La máscara “democrática” de Carlos Andrés Pérez cede paso al fascismo

Por Guayú De Falkón
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Igual que Atila, conduciendo las hordas de hunos contra los pueblos y sus formas de producción, con su violencia bárbara, Carlos Andrés Pérez, aquel que dos veces engañó al pueblo venezolano para llegar a la presidencia de la República, desde Miraflores, enmascarado como “nacionalizador” de la industria petrolera, el mismo día que los recursos e ingresos de lo que hoy es PDVSA pasaron a propiedad del Estado, los puso al servicio de los negocios de la elite “meritocrática” que se apropió de ella, poniendo el petróleo venezolano al alcance de los intereses transnacionales que siempre representaron los máximos líderes del Pacto de Puntofijo.

El comportamiento fascista de los líderes de la Dictadura Parlamentaria del Pacto de Puntofijo, ha quedado al descubierto de manera clara, definitiva y sin máscaras para todos los demócratas que habitan Venezuela. La guerra psicológica y la propaganda de guerra mediática, las declaraciones y partes de guerra que desde hace más de 20 días, emiten las máximas viudas dirigentes del Pacto de Puntofijo, los han desenmascarado como fascistas sin velo alguno. Desenfrenados, actúan contra la vida de la inmensa mayoría de los habitantes, amparados por la impunidad que les garantiza gran parte del corrupto Poder Judicial aún existente, y un apoyo exterior poderoso que blinda y da seguridad a esa impunidad.

¿Quiénes son los que han llevado adelante la guerra terrorista de desinformación mediática, además de los “periodistas”, “comunicadores” y “analistas” que cobran grandes sueldos para deformar de manera perversa la opinión pública? Por supuesto que las viudas del Pacto de Puntofijo, encabezadas nada menos por Carlos Andrés Pérez, un personaje inmoral, arrojado por el pueblo venezolano al basurero de la historia; botado de la silla presidencial por peculado, sobre quien pesa una solicitud de extradición por enriquecimiento ilícito, entre otras cuentas pendientes con la justicia.

Este siniestro personaje permitió a su secretaria privada, Cecilia Matos, instalar en palacio una práctica que, bajo el gobierno de Jaime Lusinchi, otro símbolo del puntofijismo, multiplicó otra secretaria privada, Blanca Ibáñez. Desde Miraflores, Carlos Andrés Pérez dejó que su secretaria privada, en sus dos mandatos, decidiera a su antojo la aprobación o no de los ascensos militares. Condicionando las promociones castrenses (con honrosas excepciones) a conformar un barraganato (barragana es el nombre popular de una amante) en lugar de un generalato y un alto mando militar decente; insensible, de espaldas al país y sumiso a los deseos de las elites políticas y económicas del Puntofijismo.

La guerra terrorista contra Venezuela desde el exterior la dirigen: Carlos Andrés Pérez y sus socios Gustavo Cisneros, Felipe González y el dueño del diario español El País, junto a conocidas agencias extranjeras que trabajan día y noche para arrebatar el petróleo a Venezuela. Todos juntos conspiran para destruir la sociedad, atacando la economía ya maltrecha de nuestro país y la de los países de la OPEP. Entre sus planes está sembrar la guerra y el terror entre los pueblos Latinoamericanos, tal como lo han hecho en el Medio Oriente y Asia Central, para capturar en medio del caos el petróleo. Los escenarios de guerra sembrados en el Medio Oriente y Asia Central los están trasladando a la tercera zona petrolera del planeta, a la región andina amazónica, que contiene en su subsuelo un lago de hidrocarburos que abarca desde Bolivia hasta la plataforma continental de Trinidad. La mayor concentración de petróleo y gas de esta tercera zona planetaria de hidrocarburos se encuentra bajo el territorio de Venezuela.

Los escenarios de guerra artificialmente creados por los intereses transnacionales en las otras dos zonas petroleras del planeta, por un lado han dejado millones de cadáveres, al instalar un centro de fuerza perverso para crear una sinergia que impulsa la destrucción permanente los pueblos; y por el otro, han dejado enormes beneficios para los intereses petroleros transnacionales y los Estados industriales que los protegen. Beneficios para los intereses transnacionales y los Estados que les dan protección e impunidad para explotar al planeta; y dejar en mayor medida ruina, destrucción, miseria y muerte para los países donde se encuentran las reservas petroleras del planeta.

