El Saber Tecnológico en los tiempos de Globalización: Contribuciones e Contradicciones

 

 

 

Neide Aparecida  de Souza Lehfeld, Elizabeth Regina Negri Barbosa

Universidad de Ribeirão Preto

Sao Paulo, Brasil

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“Una tempestad mas está siendo soplada del Paraíso; agarró sus alas tan violentamente que el ángel no consigue mas cerrarlas. La tempestad lo chupa para atrás para el futuro, mientras que los destrozos se acumulan en dirección a los cielos, delante de sus ojos. Esa tempestad se llama progreso”.

                                                                                                                           Walter Benjamín

 

Varios acontecimientos de importancia histórica transformaron el escenario de la vida humana en ese final de milenio. Una revolución tecnológica, centralizada principalmente en las tecnologías de información, remodelan, en ritmo jamás visto, la sociedad.

El mundo pasó a presentar una nueva forma de relación y de interdependencia global entre economías, mercados, estados y sociedad.

Desde el colapso del estatismo soviético y el fin del movimiento comunista internacional, la profunda reestructuración del propio capitalismo, la descentralización de empresas, la organización de sociedades en red, el fortalecimiento del papel del capital con la disminución de la influencia de los movimientos corporativos y sindicales, además de tantos otros fenómenos recurrentes, surge un nuevo sistema de comunicación. Según Castells (1999), cada vez mas un lenguaje universal digital, tanto promueve la integración global de la producción como moldea la vida, sonidos e imágenes de nuestra cultura.

Los triunfos de un progreso material, bien como las excepcionales conquistas de la ciencia se apoyan en nuevas tecnologías. También podemos afirmar que el siglo XX no terminó bien, si se constata un estado de espíritu de aquellos que reflexionaron sobre la excepcionalidad de ese período un creciente desencanto. El mundo capitalista se ve nuevamente involucrado con problemas: desempleo, depresiones cíclicas, población indigente, violencia y el espectro asustador de la posibilidad de una 3ª guerra mundial, son apenas algunos que podrían ser listados.

Para Dyson “la tecnología es apenas una de las muchas fuerzas que impulsan la historia humana, y raramente es la más importante". La política, la religión, la economía y la ideología, las rivalidades militares y culturas son tan importantes como la tecnología. La tecnología solo nos da las herramientas”. (2001, p.12).

La ciencia y la técnica, juntas en esa revolución, demuestran sorprendentemente la capacidad de producir mas, acumular mas y mejor, pero comienzan, entretanto, a admitir que los efectos de ese crecimiento pueden ser perversos, como ya citados, anteriormente.

Tiempo y espacio han sido dos categorías que permeabilizan esas contradicciones. De un lado, se vislumbran los grandes avances tecnológicos, de información, de comunicación, da electrónica, de la genética y de la biotecnología. De otro, se encuentra un proceso anacrónico en que valores sociales, hasta entonces dominados, pasan a hacer parte de una rutina que asombra cualquier pensamiento sobre el futuro.

Nuevos contextos sociales son redefinidos. Las formas de conquistas van siendo poco construidas; los espacios se diluyen entre lo que se considera nacionalista e internacionalista, se menciona lo global como realidad tangible.

En las últimas décadas del siglo XX, el progreso tecnológico, en el campo de la informática y de la automatización, hizo con que el mundo se tornase pequeño e integrado.

La velocidad de las informaciones propició la destrucción de las barreras nacionales incorporándolas a los procesos productivos de todos los cuadrantes del planeta, generando nuevas formas de relaciones entre pueblos y clases sociales, nuevas formas de gestiones, colocando fin a la geografía y transformando los mercados nacionales en piezas del engranaje económico global.

A pesar de nada mas parecer imposible, existe el sentimiento de impotencia delante de ciertos impares. En el caso de la ciencia, a partir de innovaciones y saltos tecnológicos, ya se habla en control de la vida humana, producción de clones y otras tantas conquistas cuya dimensión seria la de liberar el destino de la humanidad.

La mejor ilustración que se puede dar de esa interdependencia entre ciencia y técnica es la emergencia, en los años 1880-1900 de las tecnologías de la electricidad y de 1960 a 1980 de las tecnologías de la informática.

Esas dos experiencias se trataban de respuestas a las necesidades del cotidiano, superando las dificultades existentes en la sociedad de masa.

La valorización de la ciencia aplicada tiene visibilidad a partir de la década de 60, cuando se busca obtener resultados concretos, en la ciencia, por patentes e innovaciones tecnológicas.

