El movimiento ecológico:

Soterrado vector religioso de la globalización neoliberal

Por Guayú De Falkón

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Este artículo fue publicado por primera vez en Bárbula, Universidad de Carabobo, en mayo de 1999.  La versión actual es una edición corregida, adaptada al lenguaje contemporáneo con el propósito de hacerlo más comprensible a cualquier lector, en especial a los jóvenes formados bajo la Revolución Bolivariana.

El autor

  
La moda del pensamiento posmoderno promovida por los centros de planificación internacional, ha puesto en marcha el último dispositivo de control social de todos los hombres del planeta: El discurso de la ecología vulgar. (1)  Discurso que tiene por objetivo congelar el status quo actual a escala internacional; status que de manera imperiosa la economía neoliberal necesita establecer.  Esto significa: detener e1 avance de la ciencia y tecnología industrial moderna.  Esta premisa es lapidaria. En otras palabras, se propone, en los países pobres y dependientes, perpetuar el estado de padecimientos y necesidades existentes.

 

Esta corriente del  pensamiento religioso posmoderno viene acompañada de tres valores dogmáticos: el sufrimiento, el sacrificio y el ascetismo. Estos, atacando al hombre en lo individual, hoy, en general, ya comienzan a paralizar a los pueblos de los países pobres y dependientes.

 

¿Por qué la ecología vulgar es un pensamiento religioso?  Lo es, debido a que su objetivo es: aterrorizar los pueblos igual que lo hizo "el acabo del mundo" de las viejas religiones.  El Apocalipsis de los Testigos de Jehová y el Juicio Final de los católicos, fue reemplazado por la contaminación ambiental, sónica, y por la "inminente" desaparición de las especies vegetales y animales.  El nuevo Dios de esta corriente religiosa es la diosa naturaleza; ésta, comienza a ser profundamente adorada y venerada por la juventud de casi todos los países del planeta.

 

Como en todas las religiones, en muchos de sus fieles, su práctica adquiere carácter fanático; y este fanatismo es potenciado e inducido por el pensamiento colonizador de los países industrializados, a través de los organismos de control y planificación económica internacional: la ONU, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la Organización Mundial de Comercio, las ONGs, etc.

 

El comienzo de la llamada era posmoderna tejió las redes de la comunicación mundial, y con ello, abrió la posibilidad que el conocimiento moderno llegara a los países pobres y dependientes.  Si éstos lo toman, y con él realizan su proceso de transformación moderna, competirían con los países industrializados, acortando las desventajas y desigualdades del intercambio económico internacional actual.

 

Esta situación no se podía permitir.  Para impedirla, era necesario recurrir a un recurso distinto de la fuerza de intervención armada hasta ahora conocida, porque la máscara neoliberal que encubre la "defensa" simbólica de la "democracia", "los derechos humanos" y "la libre competencia", lo impedían. Así, esta vez el trabajo sucio se haría con el nuevo poder imperial: la fuerza de intervención nerviosa posmoderna. Hoy, la colonización posmoderna de los países pobres y dependientes se realiza por homogeneización inducida, y para ello, los laboratorios científicos de los neocolonizadores construyeron la nueva arma religiosa: el discurso de la ecología vulgar.  Y tras un mortífero ataque dirigido al cerebro de hombres y mujeres, llevado a cabo por las fuerzas de intervención nerviosa de los monopolios internacionales, esta religión ya comienza practicarse con "fe" (idiotización) en los pueblos neocolonizados del planeta.

 

L@s partidari@s de la ecología vulgar (2), como cualquier secta religiosa realizan de manera sagrada los nuevos ritos: siembra de árboles, excursiones a los parques nacionales, campamentos en la cima de cerros y montañas para respirar aire "puro", cría de animales domésticos e ingerir una alimentación "natural".  Defienden de manera irracional la vida "natural" de las etnias aborígenes, impidiendo que el conocimiento alcanzado por la sociedad industrial, les alivie un sin número de necesidades y padecimientos que éstos, por sí solos, nunca eliminarán.  L@s partidari@s de la ecología vulgar, presumen que con su "ayuda" las distintas etnias aborígenes recuperarán el conocimiento "perdido" a través del tiempo, argumentando que sólo su conocimiento ancestral les eliminará sus enfermedades y necesidades; y más aún, afirman que también ayudará a la sociedad industrial a superar los males que hoy la aquejan.  Creen que, ésta, continuará por el camino de la vida "natural" de nuestros aborígenes.

