de muchos techos de otros ranchos como el que ella posee como vivienda. Luego de poner a cocer las arepas de sus hijos, cuela el café criollo (importado de Centro América y envasado por Café Madrid) y le pone leche condensada NESTLE, producida o comercializada bajo la marca propiedad del suizo monopolio agroindustrial más grande del mundo, La Société des Produits Nestlé S.A.

Dando sorbos al café, mientras sostiene la taza en sus manos, se sienta al borde de la cama donde duermen sus morochos y enciende el televisor, un aparato General Electric de 19 pulgadas pantalla plana en el que se dispone a informarse con su programa matinal favorito, En Confianza, un programa de entrevistas que favorece al proceso. Coromoto Pérez mientras escucha al conductor del programa se siente una mujer bien informada, una mujer que está al día. Se siente mujer revolucionaria, una mujer chavista. Ella desconoce que durante la época de la expansión del dominio industrial yanqui, el presidente de la General Electric decía: “Lo que es bueno para la General Electric es bueno para los Estados Unidos”.

Coromoto Pérez conoció la revolución bolivariana y el socialismo del siglo XXI de los labios del Presidente Chávez. Y ello le gusta, le suena bien. Le suena justo, humano, bonito; y aún cuando la han invitado a que participe en los Consejos Comunales y se inscriba en el Partido Socialista Unido de Venezuela, no lo hará porque no podría cumplir con sus exigencias. Ella trabaja 12 horas diarias para sobrevivir, vive al día, si no trabaja un día al siguiente no comen ella y sus hijos. Pero el trabajo diario que realiza como vendedora en la economía informal pateando las calles de Caracas, así como el que realiza en el hogar a su regreso del trabajo, no le impiden participar de la revolución escuchando o mirando a su admirado y amado líder de la revolución bolivariana, Hugo Chávez Frías, cada vez que habla por radio o aparece en televisión. Tampoco se pierde la presencia de su líder los días domingos en Aló Presidente, porque allí ella es feliz, feliz, feliz.

Aló Presidente es el único espacio de tiempo donde Coromoto Pérez, mujer de pueblo y revolucionaria, al igual que cientos de miles como ella a lo largo y ancho de Venezuela, mira a su admirado Presidente, defensor de las mujeres y hombres de trabajo excluidos que ella simboliza, muriéndose de la risa cada vez que éste revienta el altavoz del televisor gritándole a la oligarquía criolla criminales, antipatriotas, escuálidos, vende patrias, asesinos y demás improperios y calificativos que ella y los como ella nunca pensaron que podrían escuchar en boca de un Presidente de la República; ni mucho menos gritando contra los ricos de un país bañado por el excremento del diablo: el petróleo. De igual manera goza muchísimo cuando Hugo Chávez grita a Bush y Runsfeld asesinos, carniceros, inhumanos, explotadores, fascistas, etc. Coromoto Pérez, sentada en la orilla de la cama mirando el televisor, hasta 4 veces seguidas se ha orinado muerta de la risa durante las más de 4 horas de programa, sobre todo cuando Hugo Chávez provoca a la choco crema (negra por fuera y blanca por dentro) de Condoleza Rice lanzándole besos con cara de enamorado.

Definitivamente el Presidente Hugo Chávez es su héroe; pero lo que Coromoto Pérez no sabe es que esa misma oligarquía criminal a la que grita su adorado Presidente Chávez, aquella que atentó contra la democracia el 11 de abril de 2002, dueña de la banca nacional y socia de la banca extranjera que también conspiró en el 2002 y 2003, han sido los sectores más beneficiados por el aumento de los ingresos por el alza de los precios de petróleo que vende la Nueva PDVSA. Coromoto Pérez, así como su comadre y la mayoría de la población, ha adquirido una memoria frágil, corta, producto de la mediatización audiovisual a la que está sometida a diario, donde ocurre que cuando no se puede impedir una mala noticia, se omite o se mata al mensajero; y si a pesar de todo, la mala noticia se llega a divulgar, la matan con otra noticia más urgente.

Así, Coromoto Pérez ya no recuerda que la oligarquía criminal venezolana y la banca nacional represaron su dinero y los dineros de los venezolanos, durante el paro empresarial y golpe petrolero de noviembre-diciembre de 2002 y enero de 2003, respondiendo a las directrices del imperio dadas por Bush y Dick Cheney, Presidente y vicepresidente de los EE.UU., quienes son a la vez accionistas de las saqueadoras y criminales empresas transnacionales que se hicieron socias de PDVSA gracias a la nueva figura petrolera bolivariana de las empresas mixtas”, la estadounidense Chevron Texaco, la “brasileña” Petrobras y la “española” Repsol, tres grandes transnacionales imperiales petroleras beneficiadas por el aumento de los precios del petróleo y privilegiadas por la política petrolera y gasífera del gobierno bolivariano.


Si a Coromoto Pérez una persona revolucionaria tratando de contribuir con su formación política le dijera que la revolución bolivariana no ha detenido el saqueo imperialista, ni tampoco ha impedido la explotación y expoliación de los trabajadores y del pueblo venezolano que durante décadas realizan las corporaciones transnacionales del imperio, y que tras 8 años de revolución el saqueo continúa amparado por una ley del trabajo y de seguridad social vigentes hechas a la medida de la receta neoliberal, Coromoto Pérez sin lugar a dudas y sin mirar atrás le descargaría una ráfaga de insultos, recordándole cien veces a su madre y gritándole a pulmón lleno ###3¢!! ¢##¢// ¡antichavista..! ¡extremista..! ¡quinta columna..! ¡policía..! ¡agente de la CIA..!; y en el mejor de los casos le gritaría: ¡ignorante..! ¡le haces el juego al enemigo...! ©

Caracas 14 de mayo de 2007

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