Caliente y Frío

Autora: Berusaiyu

 

II

 

Las clases habían sido aburridas. Se la pasó todo el tiempo mordiendo un lápiz con la vista perdida en el firmamento. Ni siquiera la composición de Heero lo había sacado de ese estado, era la primera vez que la escuchaba, “algo de la guerra”- se trataba- “nada nuevo para él”, en cambio, sus compañeros todos tenían los ojos puestos en el relator, quien al terminar volvió a su lugar, al asiento de al lado. De no ser por  esas niñas preciosas, las cuales le dirigían una mirada tras otra a cada rato, y que él había correspondido con una sonrisa de vez en cuando, no había sacado nada de provecho. Las chicas se habían alborotado las contadas veces en que les regaló su sonrisa, tanto así, que la profesora les llamó la atención. Al terminar la clase, ellas dos se le acercaron y lo invitaron a una fiesta...- “Puedes venir tú también si quieres”- había dicho una, a quien lo acompañaba. Duo recién se daba cuenta de la presencia de su amigo, en todo el rato que conversó con  las chicas.

- No gracias, tengo cosas que hacer- contestó Heero.

         - ¡Qué lástima! Lo pasarías muy bien- dijo una de ellas con un guiño pícaro.

- ¡Ah! preciosas, ¿no les basta conmigo?- dijo Duo risueño.

Las chicas se quedaron de una pieza cuando vieron el rostro resplandeciente de su interlocutor. Sin querer dejaron escapar un suspiro al unísono.

- ¡Claro! Sin ti la fiesta no es nada... ¿no es cierto Akane?- su compañera comenzó a dar saltitos, mientras afirmaba todo lo que decía su amiga. 

La fiesta había sido en una gran mansión típica. Heero no lo había acompañado y era mejor así. Las chicas estuvieron divinas con él y fue la atracción de la fiesta – era el único con dos chicas, una en cada brazo- Bailó hasta cansarse e hizo muchos conocidos. Se sorprendió el darse cuenta que no echo  para nada de menos a Heero, salvo en aquella ocasión en que apareció Reelena. No sabía que ella iba a estar también y hubiera preferido no encontrársela porque lo único que quería, era saber de ... ya saben de quién. Logró quitársela de encima revelándole la dirección- “¡bah que fuera a molestar a otro lado!”- sonrió al pensar en la cara de Heero cuando viera a Reelena en la puerta- “¡se lo merece por aguafiestas!”- pensó- “además quien sabe, puede que ahora le toque a ella”- su sonrisa desapareció de golpe, dando lugar a una profunda tristeza. Se reprochó el haber pensado en eso, ya había pasado algún tiempo, no iba a dejarse abatir por algo que no lo merecía, la noche era joven y había que disfrutarla.

Amanecía, las calles estaban oscuras y frías por donde avanzaba con su motocicleta. Debía tener cuidado ya que Oz estaba en todos lados. Hubiera deseado traer la bufanda que dejó con las chicas, pero el apuro al vestirse lo hizo olvidarse. Había pasado una gran noche con esas lindas niñas, se portó como todo un semental y sonreía al imaginar el rostro de satisfacción de ellas por lo brindado. Sí, el sabía lo que hacía, había tenido muchas chicas por lo que se consideraba un gran amante, sí..., “gran amante”..., su sonrisa se nubló al pasar un recuerdo por su mente. Sacudió la cabeza con fuerza, haciendo que la cara se le achatara un poco. No, eso no había pasado, jamás había estado con un hombre, él había sido el único, pero fue un error, uno torpe, estúpido error, y lo tomaría como tal. Ahora debía pensar en como hacer la hora, no podía llegar al Instituto y encontrarse con ellos- Reelena y Heero, estuvieran donde estuvieran- tampoco se quedó en la cama con las chicas, las había abandonado antes de que despertasen. Bueno, algo se le ocurriría.

     Llegó  pasado el mediodía. Heero lo estaba esperando en la puerta del Instituto con cara de pocos amigos.

- ji, ji- pensó- parece que no le gustó mi bromita con Reelena.

- ¿Donde andabas?- fue lo primero que gruñó.