 

Esta práctica religiosa no es otra cosa que, una alta política de control social de diseño posmoderno, muy eficiente para la realización de los planes neocolonizadores de la economía neoliberal de los monopolios internacionales.  Y la carne de cañón de esta política, tan igual como lo fueron muchos de los "libertadores" de los siglos XIX y XX, son las sectas religiosas de la ecología vulgar.  

 

Para ver mas allá de las formas "naturales" de l@s partidari@s de la ecología vulgar, y aprehender de su adoración por la diosa naturaleza, es un requisito develar las consecuencias que la práctica del sacrificio y el ascetismo, valores de la religión ecológica, están causando a los países pobres y dependientes.

 

La producción industrial y el consumo posmoderno de los países industrializados, por medio de la economía de libre mercado que implanta en todo el orbe la globalización neoliberal, están modelando el comportamiento social y el consumo material del planeta.  Uno de los objetivos principales de esta política es: la detención del avance del conocimiento científico y el desarrollo tecnológico moderno de los países pobres y dependientes.  Para lograr el propósito se valen de su nueva arma: la religión ecológica.  Un discurso seudo científico de gran efectividad que, "alivia" metafísicamente el dolor de los hombres y mujeres explotad@s del planeta, al ést@s caminar por la senda religiosa de la adoración a la diosa naturaleza.

 

El Sacrificio es una práctica habitual en la vida de l@s ecologistas vulgares.  Est@s no desfallecen en el trabajo de denuncia y boicot a los proyectos de industrialización y crecimiento moderno de los países pobres y colonizados.   Marchan a la defensa de las formas de vida natural de las etnias aborígenes, sin reflexionar que en muchos casos, éstas, apenas alcanzan un promedio de vida de 35 a 40 años, y pasan en permanente sozobra y necesidades de todo tipo. 

 

Entre las tribus aborígenes de Venezuela, algunos grupos étnicos pasan toda su vida ciegos.  Ceguera causada por enfermedades que su "medicina" natural, no puede, ni podrá nunca curar.  El "sacrificio" de l@s ecologistas vulgares por las etnias, no les permite razonar que, seguir el curso de vida natural de los pueblos aborígenes, sólo es posible si entre otros obstáculos, no existieran "ecologistas" con la presunción de ser portadores de un "don divino" que les permite realizar una intervención invisible de las culturas aborígenes. Aunque mueran miles de "ecologistas" enfrentando a la sociedad industrial en defensa de las culturas primitivas, toda ayuda a las etnias destruye su cultura.

 

Todo enfrentamiento y boicot a la industrialización moderna llevada a cabo por el sacrificio de l@s ecologistas vulgares, en "ayuda" a las etnias primitivas, sólo sirve a los planes neocolonizadores de las élites de la sociedad posmoderna industrial y a los monopolios internacionales.  Reafirman la dependencia, la miseria y las necesidades. Y así, sólo ayudan a la neocolonización.

 

El ascetismo o vida frugal, el rechazo al consumo de los productos industriales modernos, es el resultado del modelaje de consumo de la producción neoliberal posmoderna.  El mismo se realiza a través de: la práctica ascética. Esta última, tiene como una de sus expresiones, el consumo frugal de alimentos que realizan l@s ecologistas vulgares, inducidos por el maquiavelismo posmoderno del vector religión ecológica.

 

Para l@s ecologistas vulgares, la  producción y reproducción de la vida biológica y social de l@s human@s se tiene que hacer de ''manera  alternativa" (3); por ello, ést@s son vegetarian@s, "naturistas".   El consumo de productos manufacturados  sintéticos y artificiales les causa terror, porque esto "ayuda" a la contaminación ambiental y sónica, destrucción del medio ambiente, y exterminio de las especies animales y vegetales existentes en la biosfera.   Al ritmo que avanza la religión ecológica muy pronto veremos el boicot a la producción petrolera y petroquímica de PDVSA.  Lo triste de esta situación, es ver que l@s ecologistas vulgares nunca se han puesto a pensar que, el petróleo (y su industria moderna), ha sido, y aún es: altamente ecológico. 

