La poshumanidad: Salida al problema de lo humano

Por Guayú De Falkón
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Desde hace varios siglos los problemas fundamentales de la sociedad humana concentraron el pensamiento y el quehacer de muchos hombres; éstos, trataron de poner al servicio de todos la producción humana en general, utilizando para ello el ejercicio de su intelecto, potenciado por los descubrimientos e invenciones materializadas en las soluciones sociales que utiliza el hombre en su proceso constante y creciente de socialización universal. Las palancas usadas para pasar de una forma a otra en la producción y reproducción de la vida biológica y social de hombre, han sido: la concentración de los recursos naturales y de la producción social a través de la guerra, el saqueo y la esclavitud de los hombres, bajo el régimen de producción esclavista; La apropiación de la tierra y la organización de la servidumbre en la producción agrícola bajo el régimen de producción feudal; Y por último, la instauración del modo de producción burgués que expropió a la mayoría de los productores independientes de sus herramientas de trabajo y de la tierra, el que más tarde devino en el régimen de producción capitalista. Este último, obligó a todos utilizar sus soluciones empresariales para continuar la reproducción de la vida biológica y social, manteniendo en poder de la clase social de los empresarios o burgueses, el conocimiento y la producción y reproducción del mismo. El cómo y él con qué hacerlo, se convirtió en propiedad privada de una clase social de hombres (los burgueses o empresarios) por la fuerza de la ley que ellos mismos construyeron: El edicto de la Constitución Democrática.

Todos estos regímenes de producción aparentemente diferentes los unos de los otros, generaron una variación cultural; pero en todos ellos está la impronta de una cultura única, una cultura que aún es progenitora de la sociedad humana, y que desde hace indefinidos miles de años sostiene y manipula el hilo conductor de la producción material y espiritual que ha soportado la producción y reproducción del hombre sobre el planeta: La cultura del poder. Y el producto de esta cultura no es otra cosa que: la humanización. La producción y reproducción de lo humano.

La humanización, que es lo mismo que la producción y reproducción de la cultura del poder, ha sido, es, y continuará siendo, un continuo y doloroso proceso ante el cual el ser biológico que porta al hombre se rebela a cada momento. De esta manera muestra su resistencia a dejarse humanizar aún más; aunque es precisamente el proceso de humanización (represión permanente de los instintos y necesidades naturales inherentes al ser antropomorfo, condicionado por su propia producción de soluciones universales y necesidades artificiales, de adquisición obligada, por medio de un proceso social natural), lo que le ha permitido extender y asegurar la reproducción de la especie antropomorfa llamada sociedad humana, a la cual pertenecemos los que nos reconocemos como hombres o humanos.

Este ensayo no pretende ser una continuación del trabajo de los pensadores anteriores; sino una creación racional, crítica, contra la humanización per se. No se utiliza la religiosa metodología científica de los especialistas modernos ni posmodernos porque materializan la represión humanizadora de la cultura del poder. Esta última, al plasmarla, hace imposible la expansión del conocimiento del cómo hacerlo al hombre universal, encadenándolo a las soluciones humanizadoras de los empresarios que, controlan la sabiduría y la producción económica, el cómo hacerlo hoy, sostén de la producción y reproducción de la vida biológica y social del hombre. Lo anterior no nos impide estar conscientes que este ensayo es un producto del pensamiento, y un resultado del proceso de humanización y del trabajo mismo, en tanto que este último es acción productiva del hombre como parte del trabajo social necesario, y también un producto de la represión que ejerce la cultura del poder sobre el ser biológico que porta al hombre que materializa este ensayo: una obra, parte del proceso mismo de producción de la biología y lo social por lo humano.

Este ensayo afirma que todo el proceso de humanización no es otra cosa que el desarrollo y expansión universal de la producción de la cultura del poder, cuyo producto es, ni más ni menos, lo que conocemos como lo humano.

Ha sido una sola cultura la que ha humanizado al hombre: La cultura del poder; la subordinación y el control de la mayoría de los humanizados por una minoría de humanizadores. Esta, ha utilizado en sus diferentes períodos de producción cultural las herramientas necesarias para realizar el trabajo de humanización que surgieron del proceso que impulsó desde el comienzo ella misma, manteniendo en todos los rincones del globo el control y la subordinación de lo humanizado por un pequeño grupo de hombres, que ha ejercido el poder necesario para expandir la producción de lo humano. Y que además, éstos, aspiran hacerlo de manera eterna.