Hasta ese momento la investigación pura respondía a normas incompatibles con la aplicada: generalización, neutralidad y cepticismo organizado.

Ejemplo de ese movimiento es el cambio de dirección de la visión de las investigaciones industriales, o como la valorización del “papel de los ingenieros de Dupont de Nemours y de su conocimiento propiamente técnico, tanto en la creación del nylon cuanto en la de la bomba atómica” (MORIN, 2002, p.413).

Como se ve, los laboratorios de investigación se transfieren para dentro de las fabricas, e el propio local de producciones, procurando atender las necesidades de producción. Desde entonces, la investigación más fundamental se encuentra presente en la fabrica, construyendo conocimientos técnicos con base en la evolución de un proceso de aprendizaje, tanto en alta tecnología, como la electrónica y la biotecnología, cuanto en sectores de media tecnología, como el sector automovilístico.

En esas bases, se construyó el modelo japonés, que no se abstuvo de realizar la investigación fundamental, pero integró el conocimiento científico, a la técnica para la producción de productos, o mismo en los procesos de su concepción, de modo cada vez más directo. A través del aprendizaje y del saber científico, los conocimientos técnicos tuvieron grande evolución.

Esa revolución hizo con que disminuyese el distanciamiento entre las universidades y la sociedad en general y consecuentemente el conocimiento científico por ellas producido y los centros de investigación. Diversos tipos de redes, “sumados a la vanguardia de la Internet” (DUPAS, p.41), facilitan y garantizan la vehiculación de la producción científica y también su vinculación con los espacios de sus usos. También ha modificado de forma substancial las varias instancias no apenas del saber sino también de las actividades profesionales. Existe hoy una cantidad y calidad extensa de ideas circulando por la Internet que viabilizan la apropiación de diferentes saberes e conocimientos.

Por lo tanto, los avances de la ciencia y de la técnica rompen diariamente y generan varios paradigmas en una lógica de competición creciente con espectaculares y perfectos avances y al mismo tiempo, ausencia total de valores y normas éticas. No hay por lo tanto como negar el desarrollo tecnológico, o mismo ir contra él, en un posicionamiento reaccionario.

El principio fundamental es otro: la ciencia y la innovación tecnológica pueden y deben someterse a una ética libertadora, teniendo como finalidad la búsqueda de alternativas viables para el desarrollo económico, social y político, mismo con la conciencia de que el futuro siempre señala incertezas, principalmente por las severas contradicciones del momento.

En nuestra concepción, los fundamentos ontológicos, metafísicos y religiosos deben llenar el estado de vacio ético que puedan tener las revoluciones tecnológicas contemporáneas. La razón técnica se presenta con lógica propia y poder ilimitado. Todo eso se traduce en un grande peligro, el o deslumbrarse delante de las innovaciones tecnológicas con ausencia total de valores éticos a través de los cuales se podrán estar concibiendo nuevos dioses, capaces de amenazar la propia sobrevivencia de la humanidad.

Por otro lado, podemos afirmar que hay resultados positivos en esa evolución. Entre las expectativas más favorables, se evidencia la tendencia mundial de valorización progresiva de la necesidad e importancia de la educación para todos, como instrumento de atendimiento de demanda de la macroeconomía y/o también como alternativa para la conquista y universalización de la ciudadanía.

Además de no se dividir de la conciencia de las autoridades gubernamentales y de sociedad civil sobre la necesidad de ampliación de las inversiones en educación, también se tiene la conciencia de que los avances tecnológicos deben ser colocados a la disposición, para facilitar el acceso a todos con equidad.

Así, la tecnología comienza a tener un nuevo papel, el de favorecer en todos niveles y ámbitos, principalmente en los países en desarrollo y subdesarrollados, la formación y capacitación de recursos humanos.

Sabemos que la formación de recursos humanos es condición necesaria, pero no suficiente para el éxito de los procesos de cambio y emancipación de esos países. Entretanto, es extremamente reconocido que tales procesos socio – educacionales cooperan para la aceleración de procesos de transformación social.

La globalización de la economía, las innovaciones en el mundo de producción y las nuevas reglamentaciones y relaciones entre Estado y sociedad son procesos de cambio que recaen directamente en las políticas educacionales.

Ese nuevo escenario, donde la producción, distribución y consumo de bienes y servicios se organizan en torno de valores mundiales y para mercados mundiales exige cada vez mas, no solo procesos de gestión empresarial más competentes, mas también una calificación mas elevada, conocimiento altamente especializado y creatividad del trabajador.