El vocero mayor de la guerra petrolera contra Venezuela, Carlos Andrés Pérez, es el más siniestro político venezolano del siglo XX. A lo largo de sus dos mandatos presidenciales se cometieron gran parte de los crímenes políticos y delitos de lesa humanidad y lesa patria del Pacto de Puntofijo (protegidos por ese mismo corrupto poder judicial que liberó a los golpistas y libera a los terroristas “meritócratas” que hoy sabotean PDVSA y complotan contra Venezuela). Crímenes y delitos materializados por los intereses y acciones que representa la elite militar y policial que conspira abiertamente y sin veladuras, desde la Plaza Francia de Altamira.

Tres municipios del este de Caracas y cinco gobernaciones del país, concentran fuerzas sociales que representan una minúscula parte de la población venezolana; excepto, que allí habitan parte del millón de habitantes de Venezuela que hasta 1998, eran dueños absolutos de toda la economía privada del país y dueños del Estado. Estos, fuera de controlar todo el poder económico privado, se habían apropiado de los poderes públicos y sus órganos, empresas e instituciones, manejando a su antojo las FF.AA., el Gobierno, el Parlamento, el Poder Judicial y PDVSA.

El “socialdemócrata” fascista Carlos Andrés Pérez, es un representante de quienes se habían apoderado de Venezuela con su complicidad. Durante sus dos gobiernos sembró de víctimas el país. Decenas de dirigentes estudiantiles fueron asesinados por el Gobierno de la Dictadura Parlamentaria Fascista de Pérez, sólo por reclamar el derecho a justas y sentidas reivindicaciones en la educación. Jorge Rodríguez, dirigente político, fue torturado y asesinado por los cuerpos represivos del Estado durante el gobierno de este “paladín de la democracia”, quien gracias a la desinformación mediática, se convirtió en uno de los principales sostenes de la Dictadura Parlamentaria Fascista del Pacto de Puntofijo. Carlos Andrés Pérez, es el principal sostén económico y político del “paro cívico”; y a la vez, vocero exterior de los “meritócratas”, los golpistas de la CTV, Fedecámaras y Fedenagas, los militares fascistas de la Plaza Francia de Altamira, la Coordinadora “Democrática” y la “ultraizquierda” pitiyanqui depredadora del sistema universitario público.

Durante su gobierno, Carlos Andrés Pérez no solo asesinó y reprimió a estudiantes, trabajadores, sindicalistas, dirigentes políticos y luchadores sociales; sino que lo hizo aplicando el terrorismo de Estado.

Hoy, a un cuarto siglo de su primer mandato presidencial, Carlos Andrés Pérez, sin ninguna vergüenza y con su cara bien dura, califica al gobierno bolivariano de fascista; cuando las únicas víctimas del uso de la violencia durante estos últimos cuatro años, son precisamente los muertos y heridos que han dejado las acciones de los golpistas civiles, policiales y militares que el propio Carlos Andrés Pérez dirige. Cínicamente, califica de dictadura una gestión de gobierno, condenada interna y externamente por: apelar a un exceso de democracia para gobernar.

Moros y cristianos reclaman al gobierno del Presidente Chávez, exceso de diálogo y falta de mano dura. Esa mano dura que, como conocen los venezolanos, aplicó durante su gobierno en nombre de la paz social y el interés ciudadano, Carlos Andrés Pérez; el mismo “demócrata” que ordenó el asesinato masivo de miles de venezolanos, durante la represión de los disturbios de los días 27 y 28 de febrero de 1989. Represión que realizaron los cuerpos de seguridad del Estado, y las Fuerzas Armadas de la época, bajo el mando de muchos de los “demócratas” militares golpistas amotinados en la Plaza Francia de Altamira.

