Borges |
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Rafael Gutiérrez Girardot, ganador del premio Alfonso
Reyes, |
Una ligera llovizna cae
sobre Bogotá. Rafael Gutiérrez Girardot, de corbatín y bigote chaplinesco,
parece un cachaco alemán. Es pequeño, macizo y cuando habla casi no se mueve.
Su fama de gruñón va desapareciendo con la voz de su inteligencia. Es un
boyacense ilustrado, un hispanoamericano de moldura universal. Nació en
Sogamoso hace 73 años, y la mitad de su vida ha transcurrido en Alemania. La
filosofía lo llevó a la literatura y al ensayo. Este exalumno de Heidegger
vive un exilio intelectual; es casi un desconocido en Colombia y un escritor
marginal en Alemania, porque sus inteligentes y novedosas interpretaciones
sobre la cultura alemana (Walter Benjamin, Gottfried Benn, Nietzsche,
Novalis, entre otros) han tenido más eco en España, México y Argentina, que
en su país de adopción. En ese sentido Gutiérrez es una especie de espía
intelectual, y sus conocimientos germánicos han alimentado casi en secreto al
mundo hispanoamericano. Sus ensayos sobre Manuel Machado, César Vallejo y el
modernismo son una lección de rigor y placer literario. Hombre polémico y
provocador, indispensable en el ensayo literario y en el pensamiento en
lengua española, en 1959 publicó Ensayo de interpretación en España (Taurus),
el primer estudio con profundidad sobre Borges que apareció en Europa. En
1998 presentó su libro Borges: el gusto de ser modesto (Panamericana), que
reúne 40 años de lecturas intermitentes y disquisiciones alrededor de la obra
del escritor argentino. Con lucidez, elocuencia y mordacidad, Gutiérrez
Girardot habla de las diferentes facetas de Borges. Borges mismo ha dicho que nunca ha querido ser filósofo, que ha sido un aficionado a la filosofía. Cuenta cómo conoció esta ciencia gracias a su padre, que le enseñó en un tablero de ajedrez las paradojas de Zenón de Lea. La relación de literatura y filosofía en Borges es muy sencilla; para él la filosofía conduce al asombro, porque todas las teorías y sistemas filosóficos tienen valor, sólo por lo que tienen de maravilloso y de extraño. Eso conduce naturalmente a un límite de lo que es la filosofía, que no tiene prácticamente valor por lo que dice, sino por lo que pregunta. Y eso que pregunta es el asombro; el asombro es el comienzo de la filosofía, y la literatura es exactamente lo mismo: un permanente asombro. Borges dice que no hay géneros como la literatura y la poesía en arte, que se hayan cuestionado tanto a sí mismos para saber qué son. |
Borges mismo ha dicho que nunca ha querido ser filósofo, que ha sido un
aficionado a la filosofía. Cuenta cómo conoció esta ciencia gracias a su
padre, que le enseñó en un tablero de ajedrez las paradojas de Zenón de Lea.
La relación de literatura y filosofía en Borges es muy sencilla; para él la
filosofía conduce al asombro, porque todas las teorías y sistemas filosóficos
tienen valor, sólo por lo que tienen de maravilloso y de extraño. Eso conduce
naturalmente a un límite de lo que es la filosofía, que no tiene
prácticamente valor por lo que dice, sino por lo que pregunta. Y eso que
pregunta es el asombro; el asombro es el comienzo de la filosofía, y la
literatura es exactamente lo mismo: un permanente asombro. Borges dice que no
hay géneros como la literatura y la poesía en arte, que se hayan cuestionado
tanto a sí mismos para saber qué son.
Algunos filósofos y escritores han cuestionado la teoría de Borges, según
la cual la metafísica es una rama de la literatura fantástica. ¿Usted qué
opina?
Yo no sé cuáles son los filósofos que se han molestado porque Borges dice con
absoluta claridad en el epílogo a Otras inquisiciones, que para él la
metafísica es una rama de la literatura fantástica. Si se observa un poco más
lo que significa eso, se verá algo que no conocen estos filósofos de manual.
La metafísica es literatura fantástica en el sentido de que despierta el asombro.
La poesía, lo que escribe Borges, siempre está determinado por el asombro. No
hay que olvidar que, según Aristóteles, el asombro es el comienzo de la
filosofía; de manera que la relación de literatura y filosofía en Borges es
una relación radical, anterior a toda especulación. Es una relación en que se
encuentran metafísica, literatura y filosofía en la misma actitud de asombro;
después, cada una de esas ramas coge otros caminos. Pero eso no significa que
sean lo mismo.
¿Cuál es el concepto de Dios en la obra de Borges?
