ENCUENTRO DE DOS MENDIGOS

Por Yohanes Manhitu
Por la ma�ana, como a las seis, dos hombres viejos que vest�an muy sencillamente estaban sentandos en un peque�o restaurante al borde de una calle en Yogyakarta. Cada uno de ellos tomaban caf� y un trozo peque�o de pastel tradici�nal de Yogyakarta se llama Bakwan. Parec�an disfrutar de su comida y bebida.

Me sent� en una silla vieja frente a los hombres y ped� un t� caliente, mientras escuchaba a los hombres. Al principio, no supe de qu� estaban hablando ni lo que hac�an en su vida. Era como un misterio peque�o que necesitaba una respuesta satisfactoria.

Yo intent� de escucharlos bien para entender lo que estaban discutiendo. De pronto, o� al hombre de la camisa negra que preguntaba al otro que llevaba camisa verde: �Me parece que tiene suerte porque ha pasado mucho tiempo en Jakarta, donde viven mucha gente rica que siempre da mucho dinero a los mendigos.� El otro hombre repondi� en voz baja y profunda: �Tal vez su opini�n sea verdad para los otros mendigos que tengan suerte, pero no lo es para m�.� El dej� de hablar por un momento y despu�s dijo: �He pasado una vida muy triste en Jakarta donde yo iba de un sitio a otro. Por fin, decid� venir aqu� para cambiar.� El otro que habia preguntado se sinti� muy triste a cause de la respuesta de su amigo. Despues, habl� con tristeza: �La vida de los mendigos como nosotros es siempre igual por todas partes del pa�s; no es nunca mejor. Mucha gente simpre nos esquiva, porque ellos piensan que nosotros somos muy parezosos para buscar dinero, y que nos gustaria una vida mejor sin trabajar.�

Me parec�a que los dos estaban muy tristes. Uno de los hombres vino de Jakarta a Yogyakarta para combiar su vida. Esperaba que en Yogyakarta, donde hay un lugar famoso se llama Malioboro, �l podr�a realizar sus sue�os. Al contrario, ahora, sabe que la vida de los mendigos en Yogyakarta no es distinta de la vida que Jakarta. Muchos mendigos esperan en las puertas de las tiendas grandes, pero nadie les da mucho dinero. Algunas personas pasan junto de los mendigos sin decir nada. �Qu� l�stima!

Cuando acab� de beber, los mendigos tristes estaban todav�a hablando. Estaban de acuerdo en buscar un lugar donde pudieran ganar m�s dinero que antes. El mendigo que vino de Jakarta dijo a su amigo de Yogyakarta: �Espero que ganaremos mucho dinero para que podamos comprar comida y bebida para nuestras familias.� El otro repondi�: �Espero que s�, mi amigo.�

Despu�s un rato en el restaurante peque�o, llamaron el camarero para pagar su comida y bebida, pero, de repente, el camarero dijo: �Ustedes no necesitan pagar. Es gratis para ustedes, porque hoy es mi cumplea�os, y su visita es como un regalo para m�.� Los hombres estuvieron sorprendidos a o�rle. Con una sonrisa en sus labios, dijeron: ��Muchas gracias y feliz cumplea�os, se�or! Esperamos que Dios le bendiga siempre en su vida. �Hasta luego!� �De nada y hasta luego!�, dijo el camarero. Despu�s salieron del restaurante.

Estaba muy seguro que el cumplea�os del camarero era s�lo una mentira. Dijo eso porque sab�a que los mendigos a veces no ten�an dinero. Yo sonre� al camarero y �l sonri� tambi�n.

No pas� mucho tiempo en el restaurante. Despu�s de pagar mi bebida, sal� del restaurante y volv� a mi pensi�n, mientras pensaba en los mendigos que hab�a visto. Espero que un d�a Dios les d� una vida mejor y m�s feliz. !Buena suerte, mendigos!
                                                                                 
                                                                                 
Yogyakarta, 12 de junio de 2001
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Yogyakarta, Saturday, September 29 2001
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