No hay duda que para un represor pitiyanqui como Carlos Andrés Pérez, es un crimen otorgar libertad y paz a la población. Para Carlos Andrés Pérez, incluir en el desarrollo económico nacional a los negros, indios y demás excluidos sociales víctimas de sus políticas, es algo imperdonable. También es un crimen para las elites y los privilegiados que siempre representó. Un crimen que hay que castigar. Porque que si no detienen al “loco” de Chávez como sea, inclusive asesinándolo, nunca más podrán depredar los recursos del Estado, ni explotar salvajemente a la población venezolana. Y por su puesto, cualquier gobierno que comete esos crímenes merece ser derrocado por la violencia. Es un mal ejemplo para la población venezolana, para la América Latina y el resto del mundo.

La oligarquía fascista antinacional, apenas comprobó que Chávez, no era un loco ni tampoco tenía precio, decidieron convertirlo en un demonio sin demora. Para ello dispusieron de especialistas en guerras psicológicas terroristas mediáticas, en cuyos escenarios incluyeron sabotear PDVSA hasta destruirla si era necesario. Y, si eso aún no era suficiente, incluyeron bloquear los puertos y matar de hambre y mengua a la mitad de la población, creando el caos y amenazando con la guerra civil, hasta derrocar a Chávez. Todo vale, si con ello Carlos Andrés Pérez , Gustavo Cisneros, Felipe González y demás cómplices, vuelven a saquear Venezuela y explotar a los venezolanos.

En su primer mandato gobernó a Venezuela durante el Boom de los precios del petróleo, en medio de su política de “pleno empleo” y de la cultura del “Ta’ barato, dame dos”. Mientras disfrutaba del poder y se reía del engaño realizado al pueblo venezolano, escuchando el sonido que emiten los trozos de hielo al revolver el trago de etiqueta negra, estalló en la cara de Carlos Andrés Pérez, tal como estalla un caucho en la carretera, la huelga de los trabajadores del caucho. Una justa lucha por reivindicaciones económicas y sociales, aprobada en asamblea general de trabajadores, luego de cumplir los lapsos y disposiciones legales, e introducir el pliego conflictivo correspondiente ante la inspectoría y el ministerio del trabajo.

Esta huelga fue reprimida por el gobierno de Pérez con todos los cuerpos de seguridad del Estado, justificando la represión y el quiebre de esa legal y justa lucha de los trabajadores del caucho, con la aplicación de “Ley de Seguridad y Defensa”.

A este gobierno bolivariano, al que Pérez llama “dictadura”, le sobran razones a la luz de la realidad histórica para usar la represión legal del Estado contra los golpistas y el propio Pérez; inclusive, con carácter de extraterritorialidad, amparado en las mismas razones que los EE.UU. (quienes hoy marcan la pauta en materia de lucha antiterrorista), aplican sus leyes en todos los confines del mundo a quienes las autoridades legales estadounidenses, tan legales como lo es el gobierno del Presidente Chávez, califican de enemigos de la democracia y atentan contra su pueblo. Carlos Andrés Pérez es un espécimen de ese tipo. Un terrorista asesino confeso. Flagrantemente confeso. Autoengañado tal como lo estuvieron las agencias externas detrás de los golpistas en Abril y todos los “dirigentes” del Pacto de Puntofijo. Desconoce el país real. Conoce solamente la parte de ese 20% de la población económicamente incluida que manipuló bajo sus dos mandatos; y que hoy, en menor porcentaje, aún manipula.

Carlos Andrés Pérez es un desalmado terrorista. Un enemigo de la sociedad venezolana y de toda Latinoamérica. Ha dirigido actos terroristas flagrantes contra la sociedad. Sus delitos no sólo son de lesa patria, sino también de lesa humanidad. Merece la cárcel hasta el resto de sus días. No dudamos que una vez pasada las crisis, la sociedad venezolana, el Estado, los pueblos latinoamericanos y la sociedad global decente, como medida de higiene pública, emprenderán de inmediato una campaña mundial contra él, sus socios y cómplices. Tienen que pagar con cárcel el sabotaje a la industria y la producción petrolera nacional, la guerra psicológica terrorista contra la sociedad venezolana y el sabotaje contra los bienes públicos y privados; tienen que indemnizar los daños que han causado a Venezuela y otros países. Estos magnates terroristas tienen mucho dinero para indemnizar a todas sus víctimas.