Es teológico por cuanto su problema es el problema de una causa primera, que
él no reconoce como afirmación sino como duda. Si hay una causa primera, ¿qué
es esa causa primera? Si hay un Dios, ¿cómo sabemos que hay Dios? Además,
como él afirma, "no conocemos el secreto diccionario de Dios". Esa
teología en cierto sentido es negativa, porque está poniendo en tela de
juicio no la existencia de Dios, sino el poder de una mente superior divina
que ordena el mundo de tal manera y que no sé sabe por qué lo ordena así. En
eso consiste el escepticismo de Borges, que se une con esta pregunta
permanente por el origen o causa primera de la realidad.
¿La postura política de Borges incidió en que no recibiera el Nobel de
literatura?
La postura política de Borges es de liberal-conservador, porque él era muy
antitotalitario, antiperonista, pero conservador en el sentido de que no
creía en ciertas cosas como la democracia, pues la consideraba un abuso de la
estadística; tampoco creía o le gustaba la nivelación de las clases sociales
en el aspecto intelectual. Aunque en el cuento de "Pierre Menard, autor
de El Quijote", decía que esperaba que todo el mundo pensara como él
había pensado. Es decir, pensaba en una democracia intelectual, en la que
todo el mundo fuera capaz de pensar. Eso lo saca de las corrientes políticas
contemporáneas y conocidas, y lo coloca en una posición política de absoluta
libertad, gracias a la cual piensa cuando quiere, como quiere, según las
circunstancias.
A él lo
combatieron mucho por una cantidad de cosas que dijo y que no se las
perdonarán, especialmente en Alemania. Afirmó que García Lorca era un andaluz
profesional y que tenía fama porque lo habían fusilado. Es una verdad que no
se la perdonó nadie. Y como tal, creyeron que Borges era un reaccionario. Lo
de García Lorca lo publicaron en muchos periódicos. Posteriormente, la
condecoración de Pinochet regó el escepticismo sobre su pensamiento
democrático. El Nobel es un premio político, ya no es un premio literario. Y
aunque fuera un premio político, ya es muy dogmático; porque Borges
naturalmente fue antihitleriano, antifascista, partidario del eje, esto es,
tenía todas las características para ser una persona aceptable para el mundo
del premio Nobel: "Mi utopía sigue siendo un país, o todo el planeta,
sin Estado o con un mínimo de Estado, pero entiendo no sin tristeza que esa
utopía es prematura y que todavía nos faltan algunos siglos". Lo que no
le perdonaron a Borges fue su libertad de expresión. Saludó la medida de la
dictadura después de Perón, y eso no se lo perdonaron, pero olvidaron la
antología de frases sobre el militarismo latinoamericano, sobre todo cuando
dio la bienvenida a la democracia argentina en 1983: "... Renacerá en
esta república esa olvidada disciplina, la lógica. No estaremos a merced de
una bruma de generales... Si cada uno de nosotros obra éticamente,
contribuiremos a la salvación de la patria". Eso lo callaron, porque les
convenía. Había otras personas que estaban detrás del premio Nobel, como
Octavio Paz, que hizo una campaña fabulosa. Tenía además en su favor a Artur
Lundqvist (miembro del jurado del Nobel), que tradujo al sueco a García Lorca
y a Paz. De manera que Borges no tenía ese lobby; era una persona de primera
categoría, y un pensador políticamente libre no cabía en ninguna parte,
tampoco en el premio Nobel. |
Es
hispanoamericano, porque nació en una ciudad como Buenos Aires; fue muy
arraigado en su tradición histórica y personal. Recordemos el poema de
Francisco de Laprida, que fue su antepasado: "Yo que anhelé ser otro,
ser un hombre / de sentencias, de libros, de dictámenes, / a cielo abierto
yaceré entre ciénagas; / pero me endiosa el pecho inexplicable / un júbilo
secreto. Al fin me encuentro / con mi destino sudamericano" ("Poema
conjetural"). Es hispanoamericano en el sentido de que tiene muchas
características, en su prosa y literatura, de la forma de vida y pensamiento
hispanoamericano y argentino. Es la figura del escritor universal como la
deseaba Pedro Henríquez Ureña, y hay pocas personas que han llegado a ese
nivel, como por ejemplo Alfonso Reyes, Mariano Picón Salas, Henríquez Ureña,
César Vallejo, José Luis Romero. En cambio hay otros que dicen que son
universales, pero son frívolamente universales. Un escritor universal de la
generación contemporánea tal vez sería Carlos Fuentes, tal vez José Donoso,
seguramente Vargas Llosa; pero García Márquez no. García Márquez es muy
costeño. |
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