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21 de Enero 2017
Coleccionable de El País "Sombras de la China" (10)
JESÚS RUIZ MANTILLA
17 MAY 2009
Si existe un tío sobre la tierra capaz de hacer la competencia en enjundia y
sabiduría a los proverbios chinos, es Joan Manuel Serrat. De eso y de otras
muchas cosas. De seducir, de comunicar con hondura, de hacerse querer, también.
Además de reinventarse sobre un escenario, como anda demostrando esta semana en
el Circo Price, junto a ese músico discreto y gigantesco que es Ricard Miralles.
Cuando lo que ha parido uno a lo largo de más de 40 años de carrera perdura, da
lo mismo que lo vistas de concierto con orquesta sinfónica, de sarao rockero
multitudinario, de veta cantautora o de cabaret. Las canciones de Serrat cuadran
dentro de cualquier invento. Pero con la pureza y la sencillez con la que las
desnuda en el espectáculo que ofrece estos días, pocas veces las habíamos
escuchado.
Este hombre ha decidido utilizar al público como diván con monólogos bien
trabados, desternillantes
Un
taburete, dos copas de cava, una silla y una mesa de tugurio. Un piano y una
guitarra; nada más como decorado. Luego viene lo esencial. Primero, todas esas
canciones tan limpiamente dichas. Después, y ahí está lo más novedoso, la labia,
la gracia, la ironía. El cachondeo perpetuo y regocijante de este hombre que ha
decidido utilizar al público como diván con monólogos bien trabados,
desternillantes.
Así es como convierte Serrat su cotarro en puro cabaret. En un homenaje a Gila,
aunque sin teléfono. En un espectáculo tan teatral como musical, donde reinan la
palabra y la voz; la inteligencia y la sana complicidad. Suena Serrat auténtico,
paradójico y paródico cuando confiesa el episodio en que su madre se agarró un
disgusto al nacer él porque pensó que iba a alumbrar una nena. "Parece que le
estoy viendo la cara cuando entramos la comadrona y yo", suelta. No tiene
desperdicio su pitorreo con los proverbios chinos -"quien no sabe sonreír, que
no abra una tienda"-, su explicación de por qué no va al psiquiatra, su
clasificación de las canciones en grados de afecto...
Son pocos los artistas que traspasan la barrera del tiempo y el espacio. Todo
pasa y poco queda, en este aspecto. No queda otra que llevarle la contraria a
don Antonio Machado. Serrat es uno de esos casos. Pasan las movidas con su
pijerío hueco, los pedorros eurovisivos, los príncipes por un día de las
operaciones triunfo, los tachundas para la mercadotecnia. Se esfumaron los yeyés
y los horteras de discoteca; un buen puñado de heavys -no todos- y los punkies.
Pero Serrat, permanece. Ni ha ido, ni ha vuelto. Ni se ha retirado, ni ha
reaparecido. Siempre le tuvimos ahí junto a unos pocos entre el selecto club de
nuestros clásicos hispanos.
En dos lenguas, en todas las dimensiones. Completamente transversal, con todo el
choteo que le sugiere a él esta palabra. "Ahora todo es transversal", comentaba
Serrat el viernes. El primer gran artista transversal en español y catalán a
escala universal ha sido y es precisamente él.
Por varias razones. Primero, porque el público sabe reconocer los talentos
insólitos. Serrat lo tiene, natural. Mucho amor por la vida y mucha sensualidad
se desprende de los acordes y la letra de Mediterráneo. Mucha hondura y mucho
corazón hay que tener para parir ese monumento que es el Romance de Curro el
Palmo. Mucha empatía con el ser humano y la soledad para inventar Penélope, La
tieta o Pueblo blanco. Demasiada pasión se debe haber sentido para componer
Lucía, Esos locos bajitos y Paraules d'amor. No es fácil encontrar tampoco tanta
sabiduría por ahí como para que a alguien se le ocurra Bienaventurados, Cada
loco con su tema o No hago otra cosa que pensar en ti... Por poner sólo unos
pocos ejemplos.
Y es que en Serrat convive esa voz propia descomunal con herencias populares de
todo el espectro latino. Desde George Brassens y Jacques Brel a Juanito
Valderrama y Miguel de Molina. Desde Chavela Vargas y Concha Piquer a Rancapino,
Enrique Santos Discépolo o George Gershwin. Su legado se compone de una
sensibilidad más terrenal que extraterrestre en la que ha asimilado lo mejor del
tango, la copla, el bolero y la canción francesa o el cabaret berlinés con una
manera ética y poética de ver el mundo.
Dentro de su estatura moral, entronca un sentimiento machadiano de la vida que
no reniega de los placeres sencillos, ni de la alegría profunda que le ha dado
nacer y renacer. Aunque en el primer caso su madre se llevara un berrinche por
haber engendrado al nano, quienes hemos crecido sentimentalmente con su música y
su palabra pegadas al alma y los oídos -desde los viejos tocadiscos al iPod-
debemos reconocerle todo lo que nos ha ayudado a comprender la vida.
Sencillamente.
Todas las canciones que Joan Manuel Serrat interpreto en cada una de sus
películas.
(Palabras de amor / La larga agonía...
y Mi profesora particular)
Joan Manuel Serrat visto por otros.
MARÍA DEL MAR BONET
(Cantante)
«Serrat es un gran amigo, lo conocí de jovencita y es algo muy familiar mío. Es
más que un cantante, lo admiro, aunque nos veamos poco. Adoro un disco antiguo
suyo sobre la música popular catalana. Es como una Biblia para mí.»
Joan Manuel Serrat con otros en imágenes.
Con Antonio y Lolita
Con Cesar Isella
Con Víctor, Ana, Poveda, Amargos..
Mediterráneo versión en catalán por Lorenzo Santamaría, de su disco
"Entre cella y cella" (Entre ceja y ceja) 1995
Joan Manuel Serrat nos canta una Jota picante...
© Pere Mas Pascual (1997-2017)