Pérez, Cisneros, Felipe González y sus cómplices, nacionales e internacionales, con una campaña de los pueblos del mundo por la Justicia y la Paz Global, no sólo son juzgables civil y penalmente sino extraditables; tal como el juez Garzón enseñó que se puede hacer con las fascistas vacas sagradas de ayer, como Pinochet. Estos, son actores menores en el ajedrez político mundial, sacrificables en cualquier momento si se trata de poner a salvo los intereses de sus verdaderos jefes: las transnacionales y los Estados que quieren arrebatarnos el petróleo. Para ellos, Pérez, Cisneros, González, etc., valen lo mismo que la necesidad de sacrificarlos para salvaguardar sus intereses. Si la campaña la comenzamos desde ahora, la ganamos pronto.

El pueblo venezolano no olvida que fue Carlos Andrés Pérez, con su “paquetico” Rodríguez, inaugurando su segundo mandato, quién abrió las puertas al neoliberalismo salvaje cuando aún no habían culminado las celebraciones de su coronación presidencial. En su intento de aplicar las recomendaciones del FMI, e implantar el paquete económico neoliberal, fue rechazado por la población con dos días de revuelta social: el Caracazo. Rebelión popular que dejó miles de huérfanos, heridos, viudas destrucción de bienes públicos y privados, más varios miles de venezolanos salvajemente asesinados por la orden que dio, el propio “paladín” de la “democracia” Carlos Andrés Pérez, a las FF.AA. y policiales bajo su gobierno: disparen primero y averigüen después; acción fascista aprendida del “padre de la democracia”, Rómulo Betancourt. Represión que fue condenada años más tarde por la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, en un fallo que obliga al Estado indemnizar por daños y perjuicios a las víctimas y sus familiares. Fallo que hace responsable a Carlos Andrés Pérez de los crímenes cometidos.

Comparando la actuación de las autoridades del gobierno bolivariano, con las de cualquier otro gobierno del pacto de Puntofijo durante las crisis que estos vivieron, tomando en cuenta de manera objetiva las actuales condiciones del país, en las que fuera de toda lógica política democrática, se intenta derrocar a un gobierno legal, legítimo y relegitimado en tres elecciones seguidas, como no lo ha sido ningún otro gobierno democrático, ni siquiera el de los EE.UU.; Si a la vez comparamos este bloqueo criminal de nuestros puertos, realizado con los navíos de PDV Marina, subsidiaria de PDVSA, cuyas tripulaciones se plegaron al paro “cívico”, actuando como un ataque corsario de naciones imperiales del siglo XVI y XVII. Y más aún, si anexamos que, no conformes con todo lo anterior, tras boicotear la producción industrial de las industrias básicas del Estado y sabotear la industria petrolera, tratan de paralizar el SENIAT para asfixiar la República, sin importarles que puedan morir miles de venezolanos víctimas del cierre de puertos y aduanas, por el criminal intento de impedir los flujos de suministros para la industria y los alimentos para la población. Y si nos detenemos a observar esta última acción de sabotaje, que se propone paralizar la recaudación de impuestos para detener el funcionamiento del Estado, atacando el sistema de pagos y recaudación fiscal, en combinación con la oligarquía bancaria que realiza un paro parcial, reduciendo el horario de atención al público, argumentando “inseguridad” y “amenazas”, para justificar la negativa de los bancos a recibir la recaudación de impuestos y el pago de aranceles.