El disfrute de los privilegios que gozan las elites empresariales humanizadoras privadas, estatales y globales, sólo es posible gracias a la descarga del dolor, el trabajo y los sacrificios (necesarios en todo momento del proceso de humanización, y que empezando el Tercer Milenio pasa por el trauma de la globalización), sobre las espaldas de la mayoría de los humanizados del planeta. Y es el conocimiento que brota del proceso mismo, lo que nos hace pensar en dirección distinta a la que, el poder nos obliga, a través de su producción de naturaleza social. Los conflictos de toda índole que afectan al hombre nacen del propio proceso humanizador, y se multiplican al desarrollarse los mecanismos que impulsan su accionar: la competencia, la producción y el intercambio (comercio) de materiales, bienes y servicios (mercancías), y la división del trabajo (especialización). Estos mecanismos, aumentan la dependencia de todos para la realización material de la vida biológica que porta lo humano encima. El proceso de expansión de la apropiación de bienes, de la acumulación de recursos materiales y medios de intercambio, y de la construcción del conocimiento necesario para la producción y reproducción de la vida biológica y social del ser antropomorfo que porta y expande lo humano, se encuentra hoy en manos de los humanizadores contemporáneos (los globalizadores posmodernos), y es la razón de la expansión de los conflictos entre éstos últimos y los humanizados. Se impide la producción y reproducción de la vida biológica y social por otro camino que no sea mantener el actual, con su inherente expansión exponencial de los conflictos. Lo anterior nos hace reflexionar, a continuación, una salida racional para los que sufrimos las secuelas del proceso de humanización.

El ser biológico llamado hombre, para conseguir su libertad tiene que zafarse del proceso de humanización, y su liberación la puede materializar a través de la síntesis de toda la producción humana, material e intelectual concreta. Para lograrlo, tiene que abandonar la producción y reproducción de su vida social actual mediante del uso de las soluciones materiales de la civilización. Esto significa a la vez, suprimir la producción de su biología depredando la naturaleza de origen biológico evolutivo para satisfacer las necesidades vitales propias de su ser, acción materializada por la mano del propio hombre y su industria durante el proceso de producción de su biología; manera descubierta, construida, conocida, aprendida, transmitida y defendida desde hace varios milenios por la cultura del poder. Esto quiere decir que la satisfacción de las necesidades vitales del ser biológico humanizado (calmar el hambre y la sed, mantener una temperatura y una humedad promedio en su organismo protegiéndose del frío, del calor y de la lluvia, y además, protegerse del ataque del resto de la biología; los depredadores naturales, insectos, plantas, bacterias, virus, etcétera), la superación de los traumas que en su organismo producen accidentes y enfermedades, y la superación de las violentas transformaciones que sufre la biosfera por sucesos de naturaleza evolutiva, ajenas a la acción humana y que la afectan (erupciones volcánicas, terremotos, huracanes, sequías, inundaciones, etc.), y a todo lo anteriormente expuesto, hay que sumarle la transformación violenta del medio ambiente llevada a cabo durante la realización de la propia la humanidad. Todo lo expuesto anteriormente debe ser solucionado de manera radicalmente distinta; y eso, hoy es posible hacerlo.

Para materializar la nueva forma de producir la biología del ser que porta lo humano, se hace imperioso reemplazar el trabajo externo individual y social realizado de manera natural e histórica con los que se satisfacen las necesidades vitales, superándolos a través del impulso de un proceso que suspenda el uso de la biología evolutiva para ello, y al mismo tiempo, subvierta la forma natural e histórica hasta ahora utilizada. La dirección del vector que busque la solución tiene que apuntar hacia el logro de la síntesis de todo el conocimiento y la producción material humana; y con ella, trasladar la industria al interior de la biología misma. Esa síntesis, será la materialización del anhelo de dicha universal de toda la especie humanizada: La liberación del trabajo individual y social realizado por necesidad vital.