- por ahí-fue lo único que le contestó, antes de perderse en dirección a su cuarto.

Y a penas llegó a su cama, se metió con ropa y todo, quedándose profundamente dormido.

El día lunes Akane y Teena, las chicas de la fiesta, habían tratado de acercarse a Duo, pero éste se hizo el desentendido, pensando que era lo mejor, pronto tendría que cambiarse de escuela. Después de algunos intentos fallidos, las chicas parecían que se habían dado por vencidas, pero pronto descubrió que no, provocando situaciones muy incómodas para Duo, quien ya no quería nada con ellas- “no tenía tiempo”. Una nueva misión lo salvó de eso, librándose y abriendo posibilidades de conquistas en otro lugar.

Una noche Duo dormía placidamente en su cama, cuando sintió unos labios dulces y febriles que recorrían su  cuello y rostro. Cuando abrió los ojos sólo vio la oscuridad que invadía la habitación, pero pronto descubrió una sombra que lo envolvió, besándolo apasionadamente. Pensó que estaba soñando y comenzó a ordenarse el despertar, aunque el beso febril poco a poco lo estaba seduciendo.

- Mmmmmmmmmm- pensó- este es uno de esos sueños, un poco más no le hará daño a nadie.  

Sintió unas manos, ya conocidas, que comenzaban a invadir su cuerpo, haciendo que su piel se calentara. Esas manos sabían su trabajo y parecían conocerlo en su totalidad, recorrieron su torso desnudo, tocando cada uno de los pezones con gran maestría, luego una de ellas fue bajando poco a poco hasta llegar a sus pantalones del pijama y se deslizó por debajo alcanzando su miembro. Sintió como lo frotaban suave y con decisión, mientras esos labios se deslizaban por su cuello, lamiéndole la garganta en pequeños mordiscos, haciendo que su respiración comenzara agitarse. La otra mano que se había quedado en su pecho, acariciaba los contornos de su figura, llegando a las colinas de su trasero, quitando suavemente el pantalón.

Esa mano frotaba su miembro ya despierto, de una manera rítmica. Motivó sin duda, una fuerte y entrecortada respiración. Aquella, tomó la punta y la pellizcó suavemente, produciendo un temblor sin igual en todo ese cuerpo, el cuál se estremeció al mismo tiempo, que un quejido de placer estalló en la oscuridad.   

Duo se sorprendió de aquel grito y el hecho de no haber despertado por éste. Luego, sintió otro cuerpo agitarse junto al suyo, uno conocido, placentero. Abrió los ojos para volver a presenciar la oscuridad y mientras estaba  pendiente de las caricias fue volteado de forma lenta. Cuando se dio cuenta, estaba boca abajo sobre el lecho. Duo se estremeció al sentir como le separaban las piernas y se colocaban entre ellas, aprisionándolo.

- ¡Heerooo! Ha, ha...¡esperaaah...!- comenzó a decir. 

- ¿Es que no lo deseas?- susurró una voz sensual en su oído, seguido de un pequeño mordisco en su lóbulo.

- yoooo, ha, ha... noooo, ha, ha...sííííííí...esteeee, mmmmh- Duo desfallecía tratando de encontrar fuerzas para detenerlo. Ni siquiera la monótona luz de la lámpara, ahora encendida, lo controlaba.

- Bueno, sí o no ¿ah?- siguió la voz más sensual que antes, ya que no sólo mordisqueaba y jugueteaba con la lengua en su oído, sino que también parte de su cuello, pareciendo un vampiro- Duoooo, mmmh, Duoooo- susurraba, mientras un delicioso dedo se separó de aquella mano que acariciaban sus nalgas, introduciéndose una y otra vez dentro de él.

- Haaaaa... Heeroooo.... sííííííííí...mmmmh... ha, ha.

Al terminar de pronunciar estas palabras, sintió una presión en su trasero que le hizo abrir los ojos y la boca de par en par, al mismo tiempo que su respiración estaba toda descontrolada. Heero estaba entrando en él, invadiendo todo su cuerpo, mente, alma. Duo comenzó a quejarse más fuerte  al sentir la totalidad de la penetración y arqueó la espalda al recibir la primera arremetida de su amante.