Y, si a todo lo anterior le sumamos el terrorismo mediático y las asonadas contra el transporte, la salud mental de la población y la paz ciudadana, sobran las razones para que: Carlos Andrés Pérez, Carlos Fernández, Carlos Ortega, gobernadores, alcaldes, jueces, policías y demás dirigentes de la Dictadura Parlamentaria Fascista del Pacto de Puntofijo, los meritócratas terroristas de PDVSA, los golpistas de la Plaza Francia de Altamira y los conspiradores de “ultraizquierda” pitiyanquis, estuvieran huyendo por todo el territorio nacional con sus fotografías publicadas en carteles incitando a la población a su delación y ajusticiamiento popular, o encarcelados, torturados, muertos, asilados o fuera del país. Medidas fascistas que nuestros “libertadores democráticos” atrincherados y enmascarados en la Plaza Francia de Altamira y la Coordinadora democrática, tomaron apenas se hicieron del poder los días 12 y 13 de Abril. Quienes en tan sólo 47 horas de ejercicio de su democracia fascista, dejaron más de medio centenar de muertos, centenas de heridos por balas de policías y francotiradores, realizaron miles de detenciones y allanamientos ilegales anticonstitucional, saquearon y destruyeron los bienes privados de sus víctimas y vejaron a sus familiares. Y lo peor, la acción más animal jamás realizada ni siquiera en períodos de revolución. El asalto fascista a la sede diplomática de la embajada de Cuba, donde intentaron violar su espacio territorial legal, destruyeron sus vehículos y les cortaron el agua y la luz.

Recordando lo anterior, no podemos olvidar que casi todas las medidas de represión arriba descritas, a excepción de la última, fueron usadas por todos los gobiernos de la Dictadura Parlamentaria del Pacto de Puntofijo, donde el maestro que enseñó en el Estado a reprimir y torturar, fue nada menos y nada más que: -¡sorpresa!- Carlos Andrés Pérez, el adalid de la “democracia y la Libertad”.

Gustavo Cisneros, Federico Ravell, Marcel Granier, Omar Camero, dueños de las cuatro grandes televisoras de alcance nacional, secundados por los demás dueños de medios de comunicación audiovisual que los acompañan en esta aventura fascista, los dueños del país hasta 1998, no han podido borrar, los recuerdos del terror y las miserias vividas durante la vigencia del Pacto de Puntofijo, de la memoria histórica del pueblo venezolano.

El aumento de la guerra mediática terrorista genera cada día mayor resistencia popular; y al contrario de lo que esperan quienes la dirigen, atentando contra la salud mental de toda la población, minuto a minuto, inversamente proporcional al aumento de la violencia psicológica mediática, crece de manera exponencial el rencor popular contra los propios medios de comunicación, y en mucho mayor medida aumenta la capacidad de ponderación y racionalidad de los dirigentes y la población en general.

La revolución bolivariana en marcha, sostenida e impulsada, por ahora, por el pueblo excluido, la Clase Media en Positivo, empresarios pequeños y medianos, el gobierno bolivariano y las FF.AA, avanza sin tregua, con el respaldo y la razón de la Constitución, hacia la toma del control total del Estado. El paso inmediato luego de salir airosos en la batalla económica y la guerra psicológica, es edificar con la participación protagónica del pueblo, un nuevo Poder Judicial, un nuevo Poder Electoral, renovar el Poder Ciudadano y reformar la Administración Pública..

La revolución bolivariana, a pesar de los deseos y objetivos de los planes de los terroristas y agentes externos que dirigen este complot contra Venezuela, no pondrá a sus enemigos frente a un paredón de fusilamiento, que es lo que quieren desatar con las provocaciones de terror, para intervenir el país.

La consigna otro mundo es posible pasa por conjurar el golpismo sin utilizar la represión fascista con que arremetieron contra los bolivarianos, el pueblo y su gobierno durante el Golpe de Estado de Abril. Por el contrario; aunque sea difícil y demore un tiempo, actuando como hasta ahora, firmes, decididos, sin retroceder ni caer en provocaciones, conservando y aumentando la capacidad del Estado para reprimir en última instancia cualquier brote de violencia fascista o de guerra civil, tenemos que juzgarlos y castigarlos con las leyes y la constitución de 1999, acciones de justicia que requieren urgentemente un nuevo Poder Judicial.

Un Poder Judicial que administre Justicia. Poder Judicial que erradique el libre mercado de injusticias existente. Poder Judicial que no esté como hoy al servicio de quienes tienen dinero, para evadir la justicia o ajusticiar a otros. Poder Judicial que no signifique para ningún venezolano lo que para la mayoría significa hoy: la maldición de todo aquel que no posee dinero para comprarlo. Poder judicial que sin lugar a dudas, tenemos que comenzar a construir desde las bases de la sociedad, paralelamente, mientras se pone bajo el control del gobierno legítimo del Estado de la República Bolivariana de Venezuela, la gobernabilidad del país.