  En ese nudo de cambios, está la resolución de la ciencia y tecnología direccionada a la reestructuración y reformas en los sistemas de producción y de difusión de cultura con miras a la obtención de una ciudadanía efectiva y más amplia.

Contradictoriamente es e el dominio de la globalización cultural que terminamos por encontrar un fenómeno asustador. Es la posibilidad de esa globalización cultural llevar a una homogenización validada por la occidentalización o americanización pues los valores, los universos simbólicos que son transmitidos son occidentales y particularmente los norteamericanos: el individualismo; la democracia política; la racionalidad económica; el primado del derecho; el cine; la publicidad; la televisión; la internet; etc. (SOUSA SANTOS, 2002. p. 45).

Al intensificarse las interrelaciones entre los países y mercados, en una complexidad de direcciones frente a la intensificación de las comunicaciones, observamos los problemas locales de forma global en tiempo real. Entretanto hay una mayor distancia que separa las poblaciones y una ruptura calificativa referente a las posibilidades usuales de avances sociales, económicos y políticos. Al mismo tiempo en que intentamos imitar el modo de ser y de estar de otras culturas dominantes estamos cada vez más distantes de las mismas condiciones de vida de las poblaciones de esas culturas dominantes.

En el contexto neoliberal, esas cuestiones solamente toman importancia en la medida en que se vuelven o son consideradas como mercaderías que pueden visualizar esos procesos, encaminándose para un campo de contestación social y política. Pues la globalización transporta también en su conjunto la miseria, la marginalización y la exclusión de la grande mayoría de la población mundial. De esta forma, hay una contradicción de naturaleza político–ideológica principalmente cuando se encuentra, en ese proceso de globalización, espacio y oportunidad para el crecimiento de las luchas anticapitalistas y de movimiento anti-hegemónico de esos procesos.

Según Morin (2001), la revolución técnica altera de modo significativo las representaciones, la forma de pensar, sentir y visualizar el mundo, definiendo una nueva manera de ser.

Eso porque la virtualización, como una nueva forma de abstracción, produce un efecto reduccionista en la esencia del hombre, que se destruye al someterse a modelos y esquemas numéricos, desconsiderando las relaciones sociales y modelando una nueva forma de mirar para el mundo.

Estar en la net altera, de cierta forma, el modo de resolución de algunos problemas. Olas de entusiasmo, estimulados por todos los medios de comunicación, difundiendose instantáneamente. Tener un teléfono celular y un computador, símbolos de la interconectividad, son símbolos y condiciones necesarias de ser feliz.

Personas de culturas e ideologías diversas se reúnen en torno de un pensamiento complejo y juntos, cada cual en un cuadrante del planeta, en tiempo real, discuten sus puntos de vista.

La manera de encarar los problemas y el funcionamiento de nuestras sociedades está sometida cada vez mas al uso generalizado de los nuevos sistemas de información. Las especulaciones financieras, la invasión irrestricta de los capitales a los grandes paraísos fiscales hace contrapunto a la escasez de abundancia económica y de paz, que tantos pueblos experimentan.

Una ascensión irrefrenable de contradicciones se coloca entre el desarrollo de las comunidades virtuales (empresas virtuales y operadoras financieras) y las necesidades sociales y políticas de las naciones.

Sabiamente Morin resalta que “de ahora en adelante la deslocalización y la desintermediación de las economías permiten multiplicar por diez el mundo real de las naciones y de los pueblos y el mundo virtual de los flujos especulativos, financieros, sin ninguna reglamentación política y social. [...] el mercado puede, sin problema alguno, sin responsabilidad alguna, ignorar billones de hombres”. (2001, p.468).

No se ignora que, en el terreno de la justicia social, la información gratuita y universal es condición favorable al desarrollo de una identidad colectiva para aumentar las posibilidades de ascensión y participación política de los grupos.

Entretanto, se debe tener en mente que de hecho no se garantiza mas cultura apenas con la sociedad de la información, pues esa no es conocimiento y ni el conocimiento es cultura.

La mundialización reparte, de cierta forma, la diversidad cultural, existiendo el desafío de hallar el equilibrio entre las diferencias peculiares de los pueblos y sus quimeras comunes.