El conocimiento por milenios acumulado, sumado al alcanzado por la ciencia contemporánea, ya divisa el horizonte donde será posible materializar la continuación de la producción y reproducción del ser biológico antropomorfo disociado de lo humano. Con la ciencia aplicada de manera subversiva, dándole un uso radicalmente distinto, es posible hacer innecesario el trabajo que hoy realizamos por necesidad vital, característica propia del ser antropomorfo humanizado.

Un ser racional, autoproductor de su biología, mediana o completamente autárquico, es posible materializar como la creación más útil de toda la producción que emergió del largo y doloroso proceso del trabajo y de lo humano: El ser poshumano.

Esta creación humana, lo poshumano, es el devenir del movimiento de la materia y la energía a través de la lógica racional propia de la biología del antropomorfo humanizado que, utilizando el poder acumulado por la ciencia, la herramienta revolucionaria contemporánea hecha por el hombre, y subvertir con ella el uso del conocimiento humano y de sus productos.

Lo poshumano, es lo único que puede eliminar los conflictos que emergen con el avance del proceso humanizador actual, e impedir el estallido de explosiones sociales de magnitudes universales que conduzcan a una hecatombe que acabe con toda la vida biológica, solamente con la biología del antropomorfo, o que acabe con la posibilidad de la continuación de la especie humanizada a través de la mutación.

El exterminio de lo que posibilita lo humano y su realidad, implica: la disociación de la interacción existente entre la energía, los elementos atómicos y las partículas elementales (organizadas o agrupadas) materializadas como macro estructuras moleculares, el aniquilamiento del sistema biológico antropomorfo, o el exterminio de la autodirigida, autoconservadora y autoorganizadora biología celular que, asume la forma del ser humanizado que soporta desde hace millones de años la pesada carga de su autoconstrucción: El hombre; la forma humana.

Desde otra óptica, el exterminio puede emanar del estallido de una gran explosión social en el mismo momento en que la cultura del poder opte por intentar la suspensión total de la reproducción del ser biológico humanizado, y los humanizadores decidan producir el robot biológico (trabajador biomático) actualmente en proyecto. Si esto sucede de manera unilateral, la marcha de un proyecto de robotización biológica que intente reemplazar sólo a los humanizados (los trabajadores) y no a los humanizadores (el propietariado empresarial), significaría el intento de exterminio masivo de una clase social; y sin duda desataría la rebelión violenta de los humanizados, conducidos por la pasión y con una gran carga de odio y crueldad; esto último, como una reacción de impotencia por no poseer los conocimientos necesarios para subvertir la realidad que les impondría la cultura del poder. Hoy, los humanizados desconocen cómo encaminarse por la senda de las posibilidades poshumanas como una salida al complejo problema de la producción de todo lo humano; y los humanizadores, por el contrario, conocen cómo someternos más aún.

El actual proceso civilizador significa la expansión exponencial de la cultura del poder, de la cultura de la subordinación creciente de las mayorías humanizadas bajo la batuta de una cada vez más diminuta minoría de humanizadores. Esto tiene que ser internalizado en la conciencia de los hombres interesados en la libertad y en la realización individual, coartada por la producción y reproducción constante de la cultura humanizadora de los empresarios privados, estatales y globales.

Si los subversivos no dirigen sus esfuerzos hacia la apropiación del conocimiento profundo, necesario para utilizar la producción existente y la que está en marcha en la producción de lo poshumano, la extensión de la vida biológica del antropomorfo humanizado seguirá en la misma condición de subordinación; y día a día se encadenará más y más a la carroza que transporta el féretro de su propio entierro, por la acción de la cultura del poder que el mismo creó.


Así como están las cosas, si no se interviene el proceso en marcha, todo que el camino será blanco o negro; si el mismo no acaba con la especie humanizada, producirá la eternización de los humanizadores contemporáneos: la cultura del poder. Afirmamos que no habrá gris, ni salida libertaria, ni materialización de los anhelos de dicha universales, sino se produce lo poshumano.