La desmedida irracionalidad de los clientes nacionales que han actuado a favor de objetivos e intereses extraterritoriales, no es controlable ni siquiera por las agencias interesadas en destruir a Venezuela para apropiarse de sus recursos petroleros. Estos últimos, tras el fracaso de paralizar y destruir PDVSA y la economía del país, ya comienzan a dejar percibir una matriz de opinión a través de nuevos voceros y clientes, que se deslinda de la actuación que tienen los golpistas y los medios de comunicación venezolanos; al parecer estarían dispuestos a sacrificarlos. No sería raro que en los próximos días, la OEA, Otto Reich y el propio Departamento de Estado de los EE.UU., u otros voceros elegidos, con el apoyo de los grandes medios de comunicación mundial, conviertan en demonios a los Medios venezolanos, sus periodistas, comunicadores y analistas, hasta el punto de exigir una condena global y un castigo ejemplar, el que sin dudas será televisado en vivo y directo, para comercializarlo como espectáculo. Lo anterior, como castigo a su irracionalidad e ineficiencia para realizar el cometido encargado: destruir a Venezuela.

Y tienen razón. La brutalidad y desesperación de los “empresarios” de Medios venezolanos, han dejado al descubierto el verdadero uso que, las potencias industriales de la democracia occidental, han dado a la ciencia de la comunicación en contra de la libre voluntad y reflexión de los pueblos para controlar y condicionar sus decisiones. Los dueños de los Medios venezolanos, han convertido un tema que hasta ahora era de exclusiva competencia de “especialistas”, en una discusión que es tema de la cotidianidad. La brutalidad de los “inteligentes” intelectuales propietarios de los Medios venezolanos, arrancaron el tema de las manos seguras de los “especialistas”, donde descansaban los misterios y secretos de su uso por más de doscientos años. ¡Lo popularizaron! El resultado de sus políticas, los iguala al chavismo que dicen combatir. Utilizaron una política chavista -popularizar los temas- para derrocar a Chávez. Pero su brutalidad los llevó a popularizar un tema que era el máximo secreto del imperio para lograr la gobernabilidad de la sociedad occidental: la idiotización de la sociedad, manipulándola desde los ministerios de información con el uso de los medios de comunicación.

El uso irracional e indiscriminado de la guerra psicológica terrorista mediática contra Venezuela, sin ninguna justificación, llevada adelante con un enorme desconocimiento científico de los venezolanos, su memoria histórica y sus motivaciones, los condujo a sufrir la más grande derrota que han recibido los genios mundiales de la guerra psicológica. Les ocurrió lo mismo que al Departamento de Estado de los EE.UU. y a su Agencia Central de Inteligencia, durante el Golpe de Estado de Abril. Fracasaron porque sin agentes propios calificados actuando directamente en los escenarios internos, su éxito dependía de sus clientes internos civiles y militares para operar; a estos clientes, les compraron su enorme e iletrado académico desconocimiento.

La incapacidad de estos clientes nacionales para sostener una operación compleja, en franca minoría y sin un plan para usar el poder y gobernar a partir de la madrugada del 12 de Abril, necesitados de respaldo, fueron presa fácil para asumir un gobierno de transición donde los intereses extranjeros eran los únicos representados. Los de las transnacionales petroleras y los de los EE.UU. Esto fue lo que llevó a la mayoría de los militares que habían engañado mediáticamente, a regresar a la posición nacionalista de Chávez que ya conocían; quienes rápidamente se repusieron del putch fascista, cuando quedó descubierto que los golpistas eran incapaces de gobernar, por no contar con quienes los acompañaran en su aventura para reprimir, ni controlar la rebelión popular que creció minuto a minuto exigiendo el regreso del Presidente Chávez. El pueblo, al darse cuenta de la ambigüedad e incapacidad para manejar el poder por los mandos militares fascistas, arremetió contra los cuarteles y los centros de poder de los golpistas, cambiando curso de la historia de los golpes militares fascistas apoyados por EE.UU.

