Crimen y tortura ...
Si la constante evolución de la sociedad humana ha dado, como uno de sus principales frutos, el reconocimiento de la dignidad del hombre, reconocimiento que, criminalmente hablando se ha traducido en el concepto "hacer morir sin hacer sufrir", debemos reconocer que no siempre ha sido así, es más, que hasta hace bien pocas decenas de años se seguía en casi todos los países del mundo l amáxima opuesta, es decir, "hacer sufrir sin hacer morir".
Si la pena de muerte, la más discutida de todas las existentes en la actualidad y la que más adversarios tiene, ya levantó polémicas desde el principio de los siglos, la tortura, por el contrario, es una activida que, generalmente, estaba aceptada como un trámite más en los procesos judiciales, un paso más que puede ser utilizado bien como sistema de averiguar la verdad, bien como castigo reparador de cierto tipo de delitos.
¿Será posible -nos preguntamos- que todo esto exista?
Desgraciadamente, lo es.
Lo verdaderamente aterrador, lo que sí causa congoja, es situarnos en el pasado o en el presente (o, en el futuro) y comprobar que todas esas aberraciones, tienen carta de naturaleza aquí mismo, en nuestros países.