Pronto el ritmo se incrementó, haciendo crujir la cama con las tempestuosas embestidas. Entonces, recogieron sus piernas, y sus rodillas encontraron apoyo. Las embestidas se hicieron más rápidas, al igual que las frotaciones a su miembro atrapado por la mano de su experimentado amante. Duo sin control, con cada golpe era llevado al clímax, uno inevitable e indescriptible.

 - Heerooohaaaaaah- fue todo lo que pudo decir, antes de seguir con su lluvia de jadeos- algo escuchó en respuesta pero no alcanzó a descifrarlo.

Y en una arremetida feroz, Heero se quedó paralizado, hasta que en un segundo después, Duo sintió la explosión dentro de su ser, provocándole, al mismo tiempo, el derrame de su líquido, acompañado del coro de dos gritos al unísono. 

Su respiración  comenzaba a normalizarse, cuando el cuerpo inerte que cayó sobre él ya estaba recuperado- aunque no por completo. El aliento de su amante acarició su cuello.

- Gracias Duo- fue el susurro apagado por un beso en su hombro.

Luego el cuerpo se levantó lentamente. Duo quería gritarle algo, pero nada salió. Escuchó la puerta al cerrarse.

La oscuridad reinó de nuevo.

No sabía cuanto tiempo estuvo con la vista clavada en el techo, durante la mañana. Todo le parecía tan irreal que a veces llegaba a cuestionar si no se trataba de un simple sueño. Sin embargo, había sucedido: Heero le hizo el amor otra vez y el no puso resistencia, otra vez. “¿Por qué?” esa pregunta lo torturaba, incluso después, mientras se duchaba para ir al colegio. Las sensaciones volvieron, quería culparlo, pero no podía hacerlo, hasta le preguntó, y él  había dicho que “sí”... “¿Es que no lo deseas?” fueron las palabras que volvieron a estremecerlo... ¿desearlo?...  Duo volvió a experimentar el ardor de su piel, y se avergonzó al descubrir la respuesta en su miembro. Llevó su mano hasta el impaciente, comenzando a recordar la noche pasada. Pronto un grito sofocado se mezcló con el ruido del agua al caer. “ Sí, lo deseaba”, Heero sólo tenía que tocarlo para que él respondiera a sus caricias. “Era un gran amante”...¿Y de dónde sacó tanta experiencia con lo antisocial que era?... incluso lo había lubricado con algo aceitoso ¡pero en que momento!... “¡bah! Los calladitos son los que más ruido hacen”... seguro que  había tenido miles de chicas y chicos antes que él. Sabía a la perfección como excitarlo hasta el punto de hacerle perder el control, y no sólo eso, si no también, el tomarlo en el momento oportuno, donde era casi imposible negarse... lo tomaba por sorpresa al igual que al enemigo- una enorme sonrisa se dibujó en el rostro de Duo- “El maldito hacía el amor, del mismo modo como hacía la guerra” 

- Y ahora qué- se sorprendió diciendo en voz alta.

Mecánicamente, abrió el agua de la ducha fría y resistió como todo un soldado. Heero no se había quedado con él, lo abandonó al igual como él lo había hecho con esas preciosas chicas. De repente, se sintió muy mal, ya que experimentó la sensación de vivir en carne propia los sentimientos de todas aquellas a las que “había utilizado”. Recordó como ellas trataron de acercarse, sólo para recibir un rechazo cortés y muy cruel de su parte. Incluso había roto algunos corazones, pero nunca le importó hasta ahora. Se sintió miserable y pensó, de que si hubiera sabido como dolía ese sentimiento, jamás habría echo una cosa como esa. Fue aquí cuando tuvo la seguridad de que no volvería a ser el don juan de antes. Suspiró derrotado... ¿qué haría?... pues aceptaría lo que viniese de la misma manera como lo enfrentaba todo... con una sonrisa, y aunque le partiera el alma que lo utilizaran, él también podría aprovechar algo bueno. Después de todo, la vida era muy corta para desperdiciarla.

Ese día llegó tarde.

 

 

 

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