La acción del pueblo venezolano fue el factor que aceleró la recuperación de los militares patriotas que, aún no salían del impacto causado por el putch fascista del que habían sido víctimas, haciendo nacer al calor de su movilización una sólida unidad cívico militar; la misma que hoy soporta la arremetida transnacional del meta Estado petrolero de los “meritócratas” de PDVSA.

El odio visceral, el temor, la parálisis, la pérdida de confianza y seguridad, y la irracionalidad que han intentado sembrar en el seno del pueblo excluido, no ha tenido éxito; como si lo han logrado con parte de la clase alta y de esa llamada “clase media” económicamente incluida (que no es más que una media clase sin capacidad de razonar ni mirar como está siendo víctima de una gran manipulación y conspiración antinacional), esa misma “clase media” que sin importarle nada, por décadas, cerró sus ojos para disfrutar los beneficios que dejó la exclusión continua y salvaje del 80% de la población venezolana.

Una pequeña porción de esa clase media, arrastrada por la guerra mediática para ser utilizada como carne de cañón de los golpistas y los intereses transnacionales, han sido inducidos hasta la locura de hacerlos creer que todo el país tiene que morir con ellos, no importándoles suicidarse como clase social, llevados hasta allí por la guerra psicológica mediática nacional e internacional contra Venezuela.

La campaña racial, discriminatoria, fascista e irracional, los ha hecho creer que la Plaza Francia de Altamira es Venezuela, que tres municipios del este de Caracas son Venezuela, que una cámara de Tv. y un micrófono son Venezuela, que cinco gobernadores fascistas son Venezuela; y peor aún, los meritócratas dicen sin ningún rubor que PDVSA es Venezuela (ellos lo dicen porque construyeron un Meta Estado dentro del Estado venezolano). Todos ellos desconocen que la República Bolivariana de Venezuela somos 24 millones de habitantes. ¡Superamos con decenas de veces a todos los marchistas condicionados por la guerra mediática que muestran como si estuvieran en un circo por Tv.!

La campaña mediática los ha convencido que su deber de “patriota”, es arrastrar a la muerte a toda la población, porque los valores que los intereses desplazados del poder les inculcaron a lo largo del sistema educacional venezolano, los convencieron que sólo ellos tienen el derecho de disfrutar la propiedad privada de bienes, los servicios y la protección del Estado. Todos los demás, el 80% de la población restante, para ellos son animales o cosas que no sienten dolor ni tienen espíritu.

Eso explica por qué el Cardenal de la iglesia católica frente a las cámaras de Tv., con una sonrisa de felicidad que llegaba hasta su negro corazón, refrendó el 12 de abril, con su firma, el Acta Constitutiva del Gobierno Fascista Entreguista y Transnacional de Pedro (el breve) Carmona Estanga; y también ayuda a explicar el por qué connotados miembros de la iglesia católica auspician y protegen a quienes atentan contra la democracia y la economía nacional. Lo que a la vez, es la única explicación racional que podemos encontrar para justificar la desfachatez con que el gobernador del Edo. Miranda, haya comunicado horas antes del golpe de Estado de Abril, desde los estudios de uno de los jinetes del Apocalipsis mediático, que cerrarían el canal de Tv. del Estado, amenazando “..nosotros no nos estamos chupando el dedo”, frase extraída de sus propias palabras, de un conocido video de Tv.


La campaña mediática aplicada a la clase media incluida en el status quo, la ha llevado a creer que no tienen que respetar las leyes ni a las autoridades, que Chávez es una circunstancia pasajera, que ellos son los amos, dueños y señores del país, que no tienen que sentirse al margen del poder, porque son el poder, y tienen una Patria: la República de Caracas del este.