La sociedad global de la información, por cuanto una sociedad capitalista, crea algunas veces, núcleos de exclusión económica y cultural, que al mismo tiempo en que consigue reducir las distancias, aumenta los espacios de analfabetismo, tanto en el sentido de saber leer y escribir, cuanto del saber tecnológico, de informática, robótica etc.

Las desigualdades van ganando volumen, disminuyendo las posibilidades de acceso a los bienes de consumo, al mercado de trabajo, generando en larga escala dificultades para la integración presupuesta por la era de la información y del conocimiento.

DUPAS afirma: “ en las redes, el poder se mueve para el que tiene el control de los flujos. Ordenar una red, estar presente en ella y operar la dinámica de su interrelación con otras redes define las estructuras de dominación y transformación de nuestra sociedad”. y esa red está fuertemente centralizada por y en los Estados Unidos, ya que controlan el desarrollo de la mayoría de las tecnologías de esa red global. Datos de 1999 por el Informe de Desarrollo Humano del PNUD demuestran que hay grande diferencia entre los países, pues el crecimiento, en las últimas décadas, se presenta muy desigual. Prácticamente, mas de 80 países se encuentran con renta per capita superior a 3% anual, desde la década de 90.

No se puede dejar de mencionar que 20% de la población mundial que vive en los países más pobres y los 20% en los países más ricos tienen entre sí diferencias de renta que fueron duplicadas en el corto período de tres décadas. La concentración del capital permanece en pocas manos, existiendo una disparidad significativa entre los activos de esas personas con la renta combinada de un volumen grande de la población más pobre.

De acuerdo con Klisberg “una contribución anual de apenas 1% de la riqueza de las 200 personas más ricas del mundo permitiría dar acceso a la educación primaria a todos los niños del planeta” (2001, p.77).

Se puede notar que a pesar de las grandes oportunidades y avances ofrecidos por el desarrollo tecnológico, en que grandes posibilidades se abren en el acceso a informaciones y al conocimiento, el contexto histórico real demuestra en el campo de la inclusión / exclusión divergencias significativas.

Esa disparidad se observa no solamente cuanto a las cuestiones de renta, pero también en lo que concierne al acceso a nuevas formas de comunicación, tales como la Internet.

Un levantamiento mundial, realizado en mediados de 1998, retrata que en los EEUU, 26% de la población era usuaria de la Internet, siendo que apenas 0,04% de la población de la Asia Meridional, donde viven 25% del contingente poblacional del mundo, se conectaban  a la red. Hay estudios actuales que también demuestran que el uso y acceso de la Internet es todavía prioritariamente hecho por personas del sexo masculino. Como se ve, los niveles de desigualdad van aumentando, generando realidades diferentes, mundos paralelos que luchan para encontrar los puntos de convergencia que permiten el esperado diálogo global.

Finalmente, el debate constante y crítico sobre las contradicciones del progreso y de la innovación tecnológica es importante, no solo para amenizar la inquietante situación con respecto al futuro, pero también para visualizar los problemas de la legitimidad, los rumbos de la historia y los desafíos éticos del mundo contemporáneo, ya que la sociedad perdió el control sobre la dinámica del saber científico.

 

“Dos datos de la vida no van a cambiar. La ciencia continuará a generar nuevas ideas y nuevas oportunidades imprevisibles. Y los seres humanos continuarán a reaccionar a las nuevas ideas y oportunidades con nuevas habilidades e invenciones. Permanecemos animales constructores de herramientas, y la ciencia continuará a ejercitar la creatividad programada en nuestros genes” (DYSON, 2001, p.29)

 

 

Referencias Bibliográficas

 

CASTELLS, M. La sociedad en red. San Pablo: Paz y Tierra, 1999

DYSON, Freeman J. El Sol, El genoma y la Internet. San Pablo: Compañía de las Letras, 2001.

DUPAS, Gilberto. Ética y poder en la sociedad de la información. 2 ed. San Pablo: UNESP, 2001

 

KLIKSBERG, Bernardo. Falacias y Mitos del desarrollo social. San Pablo; Cortez; Brasília, DF: UNESCO, 2001.

MORIN, Edgar. La religación de los Saberes: El desafío del siglo XXI. Rio de Janeiro: Bertrand Brasil, 2001.

___________. Los Siete Saberes Necesarios a la Educación del Futuro: San Pablo: Cortez; Brasília, DF: UNESCO, 2000.

SANTOS, Boaventura de S. Democratizar la Democracia: los caminos de la democrácia participativa. Rio de Janeiro: Civilización Brasileña, 2002.

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