 

En gran medida, muchos ríos, bosques y praderas le deben su existencia al descubrimiento del petróleo, y a la tecnología industrial moderna que permitió usarlo para la producción de combustibles y fertilizantes.  Sin los combustibles y los diversos derivados del petróleo, y sin la electricidad, hace muchos años no quedarían cerros ni árboles sobre la faz de la tierra.   La necesidad de leña y carbón para energía, y de minerales para la producción industrial, requeridos en la fabricación de maquinarias, herramientas, enseres y otros, habría exigido continuar e intensificar la explotación de carbón y la tala de árboles, de no haberse explotado el petróleo y descubierto la electricidad.  Cortar árboles para leña, muebles y papel, así como explotar carbón para combustible, afecta mucho más a la biosfera que extraer minerales y procesar el petróleo.

 

El consumo de ropa confeccionada con fibras de algodón o de otras fibras naturales, recomendado por l@s ecologistas vulgares, es lo más antiecológico que hoy existe.  Sin la producción de nylon que se realiza gracias a la industria petroquímica, la magnitud de la extensión territorial dedicada a  obtener de la cría de ovejas, lana, y del cultivo de algodón, lino y yute las tres fibras vegetales de mayor utilidad en la industria textil, habrían convertido a grandes extensiones de ecosistemas en desiertos, o en territorios deshabitados de las especies animales y vegetales que no pueden convivir con el algodón, el lino o el yute.  Los miles de ecosistemas y especies animales y vegetales que hoy existen, en gran medida se lo deben al petróleo y a la industria y tecnología moderna; en otras palabras, existen gracias a la ciencia.

 

Los caballos y bueyes que habitan los campos de hoy, quedaron libres del salvaje yugo del trabajo humano, gracias a la aparición de la máquina de vapor.   Más tarde, la captura de los caudales de agua de río para la industria, que amenazaba la vida de l@s human@s, vegetales y animales, fueron liberados de la máquina de vapor y de las calderas, gracias a la creación del motor eléctrico y motor por explosión.   Eliminarlos, mataría de hambre a millones de seres human@s, al ser imposible su alimentación por falta de energía y maquinarias para la producción masiva de alimentos. No existen bueyes, caballos, ni carretas suficientes para la explotación agrícola "natural" que l@s ecologistas vulgares pregonan.

 

Una agricultura no depredadora de la magnitud que necesitamos en la actualidad, sólo es posible realizarla con la tecnología posmoderna que no poseemos; y, los países industriales que tienen la tecnología agrícola no depredadora, nunca nos la darán.  Introducirla en las actuales condiciones es sólo aumentar la desigualdad del intercambio comercial a favor de los países industrializados; y más aún, es: incrementar las ganancias de los monopolios internacionales propietarios de ese conocimiento tecnológico.

 

El sufrimiento, es otro de los valores dogmáticos que l@s ecologistas vulgares asumen con gran devoción.  Est@s, lloran y sufren por los daños que la explotación de recursos causa a la diosa naturaleza.  Califican de criminal la satisfacción de las necesidades de l@s human@s, a través de la explotación de los recursos naturales de la biosfera por los medios que ést@s poseen.  L@s ecologistas vulgares se han convertido en inquisidores de l@s human@s.  Gritan ¡venganza! Por la muerte de árboles, animales y ríos, apostando a la vida aborigen contra la "asesina" vida industrial. Y no sienten dolor, ni gritan igual, por los millones de hombres que padecen a causa de la explotación del trabajo, o sufren víctimas de las catástrofes que a diario origina la diosa naturaleza.  L@s  human@s, que deberían ser los elementos ecológicos más importantes de su preocupación, han sido condenados por el don divino que l@s ecologistas vulgares "poseen", condenados por la visión del futuro -más allá- que sólo éll@s conocen.

 

Caracas, febrero de 2004

 

Notas.-

 

1.  La ecología, en la edición anterior. Según reclamos de algunos defensores y simpatizantes del movimiento ecológico, el uso de este concepto les causaba rechazo. Y aunque es válido el argumento que alude a un confuso uso del concepto, los argumentos generales del artículo indican de qué se habla.  Aún sostenemos que los ecologistas vulgares se creen defensores de la ciencia ecológica. Las premisas de la ecología vulgar y los postulados científicos son muy diferentes.

 

2.   Los "ecologistas", en la edición anterior.

 

3.  El entre comillas ("") de los conceptos manera alternativa, lo justificamos, según nuestro criterio, debido a que la ambiguedad de su uso, permite que se le asigne un número de significados directamente proporcional a la cantidad de diversidades e intereses de sus defensores y usuarios.

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