Una patria donde el gobierno opera desde un toldo y una tarima de la Plaza Francia de Altamira, con los mismos groseros privilegios que disfrutaron durante 40 años, los que otorgan a sus “ciudadanos” el poder para traspasar las fronteras de su pequeñísima pero rica Republiqueta, y pasar sin pasaporte, permiso, ni visa, al pobre país vecino, la República Bolivariana de Venezuela, sin respetar sus reglas, pagar impuestos, actuar como ciudadanos, ni respetar el Estado de Derecho, ni menos dejar de lado los groseros privilegios que disfrutaron mientras estuvieron apropiados del país pobre: controlar todos sus órganos públicos, instituciones, empresas y su industria petrolera.

Sobre esta última, PDVSA, están convencidos de poseer el derecho divino de administrarla para siempre; amparados con permisos expedidos por las elites de la Dictadura Parlamentaria Fascista del Pacto de Puntofijo, que para ellos aún están vigentes, de acuerdo a la señal que recibieron del fallo del Tribunal Supremo de Justicia que, liberó de toda culpa a los máximos responsables militares del Golpe de Estado de Abril.

Para los cuatro jinetes del Apocalipsis mediático, es relativamente fácil condicionar a esa clase media alta, media, baja y a los pequeñísimos sectores populares incluidos socioeconómicamente al Status quo, normados en sus esquemas mentales, por un sistema educativo controlado durante 40 años, por los mismos que hoy reclaman el derecho de propiedad sobre el Estado, el territorio de Venezuela y sus habitantes. Porque el condicionamiento socioeducativo realizado desde la escuela y la academia, permiten activar herramientas psicológicas altamente eficientes, estableciendo un poderoso control sobre esa pequeña porción clientes consumidores de la Tv. amarillista de los fascistas.

La guerra mediática que cabalga sobre la técnica del marketing, han generado un potente odio y racismo entre quienes, han estado incluidos económicamente dentro del modelo de exclusión social imperante en las últimas décadas. Exclusión realizada a lo largo de todo el sistema educacional venezolano.

¿Por qué ha fracasado la mayor parte del plan de activación perversa de los condicionados sociales que, de acuerdo a las metodologías científicas que el fascismo global ha desarrollado, ya deberían haber actuado como les exigen despiadadamente desde su control mediático?

Porque el condicionamiento socioeducativo, no se ha cumplido a cabalidad con la totalidad de los incluidos socioeconómicamente. La enorme corrupción académica lo ha impedido. Cientos de estudiantes y estudiantas se graduaron porque burlaron las barreras establecidas por el sistema, mediante el uso de todas las formas de corrupción existentes en la educación secundaria y universidades; y no porque aprobaron las exigencias y aceptaron las condiciones que exige el sistema.

¿Por qué el condicionamiento de la Guerra psicológica no hace lo mismo con la mayoría del pueblo, ese 80% de excluidos sociales existentes? Precisamente porque son excluidos. Y allí está la ventaja del pueblo en esta guerra psicológica que los medios han llevado contra su audiencia, que mayormente ha afectado a sus incondicionales, la clase media incluida socioeconómicamente; guerra que ha atentado contra los propios intereses del empresariado nacional, al agredir con su campaña de guerra a los grandes consumidores.

Al cerco psicológico mediático atemorizador y paralizador, el pueblo lo vence a diario con su peculiar manera de ser, por ahora, y muy a pesar de las intenciones de los medios y del imperio, ayudados por el desconocimiento científico que del pueblo tienen las agencias del imperio, y los “profesionales del condicionamiento social” que dirigen la guerra mediática.

La mayor fortaleza y el pilar de resistencia de todo el proceso de cambios, radica en el desconocimiento acerca de quién es realmente el pueblo venezolano; ese 80% de excluidos sociales que defienden un proceso político, económico, social y cultural que los ha llenado de esperanza en el futuro, un proceso político social que les ha permitido recuperar el control de sus vidas. Y esto, lo defienden saltando por encima del intento de condicionamiento social y la guerra mediática.

La mayoría del pueblo venezolano, no es susceptible de ser víctima del terrorismo psicológico. Carlos Andrés Pérez, lo debería saber. ¿Qué mayor terror que los 40 años que el pueblo venezolano ha vivido a diario en los infiernos sociales que aún existen en las barriadas populares del país, infiernos que Carlos Andrés Pérez y sus políticas ayudaron a construir?


Caracas, 22 de diciembre de 2002

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