El triunfo de la humanización per se, será la derrota del anhelo de libertad del ser biológico de sus necesidades vitales. La producción y reproducción eterna de cosas biológicas que realicen el trabajo humano socialmente establecido para el disfrute de los humanizadores, significa el aniquilamiento del comportamiento emanado del proceso biológico de origen evolutivo para la inmensa mayoría de los antropomorfos humanizados. Seremos producidos industrialmente; y por lo tanto, simultáneamente exterminados. Si no se subvierte el actual estado de la sociedad, la descendencia de la inmensa mayoría de la población del planeta se realizará a través de la producción industrial de cosas biológicas (trabajador biomático, una cosa de biología mecánica).

El fracaso de la humanización global contemporánea abrirá las puertas al caos, al conflicto social y a las guerras; y también lo hará la resistencia universal a los designios de los humanizadores. No podemos esperar la llegada de una solución natural. Los escenarios anteriores hay que hacerlos fracasar construyendo una salida que subvierta el derrotero de la cultura existente. No tenemos otro camino. Y ese otro cómo hacerlo que dé vida al hombre nuevo y a la vida nueva, no puede ser otro que aquél que permita el nacimiento del ser poshumano y la vida poshumana.

El proceso de globalización en marcha puede conducir al exterminio de la biología que permite lo humano si se produce la destrucción de la biosfera por: la rebelión natural del ser biológico que ya no soporta humanizarse más, o por una conflagración entre los humanizadores en su disputa por el control y utilización global de los humanizados. Los humanizadores tratarán de producir una máquina biológica de comportamiento robótico, manipulando e interviniendo científicamente la biología del hombre, por decisión unilateral del propietariado globalizador de la cultura del poder. La elite empresarial humanizadora global, necesita relevar a la mayoría de los hombres por cosas biológicas, por productos de consumo de la industria empresarial capitalista. Y así, mantendrán el status quo que hoy los beneficia por dirigir y utilizar la reproducción y reproducción la especie humana para satisfacer sus necesidades y sus miserias. Así, escaparán a una clásica revolución social universal.

La detallada explicación científica de estas reflexiones, él por qué y el camino hacia él cómo llegar a lo poshumano, la expondremos más adelante en otro trabajo; pero si los intereses de los humanizadores privados, estatales y globales, o las circunstancias, impiden que se materialice el trabajo, y éste no llegue a hacerse carne en la conciencia de los humanizados del planeta, quedará como un reto para los que aprendan a ver la posibilidad concreta de lo poshumano; para los que cultiven su talento, dirijan su pasión y dediquen su esfuerzo a construirlo.

El ser poshumano no es otra cosa que el devenir del movimiento de la materia y la energía que, interactuando dinámicamente a través de la biología de los miles de millones de humanizados que pueblan los continentes del planeta, se expresará como la victoria de los humanizados sobre el "derecho constituido", eufemismo que encubre la ilusión jurídica de la democracia representativa, de la democracia participativa y de la democracia socialista; todas instauradas por la fuerza, sostenidas y defendidas con la violencia. Este "derecho constitucional" edificó el Estado con la violencia de la represión ideológica de la política de enajenación del trabajo que implantó el empresariado industrial, con la violencia de la represión ideológica del empresariado místico mediante el discurso metafísico y la religión, y con la violencia de la represión armada de la burocracia estatal y de toda la clase empresarial, ejercida mediante golpes de Estado, asonadas, alcabalas, relegación, exilio, profilaxis social, allanamientos, etc. Y además, con el terrorismo policial y militar que somete y depreda a los pueblos en nombre de: la democracia, la libertad, la justicia, la razón de Estado, la economía, los derechos humanos, el desarrollo económico, la historia, la patria y muchas otras justificaciones.

Todas estas violencias mencionadas más arriba, dieron a luz, a una, todavía, peor de despiadada que las anteriores: la educación estatal. La instrucción pública obligatoria y la educación gratuita, son eufemismos para disfrazar la violencia del modelaje humanizador de la cultura del poder que necesita el propietariado empresarial.

Todas las violencias anteriores, juntas, edifican hoy el Estado Global: cúspide de la represión de todo tipo, asociada, que aplasta bajo sus cimientos los intereses y necesidades de miles de millones de seres (humanizados por la cultura del poder), que forman parte de la propiedad del propietariado humanizador privado, estatal y global.

Al borde del filo del Tercer Milenio

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